Oh I'm just counting

Cae otro "valiente soldado":Ordenan arresto de segundo de Pinochet y senador designado Santiago Sinclair por fusilamientos de 17 campesinos desarmados. 15 eran evángelicos. Cónozca como fue la matanza de estos trabajadores

Foto: el funeral de los asesinados por militares del Ejército en Panguipulli en 2015. En los ferétros pequeños, hay solo restos de los cuerpos de los campesinos fusilados

Por Alfredo Peña R.

La ministra en visita extraordinaria para causas por violaciones de los derechos humanos de la Corte de Apelaciones de Santiago, Paola Plaza González, sometió a proceso al general en retiro del Ejército Santiago Arturo Ariel de Jesús Sinclair Oyanedel, foto de portada y que hoy tiene 93 años, en calidad de autor del delito homicidio calificado de 17 trabajadores del Complejo Maderero y Forestal Panguipulli, ejecutados en octubre de 1973. 

Sinclair llegó a ser segundo de Pinochet, como vice comandante en jefe del Ejército, senador designado por la dictadura y miembro de la Junta Militar y ahora será procesado en calidad de autor del delito de homicidio 48 años después de cometer tan grave delito. La justicia tarda pero llega...

17 campesinos fusilados...sólo por pensar distinto

En la resolución, la ministra Plaza González procesó al exmilitar por los homicidios de Carlos Maximiliano Acuña Inostroza, José Orlando Barriga Soto, José Rosamel Cortés Díaz, Rubén Neftalí Durán Zúñiga, Luis Arnaldo Ferrada Sandoval, Eliecer Sigisfredo Freire Caamaño, Narciso Segundo García Cancino, Juan Walter González Delgado, Daniel Méndez Méndez, Sebastián Mora Osses, Pedro Segundo Pedreros Ferreira, Rosendo Rebolledo Méndez, Ricardo Segundo Ruiz Rodríguez, Carlos Vicente Salinas Flores, Manuel Jesús Sepúlveda Sánchez, Ruben Vargas Quezada y Fernando Adrián Mora Gutiérrez.

En la resolución, la ministra en visita consigna que, en esta etapa procesal, se tienen por establecidos los siguientes hechos:

“En la comuna de Futrono, sector fundo Arquilhue, en los caseríos de Curriñe, funcionaba la administración y pulpería del Complejo Maderero y Forestal Panguipulli, poblado de Chabranco, en las inmediaciones de las termas de Chihuío, en donde en esa misma época se encontraba la sede del sindicato ‘Esperanza del Obrero’, al que pertenecían los trabajadores del Complejo Maderero.

Internándose unos 16 kilómetros hacia la cordillera se encuentra Chihuío, donde como resultado de la violencia dirigida en contra de un sector determinado de la población civil fundamentalmente partidarios del presidente Salvador Allende,  las fuerzas militares, a contar del 13 de septiembre de 1973, de manera organizada, ubicaron a campesinos que fueron privados de libertad por funcionarios de carabineros.

El día 7 de octubre de 1973 se llevaron a cabo nuevas privaciones de libertad en contra de la población civil de dicho sector. Asimismo el 9 del mismo mes y año, personal militar de los Regimientos Caballería N° 2 ‘Cazadores’ y ‘Maturana’ de Valdivia, salió rumbo a Futrono al mando de un oficial y secundado por otros oficiales, en una caravana compuesta por varios vehículos, entre jeeps y camiones, con una dotación aproximada de noventa personas. Dicha caravana militar se dirigió hacia el sector sur del Complejo Maderero Panguipulli, con el propósito de privar de libertad en un sector preciso y determinado a campesinos pertenecientes a la población civil (…).

Todos los detenidos del recorrido de la caravana de militares son llevados en tal calidad hasta las Termas de Chihuío, y desde ese lugar el día 9 de octubre de 1973, el personal militar, en horas de la noche, saca a los civiles de la casa patronal del Fundo Chihuío donde se les mantenía privados de libertad y los trasladan a las inmediaciones, a unos 500 metros del mencionado inmueble, lugar en que se les fusila a todos ellos, sin mediar proceso previo alguno, hechos de los que se da cuenta al Comandante del Regimiento Cazadores con guarnición en Valdivia de la época, con el grado de teniente coronel, Santiago Sinclair, quien en todo momento estuvo en conocimiento de la ejecución de los 17 civiles de las Termas de Chihuío, siendo el mismo quien ordenó que se sepultaran los cuerpos de los fallecidos.

