La reconocida actriz y directora teatral, Gloria Laso, recordó en una entrevista con el Observatorio de Equidad y Género su paso por los centros de detención y tortura José Domingo Cañas y Cuatro Álamos, donde compartió con otras mujeres detenidas desaparecidas las vejaciones de los uniformados y criticó a quienes llaman al Ejército como los “salvadores de la patria” por haber torturado y asesinado a niñas y jóvenes.
La actriz fue detenida en el año 1974 y llevada a los centros de tortura que disponía en ese entonces las Fuerzas Armadas para reprimir al pueblo chileno: “Nos llevaron a un lugar de detenidos desaparecidos, era Cuatro Álamos. Ahí sí pudimos conversar, estábamos en una celda con dos camarotes, dormíamos de a dos o tres por cama, envueltas en unas frazadas. Todo el mundo con la ropa puesta, éramos seis mujeres”, señaló Laso en la entrevista que también fue publicada en El Desconcierto.
Dos de las mujeres que se encontraban con ella en Cuatro Álamos aún se encuentran desaparecidas hasta el día de hoy. Una de ellas fue María Elena González, una profesora normalista que participaba del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR), Laso recuerda que ella tenía solo 22 años al momento de su detención y que ella poseía una “hermosa calidad humana”.
Agrega que hace poco tiempo recibió una llamada de la hermana menor de María Elena para agradecerle que haya visitado a su familia con noticias de su hermana al momento de salir del centro de detención, y recuerda una anécdota con ella sobre una receta de empanadas. “Ella nos daba la receta pero todo medido en platos. Nos reíamos de eso”, menciona la actriz.
Otra de las compañeras que aún se encuentran desaparecidas con las que Laso estuvo en los centros de detención fue Muriel Dockendorff, una trabajadora de IANSA y poeta que hacía clases a jóvenes mapuches en la Araucanía. De hecho, ella le hizo clases a Elicura Chihuailaf, pareja de la sobrina de Gloria. Dockendorff fue detenida junto a su pareja, Juan Miguel Molina, quién la defendió culpándose y logrando su liberación. Sin embargo, ella fue entregada una segunda vez por Marcia Alejandra Merino, “la flaca Alejandra”, una ex mirista que trabajó para la DINA durante la dictadura.
A pesar de la crueldad y hostilidad que vivían, Laso recuerda el afecto y cuidados que tuvieron entre las mujeres en el centro de tortura. “Estábamos como en medio del Sahara, nada importaba más que la vida de la persona que estaba a mi lado. Entonces, la relación que se producía entre nosotras era muy potente y de mucho afecto. Todas contenían a la que llegaba, te hacían cariño, se preocupaban, te tranquilizaban y te cuidaban”, recuerda Laso.
La actriz señala que todos estos hechos marcaron su vida y su memoria al señalar que “el recuerdo y la sensación que viví con ellas no se va, siempre está ahí presente”. Y señala que los militares tiene que “asumir lo que hicieron” y enfrentar la responsabilidad de las “maldades y crueldades que fueron capaces de hacer”. La actriz está segura que estos militares conocen cada historia en detalle de lo que les pasó a las personas que actualmente permanecen desaparecidas, y llama a estos militares a ser “muy hombres” y que pongan fin a los pactos de silencio.
“Estuve presa con niñas de 17 años embarazadas de ocho meses, con un par de cabras de 22 años que están desaparecidas y con mamás de cabros que estaban arrancándose (…) lo único que hicieron fue torturar y asesinar a cabros chicos, estudiantes y personas que no se podían defender de ninguna manera, me parece de una cobardía y de una patudez tan grande dirigirse en términos de los salvadores de la patria”, señaló la actriz.