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Cuatro destinos ningún camino: así está la centroizquierda versión 2018

Por Guillermo Arellano
 
 
Así como la instalación en el gobierno no ha sido fácil para la derecha después del triunfo de Sebastián Piñera, en la centroizquierda el panorama también dista de ser de colores tras su retorno a la arena opositora.
 
Lo único claro es que de lo que quedó del “progresismo” (por llamarlo de alguna manera) pos derrota de Alejandro Guillier existen hoy cuatro grupos bien marcados. Veamos.
 
Está el trío PS-PPD-PR, el cual oscila entre la nostalgia de la vieja Concertación y el giro completo a la izquierda. Luego viene el Partido Comunista, que se debate entre sumarse o diferenciarse del Frente Amplio a pesar de pensar más o menos lo mismo.
 
Después emerge el mencionado bloque que se instaló en el Congreso con 20 diputados y un senador y bajo el alero de la candidatura de Beatriz Sánchez. Cierra la nómina la Democracia Cristiana, entidad que vive su propio vía crucis interno a contar de la pérdida de varios escaños parlamentarios y de la esmirriada votación que logró su presidenciable Carolina Goic en noviembre.
 
Ante este escenario, la gran pregunta que recorre a cada uno de los partidos y movimientos es la siguiente: ¿cómo es posible articular una convergencia que convenza y una a todos los sectores de acá a la campaña electoral de 2021, donde Chile Vamos aspirará a prolongar su mandato con una coalición presumiblemente unida?
 
La respuesta es mucho más complicada de lo que muchos creen, aunque anda una propuesta dando vueltas por ahí. Mientras tanto, la segunda administración piñerista intentará aprovechar la dispersión.
 
“Esto como el proceso de Bielsa…”
 
Antes de avanzar hay que retroceder. Por lo mismo, la cientista política Javiera Arce dice que la primera misión consiste en reflexionar los motivos de la derrota. Si el gobierno de Michelle Bachelet instaló reformas profundas en su gestión, ¿por qué la ciudadanía no la respaldó en las urnas con la postulación de Guillier?
 
“Si uno analiza las simulaciones específicas de los datos con lo que pasó el año pasado, sucede que si la Nueva Mayoría con el Frente Amplio no van juntos (en 2020 y 2021) es probable que la derecha siga colonizando espacios. Por eso que si se sigue mirando este proceso en términos electorales, evidentemente una sola coalición no se va a poder sostener. Se tienen que buscar acuerdos políticos. Y ese es el deber ahora, de juntarse y así lograr mínimos comunes y empezar a trabajar y dialogar”, comentó a Cambio21.
 
“No hay que poner la carrera delante de los bueyes. ‘Vamos juntos para que ganemos porque si no la derecha va a avanzar’. Pero vencer para qué. Cuál será el proyecto político. Ese es el tema. Es masticar y digerir las diferentes posturas”, añadió
 
A juicio de la académica, “los partidos están despolitizados. La Nueva Mayoría quedó súper mal y con una nula claridad respecto al mapa político sobre lo que será su oferta programática, lo que es un problema”.
 
“Por un lado, si Piñera es inteligente, que lo es, empieza a avanzar con su programa hacia el centro, donde involucre más provisiones del Estado y perfeccione las reformas y, por el otro, el Frente Amplio radicaliza más sus posiciones, se deja sin margen de acción las visiones de este centro progresista, que tampoco tiene mucha idea sobre qué debería ofrecer”, advirtió.
 
Davor Mimica, analista de Red Liberal, cree que la unidad de las huestes “es una utopía hoy”, pero apuesta a que “todas las fuerzas van a ser capaces de conversar y de llegar a acuerdos en los temas donde logren construir intereses comunes, lo que se vio de manera bastante efectiva en la negociación de las presidencias de la Cámara de Diputados y de las comisiones legislativas”.
 
