Por Mario López M.
Reconoce los avances de los gobiernos de la centroizquierda, pero sabe que aún falta. Anhela que el progresismo se centre en la búsqueda de alternativas para reconstruir su presencia y un proyecto común frente a la nueva sociedad.
Sin prejuzgar, dice que el gobierno hasta ahora ha dado señales contradictorias. Por ejemplo, en materia de acuerdos ha planteado cinco títulos pero sin ningún contenido, ha dado urgencia a doce proyectos sin saber cuáles son las indicaciones, debe irse clarificando hacia dónde va.
“Creo en la necesidad y la fuerza del diálogo en la diversidad. No todo debe ser discrepancia ni tampoco acuerdo”, dice el senador Carlos Montes, haciendo hincapié en que el gobierno pide apoyar proyectos que tienen solo título pero aún sin contenido. Critica los ataques de ministros y que se deseche a priori cambiar la Constitución. “No es buena señal”, acota.
Aspira a un Estado moderno, ágil, con capacidad para articular un mejor país: “Tenemos inmensas potencialidades y creo en la necesidad de industrializar a Chile, formando profesionales e investigadores de primer nivel”.
Se muestra “convencido que el Parlamento -y en particular el Senado- es una institución fundamental de la República y determinante en la calidad de la democracia y de la política (...) A mayor deterioro de la política, el mercado desregulado se impone con mayor fuerza en la sociedad, con las desigualdades y abusos que conlleva”, asegura.
No escabulle responsabilidades: “Estoy convencido, también, que a la actual generación de dirigentes y parlamentarios nos corresponde la responsabilidad de asumir con franqueza y decisión los desafíos de este momento tan particular. No podemos seguir como si todo fuera natural”, enfatiza.
-Su periodo a la cabeza de la Cámara Alta se da en un complejo escenario para la oposición, dividida y con un gobierno de derecha ¿Cómo ve este año para la oposición en el Senado?
-Es un distinto escenario, para el país y el Congreso, tanto en lo institucional como en lo político. También es un nuevo escenario de la centroizquierda y eso plantea importantes desafíos. Además hay una ciudadanía impaciente y un sistema político fragilizado que demandan del Senado un rol central en la deliberación nacional y en proponer lineamientos nítidos.
Debemos trabajar con seriedad en perfeccionar nuestra democracia y en construir un nuevo modelo de desarrollo, devolviendo la valoración que debe tener el Parlamento, el principal foro de Chile. Esa es la dura tarea que tenemos por delante. Volver a reconquistar a esa ciudadanía y dar prueba de la utilidad de nuestras instituciones. Debemos abrirnos a hacer nuevos esfuerzos y a explorar con humildad otros caminos. Al Parlamento le hace falta escuchar más a la gente.
-¿Y en lo político?
-Hay un gran desafío de la centroizquierda, que es encontrar un camino de entendimiento. Hasta ahora, todo indica que cada uno de los actores, partidos, sectores va a tener un periodo de decantamiento, de replanteamiento, de clarificar su enfoque y eso va a durar por lo menos todo este año. A la par van a haber una serie de puntos en que las circunstancias obligarán a unirse, a tomar decisiones comunes, como por ejemplo lo fue la propia elección de las mesas de las Cámaras, o lo será el intento de modificar la reforma tributaria en el sentido de que se le bajen los impuestos a los sectores de mayores ingresos, etc. Como ve, hay un conjunto de desafíos bien concretos.
-Desde el gobierno han llamado por un lado a la unidad y por otro varios ministros han disparado con todo contra la administración Bachelet y algunos le dieron un portazo a la Ley de Igualdad de género y a la nueva Constitución propuesta por la ex Presidenta, etc. ¿Doble estándar?
-El gobierno y sus ministros han tenido actitudes contradictorias. Que el ministro Chadwick salga diciendo que no quiere que avance el proyecto de Constitución de Michelle Bachelet, sin pronunciarse en absoluto respecto de los contenidos ni a ninguna de las ideas propuestas, no es buena señal, Chile necesita una nueva Constitución.
Lo mismo que los ataques del ministro Valente; no es algo que ayude, porque es contradictorio al otro discurso, ese de que los “temas comunes” trabajémoslos juntos.
