Las fuerzas progresistas que se agrupaban en la Concertación y posteriormente en la Nueva Mayoría -a la que se sumó el PC-, por primera vez van divididas, generando un debilitamiento de las opciones del sector.
El centro y la izquierda coquetean: Segunda vuelta y la luz al final del camino
Por Mario López M.
Aún el Frente Amplio no define qué hará de no pasar al balotaje, si apoyar a quien resulte representar a las fuerzas del progresismo o restarse, lo que implicaría en los hechos permitir el triunfo de Piñera, lo que aumenta el escepticismo.
La libertad de sufragio, el progresivo aumento de la abstención en los últimos años y el fin del binominalismo terminan por generar una clara incertidumbre de cara a las presidenciales, sumado a un derrotismo alimentado por la derecha.
A su vez Piñera, se encuentra virtualmente estancado en sus propias encuestas y representa a una derecha que no es mayoría en el país y donde él personalmente, genera una fuerte resistencia por sus temas éticos y filo legales. Todo un desafío llegar a acuerdos de cara al balotaje, para el centro y la izquierda.
Algo más que llegar y sumar
De creerse a las encuestas, las fuerzas de centroizquierda sumadas a las del Frente Amplio, superan –en la proporción histórica de los últimos años- a la derecha. Pero el tema no es tan simple como llegar y sumar votos. Por ello los gestos que se producen durante la primera vuelta marcan las eventuales aproximaciones o acuerdos en el balotaje. Las heridas que quedan tras una despiadada disputa como lo fue Frei-ME-O en 2009 hacen casi imposible generar confianzas de cara a una eventual segunda vuelta.
Hasta el momento las aproximaciones habían sido esquivas, por decir lo menos. El affaire del presidente del Partido Socialista, Álvaro Elizalde, en el penúltimo comité Político en La Moneda que de acuerdo con la Democracia Cristiana agravió a ese partido, y la posición que se filtró a la prensa de un importante número de movimientos al interior del Frente Amplio que rechazaban apoyar a cualquier candidato proveniente de la Nueva Mayoría, encendieron las alarmas del progresismo.
Quien resumió la necesidad de convergencia en algo más que un solo “todos contra Piñera” fue la senadora socialista Isabel Allende, quien está “convencida de que esta elección no está decidida, hay un 30 por ciento que todavía no termina de identificarse (…) Lo primero que tenemos que hacer es derrotar el derrotismo (…) Yo no me imagino que lo que es conocido hasta ahora como Nueva Mayoría sea suficiente. Pero no solo el Frente Amplio, sino que independientes y mucha otra gente no alineada a los partidos (…) Tenemos posibilidades de ganarla, depende de nuestra generosidad, inteligencia emocional, capacidad de entendernos y aceptarnos en nuestras diversidades”, dijo.
¿Los primeros pasos hacia la unidad?
Esta semana pareció comenzar a verse la luz al final del túnel. A los dichos de Carolina Goic y su entorno, en estos días se sumaron los provenientes de los comandos de Alejandro Guillier, Marco Enríquez-Ominami e incluso algunas luces del de Beatriz Sánchez, los que alimentan una esperanza de unidad, la misma que demanda el pueblo en contra de la derecha y el representante de sus intereses.
“(…) Yo no tengo duda, porque tenemos un partido serio en esto, que llegado el momento para la segunda vuelta nos vamos a poner de acuerdo como lo hemos hecho, es una tradición democrática y vamos a ser capaces de poner los intereses de Chile al frente”, dijo Carolina Goic el pasado 11 de septiembre, respondiendo una consulta de Mega acerca de apoyar a Alejandro Guillier si es quien pasa a segunda vuelta en noviembre.
“El acuerdo será una consecuencia del diálogo que deberá producirse luego de escuchar la voz de los ciudadanos”, dijo Gonzalo Duarte, secretario nacional de la Democracia Cristiana a Cambio21.
En el mismo sentido desde el comando de Guillier, su jefe programático, Osvaldo Rosales, afirmó en una reciente reunión con empresarios en que estuvieron presentes entre otros los encargados económicos de los comandos de Guillier, Goic y Sánchez, que “en segunda vuelta podemos converger con Sánchez y Goic”, al paso que agregó: “La candidatura de Piñera ha asumido un tono belicoso, beligerante, lo que no contribuye a la gestación de acuerdos de mediano y largo plazo que requiere la economía chilena para dar el salto en materia de innovación, productividad y diversificación de su aparato productivo. Las otras tres candidaturas coincidieron en muchos temas, lo que genera un gran optimismo en que en la segunda vuelta podemos converger”.
