Oh I'm just counting

Coincidencia. Primera parte. Por Jorge Orellana, escritor, ingeniero, maratonista

-¡Está pronta la llegada del Salvador!- alardeaba el predicador instalado en un recodo de la plaza. Ofrecía su velludo pecho al descubierto y abría los brazos como si con la persuasión de su voz combatiera al maligno y al estremecedor frío. ¡Él!- apuntó al cielo. ¡Él que todo lo sabe!- añadió enfervorecido, no está ajeno a lo que pasa y vendrá a poner orden ¡Arderán los pecadores!
Agitado por su ardorosa prédica y conmovido por la autosugestión de su mensaje se paralizó y, en posición catatónica, esperó por la renovación de la audiencia para celebrar otro discurso redentor. Su público, voluptuosas mujeres inmigrantes, y eternos cesantes, lucían al retirarse angustiados semblantes que, en los nuevos auditores, contenían en cambio inequívocos rasgos de esperanza.
-Hola don Marci- saludó un joven a Marcial, un anciano que apoyado en un bastón dejaba la prédica y honrando su nombre, caminaba erecto.
-Hola Picantito- repuso el viejo con alegre familiaridad.
El joven, que debía andar por los treinta, era de risa fácil y tenía los cabellos rizados. Sus ojos negros inundaban de cordialidad su morocho rostro y su atlética estampa, espoleada por un potente corazón, esparcía su protectora calidez. Fluía de su cuerpo toda la gracia de la juventud.
El viejo, que debía estar por los ochenta, se conservaba ágil, y un ineludible atisbo revelaba la energía que una vez había brotado de su cuerpo. De los costados de su amplia frente, salían, como vestigio de una melena espesa, suficientes mechones blancos para cubrir sus orejas.
-¿Lo asustó el mesías don Marci?- añadió riendo con su habitual picardía, a la que junto a su magistral destreza por el baile, debía su apodo.
-Noooo Picantito, a esta edad nada me asusta, pero no deja de sorprenderme su discurso y estaba pensando: ¿Hacia dónde llevarán el país los dirigentes políticos que nos tocaron?- contestó ambiguo.
-Caminemos juntos y me explica lo que quiere decir- lo invitó el joven.
-Si estás dispuesto a caminar a mi paso, encantado. Paseo para mantener el cuerpo activo- ¡Eso es rigor Picantito!- fustigó al joven.
-Me mandó mi vieja a cobrar un cheque y no tengo nada más que hacer.
-¡Feliz entonces! Me encanta hablar con los jóvenes. ¡Me aportan escenas que reflejan mi vida! Comentaba que el cuadro apocalíptico del predicador tiene algo que ver con la insensatez que reina en el país.
-¿De qué está hablando don Marci? No me haga acordar de mi abuela, se ha puesto intratable, reclama el día entero y le ha dado por pelearse con los comunistas. ¡Cómo si fueran sus adversarios!
-Cuesta mantener la cordialidad entre las generaciones Picantito, ¿Sabes por qué? Porque los viejos hablamos desde nuestras experiencias y hemos dejado de creer en los libros o en lo que cuenta la gente.
Nos acobarda la muerte pero la soberbia nos hace mirar con desprecio todo pasado distinto al nuestro, como si solo valieran nuestras vivencias. Nadie nos viene con cuentos y no nos dejamos engatusar con utopías fracasadas. A propósito- agregó, preocupado de su silencio ¿Cómo está tu mamá? Esforzada mujer la señora Juanita, debes sentir orgullo.
-¡Está muy bien!- replicó el joven. ¡Claro que estoy orgulloso de ella! Pero no entiendo a dónde quiere llegar. ¿Es que no se puede hacer cambios radicales o la velocidad del cambio la impone la tolerancia del poder dominante?
-¡Todo cambia! Eso es natural- respondió el viejo golpeando piedras con el bastón y acusando su sorpresa. Una mujer –dijo-, mirando a una bella joven que iba adelante, es algo maravilloso, pero hoy las veo de igual forma como tu observabas hasta hace poco, a la princesa de un cuento ¡Inalcanzable! ¡Todo cambia! -se burló-, y lo dejó contestar.