-¿Es la vieja política del garrote y la zanahoria la que parece estar implementando el gobierno?
No quisiera prejuzgar, creo que hay que mirar cuál va a ser la verdadera línea política del gobierno. Hasta ahora ha dado señales en uno y otro sentido, señales contradictorias y por eso tenemos que dejar que decante. Por ejemplo, en materia de acuerdos ha planteado cinco títulos pero sin ningún contenido hasta ahora, ha anunciado con trámite de urgencia doce proyectos sin saber cuáles son las indicaciones. En fin, debe irse clarificando hacia dónde va el gobierno.
-En su parecer ¿habrá una sola oposición o cada uno negociará por separado con el gobierno?
-El desafío fundamental es cómo entre todos construimos una alternativa progresista frente al país y la sociedad, eso es lo principal. Respecto de la posición frente al gobierno, va a depender de los distintos proyectos o las distintas cosas que planteen. Tengo esperanza y mucha confianza en que a lo menos la centroizquierda se va a lograr agrupar, primero en casos muy específicos hasta lograrse, gradualmente, en algo más global.
-Pareciera que faltan liderazgos al interior de la centroizquierda, pues la imagen que quedó en el affaire Campos no dejó bien parada a la mayor líder que unía, que era la Presidenta Bachelet.
-Yo me quedo en eso con lo mejor del gobierno saliente y creo que hubo cosas muy importantes, se hicieron muchas cosas que favorecieron a mucha gente, independiente de algunas que no fueron adecuadas al final. Con lo positivo hay que quedarse, porque eso es nuestro capital, lo fundamental que tenemos.
-Y desde su perspectiva, ¿en qué se traduce ese capital o lo que algunos han llamado el “legado de Bachelet”?
-Fue un gobierno que tuvo que asumir que desde antes la centroizquierda ya venía con muchos problemas, en sus proyectos, la forma de entenderse, en todo, y a pesar de ello logró sacar adelante proyectos estructurales y se lograron avances muy importantes en diversos campos: fortalecer la educación pública en todos los niveles, gratuidad en educación superior, construcción de hospitales y jardines infantiles, se recuperan estándares históricos de la vivienda social, se elevan los parámetros ambientales con un salto histórico en energías limpias y la ampliación sustantiva de las áreas protegidas, se supera el binominal, se establece el voto de los chilenos en el exterior y se abre la posibilidad del aborto por tres causales.
Reconozco que hubo problemas en la conducción política y en la implementación de algunas reformas, pero Chile recuperó condiciones propias de las democracias. El país no es el mismo que antes del gobierno saliente, es otro país, más justo, entonces cómo no va a haber una capacidad de valorarlo para construir los proyectos comunes para los tiempos que vienen.
-Desde el Senado, ¿cómo se contribuirá para recuperar la alicaída imagen que la ciudadanía tiene de sus congresales?
-Soy un convencido que recuperar la confianza en las instituciones y en la política es un tema de largo plazo y lo que uno busca más bien es contribuir a detener el proceso de deterioro y empezar la acumulación de cosas positivas en algunos aspectos. No es posible lograrlo de la noche a la mañana, este es un tema internacional.
En lo nacional tiene origen en los temas de la transición, en los de probidad, etc., pero también es un tema más global que afecta a la política en el mundo entero. Por lo tanto, sería muy voluntarista pretender revertirlo en este tiempo, lo que importa es contribuir a detener el deterioro. Eso es lo fundamental.
-Pero en concreto, ¿cuáles aspectos deben abordarse?
-En primer lugar, la total transparencia. La ciudadanía debe contar con toda la información. En segundo lugar, es indispensable que asignaciones y dietas sean revisadas periódicamente para ver alternativas de ajuste entre ingresos y gastos parlamentarios. En tercer lugar, debemos recoger las observaciones que puedan realizarse para mejorar el uso de determinados ítems, como las asesorías externas.
-No ayudará mucho lo que se viene en relación a materias de probidad e impunidad, con fiscales que están sobreseyendo causas por corrupción, dando salidas alternativas que en los hechos no implican sanción, etc. Eso no aporta a detener el deterioro de la credibilidad en la política en la gente.
