Oh I'm just counting

Anular el voto en elecciones es debilitar aún más la democracia y favorecer a la derecha. Por Ricardo Hormazábal, Abogado y exsenador

El 28 de abril de 1973, falleció Jacques Maritain, uno de los filósofos que más influyó en mi formación política. Ese año, medio siglo atrás, los chilenos vimos desplomarse una democracia con deficiencias, pero que fue reemplazada por 17 años de horror.

Al releer textos de Maritain, recordar la etapa previa al Golpe Cívico militar, me siento obligado a dar una opinión personal, ya que, aun cuando no renunciaré nunca a la DC, me he alejado de la vida política partidista, de las redes sociales, pero estoy muy preocupado por el presente y futuro de nuestro país y no entregaré el poder mínimo de mi voto para incrementar el caos. Iré a votar y lo haré por una persona DC que votó Apruebo, no como yo, que voté Rechazo, pero que es una persona honesta, preparada y con capacidad para dialogar.

Entiendo la angustia de amigos o desconocidos que no ven salidas, pero anular el voto es una respuesta equivocada, a lo menos precipitada. Yo no sé qué propuesta se nos hará, pero, espero que sea una que recoja las experiencias y los valores que non permitan una mejor convivencia y tenga mecanismos apropiados para resolver las legítimas diferencias que se dan en una democracia.

Por eso, estudiaré la propuesta y analizaré mi conducta en el Plebiscito correspondiente, pero anticipar un voto nulo ahora es perderse la oportunidad de ejercer plenamente este derecho que toda teoría democrática defiende: Voto secreto, universal e informado. Es cierto que la publicidad que hemos visto es claramente inadecuada, pero el documento final deberá ser difundido de mejor manera.

Si se construye una Constitución que represente a los sectores más retrógrados, tengo la oportunidad de rechazarla. Pero si hoy anulo el voto fortalezco a la DERECHA.  me hago cómplice de esos sectores, ya que ellos tienen mucha capacidad para acarrear votantes y están usando el miedo que han creado las minorías violentistas y los delincuentes para obtener apoyo. La historia de Chile lo demuestra, la Derecha no trae Paz ni Justicia. 

Jacques Maritain en “C1ristianismo y Democracia”, escrito en 1942, sostenía “La tragedia de las democracias modernas consiste en que ellas mismas no han logrado aún realizar la democracia.” Como causa de este fracaso marcaba que “los enemigos del ideal democrático no se han desarmado nunca” y que “los antagonismos irreductibles, inherentes a una economía fundada en la fecundidad del dinero; el egoísmo de las clases acomodadas y la separación del proletariado erigido por el marxismo en principio místico de la Revolución, han impedido que las afirmaciones democráticas pasen a la vida social; y la impotencia de las sociedades modernas ante la miseria y ante la deshumanización del trabajo, su imposibilidad de sobrepasar la explotación del hombre por el hombre, fueron para ellas una amarga derrota.”
“La guerra ha despertado trágicamente a los hombres. Si las democracias ganan la paz después de haber ganado la guerra, será a condición de que la inspiración cristiana y la inspiración democrática se reconozcan y reconcilien”   

http://www.profesorgentile.com/n/la-democracia-en-jacques-maritain.html 

Europa vivió una atapa de profundas transformaciones en las que los partidos de inspiración cristiana tuvieron el liderazgo en la construcción de sociedades más justas y democráticas, hasta que el Cambio de Época que se vive desde algunas décadas, no encuentra liderazgos que lo puedan entregar. En Chile, el papel activo de la DC chilena logró dar algunas respuestas positivas previas al Golpe y, especialmente en el proceso de lucha contra el Dictador, en la construcción de acuerdos políticos amplios, tanto en la creación de coaliciones de gobierno cómo en relaciones con las oposiciones de izquierda y derecha.

Lamentablemente, las contradicciones internas, tanto de nivel doctrinario como de luchas de facciones y personalismos excesivos la han debilitado de una manera muy seria. Por cierto, este es un proceso que ha afectado a la mayoría de las fuerzas políticas chilenas, reforzado por la impresionante pérdida de influencia de las iglesias, otras entidades culturales, del Poder Judicial, las instituciones uniformadas y los medios de comunicación.

Esta situación de ausencia de respuestas justas a las injusticias existentes ha provocado un distanciamiento muy profundo entre la ciudadanía y las entidades políticas. Las crisis que se viven en países de nuestro continente, han provocado una situación migratoria de grandes proporciones, sin que se puedan establecer las indispensables coordinaciones de políticas que enfrenten los temas de fondo y encuentren soluciones transitorias apropiadas    para los temas más urgentes.

Hoy los chilenos   estamos expuestos a una situación de falta de seguridad, en lo laboral, económico y una delincuencia más violenta. Adicionalmente, la pandemia sanitaria y el delirio convencionalista nos produjeron un tremendo impacto con secuelas muy dañinas.   Me ha impactado un trabajo realizado por tres académicos en que se constata que más del 40% de los encuestados que votaron por el Apruebo o el Rechazo, consideran a los discrepantes malas personas. Eso es muy grave porque no hay comunidad que resista un encono tan fuerte.

Estuvimos por proyectos muy distintos en ese plebiscito, pero es posible superar esa distancia, como ya lo hicimos antes. En 1973 algunos promovían la Dictadura del Proletariado, otros un Golpe de Estado y algunos pedimos nuevas elecciones. Pero luego, una gran mayoría aprendimos y fuimos capaces de darle justicia a las víctimas de violaciones a los derechos humanos, cómo se comprueba con los fallos de los tribunales que mandan a la cárcel a muchos de los asesinos y torturadores, después de casi 50 años. La justicia tardó, pero llegó. Un Chile más justo que en la dictadura no comenzó con este gobierno, como se comprueba cada día, partió con Patricio Aylwin.

Yo insisto en que votaré por una persona que estuvo por el Apruebo, pero es una de las buenas opciones existentes. Los errores le cuestan caro a los pueblos. Si desde ya se habla de un próximo gobierno de la derecha más dura, no es un dogma. Es un desafío que todas las fuerzas por el cambio democrático deben responder adecuadamente para ello. Todavía hay tiempo.  

No represento a nadie, ni aspiro a hacerlo. Sólo me encantaría coincidir con muchos para, sin odio ni violencia, usar nuestro instrumento del voto para hacer realidad la Esperanza de una Patria más justa y buena para todos, eligiendo buenos convencionales ahora y mejores representantes en el futuro.