Oh I'm just counting

¿Adónde nos quiere llevar Genaro? Por Nicolás Mena, abogado, ex Subsecretario de Justicia, militante DC

Este domingo 30 de junio, en una entrevista a dos páginas completas en el diario La Tercera, Genaro Arriagada volvió a desarrollar su tesis respecto de cual debería ser la estrategia política y electoral de la Democracia Cristiana en los próximos meses, hablando en nombre del Partido, sin que órgano alguno de éste se haya pronunciado al respecto.
 
Nuevamente reiteró que la DC debía interpretar a la clase media, pero le añadió una original idea. De que además de representar a dicho segmento socio económico, que en un país en que todos se sienten de clase media es lo mismo que representar a todo Chile, debía construir una sub coalición de centro, sin especificar con quién o quiénes, y entenderse con la izquierda una vez resueltas las elecciones, sin especificar cuáles, por lo que se subentiende que se refiere a la primera vuelta presidencial, ya que en un sistema como el chileno, presidencialista, no hay pactos parlamentarios ex post que permitan constituir gobierno.
 
Analicemos estas propuestas.
Arriagada, a quien en dicha entrevista se lo presenta como abogado no obstante carecer de título, señala que la Democracia Cristiana debería representar al centro político, el cual estaría huérfano, ávido de representación.
 
Por de pronto, dicho espacio, de acuerdo con la última encuesta CEP de mayo de 2019, en nuestro país constituye un 7%, y no un 33% como señala Genaro en su entrevista.
 
El segmento mayoritario de acuerdo con esa misma encuesta lo constituyen quienes no se identifican con ningún espacio político, un 64%, de modo tal que, insistir en tratar de captar a un electorado que no existe, parece a estas alturas un voluntarismo.
 
Es tanto así, que como muy bien lo señala Carlos Correa en una columna publicada el lunes 1 de julio en el mismo diario La Tercera, ninguno de los referentes que se han autoproclamado de centro intentando representar este espacio, han tenido buenos resultados. En efecto, tanto Amplitud como Ciudadanos y el referente de Gutenberg Martínez y Soledad Alvear, Comunidad en Movimiento, han terminado siendo meros saludos a la bandera, con nulo arraigo, poca incidencia publica y corta vida en el sistema de partidos, si es que alguna vez llegaron a tenerla.
 
Así entonces, no se aprecia ninguna racionalidad en esta pulsión por intentar representar a como dé lugar un espacio político más propio de la guerra fría que de nuestros tiempos. Volviendo nuevamente a Correa, quienes están deseosos de representación son los que no se identifican ni con la derecha ni con la izquierda ni con el centro, es decir, los apolíticos.
 
En lo que respecta a su tesis de las dos sub-coaliciones, llama la atención que se insista majaderamente en algo que a todas luces perjudica tanto a la oposición como a la Democracia Cristiana. 
 
En las dos elecciones en que los partidos de centro izquierda han ido divididos llevando dos candidaturas a primera vuelta, Frei y MEO en el 2009 y Goic y Guiller en el 2017, ha terminado ganando la derecha, que paradójicamente, ha enfrentado dichas elecciones con sus principales partidos unidos tras un solo candidato, en ambos casos Piñera.
 
De esta forma, es un hecho de la causa que la apuesta por dos sub-coaliciones tan solo contribuye a la derrota electoral, tanto presidencial como parlamentaria, frente a quienes se unen tras un candidato común.
 
Por último, y lo más grave para los demócratas cristianos, es que su tesis además de perpetuar a la derecha en el poder, deriva también en la extinción de la Democracia Cristiana como partido político, pues resulta en extremo dificultosa la tarea de apreciar con cuál otro referente podría la DC constituir una alianza de “centro”, y, por otro lado, el ir nuevamente solos significaría repetir la desastrosa experiencia del 2017. Esto, a menos que se esté pensando en ir en alianza con la derecha, lo que, a estas alturas, no descarto este en las mentes de algunos.
 
En definitiva, aplicar esta tesis de dos sub coaliciones deriva inexorablemente en una DC aislada del resto de la oposición, condenada al ostracismo electoral fruto de la persecución estéril de un centro político inexistente.
 
De este modo, y ante la pregunta de hacia dónde nos quiere llevar Genaro con su propuesta, la respuesta parece obvia: Hacia un nuevo gobierno de derecha.