Con sorpresa la élite de centroizquierda y de izquierda ve como el candidato de la ultraderecha Kast arremete y sube en las encuestas presidenciales y empieza a superar a las diversas candidaturas en competencia.
Pensando que Kast solo representa el Rechazo en octubre 2020 y que tenía “techo” electoral, esta élite progresista hoy está perpleja y sin respuestas -igual que el equipo de Sichel que expresamente señaló que tenía un techo del 15%.
Quienes andan en la calle buscando votos para el 21 de noviembre ya habían observado esta irrupción de Kast en la adhesión ciudadana, especialmente en comunas populares donde se asocia a la idea de restablecer el orden y la seguridad completamente perdida durante la administración Piñera.
Pareciera que ahora hay algunos que perciben que el discurso de Kast sobre Piñera no se diferencia del de cualquier opositor, su crítica a la gestión piñerista por la falta de seguridad, la situación de la Araucanía, ante la crisis migratoria abrió un espacio político y electoral amplio a la ultraderecha; que ha sido tan fuerte que logró atraer a sus primos hermanos de la UDI y tiene a la mayoría del activo UDI en las regiones y comunas haciendo fila para ingresar al comando de Kast. Y algunos ya ingresaron hace rato por sus enormes simpatías con la dictadura de Pinochet.
Estas semanas hemos asistido a la más cruel lucha por la hegemonía en la derecha que pareciera estar finalmente siendo ganada por las posiciones más de la extrema derecha como la de Kast, replicando el fenómeno Bolsonaro y Trump en nuestra sociedad.
En minoría queda la derecha social, la pseudo liberal, para que decir la aristocrática que en julio pasado apoyó a Sichel en desmedro de Lavín y hoy vemos como la UDI de siempre, renace apoyando a Kast. Y algunos RN, con nostalgia de la dictadura, también se inclinan por el autor de una zanja para no permitir ingresos de migrantes pobres en el norte.
Finalmente, la derecha termina apoyando los liderazgos autoritarios y ultra conservadores -como ha ocurrido en su larga historia chilena-, que está en su ADN político y desecha esos liderazgos que vienen de “otros lados”, vestidos de independientes y provenientes de otras culturas políticas.
En las semanas que vienen -alentado por los resultados de las encuestas- veremos a una UDI desplegada por Kast, presionando a Sichel, a RN, a Evopoli para que desde ya se pronuncien en favor de Kast de cara a la segunda vuelta.
En la oposición debiera existir una rápida reflexión política sobre este avance de las posiciones ultraderechistas y autoritarias. En los sectores populares como señala un importante analista “quienes tenían ilusión de cambio hoy reclaman orden y certeza…y en ese contexto la fuga de votos a la ultra-derecha "es bien probable”.
Este cambio de opinión no lo está viendo la élite progresista que sigue creyendo que el 80% vs 20% de octubre 2020 sigue vigente en la sociedad chilena y no puede explicarse que candidaturas de derecha (ultra, centro etc) como las de Kast, Sichel y Parisi más que dupliquen el techo del apruebo de octubre 2020.
Pareciera que la élite progresista no es capaz de percibir el profesional trabajo de comunicación política de Kast con mensajes directos y segmentados apuntando al mundo evangélico, al conservadurismo cristiano, a las familias populares que demandan orden y certezas y si a eso se agrega la receta Trump de mentir descaradamente (como lo hace Kast y sus bots en redes sociales, por ejemplo señalando que “Yasna Provoste se robó US$ 600 millones en 2008”, lo que originó la acusación constitucional), o instalarse como líder de la defensa de una región o sector contra un enemigo ficticio como lo hace en la Araucanía. A Kast en sus mensajes no le importa la verdad, solo busca generar miedos que gatillen que vayan a votar por él.
Ese diseño no ha sido leído ni menos contestado por las candidaturas presidenciales de la centro-izquierda y la izquierda lo que está significando un inesperado retroceso en las encuestas.
Si se quiere derrotar democráticamente a la ultraderecha y a su candidatura presidencial se debe asumir que el escenario de las preferencias electorales está líquido o sea la fotografía de octubre 2021 puede haber mutado hacia una mayor demanda social por certezas.
Que a una porción importante de electores de clases medias y populares les importa el orden, la paz social, la recuperación de la economía y por tanto, sus liderazgos deben dar certezas que son capaces de brindarlo a una ciudadanía que los demanda (desde agosto que delincuencia volvió a ser la principal preocupación ciudadana desplazando a Salud y Pensiones).
Veremos en estas tres semanas si el avance de la ultraderecha se contiene.