Adicionalmente consta que Mario Silva Navarro recibió la orden del capitán Osorio Gardasanich para trasladarse hasta Futrono y Chihuío, indicando que dichas órdenes provenían del comandante del regimiento Cazadores, Santiago Sinclair, el que pidió cuenta al capitán Osorio de los resultados de la operación, oportunidad en la cual se le informó al mencionado comandante que los cuerpos habían quedado tirados en la pampa, lo (que) le causó molestia, disponiendo que una patrulla se dirigiera al lugar a fin de que ubicarán los cuerpos y se enterraran”.

La ministra ordenó el arresto domiciliario del procesado, atendida la emergencia sanitaria por el virus Covid19.

Foto: Monumento a los campesinos asesinados en Panguipulli por el Ejército

 

Hasta los nazis tenían códigos en sus guerras: los "valientes soldados", ninguno

La historia recopilada y corroborada en base a testimonios de familiares de las víctimas, testigos y confesiones de ex - conscriptos que participaron en la matanza, dicen que el día domingo 7 de octubre o lunes 8 de octubre de 1973 partió desde el regimiento Cazadores de Valdivia una caravana compuesta de camiones y jeeps con un total de 90 soldados y oficiales de ese regimiento más fuerzas del regimiento de Artillería Motorizada N°2 Maturana de Valdivia, con destino a Futrono, Llifén, Curriñe, Chabranco y Chihuio, con el objetivo de “desarmar cualquier posible resistencia y apresar a quienes los terratenientes del lugar denunciaban como campesinos alzados que habían apoyado al gobierno de la Unidad Popular y luchado organizadamente en sindicatos por sus derechos”.

Una vez en Futrono, los militares se quedaron un par de días en dependencias de la antigua Escuela Misional N°30, para luego recoger algunos prisioneros de manos de carabineros, lo mismo hicieron en Llifén, y más tarde en Curriñe y Chabranco se realizaron las últimas detenciones, incluso en forma brutal delante de esposas e hijos, con los prisioneros golpeados hasta sangrar.

Sin embargo la primera víctima de la caravana asesina fue Andrés Silva Silva, originario de Nilahue y entregado a los militares en Llifén, quien fue acribillado en Sichahue y su cuerpo abandonado en el camino, más tarde algunos lugareños tuvieron la humanidad de sepultarlo en el sector. En total 17 prisioneros fueron conducidos a Chihuio donde en horas de la noche fueron masacrados.

Cánticos a Dios

Camino a Chihuio, la lluvia que esa tarde caía y el mal estado del camino maderero dificultó la marcha de la caravana, por lo que en algún punto se les ordenó a los prisioneros bajar de los camiones donde iban amontonados, golpeados y asustados, para continuar a pie. Mientras caminaban, un oficial "valiente soldado" les gritó – A ver, quién sabe cantar. Uno que cante – ordenó.

La respuesta a la orden la inició uno de los prisioneros que comenzó a cantar una alabanza a Dios, el resto lo siguió y continuaron los cánticos junto con la penosa marcha hasta que el capitán a cargo ordenó que pararan de cantar ya entrada la noche.

Y es que de los 17 prisioneros, “quince de los campesinos eran evangélicos. En la ‘Iglesia del Señor’, de Arquilhue, predicaba Narciso García Cancino, y en la ‘Iglesia Cristiana de Jesucristo’ de Chabranco predicaba frecuentemente Rosendo Rebolledo Méndez”, según consigna una investigación de ONGs de derechos humanos.

De esos 15 prisioneros, varios eran casados, y habían bautizado a sus hijos en la fe evangélica, al momento de sus detenciones ninguno portaba armas, no eran la peligrosa amenaza marxista que a los soldados se les ordenó perseguir y exterminar, su pecado fue pertenecer al sindicato Esperanza del Obrero, que reunía a los trabajadores del Complejo Forestal y Maderero Panguipulli, y solo algunos militaban en partidos políticos de izquierda.