“La capacidad para llegar a humo blanco fue bastante impresionante y superó las expectativas de la mayoría de los observadores. Hubo acuerdos y concesiones entre posiciones que se odian y que no se pueden ni mirar, como entre la Nueva Mayoría y el Frente Amplio y la DC y el PC. Se pudo comprobar que todos trabajando juntos podían ganar más que estando separados. Ese es el camino para que más adelante y con tiempo se formen convergencias en cosas más grandes y por sobre los intereses comunes de corto plazo”, indicó para esta crónica.
 
“La articulación tiene distintos niveles”, asegura el sociólogo Axel Callís. “Una cosa es el entendimiento administrativo, otro el electoral, otro el político y otro la gobernabilidad. Lo administrativo y de articulación de una oposición puede llegar en un par de meses, pero la verdadera reunión va a llevar años. Todavía no se comparte una reflexión en distintos ámbitos respecto al gobierno saliente y sobre lo que hay que hacer. Esto aún no comienza”, nos aclaró.
 
¿Alcanzará el tiempo antes de la próxima elección? “La articulación de la centroizquierda pasa por revisión de la transición y del gobierno de Bachelet y por llegar a ciertos consensos sobre un diagnóstico que ni siquiera se ha realizado. Por lo tanto, no se puede llegar a acuerdos. Siempre existe el camino corto de que aparezca alguien que busca la modalidad para saltarse esto, pero resulta que la única manera para que salga alguien es que se establezcan ciertas polaridades políticas para el futuro que hagan que esa persona tenga alguna viabilidad”, contesta el investigador.
 
“Esto es casi como el proceso de Marcelo Bielsa (en la selección chilena en 2010); para que aparezcan las figuras se necesita tener un esquema de juego, lo que todavía no se tiene”, ilustró.
 
Las caras de la derrota
 
Si entre 2010 y 2014, en lo que fue el primer gobierno de Piñera, no hubo atisbos de reflexión respecto al por qué de la caída de la Concertación ante la derecha (se daba por hecho el retorno de Michelle Bachelet al poder en 2018), al parecer en esta ocasión el proceso de mea culpa no tendrá tapujos.
 
No por nada los primeros bacheletistas en dar la cara serán Nicolás Eyzaguirre (PPD), exministro de Educación, Secretaría General de la Presidencia y Hacienda; Adriana Delpiano (PPD), extitular de Educación y exintendenta metropolitana, y Marcos Barraza (PC), exencargado de Desarrollo Social, dentro del ciclo de charlas que está organizando la fundación Chile 21 bajo el título de “Balance y Perspectivas”.
 
Gloria de la Fuente, directora ejecutiva del centro de estudios y exvocera del comando presidencial de Ricardo Lagos, declaró a La Segunda que el objetivo de los conversatorios es “contribuir a entender qué nos pasó con todo el ejercicio que implica de autocrítica”.
 
Y hablando del exmandatario, Carlos Montes (PS), senador y presidente de la Cámara Alta que lo apoyó en 2017 hasta su bajada, se sinceró en entrevista concedida a Mega.
 
“Creo que no fue adecuado (haber apoyado a Guillier), fue un error. Yo valoro mucho a Alejandro, lo conozco mucho y era muy partidario de que fuera senador, pero otra cosa distinta es ser Presidente. No es lo mismo. Se requiere toda una trayectoria. Y además, hay personas para coyunturas determinadas, y la coyuntura ahora tenía una complejidad particular”, sentenció.
 
Por otro lado, en las distintas corrientes del socialismo existe una postura que debiera marcar su rol opositor: se defenderán los avances del gobierno de Bachelet e impedirán los intentos de retroceder en las reformas, pero no dentro de una defensa personal de la figura de la exmandataria.
 
En pocas palabras, se descartan “cultos a la personalidad”. “Eso es del estalinismo”, disparó el diputado Marcelo Schilling. “Legado ha sido usado de manera un poquito excesiva”, añadió Andrés Santander, secretario general del partido. “Legado son reformas y cambios importantes e intransables, pero acá buscamos un proyecto colectivo a futuro y superar los errores del pasado”, remató el también diputado Juan Luis Castro.
 
