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El otro conflicto que desató el asesinato de Catrillanca y las acusaciones cruzadas entre los ministros: “Desleales y mentirosos”

Por Mario López M.

Las esquirlas del disparo que terminó con la vida del lonko asesinado, saltaron hasta el corazón de la propia casa de Gobierno y alcanzaron a un ministro del Interior incapaz de dar solución a la crisis, y a los descolgados ministros de Desarrollo Social y Justicia, quienes le quitaron el piso a la versión oficial de La Moneda.

Ambiciones políticas, mentiras, impunidad y víctimas indirectas, como el director de Conadi en la zona, son solo algunas de las secuelas que ha dejado un crimen sin sentido, llevado adelante por un Comando Jungla que según el gobierno no existe, pero que hasta paga facturas.

El caso Catrillanca desnudó no solo el actuar policial reñido con la ley y sus propios reglamentos, sino que una serié de crisis que coexisten asociadas a La Araucanía y que amenazan explotar en el seno mismo del poder político, La Moneda.

Sebastián Piñera y la derecha levantaron durante la campaña -y ratificaron una vez asumido el gobierno-, que la mal llamada zona roja, La Araucanía, sería uno de los 5 ejes prioritarios del Ejecutivo.


(Foto: Ministro Alfredo Moreno)
De Penta al Ministerio de Desarrollo Social

Alfredo Moreno Charme, no es de aquellos políticos tradicionales, cuya trayectoria ha estado asociada a los partidos políticos. Tampoco proviene de cargos de elección popular. Su origen es el mundo empresarial y los férreos lazos que ha construido con un selecto grupo de grandes empresarios, entre los que se encuentra el propio Presidente Sebastián Piñera y al cual se agregan Ignacio Cueto, exsocio de Piñera y presidente de Latam; el exministro de Economía en el primer periodo de Piñera, Félix de Vicente y Rodrigo Pérez Mackenna, exministro de Vivienda y expresidente de la Asociación de AFP. No podía faltar Carlos Alberto Délano, el dueño de Penta, quien era frecuente invitado a las reuniones de lo que se denominó “el tercer piso”.

Moreno dirigió, tras el llamado “Caso Penta” que abrió las investigaciones sobre corrupción política y que involucraron a los dueños del conglomerado Carlos Lavín y al propio “choclo” Délano, el salvataje de las principales empresas. También coincidió con Délano en la propiedad del Banco Chile y la presidencia de la Teletón. Con Pérez Mackenna -y Juan Bilbao-, otro cercano a Piñera, fueron socios de una consultora. La “endogamia” empresarial-política, en su máxima expresión.

Moreno Charme, forjó en la primera administración de derecha post dictadura, una férrea amistad con Piñera, lo que le permite tener “acceso directo” al Presidente y una autonomía muy poco convencional en La Moneda, sobrepasando la tradicional hegemonía a este respecto, que representan los ministros del Interior, en este caso, Andrés Chadwick, el “primo entre pares”.

Zanahoria o garrote

Alfredo Moreno partió perfilándose, aún antes de asumir como ministro, como el “delfín” de Piñera, casi como precandidato a sucederle, fuertemente apoyado por la UDI. Su “autonomía” y estilo empresarial para hacer política, le valió fuertes y soterrados encontrones con los ministros del área política, Andrés Chadwick y Cecilia Pérez, conflictos que tras el caso Catrillanca escalaron a la prensa y se hicieron evidentes. Y con víctimas.

Moreno, quien en privado no oculta su simpatía por cruzarse la banda tricolor, puso gran parte de sus “fichas”, en una exitosa “pacificación” de La Araucanía. De lograr bajar la presión al conflicto, dependía -señalan cercanos al ministro-, buena parte de sus opciones a seguir en La Moneda tras este gobierno, pero siendo él el anfitrión principal.

Para ello encabezó el llamado “Plan Araucanía”, que incluye desde reformas constitucionales para reconocer a los pueblos originarios, pasando por una mayor integración política, asignándoles cuotas mínimas aseguradas de candidaturas a cargos populares y por supuesto incentivos económicos de la mano de los empresarios, para desarrollar emprendimientos vía préstamos. De no resultar la “zanahoria”, también se lanzó el garrote, de la mano del “Comando Jungla”. Ambas políticas públicas, fueron precedidas -con bombos y platillos- por el gobierno, desde el Presidente Sebastián Piñera hacia abajo.

(Foto: ministro Andrés Chadwick)

La molestia de Chadwick

Desde luego el ministro del Interior -y familiar del Presidente-, Andrés Chadwick no vio con buenos ojos este despliegue independiente de Moreno que le hacía ruido. No era posible que un ministro se saltara al jefe de gabinete y obtuviera total independencia en el tratamiento de sus materias. De hecho -reconocen fuentes consultadas por Cambio21-, tal situación se le hizo presente más de una vez en privado, sobre todo cuando comenzaron a llegar los reclamos de las autoridades locales en La Araucanía, en especial el entonces Intendente, Luis Mayol, quien se sintió siempre sobrepasado y ninguneado por Moreno y “sus operadores políticos en la zona”, como reconoció tras su salida del cargo.