En su mayoría eran jefes de familias pobres, sencillas, cuyas vidas transcurrían en el cotidiano de una tierra que exigía trabajo duro, donde el atropello a sus derechos era cosa habitual, y encontraron refugio en el cristianismo evangélico ante las injusticias diarias, por eso creyeron en un proyecto político que ponía al trabajador como la piedra angular del nuevo Chile.

Sin embargo ese proyecto de país nuevo cayó, y sus fundamentos fueron arrancados de raíz, aunque eso significara aplastar vidas sencillas y condenar familias al dolor, al miedo y la humillación.

Antes de morir en Chihuio, después de ser torturados, los prisioneros volvieron a entonar alabanzas a Dios, y en alguna hora no precisada fueron acribillados y rematados en el suelo con corvos, “los gritos eran desgarradores clamando al Señor”.

La comunidad futronina, incluyendo a la comunidad evangélica, ignoró este hecho durante años por miedo, y luego continuó ignorándolo quizás por comodidad, para evitar emitir opiniones que pudieran resultar políticamente comprometedoras en las relaciones diarias, llevando a las víctimas a una segunda condena; la del olvido por conveniencia, sin reconocer que esas personas no eran diferentes a cualquiera de nosotros en dignidad, derechos y con quienes muchos compartirían los mismos espacios comunes, como el lugar de trabajo o la iglesia, donde la congregación pasa a ser un importante centro de acogida y apoyo para los creyentes, según el diario digital Lago Ranco.

El conscripto Hernán Tejeda, declaró acerca del primer momento que escuchó a los prisioneros cantar: “Cantaban como despidiéndose, parece que sabían que los iban a matar y había evangélicos que cantaban alabanzas”.

Sinclair, delincuente conocido: también había sido procesado por otros 12 crímenes

En 2016, Sinclair, también había sido procesado por la Corte de Apelaciones de Santiago quién dictó sentencia definitiva de segunda instancia en el episodio Caravana de la Muerte-Valdivia y condenó al general conocido por usar botas de caballería y andar con una fusta en los regimientos en los que estuvo, a 5 años y 1 día de presidio, como autor de homicidios calificados, y a otro "valiente soldado" Robert de la Mahotiere, a la pena de 3 años, como encubridor de la ejecución de 12 personas, hecho ocurrido en la ciudad de Valdivia, el 3 y 4 de octubre de 1973.

El tribunal de alzada capitalino, a través de su Tercera Sala, revocó la sentencia de primera instancia que absolvía a ambos militares en retiro y los condena por los ilícitos perpetrados contra el dirigente del MIR y líder campesino Gregorio José Liendo Vera, más conocido como el “comandante Pepe”, y a Pedro Purísimo Barría Ordóñez, Rudemir Saavedra Bahamondes, Víctor Eugenio Rudolph Reyes, Víctor Segundo Valeriano Saavedra Muñoz, Santiago Segundo García Morales, Luis Mario Valenzuela Ferrada, Sergio Jaime Bravo Aguilera, Luis Hernán Pezo Jara, Víctor Fernando Krauss Iturra, Enrique del Carmen Guzmán Soto y José René Barrientos Warner, todos trabajadores madereros de Panguipilli y ejecutados en el Regimiento de la ciudad de Valdivia.

La misma sentencia confirma la condenas a otros militares como Juan Viterbo Chiminelli Fullerton, como autor de los referidos delitos a la pena de cinco años y un día de presidio en su grado mínimo y al detenido en Punta Peuco  Pedro Espinoza Bravo, a igual sanción por el lapso de diez años.

Esa fue la primera vez que un tribunal de justicia dictó condenas contra Santiago Sinclair, ex vicecomandante en jefe del Ejército durante la dictadura civíco-militar, pese a que es investigado en otras causas de  violaciones a los derechos humanos.
"Si bien este sujeto fue indagado en otros casos, entre ellos: Los 5 desaparecidos de 1987, y el caso de Carmen Gloria Quintana y Rodrigo Rojas Denegri, él nunca había sido condenado con antelación, por su participación criminal en algún crimen de lesa humanidad ocurrido durante la dictadura cívico-militar que nos afectó en el pasado reciente”, manifestó el abogado querellante Francisco Ugás.