La Cuenta Pública de un gobierno que inicia su gestión debiera orientarse a fijar su hoja ruta para los próximos cuatro años y avanzar en detalles sobre las nuevas políticas públicas que propondrá al país. Lamentablemente hemos tenido una Cuenta Pública plagada de lugares comunes y slogans reiterando las promesas de la campaña presidencial, descalificatoria de la gestión anterior reiterando la idea de que Chile estaba casi destruido en camino a ser "Chilezuela".
Nadie sensato del 35% de ciudadanos que escucharon parte de la Cuenta Pública puede creer que Chile pasó de la destrucción al desarrollo en 80 días como pretendió describirlo el Presidente Piñera; ni menos se puede pensar que en él hay voluntad real de acuerdo cuando en los primeros 30 minutos de su discurso -donde hay más atención de las audiencias- se dedica a descalificar y distorsionar la realidad de lo que vivió el país durante la administración anterior. La economía no se destruyó en esos cuatro años, se vivió una desaceleración producto de la situación externa que hizo bajar el precio de nuestro principal commoditie (el cobre llegó a estar a US$ 2,0 el 2015), ni la inversión se derrumbó ya que los proyectos de inversión aprobados en el sistema de evaluación ambiental fueron 1.500 que acumularon una inversión de US$ 102.000 millones y hoy estamos viviendo una recuperación económica producto del viento de cola externo que tiene al cobre en US$ 3,0 lo que genera un efecto positivo en la cadena productiva.
Intentar instalar un discurso donde se pretende señalar que lo bueno lo estoy haciendo yo y que heredé un país en ruinas hace cuesta arriba cualquier posibilidad de construir acuerdos sustentables ya que se omite algo central: Lo que somos hoy es el resultado del esfuerzo de diversas generaciones y es la tensión continuidad/reformas la que va construyendo al país.
El presidente Piñera cree que se pueden omitir las descalificaciones haciendo mención al ex presidente Aylwin, pero ello sólo revela una personalidad plagada de egotismos que no ayudan a construir sociedades democráticas.
Post 80 días de gobierno era esperable mayores detalles que los titulares de los slogans de campaña pero prefirió mantener su popularidad y seguir como si estuviera en campaña. Los pocos detalles que dio son muy preocupantes.
En materia de pensiones -para el 75% de los chilenos/as es un problema urgente a resolver producto de las miserables pensiones que dan las AFP’s- reiteró su fórmula pro AFP’s.
Es el modelo el que genera bajas pensiones, hoy el promedio es de $ 221.000 mensuales, en el caso de las mujeres la pensión promedio cae a $163.000 mensuales y hay un 50% de mujeres que recibe pensiones inferiores a $ 110.000 mensuales; por tanto, persistir en mantener las AFP’s es darle la espalda a la ciudadanía.
Esta reforma pro AFP’s -que incluye un incremento de la pensión básica en 40%- es absolutamente insuficiente para los más de 1,2 millones de pensionados que demandan avanzar un sistema mixto de pensiones con una institucionalidad solidaria, donde haya solidaridad inter e intrageneracional para mejorar las actuales pensiones que dan las AFP’s. Este debate quedará instalado en el Congreso.
La economía se recuperó con el mejor precio del cobre. Es hora de invertir en innovación, mejorar la productividad y diversificar la matriz productiva de lo que hacemos y exportamos para tener un desarrollo más sostenible en el tiempo.
No es suficiente crear oficina de lobby para grandes inversionistas, ni reformar de modo centralista la evaluación de los proyectos de inversión, ni re-anunciar portales digitales para PYMES que ya existen. En esto sigue habiendo un gran silencio del Gobierno.
En materia fiscal se requiere más recaudación para financiar una agenda social para la clase media. Parece adecuado que haya desistido de rebajar la tasa corporativa a las empresas.
Pero la modernización tributaria anunciada no puede significar reintegrar el sistema que por esa vía las grandes empresas tendrían una rebaja de tasas del 9,45%. Modernicemos el sistema tributario pero no puede traer de contrabando esos beneficios a las grandes empresas.
Otros silencios fueron la educación no sexista, la reposición de la capacidad sancionatoria del Sernac para anotar los más relevantes.
Chile requiere más.