Casi en ninguno de los 16 viajes de Moreno a La Araucanía, los diputados RN de la zona, alcaldes o intendentes, fueron avisados. Menos invitados a las reuniones que sostenía con la Conadi -dirigida por su mano derecha en la zona, el director del organismo y militante de Evópoli, Jorge Retamal. De hecho, este fue su candidato para suceder a Luis Mayol, cuando este debió renunciar a la Intendencia, tras su desafortunado -por decirlo suave-, actuar frente al caso Catrillanca.

A lo anterior se suma la “amenaza” para Renovación Nacional y para los otros pretendientes UDI al sillón de O’Higgins, de que Moreno Charme estaba pavimentando, con agenda propia, su candidatura a La Moneda, estaba entonces fértil el campo, para que la primera chispa desatara el incendio. Y esa chispa fue el “caso Catrillanca”.

Se cae el naipe

Cometido el asesinato de Camilo Catrillanca, con Piñera más preocupado de intentar -infructuosamente- conseguir reuniones con líderes mundiales para buscar levantar su alicaída imagen que comenzaban a reflejar las encuestas, en Chile su primo investido de Vicepresidente de la República, debió enfrentar -con ningún éxito-, la crisis que se desató tanto en La Araucanía, como al interior del propio Palacio Presidencial.

Desde la “zona roja”, dos voces marcaron la pauta. Carabineros y la Intendencia local informaban que tras un hecho delictual, la policía desplegada en el sector -el Comando Jungla- había interceptado a dos de los asaltantes de un grupo de profesoras a quienes les habían robado tres vehículos y, en un intercambio de disparos, había sido ultimado uno de ellos, con antecedentes penales. También había otros presos, entre ellos el joven que acompañaba a Catrillanca. No había registro visual de los hechos, pues por la premura del tiempo, los carabineros no habrían alcanzado a montar las cámaras en sus cascos. 

La versión, reafirmada hasta el cansancio – e incluso pauteada por escrito a parlamentarios y dirigentes de derecha por el gobierno-, duró la nada misma. Rápidamente se conocería que no hubo tal enfrentamiento, que el mapuche asesinado no tenía antecedentes penales, que sí hubo una cámara que registró los hechos, que el menor -testigo privilegiado de los mismos- fue brutalmente torturado y que, en definitiva, todo fue un embuste para ocultar un homicidio. Chadwick se vio sobrepasado no solo por los hechos, sino que, por dos de sus propios ministros, que le quitaron el piso a sus dichos.

(Foto: Ministro Hernán Larraín)

“Desleales”

Desde un principio Alfredo Moreno se alejó de la versión oficial. No solo porque justificaba la muerte del lonko Catrillanca, sin base para sostener lo que a esas alturas era una mentira evidente, sino porque le clausuraba, de manera anticipada, lo que sería su “obra” para mostrar su tonelaje político. Así lo hizo ver en varias entrevistas a medios, reconociendo que se dificultaba la vigencia del Plan Araucanía, puso en dudas la versión oficial y, no contento con eso, llamó al abuelo del lonko asesinado y le expresó el pésame del gobierno y el suyo propio.

La crisis que desataron sus palabras y actos, generó no solo la molestia de Chadwick y Cecilia Pérez, sino que de los parlamentarios RN de la zona, Diego Paulsen y Jorge Rathgeb, quienes hicieron públicas sus críticas a Moreno. Incluso este último dijo que Moreno buscaba quedar “como el niño bueno al distanciarse de las medidas de seguridad que se han tomado” en el gobierno. En la misma línea se pronunció el propio defenestrado Intendente Luis Mayol, tras dejar el cargo como chivo expiatorio. La palabra “desleal” se escuchó con fuerza en las líneas del oficialismo y en particular de RN y Evópoli.

Pero si algo desató la ira -Piñera incluido-, fueron los dichos de otro de los ministros, el de Justicia, Hernán Larraín, quien dio la estocada final al señalar que Catrillanca “no habría tenido ninguna vinculación con el asalto”. También llamó a decir la verdad a las autoridades. Así como a Moreno le habían prohibido hablar con la prensa, a Larraín lo llamó a terreno el propio Piñera, quien le representó su molestia por haber reconocido los hechos y haberse apartado de la versión oficial.