-En su criterio don Marci, todo cambio estaría supeditado a la voluntad del poderoso quien, al ver decaer su posición de confort, nunca los propiciaría, al contrario, los relegaría hasta que la prudencia ¡Ojo! No la generosidad. Lo forzara a promoverlos, pero en ese caso, como ha pasado, estos se harían con indolente gradualidad. ¡Sin el estallido, jamás habría habido un cronograma de cambios!
-Estoy de acuerdo que es difícil sacar a alguien de su línea de confort, claro que a nadie le gusta que le bajen el sueldo. ¿Pero?… ¿Se justifica la violencia por un cambio? No Picantito. ¡Eso no es democracia! No cabe el criterio de algunos constituyentes de indultar y dejar delitos sin sanción. ¡Eso vulnera el estado de derecho!
Aunque no niego que tu argumento me conmueve –dijo el viejo con acento ladino-, en un estado democrático el asunto está en convencer siempre por la razón, nunca a través de la fuerza. Lo otro es publicidad engañosa -se burló el viejo, y agregó-. Legitimar la violencia es un camino incompatible al constitucional, porque coincidirás conmigo en que se puede tomar uno u otro, pero lo que no se puede hacer, es acomodar la decisión a la conveniencia oportunista.
Luego de hacer girar una puerta vidriada, al interior, la diligente empleada cambió el cheque a Picantito, y al salir, la oyeron decir a su compañera: Fue un gran Presidente del Banco, y ha sufrido tanto el pobre…, y además, tiene unos ojos tan lindos, que votaré por él este domingo.
-¿Y usted? ¿Por quién va a votar don Marci?
-Difícil pregunta Picantito-. No me preocupa que sepas por quien votaré, lo que me da vergüenza es confesar que haré algo que detesto: votar por alguien que no es mi candidato solo por la motivación de sacar a otro del escenario. Es un ejercicio malsano el mío, que elegí porque aún tengo presente la experiencia de la revolución en libertad que derivó en un episodio sangriento, cuyas secuelas, por un resentimiento inacabado, persisten, dividiéndonos y extendiéndose por nuestra sociedad como el peor tumor canceroso...
-¡Coincidencia! Votaremos por el mismo candidato- lo interrumpió Picantito. -Venimos subiendo como la espuma- agregó entusiasmado. ¡Ganaremos! Y haremos los cambios que se requieren.
-La clave del éxito- reflexionó el viejo, es mantenerse activo en el rigor y esperar la oportunidad en que la suerte se presente, porque en la vida, en algún momento, ésta aparece, y cuando surge, solo se aprovecha con éxito si se ha tenido rigor. De otra forma, la oportunidad pasa a tu lado sin que puedas atraparla, y aunque lo hicieras, careciendo de rigor, tampoco te serviría. Piensa en la Presidenta del Senado. La suerte quiso que estuviera en el momento oportuno, pero cabe preguntarse ahora: ¿Tendrá las habilidades que su propio rigor le otorgue para aprovechar la suerte que el destino puso entre sus manos?
-Ahí pensamos distinto don Marci. Por las razones que usted cita, pienso que nuestro candidato -subrayó con ironía-, tuvo la suerte de estar, y que con sus méritos y la indiscutida ayuda de su contendor, será capaz de imponer los cambios que el país exige.
-Está bien Picantito, pero suaviza tu lenguaje para acercar nuestras ideas. ¡Háblame de tus sueños para recuperar los que perdí! ¡Yo te hablaré de mis miedos! Te contaré que cada día, de tan amplio misterio para ti, para mí se ha reducido a la pueril batalla de la subsistencia.
Al regresar a sus casas, que distaban solo unos metros, observaron que, asido a una Biblia, el predicador esperaba un bus y al mirarlo, notaron que lloraba, y ambos concluyeron que en su llanto había gratitud y desesperación.
Se terminó de escribir el 17 de julio.