-Siempre se supo que las condenas por los delitos que estaban investigándose eran muy bajas. Y por lo tanto había una sanción muy fuerte en el prolongado tiempo en que han estado siendo procesados o desaforados muchos políticos en las distintas causas.
-Pero al desaforado senador Jaime Orpis le están pidiendo 21 años de cárcel, no es menor…
-Respecto del senador Orpis, su situación es diferente a Iván Moreira, por ejemplo; no tienen nada que ver uno con el otro, porque Moreira está por un tema de las contribuciones a su campaña y en el caso de Orpis hay situaciones de cohecho y otras más. Es distinto.
Creo que las leyes en esta materia tienen deficiencias, pero en la relación dinero-política el Congreso ha elaborado y aprobado en conjunto con el Ejecutivo la normativa más fuerte y estricta que nunca habíamos tenido y en pocas partes hay algo equivalente.
-Más allá de lo que pasó en el caso del exministro Jaime Campos, ni este gobierno ni los anteriores cerraron Punta Peuco. ¿No cree usted que hay una deuda de la centroizquierda con las víctimas?
-Punta Peuco es un símbolo que los violadores brutales de DDHH y que cometieron delitos de lesa humanidad tienen algún tratamiento excepcional, distinto al conjunto de los presos de este país y eso provoca mucha irritación en los familiares de las víctimas. Punta Peuco es eso.
¿Por qué no se trasladaron a Colina? No lo sé exactamente, lo determinante es saber qué se va a hacer con este símbolo que es Punta Peuco y transformarlo probablemente en una cárcel para mujeres embarazadas u otras realidades que también son muy especiales y apremiantes.
Por qué no se hizo, no tengo todos los elementos al efecto, pero sí hay que tener muy claro que los presos militares, policiales y violadores de DDHH son muy odiados por el resto de la población penal y sus familiares también van a ser así de rechazados, por lo que se requiere a su respecto condiciones básicas de supervivencia. Siempre ha sido así con los presos uniformados en las cárceles, se les segrega por seguridad para ellos y para la población penal en general.
-Vamos a preguntas concretas y respuestas breves. ¿Está de acuerdo con devolver el Parlamento a Santiago o está por mantenerlo en Valparaíso?
-Siempre he sido partidario de que el Parlamento esté cerca del Poder Ejecutivo.
-¿Gobierno presidencialista, parlamentario u otra figura intermedia?
-Gobierno semipresidencial es lo que más se acerca a nuestra historia y nuestra cultura.
-¿Ni sal ni agua a la derecha, cooperación o caso a caso se verá?
-Nuestra política no se puede definir en relación al gobierno de Sebastián Piñera, sino a cuál debe ser la nueva propuesta a hacerle al país y a partir de ella actuar frente a lo que plantee el gobierno.
-¿Se farreó la centroizquierda las mayorías parlamentarias que tuvo en el anterior periodo?
-Hubo actitudes, diferencias, en fin, pero si uno mira el conjunto de la obra y viendo los hechos, la verdad es que se lograron avances muy importantes en educación, materia tributaria, igualdad, en general en todos los proyectos que se lograron aprobar.
-No estando Bachelet (y según sus dichos sin querer volver), que era la líder que logró unir a la centroizquierda, ¿cómo se logrará esa unidad que usted anhela, otros rostros, las ideas?
-Hay una combinación de liderazgos locales, regionales, nacionales, en que también es fundamental la idea del proyecto país, una propuesta de cómo sigue Chile después de estos veintitantos años desde recuperada la democracia. Ese es un desafío muy central y en eso el debate político, cultural y valórico es imprescindible para construir una alternativa “frente” al país.
-Usted estuvo hace un par de días en La Moneda representando protocolarmente al Senado. ¿Qué le pareció este Piñera en relación con el del anterior gobierno?
-Fue una reunión básicamente protocolar, si bien entramos a contenidos en algunos aspectos, pero que no es muy distinto que lo que hasta ahora se ha dicho. Le hicimos ver que el Parlamento tenía que tener una situación más equilibrada respecto del Ejecutivo en materia presupuestaria y construir una oficina de presupuesto en el Congreso, que hoy es muy débil y eso supone no plata sino que el acuerdo en ese sentido de intercambiar información más global.
Le planteamos nuestra posición constructiva, pero dejando claro también que se va a expresar la diversidad que tiene el país.