Desde la izquierda de la izquierda
Uno de los primeros que habló de la necesaria unidad en el balotaje que inhiba el triunfo de Piñera fue Marco Enríquez-Ominami, quien advirtió a Cambio21 que tengo “hoy un mal pronóstico, pero se puede y se debe cambiar. Temo que el electorado de derecha se va a movilizar más que el electorado de centroizquierda. Debemos ser capaces de dialogar con otras fuerzas acerca de este pacto de responsabilidad política”.
Consultado si ya la suerte está echada, aclaró que “queda por hacer, con unidad, no hay que dar paso al derrotismo. Pareciera que la centroizquierda está buscando al mejor perdedor, no al ganador; podemos derrotar a Piñera, es absolutamente derrotable, no se rindan, no nos rindamos. No solo será derrotado por las cifras, la justicia, la ética y la moral, sino además porque no ha dicho nada interesante para desarrollar la economía, ya ha dicho que en educación volverá al copago traumatizando a los padres. A Piñera hay que derrotarlo por su falta de ideas porque es un retroceso para Chile, pero para eso necesitamos unidad”.
Aunque con más reservas, el también candidato presidencial Alejandro Navarro dijo a Cambio21 que “ni en primera si en segunda ni en décima vuelta votaría por Piñera. Eso es claro. Sin embargo la experiencia que dejó la segunda vuelta cuando debimos apoyar a Frei, cuando perdimos con ME-O, hay que evaluarla. Cualquier decisión de apoyo en segunda vuelta debe ser una decisión colectiva de PAÍS y, en segundo lugar, un proceso que garantice que no se está entregando un cheque en blanco. Y respecto de la Nueva Mayoría, tengo la decisión que no voy a acompañar a un candidato que no tenga un programa muy claro y que no garantice que las minorías van a ser incluidas”.
Algo más reticentes, pero…
A la izquierda de la izquierda (aunque no todos gustan ser llamados de izquierda), existe por primera vez una fuerza que se encuentra más o menos articulada y más o menos unida, el Frente Amplio, compuesta por un par de partidos y una decena de movimientos, los que sostienen que no caerán en la trampa del “mal menor” y que, de apoyar a una carta de la Nueva Mayoría en el balotaje, será forzando a esa candidatura “a definirse ante la necesidad de reformas que expulsen al mercado de los derechos básicos, tanto en términos de contenido como de entrega de poder al mundo organizado”, lo que permitiría derrotar a Piñera en segunda vuelta, sostiene el frenteamplista Andrés Fielbaum.
Para el FA, no ha sido una tarea fácil definir qué hacer si su candidata –Beatriz Sánchez- no pasa al balotaje. De hecho, la misma estructura para adoptar decisiones que se han autoimpuesto les genera dolor de cabeza, pues exige unanimidad en sus resoluciones.
Algo adelantó al respecto Alberto Mayol a Cambio21: “Desde luego no queremos que gane Piñera. También creemos que La Nueva Mayoría no ha hecho lo que deben hacer para ganarle. Una cosa es ganar una elección, otra ganar la política; pareciera que sólo se le quiere ganar elecciones. Cuando vea que la NM está tratando de ganar políticamente a Piñera, cambiaría mi apreciación”.
Y fue más allá: “Seamos bien claros. Tenemos que buscar la mejor manera de no permitir que Piñera llegue a La Moneda. Me la jugaré porque eso no pase (…) Te doy la garantía de lo que al menos yo voy a proponer, un proceso en el cual no pueda ganar Piñera. Ese es mi compromiso y es más importante que todos los otros compromisos hoy día”. Beatriz Sánchez ha esquivado una respuesta directa, asegurando que será ella la que pase a segunda vuelta.
“No al talibanismo”
Rotundo al momento de asegurar a Cambio21 que la unidad del progresismo es necesaria para derrotar a la derecha se mostró el senador Alejandro Guillier: “En política el mundo progresista tiene que entender que la lucha es en contra de la derecha y no en contra de los matices de la izquierda y me atemoriza que vuelva a pasar lo que ya vivimos en el pasado, que cada generación cree que hay que hacer tabla rasa de todo lo que hicieron los anteriores pensando que no existía el país y que gracias a ellos surgió Chile. Eso es un error, hay que validar lo que se ha logrado también”, advirtió.
