Pareciera que el Gobierno de Piñera no logra asumir que su gestión gubernamental deja bastante que desear y sigue pensando que una estrategia comunicacional agresiva en materia de política migratoria le permitirá recuperar apoyo ciudadano.
Ha caído estos últimos dos meses en la aprobación ciudadana, pasando de un 51% al 37%/38% que le dan diversas encuestas. Y como estamos frente a un gobernante adicto a las encuestas decidió explotar el tema migratorio, consciente que en la sociedad chilena ha resurgido estos últimos meses un preocupante sentimiento racista, en especial, porque algunos han fomentado la amenaza que la población migrante en especial los pobres y haitianos de color están ocupando espacios en los empleos, en beneficios sociales que antes eran sólo para los chilenos. Incluso, lamentablemente un ex Presidente de la República habló de que estábamos “llenos de migrantes” para justificar el rechazo al Pacto Migratorio de la ONU.
No se saca nada con alimentar odios y miedos contra los migrantes o contra los funcionarios de organismos internacionales o contra los políticos o cambiar la agenda pública tratando de mostrar que el tema migratorio es relevante –según el Censo 2017 sólo 4% de la población es migrante- cuando los verdaderos problemas del Chile actual son la escasa capacidad de generar empleos, las bajas pensiones de las AFP’s, la escasa inversión en ciencias e innovación, la rápida automatización del empleo que están viviendo ciertos sectores productivos.
Usando el miedo a los migrantes o revalorando el pinochetismo como hace RN puede que el gobierno recupere espacios en los medios de comunicación, pero seguirá teniendo baja aprobación ciudadana ya que no resuelve los problemas cotidianos que vive -angustiosamente- la clase media en especial.
Hay varios ejemplos: el conflicto de los trabajadores portuarios se prolonga ya más de 30 días, producto de la disminución de turnos, la precariedad laboral del contrato diario y que ahora se extiende paralizando a Valparaíso. El movimiento laboral está afectando no sólo el funcionamiento del puerto y la actividad exportadora, sino también está impactando al conjunto de otras actividades de la ciudad por ejemplo; la actividad turística como sitio de atraque de los cruceros turísticos y la futura celebración del Año nuevo en el mar.
En un conflicto así que afecta a una ciudad y a una actividad estratégica, el Gobierno ha tenido un comportamiento errático -que ya le costó la renuncia al presidente de la empresa pública portuaria- y los Ministerios involucrados como Interior y Transporte han fracasado hasta ahora revelando fuertes impericias en el manejo de conflictos.
También el Ministro de Hacienda tuvo un mal manejo y falta de sintonía con la ciudadanía al proponer un reajuste de 2,9% a los salarios de las altas autoridades como Ministros y parlamentarios que fue rechazado por una importante mayoría parlamentaria que ha venido cuestionando hace largo tiempo que las dietas parlamentarias son altas en relación al promedio de las remuneraciones de los chilenas/os.
El Gobierno sufrió otro revés en el Parlamento –como ya había ocurrido en salario mínimo, en ley de presupuesto 2019- y es revelador que no es capaz de reconocer las tremendas diferencias salariales existentes en el país e insistió en ampliarlas y no en morigerarlas. Ahí está el desacople del gobierno porque no sintoniza con la vida cotidiana de la clase media y familias vulnerables y en especial con los trabajadores que tienen un ingreso promedio mensual de $ 570.000.
Ante estos reveses políticos y en la opinión pública, el gobierno opta por “derechizarse” fomentando el miedo a los migrantes, recibiendo casi como héroe al hijo de Jair Bolsonaro y reivindicando el pinochetismo como lo hace la dirigencia de RN aclamando a la diputada pinochetista Camila Flores, arrastrando así a toda la coalición a una ultra-derechización o neo fascismo que deja en minoría a la ya disminuida derecha liberal.
Esto no puede dejar indiferente al mundo de la centro-izquierda, que sigue fragmentado, dividido y con escasa presencia en estos debates políticos, lo que debiera acelerar sus diálogos y entendimientos que apunten a construir una real unidad política-social para derrotar al populismo neo-fascista en las elecciones regionales y municipales del 2020 que están ya a la vuelta de la esquina.