Faltan pocos días para que se instale un nuevo Gobierno y con sus nominaciones de Ministros, Subsecretarios e Intendentes se han dado señales sobre su estilo y juegos de poder involucrados, revelando que la administración de Piñera dos será muy de continuidad con el estilo que conocimos entre 2010-2014; asimismo, los diversos ministros han marcado sus énfasis y empieza a delinearse una agenda regresiva y pro-inversionistas que apuntan a modificar importantes avances sociales legislados en este período.
La nueva administración tiene una fuerte influencia de los partidos políticos que apoyaron a Piñera, incluso incorporó a sectores y representantes de liderazgos políticos internos donde se privilegió satisfacer a tendenciales de los partidos por sobre la competencia técnica o excelencia.
La más clara demostración de ese feroz “cuoteo político” fue la nominación del Intendente de la Octava región Jorge Ulloa; así como el reclamo de Renovación Nacional por que la UDI vía militantes e independientes cercanos tuvo siete intendentes frente a los cinco de RN que fue el partido más votado en noviembre pasado.
Parece irrisorio que la vocera y el nuevo Ministro del Interior hablen de “equilibrio político” para disfrazar la vieja práctica del cuoteo político que privilegió para conformar su nuevo gobierno, repitiendo así la modalidad utilizada por gobierno de Bachelet en el verano del 2014 y que fue altamente cuestionada por estos mismos actores siendo oposición.
Y en estos días previos al 11 de marzo conoceremos nuevas nominaciones producto de este “cuoteo político” a nivel de jefes de servicios y gobernadores que falta por nombrar.
Piñera se asegura así el apoyo parlamentario y de sus partidos para estos primeros meses de gobierno repitiendo el predominio de los partidos en la conformación del gobierno y en especial de la UDI como lo reveló el caso Ulloa.
Otra señal son las prioridades que tiene la agenda gubernamental que se coloca el foco en los inversionistas y en los agentes económicos que se favorecerían por una rebaja de impuestos y una nueva propuesta de reforma previsional donde el Presidente electo privilegiará a las AFP’s como administrador único de esa mayor cotización previsional.
Ese enfoque pro-inversionistas ha sido -implícitamente- cuestionada por informe OCDE sobre Chile donde insiste que la consolidación del crecimiento a mediano plazo requiere diversificar la economía y mejorar las exportaciones con valor agregado. Además, la OCDE propone seguir subiendo impuestos -en especial los impuestos verdes y aquellos que afecten la propiedad) para mejorar la recaudación fiscal y ampliar políticas de equidad social (en especial mejorar el sistema de pensiones).
Bajar impuestos a las grandes empresas -como propone Piñera/Larraín- en las primeras semanas de gobierno con el disfraz de simplificación tributaria afectaría la recaudación fiscal entre 1 a 1,5% del PIB, con lo cual las políticas que apuntan a la redistribución y a nivelar la cancha de oportunidades ven amenazada su continuidad, revelando que el combate a las desigualdades no son temas prioritarios para la derecha, a quién sólo le importaría destrabar proyectos a los inversionistas, sin importarle los impactos medioambientales ni menos los impactos en las comunidades locales.
El país está avanzando hacia un crecimiento sustentable y armonioso con el medio ambiente, que pareciera esta agenda quisiera revertir y volver sólo al dominio de los inversionistas. Un desarrollo sustentable requiere armonizar inversión con respeto al medio ambiente y así se ha realizado estos años que autorizó una inversión sustentable de US$ 100.000 millones, avances que son desconocidos por las nuevas autoridades económicas que siguen insistiendo en hablar de “inversión detenida” y otro analista de derecha repite majaderamente que gobierno de la Nueva Mayoría con sus reformas “destruyó la riqueza del país”.
Desde el cuarto trimestre del 2017, la economía muestra claros signos de recuperación y nadie discute que este 2018 la actividad crecería en torno a un 3,5% producto de la recuperación del precio del cobre en los mercados externos (US$ 3,1 la libra); lo que revela que hubo resilencia al shock externo de caída de precios de las materias primas pero que las bases estructurales no fueron afectadas lo que ha permitido está rápida recuperación.
Con agendas regresivas y con ninguneo a los avances logrados como lo esboza la nueva administración se está apostando a una compleja relación del gobierno con la futura oposición.