Oh I'm just counting

Editorial de Cambio21: El fracaso de la operación piñerista

Durante meses Piñera y su equipo de campaña, mediante encuestas truchas y el brutal control sobre los medios de comunicación televisivos, diarios etc. trató de instalar de que Chile estaba “casi destruido por las reformas de Bachelet” y que una importante mayoría social pedía su propia vuelta al Gobierno

Para el relato mentiroso del piñerismo, Chile era un país “estancado producto de las malas reformas bacheletistas”, lo que era reforzado por voces de centro izquierda que certificaban este fracaso absoluto y que el triunfo de Piñera en las elecciones era casi un trámite burocrático.

Adicionalmente encuestadoras como Cadem, Adimark y Cep decían semanalmente una y trimestralmente la otra, que Piñera tenía un apoyo estable del 45%, que la mayoría ya lo veía de Presidente.

Esa operación se derrumbó el domingo pasado -igual que en octubre del 88’- con un lápiz y un papel de una ciudadanía, especialmente jóvenes  y familias de clase media que abandonó la apatía y el abstencionismo para ir a votar y decir que no quieren nuevamente a Piñera dirigiendo el país.

Casi 7 millones de ciudadanos fueron a votar el domingo 19. Pero lo más relevante es que en las comunas de clase media y populares, donde en octubre del 2016 había habido baja participación electoral, este domingo hubo una superior participación ciudadana en que se le decía No a Piñera. El domingo no hubo diferencia significativa sobre participación electoral entre comunas ricas versus comunas clase media y eso es un tremendo éxito de la campaña gubernamental “No te restes, súmate” que apunto a motivar la votación en esas comunas.

Mientras Piñera tuvo un 36,6% de votación a nivel nacional, en las comunas de altos ingresos tuvo 74% en Vitacura, un 65% en las Condes; pero en las clásicas comunas de clase media –donde tiene alcaldes UDI- como Maipú y La Florida sólo obtuvo 30% y 31% de la votación, muy por debajo de su promedio nacional y en las comunas de Puente Alto, La Pintana y Quilicura no alcanzó el 30% de votos -26,5%,23% y 29,8% respectivamente en esas comunas-. O sea en las comunas de clase media y popular tuvo resultados electorales mediocres.

Un candidato que obtiene un 36,6% en primera vuelta queda desmedrada porque la unidad de sus adversarios y competidores de la centroizquierda supera el 55% de la votación.
Como lo hemos advertido el problema de la centroizquierda es su división y fragmentación que no puede mantenerse de cara a la segunda vuelta.

Ha llegado la hora de reconstruir la unidad de la centroizquierda, en especial porque es posible derrotar a una candidatura que a pesar de toda la operación comunicacional que desarrolló no logró obtener la votación que anticipaban sus encuestas truchas (CEP en octubre dijo que Piñera obtenía 44,4%, Guiller 19,7%, Sánchez caía al 8,5% y Kast sólo obtenía 2,7% lo que estuvo muy distante de la realidad y que reveló que esta encuesta era parte de la operación piñerista).

La ciudadanía con su participación masiva y ejemplar en el proceso electoral ha dado una respuesta categórica al piñerismo y a sus operaciones truchas. No quiere que un personaje como Piñera vuelva a ser Presidente de la República como lo anhelan los directores de empresas y  los jefes de la Bolsa de Comercio.
 
Ahora lo que corresponde es la unidad para que el candidato que pasó a segunda vuelta como es Alejandro Guiller gane el 17 de diciembre; no corresponde dilatar los apoyos, ni entrar en negociaciones en “la cocina” –con la calculadora del cuoteo y de la repartija del poder- para respaldar a quien debe derrotar a Piñera.

La ciudadanía ahora demanda unidad y lo que corresponde es que los actores políticos actúen con generosidad en función de un bien superior como es evitar que la agenda contra-reformista de Piñera acceda al poder.

Chile quiere reformas, quiere avanzar hacia un país más solidario, con mejores bienes públicos que hagan más equitativa a nuestra sociedad y los actores políticos deben escuchar ese clamor que surgió de las urnas el domingo 19.

Llegó la hora de la unidad para derrotar democráticamente a Piñera en la segunda vuelta.