“La mayoría de los chilenos quiere más cambios, quiere mejorar su situación, pero no quiere arriesgar lo que tiene. A la clase media le ha costado mucho llegar a donde está, no quiere arriesgar, pero quiere más, entonces se requiere de un nuevo consenso”, afirmó, a la vez que se manifestó personalmente dispuesto a apoyar otra alternativa de no pasar hipotéticamente a segunda vuelta.
“En la política hay que diferenciarse, pero también hay que saber construir. Si aplicamos una política del purismo doctrinario y nos ponemos medios talibanes, terminará siendo más destructivo el aporte que constructivo. Los países se construyen sobre la base de su diversidad, hay un momento en que hay que buscar acuerdos con los demás”, dijo.
En corrillos de Palacio el pasado 11 de septiembre se vio a Guillier animadamente conversando con Sánchez. En la oportunidad hay quienes dicen que el senador le habría asegurado “que a Piñera se le va a ganar”.
Más merkén a la sopa
No solo la falta de unidad amenaza al progresismo. También existen otros factores como el derrotismo alimentado por una impecable campaña comunicacional de la derecha y de sus medios –la inmensa mayoría, encabezada por El Mercurio- y fuertemente apoyada en varias encuestas truchas.
También se suma un nuevo factor que se estrena en estas presidenciales, el debut del sistema proporcional o semi proporcional que vino a reemplazar al binominalismo impuesto en dictadura. Resulta azaroso, por decir lo menos, proyectar resultados bajo este nuevo mecanismo electoral, sobre todo si se suma a ello la libertad de sufragio que permite que quienes no están ni ahí con la política puedan quedarse a disfrutar de un día “festivo” más, engrosando la fuerte y progresiva abstención que se ha experimentado en los últimos años en los comicios democráticos.
En este escenario revuelto un factor no ha pasado inadvertido: la ausencia –o desconocimiento- casi absoluto de propuestas de fondo de parte de los candidatos acerca del proyecto país al que se aspira, unido a la falta de entusiasmo e inexistencia de épica que genere capacidad de movilizar tras un objetivo común, lo que no hace más que enredar más el ya oscuro panorama.
“Vamos a ganar”
Una advertencia lanzó el exministro Francisco Vidal: “Si nosotros (Guillier) pasamos a segunda vuelta y el Frente Amplio no nos apoya, van a ser cómplices del triunfo de la derecha”, sentenció, agregando que aún “faltan 70 días (…) lo imprescindible para mi candidato, que es Guillier, es pasar a la segunda vuelta e ir construyendo el acuerdo con el resto de los candidatos progresistas para que todos sumemos en la segunda vuelta y derrotemos a la derecha”.
Para el ex vocero de Gobierno, quien además ha sido el encargado de articular puentes con las otras candidaturas de centro e izquierda, “lo que deben hacer los candidatos y los comandos de las fuerzas progresistas es ir construyendo un acuerdo para la segunda vuelta, es decir, el que pase a segunda vuelta recibir el apoyo de las otras fuerzas progresistas que no lo lograron”.
Vidal está consciente de que una de las principales trabas para lograr el acuerdo del FA es su desconfianza: “Tiene que haber un acuerdo de segunda vuelta con los contenidos esenciales de ambas fuerzas, un acuerdo de gobernabilidad para seguir avanzando en las reformas de Bachelet (…) Los ciudadanos progresistas van a decidir quién es el mejor candidato para enfrentar a la derecha: Alejandro Guillier, Beatriz Sánchez o Carolina Goic (…) Cada ciudadano tiene la soberanía para decidir lo que quiere para segunda vuelta: que vuelva la derecha o que haya algún gobierno de carácter progresista”, espetó.
Para Fielbaum, “la sociedad sigue reconociendo diferencias entre los dos proyectos históricos del neoliberalismo local, especialmente cuando Piñera ya prometió, por ejemplo, más fondos para las clínicas privadas o recortar la precaria y recién aprobada ley de aborto. El desafío en esta ocasión es que la fuerza de nuestra coalición nos permita generar condiciones para que, estemos o no en segunda vuelta, sean los intereses excluidos de la sociedad los que avancen y los intereses de los dueños de Chile los que retroceden”, dijo, abriendo un ápice la puerta a un acuerdo.