Hay consenso transversal entre los diversos analistas que después del tema nepotismo –fallido nombramiento de Pablo Piñera como Embajador en Argentina-; el gobierno perdió control de la agenda pública producto básicamente de sus autogoles y desprolijidades como fue el caso de ‘Harvardgate’ donde seguimos sin tener presencia ni liderazgo del Ministro de Hacienda que optó por financiar un viaje privado con fondos públicos – a diferencia de su colega de Desarrollo Social-.
Esto es reconocido incluso por el piñerismo que no logran aún comprender como Felipe Larraín alargó innecesariamente este affaire que lo tiene con escasa capacidad de maniobra en el escenario público. Los anuncios sobre Oficinas especiales para grandes inversionistas y otra Comisión con ex ministros de los años 90’ no lograron acallar –por ejemplo- las críticas a los anuncios de crear “250.000 empleos adicionales”, calificados como “poco rigurosos” por el ex Ministro de Economía de la administración pasada, quién cuestionó la ausencia de antecedentes adicionales para respaldar técnicamente esa nueva promesa que el resto de los analistas miró “con escepticismo”.
Retomar el control de la agenda con anuncios para la galería pero sin antecedentes técnicos o anunciando cuestiones ya aprobadas en el Senado en la legislatura anterior como es la obligatoriedad de pagar las facturas de las PYMES en 60 días no lograron su propósito; porque además, en el escenario público emergió las demandas del movimiento feminista reclamando contra los abusos laborales, sexuales y desigualdades que afectan a las mujeres.
Emergió un poderoso movimiento social de las mujeres sustentado en una mayor consciencia sobre las desigualdades y abusos que se han incubado largamente en nuestra sociedad y que no pueden ser ninguneadas ni menos subvalorada como lo hizo el Ministro de Educación al calificarla de “pequeñas humillaciones o discriminaciones”, revelando así el Ministro Varela ser el portador de una visión machista que ha “normalizado” el abuso contra las mujeres. Ese error del Ministro de Educación instaló al Gobierno en el centro de la crítica del movimiento feminista aunque ha tratado de desmarcarse con un discurso más feminista de parte de la vocera de Gobierno como de la Ministra de la Mujer, es claro que para un sector importante de este movimiento feminista esta empatía del gobierno de la derecha conservadora parece más oportunismo político – temor a ser arrasado por un movimiento social como ocurrió el 2011- que real apoyo a los derechos de la mujer.
Habrá que esperar que opina la presidenta de la UDI (que dice representar cualidades tipo Thatcher y Merkel) sobre las reivindicaciones feministas y el rol del gobierno ante estas peticiones para conocer con mayor certeza cual va a ser la posición de la derecha conservadora.
Un Gobierno que perdió el control de la agenda pública debe evaluar su comportamiento frente a un movimiento social feminista que tiene el apoyo del 71% de la ciudadanía –que incluso tiene apoyo de gente que se califica de derecha-, donde las marchas feministas tienen el apoyo del 65% de la opinión pública y que donde para el 77% de la ciudadanía Chile es un país machista; por tanto, para una inmensa mayoría hay abusos a las mujeres en las empresas, en la política, en los colegios y Universidades, en los medios de comunicación.
Hay aquí una potente señal de que Chile ya no será el mismo. En especial, porque la mayoría de las mujeres (90%) – en especial las de alta educación e ingresos- perciben claramente los signos de machismo y de discriminación hacia las mujeres.
La transformación cultural en curso es que las mujeres se empoderaron, se sienten unidas por esta causa y han decidido rechazar ese machismo que ocurre cotidianamente en los espacios públicos y privados, que no puede normalizarse, que no son “pequeñas humillaciones” como lo dijo el Gobierno.
Ese mix de “autogoles y desprolijidades” del gobierno más la irrupción de esta verdadera revolución cultural feminista ha colocado al gobierno conservador en una situación defensiva e incómoda.
En estos complejos escenarios donde emergen cambios culturales, anuncios tipo ‘250 mil empleos nuevos’ o facturas ‘que se paguen en 60 días a las Pymes’, no lo harán retomar el control de la agenda pública.
La ola feminista llegó para generar cambios que nos harán un país mejor.