Ante la caída en las encuestas -aprobación presidencial en 45%-, los débiles números de la economía –desempleo saltó a 7,2% y las remuneraciones en doce meses sólo crecen en 0,1% real- y la reiteración de los errores comunicacionales del ministro de los bingos el Presidente Piñera decidió hacer un cambio de gabinete a los cinco meses de iniciada su gestión con el fin de retomar el control de la agenda pública y atenuar –en especial- las críticas empresariales de “no ha hecho nada”.
Pero en su cambio de gabinete no modifica a los responsables económicos ni menos aclara su confusa agenda económica y agrega una nueva complejidad más nombra a un Ministro de las Culturas que cree que el Museo de la Memoria es “un montaje” violentando así a millones de chilenas y chilenos que sufrieron los horrores del terrorismo de Estado durante la dictadura militar, abriendo así un nuevo flanco de críticas a su equipo ministerial.
Incluso el presidente de Renovación Nacional para apoyar estas aberrantes declaraciones señaló que el Museo de la Memoria es “un ejemplo del sesgo con que se pretende escribir la historia” relativizando así los horrores cometidos por la dictadura pinochetista, lo que genera un complejo clima para un Ministro que tendrá problemas para relacionarse con el mundo de la cultura y con el mundo parlamentario–la Comisión de Educación del Senado anunció su disposición de no reunirse con él sino sólo con los Subsecretarios-.
Pero en lo económico, Piñera no presentó ninguna agenda nueva que permita revertir la debilidad en materia de empleo y remuneraciones que muestra la realidad actual. Al revisar la información sobre los proyectos de inversión ingresados este primer semestre la evaluación ambiental o los proyectos de inversión aprobados en dicha evaluación se ven aún números debiluchos en comparación con los años precedentes -en que la economía crecía a 1,7%-, no se ven nuevos proyectos mineros en evaluación ambiental -excepto el QB2 aprobado recientemente en Iquique- y el dinamismo de los proyectos en energía han caído abruptamente este 2018, tampoco se conoce una agenda para incrementar el valor agregado de nuestras exportaciones.
Por otro lado, la encuesta del Banco Central sobre percepción de negocios reveló que muchas inversiones se retrasaron para el 2019 y que empleo seguirá estancado y, además, el precio del cobre post guerra arancelaria se ha estabilizado en US$ 2,8 distante del promedio del primer semestre de US$ 3,12.
Los discursos exitistas del Gobierno sobre la situación económica no convencen al empresariado, en sus seminarios hablan de un gobierno de “mucho ruido y pocas nueces”, incluso un comentarista piñerista escribía este domingo “mucho punto de prensa por una cosa o por otra (…) pero poca narrativa” en un país donde se instaló la duda si “esta administración logrará mover las agujas de la capacidad potencial de crecimiento del país”.
Las dudas e inquietudes han quedado instaladas sobre si el Gobierno cumplirá o no sus promesas de más empleo y mejores remuneraciones y ya se ve la nula voluntad de avanzar hacia allá como lo prueba la mezquina oferta de reajuste de $7.500 al ingreso mínimo que significa 0% de incremento real para un salario de subsistencia para más de 800.000 trabajadoras/es como son los perceptores del mínimo.
O sea, el crecimiento de la economía -del que se vanagloria el presidente Piñera, destacando el 5,2% del segundo trimestre- no llega a los millones de trabajadoras y trabajadores –incremento real de salarios en doce meses sólo llega a 0,1%-, probablemente –en algunas semanas- veremos las monumentales ganancias y utilidades de los Bancos, AFP’s e Isapres, reiterando que crecimiento del PIB favorece a los mismos de siempre y que la redistribución hacia las capas medias –que debiera ser la propuesta de la centro-izquierda- requiere políticas públicas activas como sistemas tributarios progresivos, educación y salud pública de calidad que nivelen la cancha de oportunidades para las clases medias.
Sus ofertones económicos le permitieron ganar la elección de diciembre pasado a Piñera, pero llegó la hora de cumplir y empezará a quedar claro que no es suficiente el automatismo de mercado y que se requiere más equidad para que crecimiento sea inclusivo socialmente.