La semana pasada un matutino tituló “los Cisnes Negros que se le aparecieron a Hacienda” develando que el escenario externo -marcado por la tensión arancelaria de Estados Unidos en relación a China- presenta claros signos de riesgos para nuestra economía y que pareciera no alertar a las autoridades gubernamentales.
El viento de cola externo que ha favorecido la recuperación de nuestra economía –iniciada en el segundo semestre del año pasado- empieza a mostrar signos menos benignos que se expresa en una caída importante del precio del cobre de US$ 3,24 –valor que tenía hace un mes- y que el viernes pasado llegó a US$ 2,78.
Esta caída del precio del cobre ocurre en momentos en que el Gobierno elevó la proyección del precio del cobre para 2018 a US$ 3,12 en un signo de optimismo que dejó a muchos atónitos en el mercado.
Pareciera haber sido más razonable que se actuara con más prudencia considerando la situación de incerteza que genera una guerra comercial entre Estados Unidos y China donde hay poco que incidir y puede tener muchos efectos internos, partiendo por las menores holguras fiscales que puedan existir este año considerando que los ingresos fiscales dependen de esta variable exógena y si es razonable mantener un recorte presupuestario de US$ 1.100 millones que regula el decreto 651 reingresado a la Contraloría en una etapa donde existen diversas demandas sociales que han sido acogidas por el presidente Piñera como en infancia vulnerable, salud y en algunas regiones como la Araucanía.
Otro efecto de estos mayores riesgos externos que siempre están en una economía “pequeña y abierta” como la nuestra es el impacto en el crecimiento del segundo semestre de este año y en el 2019, como ya ocurrió con la caída de precios de los commodities del 2015-2016, que explican el bajo crecimiento en la administración anterior.
El 4,2% de crecimiento del primer trimestre de este año puede que no se repita en el segundo semestre ni menos el 2019 donde ya diversos analistas proyectan un crecimiento entre 3,3% a 3,5% producto de esta volatilidad externa que afectará el precio del cobre. Ya empiezan a aparecer signos preocupantes como cierre de empresas en Linares/Iansa y en otras regiones del país, incluso el Gobierno ha debido reconocer la desaceleración del empleo asalariado privado y que este está afectando con mayor fuerza a los más jóvenes y a los menos calificados.
En este marco de incertidumbres externas parece una mala idea el exceso de optimismo del Gobierno que la guerra comercial no afectará la economía chilena, ni que haya planes alternativos para revisar por ejemplo los tratados comerciales con los grandes mercados, para participar en la crítica mundial al proteccionismo de Trump ni impulsar agendas de mediano plazo con medidas que apunten a mejorar productividad, diversificar matriz productiva, fomentar innovación; en síntesis dar valor agregado a lo que hacemos y exportamos.
Sólo escuchamos del Gobierno medidas de austeridad fiscal e iniciativas menores de Economía como la creación de una oficina de lobby para grandes inversionistas. Si ya se prevé un crecimiento inferior para 2019 sería interesante que se debata sobre una agenda de desarrollo sostenible y sustentable para el mediano plazo y en ese desafío es ineludible generar un espacio de diálogo y cooperación entre actores privados, mundo público y los actores de la política para reforzar aquellos programas e iniciativas que apunten a generar una economía con mayor innovación, con una matriz productiva más diversificada, que haya más valor agregado a nuestras exportaciones como lo propuso los senadores de oposición en la Comisión Mixta de Presupuestos.
Otra mala idea de la derecha y en especial del empresariado, en este escenario de volatilidad externa es acrecentar la austeridad fiscal; en especial en este Chile del siglo XXI que demanda más bienes públicos de calidad requiere mejorar la calidad de vida del 70% más vulnerable cuyos ingresos del trabajo no cubren su estructura de consumo mensual. Resulta contradictorio que haya política fiscal restrictiva y a la vez el Gobierno anuncie reformas en materia de pensiones incrementando pilar solidario, en materia de protección a la infancia vulnerable, en universalizar la sala cuna, en nuevos planes de desarrollo para diversas regiones.
Algo no calza, ni menos el optimismo de Hacienda.