La primera víctima de estos encontronazos ha sido el director de Conadi en la zona, Jorge Retamal, el operador del ministro Moreno. Tras los hechos, se anunció que dejó su cargo por “motivos personales”. Para evitar aumentar más el conflicto, aseguraron que habría pedido se le aceptara la renuncia antes de la muerte de Catrillanca, pero fuentes bien informadas dan cuenta que fue la salida de Retamal una petición expresa de RN y su propia molestia por no ser designado Intendente.

(Foto: Factura de pasajes aéreos emitida a nombre del Comando Jungla)

¿Y Carabineros?

Chadwick fue incapaz de alinear a sus ministros, menos a Carabineros. Las mentiras -reconocidas por el por director de la institución, Hermes Soto-, que habrían dado los carabineros que participaron del crimen a sus jefes y que estos habrían repetido a sus superiores hasta llegar a lo más alto de La Moneda, quedaron absolutamente impunes a nivel de la superioridad. Aún más, Chadwick perdió la única oportunidad que tuvo para demostrar liderazgo, sacando a Soto por su responsabilidad en el mando.

O Hermes Soto es un mentiroso o derechamente no tiene idea de lo que ocurre al interior de Carabineros. Dijo al propio Chadwick y al país entero la noche del viernes después del asesinato esa semana, que, tras viajar a La Araucanía, no habían antecedentes distintos a los entregados inicialmente en la muerte del comunero. En menos de 24 horas se desdijo y reconoció la falsedad de la información, que sí hubo manipulación de evidencia. Pero dos días más tarde volvió a la carga, con otra versión acerca de la mentada cámara: justificó -de manera burda-, el que se haya roto la tarjeta de memoria que registró los hechos, por contener imágenes íntimas del policía con su pareja. 

Las confusas vocerías de Soto ante el crimen de Catrillanca, denotan que no tiene manejo en su institución. Como se recordará, apenas asumido hace nueve meses, fue objeto de filtraciones de su hoja de vida que denotaban un pésimo comportamiento con diversas sanciones, incluso algunas asociadas a sus vínculos con un lenocinio y su dueña.

Cuesta entender que, a pesar de todas las evidencias, Soto siga en el cargo, y por lo demás tanto él como el Comando Jungla sean objetos de “buena evaluación”, como lo recalcó el subsecretario del Interior, Rodrigo Ubilla.

Tan torpe es la situación, que se felicita al Comando Jungla, se emiten facturas aéreas para su personal, se certifica por la propia institución su existencia y luego, el propio Soto permite que el Presidente y sus ministros, Intendente incluido, digan que no existe el Comando Jungla. Si no existe, ¿por qué Carabineros pagó pasajes a su nombre? Así de errática es la dirección bajo el mando de Soto.


(Foto: funeral de Camilo Catrillanca)
Un mes de protestas

Otro efecto del asesinato de Catrillanca, es que sirvió para unir a las comunidades mapuches. Tras los signos del gobierno de solidarizar con Carabineros y el ex Intendente Mayol, dando -incluso- un ultimátum a la familia Catrillanca para que inicien diálogo con La Moneda, las distintas comunidades -a nivel nacional-, anunciaron un mes de manifestaciones.

La demanda tras la protesta es el inmediato retiro de la zona del denominado “Comando Jungla” y que de paso renuncien de sus cargos el ministro del Interior Andrés Chadwick y el general director de Carabineros Hermes Soto.

De no cumplirse por parte del Ejecutivo, habrá un mes protestas por el homicidio de Camilo Catrillanca y anunciaron un encuentro masivo de dirigentes indígenas en Ercilla. La vocería estuvo a cargo de Marcelo Catrillanca, quien dio a conocer los acuerdos a los que llegaron con los cerca de 100 asistentes a un encuentro de la comunidad, realizado hace un par de días. Marcelo Catrillanca, padre del comunero fallecido Camilo Catrillanca, dijo en Temucuicui, que “el Presidente Sebastián Piñera es el autor intelectual del Comando Jungla”.

“El Gobierno debe entender el carácter político del conflicto, que se deriva de la invasión del Estado, y que implicó el genocidio de nuestra población”, señaló Catrillanca, quien hizo un llamado “a todos los territorios a mantenerse movilizados para conseguir justicia para Camilo y así avanzar en nuestros derechos territoriales”, rematando que actualmente, “no existen condiciones para el diálogo”.

Por su parte, el senador y ex Intendente de la Araucanía, Francisco Huenchumilla, dijo que “El Gobierno debe dar una señal de diálogo”. El senador DC criticó que el Ejecutivo no haya “tomado una decisión clara, sobre si el diseño en La Araucanía está basado en el diálogo político o en la represión policial”.

“Prevaleció la represión, prevaleció el Comando Jungla y el resultado fue la tragedia que estamos viviendo”, dijo, agregando que “La violencia debe resolverse con diálogo. El camino es el diálogo político. No es Carabineros, no es el Comando Jungla”, recalcó.