Cara: existe un piso social y cultural que hace posible que crezca una “doctrina” de esta naturaleza. Sello: hay una “sobreestimación” de la capacidad electoral del mundo militar. Mientras tanto, el diputado y candidato ex UDI se pone el traje de campaña.
De jaguares a alemanes ¿Se viene la ultraderecha con Kast a la cabeza?
Por Guillermo Arellano
Después de que “Alternativa para Alemania” (AfD) se transformara en la tercera fuerza electoral en el país germano, lo que supuso el retorno de la ultraderecha al Parlamento después de 60 años, en Chile aparecieron investigadores, analistas y dirigentes políticos que creen posible que este tipo de visión ideológica se instale definitivamente para quedarse.
Claro, la imagen de un partido criticando la llegada de inmigrantes avalada por el Estado, sumado a reminiscencias del nazismo y del régimen de Hitler, tiene algún grado de semejanza con lo que pasa a este lado del globo: preocupación ante el alto número de extranjeros que se instala día a día y la sobrevivencia de un sector que persiste en la defensa de lo que fue la dictadura militar de Pinochet.
Nos creemos arios
Como se sabe, los fenómenos sociales, políticos y culturales no se producen de un día para el otro. Sin embargo, existen elementos constitutivos que definen nuestra forma de ser -más negativos que positivos- que han sabido permanecer en el tiempo, lo que a esta altura de la vida no debiera generarnos ningún tipo de sorpresa.
“En general, los chilenos son súper racistas, discriminadores y muy conservadores y tienen un supuesto planteamiento facial que no es tal”, sostiene la socióloga de la Universidad de Valparaíso Javiera Arce.
“Y con la gran inmigración de afrodescendientes de Haití, Colombia y Venezuela que se está produciendo, resulta que se asumen blancos y se creen arios, cuando en realidad somos morenos, cero positivos (sólo unos pocos son A positivos) y no existe mucha diferencia con la población indígena que vive acá. Por eso que no me parece tan descabellado que nazca un ultraderechismo”, expresó a Cambio21.
Por lo tanto, “se van a exacerbar los nacionalismos como método de campaña y aglutinación política. Y eso me parece muy grave”, advirtió.
Según Tomás Hirsch, líder del Partido Humanista, “los sectores de ultraderecha en Europa han tenido un resurgimiento, lo que se entiende porque han sabido capitalizar los problemas que tiene la población mundial culpando a los inmigrantes: falta de trabajo, cesantía, bajos sueldos, etc., que no son responsabilidad de los extranjeros, sino que del Banco Central europeo y del modelo económico”.
“Pues bien, esas dificultades van a ser aprovechadas por ciertos sectores de ultraderecha que rayan en nacionalismos e incluso en los fascismos acá en Chile. Pero no me cabe duda que no van a superar el 5 o 6% de los votos. No hay espacio para proyectos que de algún modo son asociados y vinculados a lo que fue la dictadura y que son sectores que son minoritarios en el país”, agregó.
“¡Quién podría defender eso en Chile!”, exclama la diputada Marisol Turres (UDI) luego de ser consultada por este medio. “¿Criticar el rol del Estado es ser de extrema derecha? ¿Los que defienden a Pinochet son de extrema derecha? La verdad, no lo creo”.
“Sí soy de la idea de que se viene instalando un clima de polarización que partió con la retroexcavadora del actual gobierno de Michelle Bachelet y en diversos debates y proyectos de ley en los que sin rodeos han hecho lo que han querido”, lamentó.
A su vez, Francisco Undurraga, presidente de Evópoli, nos señaló que “Chile buscar equilibrios más que rupturas. Y en ese contexto, no hay cabida ni candidatos declarados de ultraderecha”.
“Yo espero que no los haya, entendiendo eso sí que en el proceso alemán este sector se expresó de forma democrática y a través de las urnas”, acotó.
“Obama rubio”
El diputado José Antonio Kast, antes de renunciar a la UDI y presentar su postulación a La Moneda en calidad de independiente, fue candidato a la presidencia de la colectividad, donde le tocó competir con el entonces timonel del partido Juan Antonio Coloma, en lo que rotulado como la sin igual “batalla de los Antonios”.