Consultado por este medio, Osvaldo Andrade, exdiputado y otrora timonel del PS, expuso que “a pesar de ser el partido menos dañado por la elección presidencial, no podemos olvidar que la Presidenta de la República en la campaña era socialista y que por consecuencia la derrota electoral también fue fuerte”.
 
“Entonces, los partidos de la centroizquierda están en sus respectivos procesos de reflexión interna, que yo no digo que no deban hacerse, pero que creo que simultáneamente tienen que realizarse con esfuerzos de unidad. Hubo una buena señal en la elección de los presidentes del Senado y la Cámara, pero al día siguiente todos empezaron a decir que solo fue un ‘acuerdo administrativo’ y que ‘no tiene otra implicancia’, en circunstancia que fue un acuerdo político”, rechazó.
 
“El gobierno está pesquisando esto y quiere construir un esquema de trabajo en el que se entiende con cada colectividad en particular, desconociendo las bancadas parlamentarias y la importancia de las corporaciones de ambas cámaras”, alertó.
 
En el radicalismo, en tanto, proponen no alargar tantos las autoflagelaciones. “La reflexión va en curso y no hay un tiempo en el que se pueda decir cuánto va a durar, pero creo que no hay tiempo para mucha reflexión. Hoy la acción política hay que desarrollarla en el día a día y, por lo mismo, tenemos que esperar que cada partido defina a sus nuevas directivas, dato muy relevante para que a contar del mes de septiembre empecemos a tener un contorno de definiciones más de fondo”, nos explicó Ernesto Velasco, mandamás del PR.
 
“La coyuntura es una, a la cual habrá que tenerle respuestas, otra cosa es la estrategia y poder formar un proyecto para Chile. La centroizquierda tiene que definir un conjunto de ideas que le permite crear una propuesta diversa y plural. Por eso que nos falta mucho por definir. No tenemos una sola oposición, hay varias oposiciones, con matices y diferencias, y serán los puntos en común los que cada uno podrá entregar en los desafíos electorales que vienen”, resumió el excandidato a diputado.
 
Prevenir la avivada de Piñera
 
Al igual que en la campaña presidencial de 2013, la Constitución de 1980 aparece como el único tema capaz de aglutinar posiciones de cara a lo que viene, más aún ante la ausencia de un posible abanderado presidencial de peso que en la campaña anterior encarnó Michelle Bachelet.
 
Tan en serio va el asunto, que la directiva del PPD le notificó al ministro del Interior, Andrés Chadwick, en reunión sostenida en La Moneda, que la discusión acerca de la reforma a la Carta Magna “no está cerrada”.
 
Esto como reacción a las palabras que el propio jefe de gabinete entregó en la cumbre empresarial de Icare, cuando afirmó que el proyecto de ley que dejó instalado el saliente gobierno no continuaría bajo la actual administración.
 
“Probablemente no es el que se va a instalar ahora, pero una nueva Constitución entendemos que forma parte del principal acuerdo nacional que se debiera tener”, declaró a la salida de la cita Gonzalo Navarrete, timonel de la colectividad.
 
“Uno puede ser crítico o no crítico de la forma en que se planteó la iniciativa de Bachelet, pero he ahí un proyecto”, acota Osvaldo Andrade.
 
“Hay otros textos también, como el que presentamos junto al diputado Marcelo Schilling, que es completo, y que con el mayor de los respetos que se merece la presidenta, y perdonando la autorreferencia, creo es bastante mejor, porque por lo menos tiene una línea ideológica orientadora. Por lo mismo, discutámoslo pues, que ese sea el tema de debate de la oposición, dado que el oficialismo le tiene mucho temor desde siempre. En consecuencia, es un buen punto para que podamos ir construyendo unidad, aunque no todos pensemos lo mismo, porque nos distancia del gobierno”, enfatizó.
 
Kenneth Búnker, director del Programa Electoral de la Universidad Central, utilizó estas páginas para hacer un importante llamado de atención.
 
