Oh I'm just counting

Editorial Cambio21: El voto obligatorio trajo de vuelta al chileno medio, sensato, molesto, individualista y que desconfía de todo el espectro político

Los y las políticos/as demócratas tienen que escuchar y saber leer la voz de las urnas, sea en el triunfo o en la derrota; especialmente cuando ocurre tan tremendo caudal de participación ciudadana como este 4 de septiembre en el plebiscito de salida donde participaron más de 13 millones de ciudadanos.

 Este nivel de participación de ciudadana supera con fuerza lo ocurrido en las elecciones de 2021, 2020 y 2017 donde la participación -con excepción de la 2ª vuelta presidencial de 2021-oscilaba entre 6,4 millones y 7,5 millones de electores y con la 2ª vuelta donde participaron 8,364 millones de electores.

 4,7 millones de ciudadanos nuevos irrumpieron en el escenario electoral en relación a diciembre 2021, por tanto, suena insensato que estos días conozcamos movilizaciones estudiantiles y opiniones en redes sociales cuestionando el resultado o solo echándole la culpa a las fake news como explicación del triunfo del Rechazo.

 Al analizar los datos de participación por quintiles los mayores niveles de participación en este plebiscito provinieron de los quintiles más vulnerables, es la clase media baja la que volvió a votar -que no participó en la presidencial 2021- y que hoy reapareció electoralmente dándole un triunfo al Rechazo en las comunas populares de la RM.

 Son esos electores que la están pasando mal con la alta inflación de 21% de los alimentos en los últimos 12 meses, que sufre la alta informalidad laboral -29% en el último año-, que sufre el deterioro de sus salarios y vive en el miedo ante el incremento de la delincuencia y la actividad de los narcos en sus territorios.

 Estos nuevos electores -4,7 millones si se compara con 2ª vuelta presidencial, 5,4 millones si se compara con plebiscito de entrada de 2020- no fueron convencidos por el discurso ultrista y maximalista de la ex Convención, ni por las promesas del gobierno actual que no entendió que la ciudadanía quiere resultados gubernamentales y no la simple repetición de los spots y slogans de la campaña presidencial 2021.

Fue un grave error político el diseño del exministro Segpres hoy Desarrollo Social Giorgio Jackson de poner en pausa al Gobierno y dedicarse a respaldar a la Convención y al Apruebo, con este diseño condenó al gobierno a sufrir una derrota política y electoral tremenda porque fue incapaz de percibir que el malestar social sigue en porciones relevantes de nuestra sociedad.

 Las nuevas generaciones que hacen mucha política vía redes sociales -instagram, twitter, tik tok-, carecen de habilidades para conversar con los actores sociales en la calle y en su cotidianeidad y solo se centran en los nichos electorales que los apoyaron desde 2019 como los grupos feministas, la diversidad sexual y otros nichos radicalizados.

La inscripción automática y el voto obligatorio trajo de vuelta al chileno medio, sensato, molesto, individualista, inmerso en una cultura capitalista y que desconfía de todo el espectro político; como señala un analista electoral. Hubo millones de electores que salieron a “dar una doble señal de malestar y rabia: una contra la Convención y sus resultados y otra contra un gobierno en pausa de gestión por estar volcado completamente a su ideario constitucional”.

El resultado fue dramático para el gobierno: perdió en todas las regiones, perdió en 338 comunas de 346, perdió en todos los niveles socioeconómicos, perdió en los jóvenes y en las mujeres y por eso, los cambios en el gabinete no parecen ser tan profundos ante la magnitud de la derrota. Fue un ajuste menor donde el Partido Comunista parece salir fortalecido, el partido de las nuevas generaciones como es Revolución Democrática paga los principales costos políticos y a La Moneda llegan experimentadas políticas del PPD  del PS, pero no ha ampliado su base política-parlamentaria y sigue siendo minoría en el Parlamento.

Esta condición de minoría parlamentaria probablemente puede significar poner pausa o someterse a los bloqueos de la derecha en las reformas principales que busca alentar el gobierno como es la Reforma tributaria con progresividad, la Reforma Previsional -que ya se postergó por varios meses- y la reforma de la Salud. Si eso es así entraremos a una fase compleja de un gobierno que busca administrar la coyuntura -bajar los niveles de actividad delictual-, pero que es incapaz de mejorar su gestión política para impulsar las reformas estructurales (tributaria, previsional y salud) que en 2021 había mayoría social para respaldarla y que se centra en sacar adelante el nuevo proceso constitucional en una condición de debilidad producto de su derrota del 4/S y en su incapacidad de ampliar su base política de apoyo.