Más llamativo aún fue el apodo que se ganó el parlamentario en dicho proceso: el “Obama rubio”. Sus seguidores veían en él a un liderazgo joven y potente que representaba a toda una generación de jóvenes, inspiración que se apoderó de los Estados Unidos cuando el entonces senador por Illinois derrotó a Hillary Clinton en la primaria demócrata y después se transformó en el primer político de raza negra en llegar a la Casa Blanca (2009).
Hoy Kast vive su propio sueño americano, para algunos el último bastión de los sectores más duros del pinochetismo que se oponen a la reelección de Sebastián Piñera, para otros el primer atisbo de un ultranacionalismo de derecha que pasa por encima hasta a la UDI y que poco a poco agarra cuerpo en lo que podría ser un nuevo partido con matices de la AfD alemana, la ultraderecha francesa de la familia Le Pen o incluso el supremacismo blanco de los EE.UU.
Mauricio Morales, director del centro de estudios de la Universidad de Talca, aterriza el cuento: “la derecha chilena actualmente está reunida en dos candidaturas, Piñera y Kast, donde una es claramente más mayoritaria que la otra, versus una izquierda que está fracturada en seis postulantes”.
“Lo que tendría que pasar -cuestión que veo muy difícil que suceda en Chile en el corto plazo-, es que Kast, como hombre de ultraderecha, pueda formar un referente político que después crezca en términos electorales. Hoy no tiene espacio por mucho que obtenga el 5% de los votos”, destacó para esta crónica.
Al revés, Javiera Arce ve en el congresista por La Reina y Peñalolén a un “nacionalista que incluso podría sacar más votos que Carolina Goic (presidenciable DC)”.
“Es cosa de leer los comentarios de las redes sociales luego de sus entrevistas en televisión y sus opiniones en los debates, donde dice cosas que son para tener miedo”, aseveró.
“Lo veo como una persona conservadora en lo moral más que como alguien de ultraderecha”, acota Francisco Undurraga. “La ultraderecha no se caracteriza por posturas muy radicales en términos nacionalistas y no veo a José Antonio dentro de ese marco”, insistió.
Quiebre
Las arremetidas políticas y valóricas de Kast han generado episodios de alta tensión. Partió con su intervención en el Tribunal Constitucional (rechazo a la ley de aborto), siguió con el apoyo al “Bus de la Libertad” y la propuesta de enviar a militares a la zona de conflicto mapuche (región de La Araucanía) y ahora remató con la idea de que se impulse la tenencia de armas como mecanismo de defensa contra la delincuencia.
El problema para la derecha -y los sectores más conservadores de centro- es que tal posición sacude día a días las bases de las ideas matrices de estos sectores, más aún ahora que están alineados con la campaña de Piñera.
Por lo mismo, Hernán Larraín, senador y extimonel de la UDI, salió a pegarle a su excorreligionario. A través de Twitter, señaló que su candidatura “quiere el pasado y dividirnos” en la lógica del “Sí y el No” y que “por buscar el voto militar no ofrece ni futuro ni unidad”.
Además, en un grupo de WhatsApp llamado “UDI Social Media” le dijo a dirigentes y parlamentarios que Kast “es puro daño para nuestras posibilidades de llegar nuevamente al gobierno” y que su “pseudopurismo puede significarnos más gobiernos como el actual”.
Algunos congresistas consultados por este semanario optaron por la mesura, aunque con un discurso simple y directo: “no hay que perderse. Acá el único y verdadero adversario está en la izquierda y no es necesario gastar energías para generar controversias con los del mismo lado”.
Pero como los dramas nunca llegan solos, Kast, luego de fracasar en el intento de acercarse a Manuel José Ossandón (duro rival de Piñera en la primaria de Chile Vamos), ahora insiste en tener de aliado nada menos que a José Piñera, hermano del exmandatario, otrora ministro del Trabajo de Pinochet y creador del sistema de AFP, quien trabajó codo a codo con Miguel Kast, fallecido hermano del diputado que fue titular de la cartera de Odeplán (Desarrollo Social) en la dictadura.