“Este gobierno, considerando que no tiene mayorías legislativas, está enfocado en áreas específicas donde no necesita de esas mayorías, lo que hace que sea un mandato de gestión más que reformador. Y bajo esa premisa, Piñera anunció que va a hacer pequeños y puntuales cambios a la Constitución. Todavía no presenta la propuesta, pero sabemos que se trata de, por ejemplo, alargar el período presidencial, que es algo que no es controversial”, planteó de entrada.
 
Acto seguido, manifestó que “si Piñera logra hacer estas modificaciones y lo logra presentar como si fueran grandes cosas, como lo hizo Ricardo Lagos en 2005, la gente va a sentir que el cambio ya se hizo y se va a postergar por diez años más el momento constituyente en el que la ciudadanía crea que se tenga que cambiar la Constitución. Lagos lo hizo en 2005 y en una década la población sintió que no había nada que hacer”.
 
Por lo tanto, “unas de las cosas que tiene que hacer la oposición es prevenir e impedir que la Constitución pase por este tipo de retoques, para así poder usarlo en la campaña de 2021, porque es el único tema que puede lograr aliar a todos los bandos. Se podrán unir en causas distintas, pero ninguno será tan potente como este”, remarcó.
 
Para dónde apunta la flecha
 
Tanto la reunión que sostuvo con el ministro Secretario General de la Presidencia, Gonzalo Blumel, la primera con una tienda de oposición, como el proyecto de acuerdo que se aprobó en la Cámara -junto a Chile Vamos- en lo que atañe a los cinco acuerdos nacionales que propuso el Presidente Piñera tras el cambio de mando, puso a la Democracia Cristiana literalmente “en observación”.
 
Como se sabe, la falange, aparte de dejar en claro que serán autónomos en las distintas discusiones legislativas, está aún lejos de unificar criterios en cuanto a su relato con el resto de la centroizquierda, más allá de que en la última Junta Nacional de enero decidió mantener su política de alianzas con las distintas fuerzas progresistas, Frente Amplio incluido.
 
Miriam Verdugo, timonel interina de la DC, reiteró ese sentimiento en diálogo con este semanario: “definitivamente no estamos en ningún bloque. Somos oposición al gobierno de Piñera y para ser oposición, rol que empezamos a ejercer desde el día uno, no necesitamos estar aliados con nadie”.
 
“Logramos establecer un acuerdo con los exintegrantes de la Nueva Mayoría y el FA con el objetivo de establecer al poder legislativo como contrapeso ante el poder ejecutivo. Es un acuerdo administrativo, pero también político. Nosotros vamos a estar atentos a las propuestas del gobierno, las que si van en desmedro de lo que hemos avanzado nos encontrarán en la vereda contraria”, anticipó.
 
Pablo Lorenzini, diputado reelecto por el Maule Norte, instaló un potente factor de duda al apuntar que “estamos en un período de transición. Tenemos nuestras elecciones internas en mayo, primera expresión que veremos después del descalabro en las urnas y que marcará qué tesis tendrá la mayoría”.
 
“Luego vendrá la reacción inicial del gobierno hacia -en teoría- la oposición completa. La bancada de diputados DC presentó una propuesta con quince aspectos que nos gustaría tener. Hay un grupo disponible para ser oposición conversable y positiva y otro no tanto. Lo que es la NM se acabó y no hay una confluencia conjunta, a diferencia del FA y el PC. Por lo tanto, no habrá una oposición potente afuera, lo que nos hará ver los proyectos caso a caso. Hay un compás de espera. Vamos a ser oposición, pero sin apellido progresista, destructiva, dura o amigable”, expuso.
 
Solo aparece una certeza, remató el congresista: “existen sectores que no quieren nada con la izquierda y sí con la centroderecha y otros sectores al revés. Falta debate y consultar con los militantes”. Por ende, la posibilidad de que por un par de votos DC se aprueben leyes del gobierno o se caigan iniciativas de la oposición está latente.
 
“Sin dudas que hay proyectos importantes que van más allá de los partidos, como la reforma tributaria y la rebaja de impuestos para las grandes empresas, que yo no la apoyo, como también los temas de conciencia, como los niños (del Sename), o los ideológicos, donde tenemos disparidad”, insinuó.
 
Como para que nos vayamos haciendo la idea.