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Editorial de Cambio21: Las dudas sobre la agenda mujer de Piñera

A diferencia del 2011 en que Piñera quedó aislado y de espaldas a los movimientos sociales universitarios, esta vez frente a la ola feminista hizo una jugada audaz para un gobernante conservador y trato de “apropiarse” del movimiento buscando canalizarlo vía su agenda mujer. Hizo cadena nacional y un amplio acto en La Moneda intentando instalarse como un férreo promotor de la igualdad de hombres y mujeres, pidió disculpas por sus gestos machistas previos; pero parece que su gesto no ha sido valorado por el movimiento feminista ni por la élite del país que vio en la reconversión feminista de Piñera una acción “oportunista e insincera”.
 
Su megalomanía le pasa malas jugadas ya que trata de persuadir al país de que ahora sí existirán esos cambios pro mujer, pero explica la modalidad de terminar con las discriminaciones en los planes de salud, es decir subiendo planes a los hombres y sin tocar las utilidades millonarias de las Isapres, lo que inmediatamente genera la sospecha de millones de mujeres que ven como una agenda mujer termina siendo un vehículo para acrecentar las utilidades de las Isapres.
 
Estas han tenido altísimas ganancias (2017 fue de $70.000 millones, incremento del  40% de utilidades en relación al año precedente) las que deben regularse; por lo cual existe consenso que debe buscarse una reforma que apunte hacia tarifas planas, un plan general de salud (no los miles de planes actuales), con solidaridades intra e intergeneracionales que conformen un real fondo solidario que efectivamente apunte a no discriminar ni por sexo ni edad. Las explicaciones posteriores de él y su ministro de Salud sólo ahondan la sospecha que se está utilizando malamente la agenda mujer. Hay que ponerle el cascabel al gato al sistema de salud y se requiere un seguro único que opere tanto para sector privado como público -donde se atiende el 80% de las familias chilenas-.
 
48 horas después de su cadena nacional pro agenda mujer nombró el directorio de Codelco -la principal empresa pública del país- y nombra a un directorio 100% masculino -incluyendo a un ejecutivo multado por incumplir los deberes de un director, falta grave en la ley de sociedades anónimas- y 0% de representación femenina, retrocediendo de los directorios paritarios instalados por ley en TVN y ENAP.
 
A la hora de mostrar gestos concretos de protagonismo de las mujeres volvemos al machismo y al tradicionalismo de la exclusión en los puestos de dirección; lo que nos recuerda la calificación que hizo su ministro de Educación al acoso sexual y laboral en las universidades como “pequeñas humillaciones y discriminaciones” que justifican las dudas que la derecha conservadora va a apoyar una real agenda Pro Mujer.
 
La agenda de Piñera tiene insuficiencias importantes ya que sólo anuncia titulares y no explicita la resolución de los problemas que han bloqueado los avances en años anteriores; por ejemplo, con el tema de la sala cuna universal y la modificación del artículo 204 del Código del Trabajo, debe buscarse un mecanismo de financiamiento razonable que no signifique un costo adicional a la contratación y al respecto nada señalan las autoridades gubernamentales. No parece razonable insistir con financiar la sala cuna universal con parte de la cotización al seguro de cesantía, recursos que están afectados para cubrir la situación de desempleo.
 
Como la crianza “no es un tema de las mujeres” sino que es compartido; el país debiera avanzar también hacia un post natal obligatorio para padres y madres –lo que no se menciona-, pero sería una señal concreta para fomentar la corresponsabilidad en la crianza inicial.
 
Hay omisiones que preocupan como por ejemplo la nula referencia a avanzar hacia una educación más igualitaria, donde los colegios sean constructores de esa nueva cultura de igualdad de derechos entre mujeres y hombres. No sólo es importante los protocolos sobre convivencia escolar que siguen replicando modelos tradicionales sino avanzar hacia esa nueva cultura que equipara dignidades entre mujeres y hombres y debemos empezar a construir ese nuevo Chile desde el sistema educativo.
Ese Chile más igualitario entre mujeres y hombres requieren más protagonismo femenino en la promoción de esos impostergables cambios culturales.