Es más, hubo un guiño explícito tras el debate e la Asociación Nacional de la Prensa, donde Sebastián Piñera expresó que pese a ser un opositor a la Unidad Popular no eran necesarios 17 años de “gobierno militar” para volver a la democracia, y en el que Kast respondió sin eufemismos: “le agradezco a su hermano (José) todo lo que hizo por Chile”.
Ante la mención, el expresidenciable en 1993 manifestó por Twitter que “miles de patriotas ayudaron al gobierno libertador a reconstruir la democracia y derrotar la pobreza con la libertad”.
Que quede en acta: el conocido abogado pinochetista Hermógenes Pérez de Arce está con Kast.
¿Alguna reflexión? “Lo razonable es que el cien por ciento de los electores de José Antonio estén con Piñera (en la segunda vuelta)”, contesta la diputada Turres. “No creo que ellos quieran que la izquierda siga en el poder”, espetó.
Merma piñerista
Primero fue Ossandón y ahora Kast respecto al daño que desde la misma derecha le quieren provocan a Piñera, quien ha tenido que extremar su discurso para no perder esos potenciales votos. “Se derechizó porque estoy yo”, enfatizó el exmilitante de la UDI a fines de septiembre.
Así lo puntualiza Marco Moreno, decano de la Facultad de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Central: “la estrategia de Piñera, que es riesgosa, consiste en que vote poca gente dentro de un giro conservador, incluso tanto más que Kast”.
“En un contexto de abstencionismo, apoliticismo y voto voluntario, la pega de los candidatos es movilizar a los suyos, que es el voto duro, como también fidelizarlo y asegurarlo como capital electoral. El voto blando o marginal no interesa. Por lo tanto, ese 2, 3 o 5% que en teoría posee Kast no puede ser imputable, porque esa diferencia es clave para evitar la segunda vuelta o ganar esa misma elección con facilidad”, nos explicó.
“Ante eso -prosigue-, Piñera debe maximizar la eficiencia electoral y el efecto psicológico que tiene la obtención de ese voto útil antes del balotaje. Él es tan pragmático que hasta sería capaz de echar abajo Punta Peuco con una bomba si las circunstancias así lo ameritan”.
Anexamente, Pablo Rodríguez, investigador del Instituto Libertad, acusa de “incoherente” de Kast por dos factores: “en algún momento sintió o creyó que el mundo que tenía que representar era el de los militares en retiro, pero si uno se fija en los discursos que decía hace dos meses esa conexión no era tan clara y tampoco se asumía como su representante”.
Y lo otro, a su juicio existe una “sobreestimación” sobre “lo que puede significar el mundo militar en cuanto a sus capacidades electorales”.
“Tratarán de mostrarlos como un sector grande, homogéneo y que podría incidir. Sin embargo, la verdad es que no hay ningún dato que permita decir que en realidad son una facción fuerte. Más bien es un grupo de interés cuyo impacto solo es acotado”, concluyó.
La tarde del próximo 19 de noviembre veremos quién tiene la razón.
El origen
La mala onda que hay entre Piñera y Kast nació en el segundo año de gobierno del empresario, en 2011, cuando el legislador, en calidad de jefe de bancada de la UDI, impulsó la redacción de una carta en la que se cuestionó la “conducción política” de La Moneda.
El gatillante fue una ronda de conversaciones que inició Rodrigo Hinzpeter (ministro del Interior y hombre de confianza de Piñera) con parlamentarios de la Concertación respecto a las uniones de hecho, iniciativa que había sido deslizada durante la campaña electoral de 2009.
En la declaración se hizo un llamado al Ejecutivo “a actuar con prudencia, sentido común y ánimo aliancista”, a la vez que se criticó el haber centrado “su accionar en los temas que dividen a los partidos políticos que lo respaldan, más que en los temas que los unen”.
Tanta fuerza tuvo Kast que la misiva fue firmada por 35 de los 39 congresistas que tenía la colectividad en ese período.