Por Teresa Frías
Chile marcó un antes y después a partir del 18 de octubre, el que se inició para exigir un mejor reparto de la bonanza e implementar políticas de bienestar social en una población que se queja de los “abusos” de un modelo económico próspero para algunos.
Lo que comenzó con estudiantes de secundaria negándose a pagar el pasaje de metro derivó en la más profunda crisis social desde el retorno a la democracia tras la dictadura de Pinochet, cambiándole en 30 días la cara al país y modificando por completo la agenda del presidente Sebastián Piñera y del Parlamento.
Si hasta antes del 18 de octubre, los alcances de una sequía que se extiende por 10 años y los efectos del cambio climático dominaban la agenda, hoy el país discute sobre una nueva Constitución -que reemplace la heredada de la dictadura- junto a una profunda reforma al sistema de jubilaciones, de salud y educación, que centran las preocupaciones de los chilenos que ahora dicen “basta a los abusos”.
Frente a este tema, conversamos con el actor, Ignacio Achurra, quien puntualizó que “durante mucho tiempo el sistema político no permitió que surgieran reales alternativas que se articularan posiciones políticas que fueran una alternativas, entonces lo que se produjo fue una resignación, pero el estallido lo que produjo es que esa resignación que se vivía de forma personal, yo creo que hizo ver a muchísima gente que era una cuestión mucho más extendida, y que era un problema colectivo y que eran muchos otros lo que estaban viviendo una situación parecida a la mía”.
Además habló sobre las acusaciones de violaciones a los derechos humanos que ha habido de parte de Carabineros, asegurando que “a quienes nos tocó vivir un poco de la dictadura, durante décadas se estuvo cantando nunca más que se violarían los derechos humanos, y tropezamos con la misma piedra, y no solo tropiezan las fuerzas del orden, sino que tropieza el sistema político y vuelve a justificar esas violaciones”.
¿Cuál es su opinión con respecto al estallido social?
El estallido social era algo que se podía prever, si bien era difícil dilucidar la forma en que se iba a dar, pero habían señales acumuladas hace mucho tiempo, que se habían materializado desde años como por ejemplo en el movimiento estudiantil, el movimiento contra las AFP, las marchas feministas, los movimientos en contra de Aysén , de diferentes proyectos de explotación ambiental, habían señales bastantes claras de que había un malestar en la sociedad chilena y que no lograba tomar forma política, pero que daba señales en otros ámbitos, más íntimos, más individuales, hubo un malestar desde hace mucho tiempo, pero que había tomado una especie de resignación, la sociedad chilena había permanecido durante mucho tiempo en una suerte de resignación, a veces no consiente, pero una resignación en que no había otra alternativa. Durante mucho tiempo el sistema político no permitió que surgieran reales alternativas que se articularan posiciones políticas que fueran una alternativas, entonces lo que se produjo fue una resignación, pero el estallido lo que produjo es que esa resignación que se vivía de forma personal, yo creo que hizo ver a muchísima gente que era una cuestión mucho más extendida, y que era un problema colectivo y que eran muchos otros lo que estaban viviendo una situación parecida a la mía.
¿Cuál es su opinión sobre las acusaciones de violaciones a los derechos humanos?
Ya es bastante objetivo lo que ha sucedido, tenemos a varios organismos nacionales e internacionales de derechos humanos serios, con datos, con cifras, de que aquí ha habido una cantidad importante y generalizada de violaciones a los derechos humanos. He estado en varias marchas, y he visto violencia de parte de carabineros, a estas alturas me parece innegable, un dato histórico, y eso parece gravísimo. A quienes nos tocó vivir un poco de la dictadura, durante décadas se estuvo cantando nunca más que se violarían los derechos humanos, y tropezamos con la misma piedra, y no solo tropiezan las fuerzas del orden, sino que tropieza el sistema político y vuelve a justificar esas violaciones. Ahora lo que está en cuestión y que ahí habría que ver un asunto por verse, si estas violaciones tiene la connotación de sistemáticas, porque ahí hay una gran diferencia así como a mí me parece que es gravísimo la violación a los derechos humanos, tampoco me parece que vivamos en una dictadura, o que el gobierno de Piñera sea comparado con una dictadura, como la que tuvimos con Pinochet.
Usted usa bastante las redes sociales, en especial Twitter, dónde ha recibido apoyo y críticas por sus dichos ¿cómo se ha sentido sobre todo con las críticas?
Twitter es cómo una sala pública virtual, en la que conviven diferentes posibles, cuando uno saca la voz se expone a que algunos estén de acuerdo y otros en contra. Pero personalmente trato de ocupar argumentos, hacer afirmaciones, de usar análisis. Pero tratando de no hacer ataques personales. Cuando alguien me replica en ese misma línea y me contra argumenta, me parece interesante en que se forme un diálogo, ahí estoy dispuesto a dialogar, pero cuando me encuentro con esta horda, como que se te tiran como garrapatas en el cuello, y eso no me duele, no me desajusta, nada, lo tomo como un acto irracional.
Hay rostros conocidos que han perdido su trabajo por expresar su opinión como Daniel Stingo, Freddy Stock y Héctor Morales, ¿qué le parece a usted este tema?
Me parece que una persona que es echada de su trabajo por expresar su opinión política no solo vulnera el derecho a la libertad, sino que también a la legalidad. Me parece muy mal que se despida por expresar una opinión política siendo que sigue haciendo bien su trabajo. Ahora en términos generales, siento que las redes sociales de alguna manera han democratizado no solo el acceso a la información, en que han flotado nuevos medios comunicaciones y con los individuos pasa lo mismo, quienes hoy en día son voces en la esfera pública tuitera, que son más influentes que los medios. ¿Cuál es su opinión con respecto a las funas que se han producido, en que van aumentando la violencia?
Me cargan las funas y me dan mucho miedo. Porque a mi toda la violencia que se dan en hordas, en el amparo de la masa, y del anonimato, a mí me da mucho miedo. Siento que ahí hay una cierta cobardía, una cierta flojera intelectual, es un acto cobarde, irracional y que para mí no merecen ninguna legitimidad.
Voy a votar Si para sacar la Constitución de Pinochet y Guzmán
¿En el plebiscito de abril cuál será su opción y por qué?
Voy a votar apruebo, por supuesto, no me perdería la posibilidad por sacar la Constitución de Pinochet y Guzmán, me parece un momento histórico e importante. Voy a votar por una asamblea constituyente, y que es un anhelo mucho antes del estallido, y creo que realmente tenemos la oportunidad, si las cosas que hacen bien, si se ponen los acentos donde hay que ponerlos, yo creo que tenemos una oportunidad histórica en hace una constitución en democracia, y en segundo lugar darle un giro al modelo hegemónico que ha surgido este país. Un marco constitucional que no sea un programa político, un programa de gobierno, sino que sea un cuerpo legal que garantice derechos básicos, reglas generales, y que permite por tanto los gobierno sean capaces de desarrollar sus proyectos políticos.
¿Usted cree que sin el estallido social, no se habría conseguido nada?
En Chile se instaló hace muchos años una economía neoliberal, en que la economía está por sobre la política, por tanto todas las demandas sociales terminan cuando empieza la economía, pero la economía está en todo. Si no cambiamos esa idea, tú puedes sacar cuatro millones de personas a la calle durante 10 años y eso no va a repercutir en la política.