Oh I'm just counting

En Europa crece la “turismo fobia” en especial contra los visitantes chinos

El exceso de demanda sumada a la mala conducta de los impulsivos asiáticos generó grafitis: “turistas go home”. Increíble

Por Francisco Castillo, desde el Mar Báltico

Las actuales vacaciones de verano en Europa -aún en desarrollo-, serán recordadas no solo por el atentado terrorista en Barcelona, que cobró la vida de una quincena de turistas de varios países, sino por la desmesurada cantidad de visitantes chinos que llegó esta temporada al Viejo Mundo.

Este fenómeno, si bien atiborró los bolsillos de la industria, generó molestias en el ciudadano residente, que no dudó en escribir en las murallas “turistas, go home”. Era su protesta por los hoteles llenos, las playas a rebosar, sus calles y paseos atestados de gente con cámaras de fotos y los arriendos por las nubes. El malestar fue catalogado por la prensa europea como “turismofobia”.

¿De quién es la ciudad?

El Ayuntamiento de Barcelona, dice el diario El País, calcula que el alquiler turístico es hasta cuatro veces más rentable que el convencional. Y eso desvía el mercado hacia los visitantes y dispara los precios. “El problema es que hay miles de viviendas destinadas ilegalmente al uso turístico. Y nos preocupa, porque nos dificulta hallar alojamiento para nuestros trabajadores”, lamenta el director de la Confederación Española de Alojamientos Turísticos, Joan Molas.

Las protestas también crecen en Mallorca. Allí se han organizado en colectivos como “La ciutat per a qui l’habita”, consigna el mismo diario.

La alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, quiere evitar que los 30.000 visitantes que cada día se acercan a la Fontana de Trevi se detengan ante ella. Lo mismo con la famosa escalinata de Trinità dei Monti, también en Roma, ciudad que recibe decenas de millones de visitas cada año.
En Venecia, consigna la prensa italiana, la presión se multiplica. Allí viven 50.000 personas y recibe la visita de más de 30 millones de visitantes cada año. Allí se han instalado contadores en la entrada a la ciudad por los tres puentes de acceso y en los muelles donde desembarcan los cruceros.

Este es un mecanismo para que se pueda empezar a poner límites al número de visitantes que reciben esos “centros históricos”, como propone Franceschini.

La nueva "revolución china"

En cinco años, el turismo internacional ha crecido más de un 30%, según datos del Barómetro OMT del Turismo Mundial.China continental quedó a la cabeza del turismo emisor internacional; le siguen Estados Unidos, Alemania, el Reino Unido y Francia, situándose la potencia asiática entre los cinco países con mayor gasto en turismo del mundo.

En 2016, los turistas chinos gastaron un 12% más en sus viajes al extranjero. Su gasto aumentó en 11.000 millones de dólares, hasta alcanzar un total de 261.000 millones de la divisa estadounidense. La cantidad de ciudadanos chinos que viajaron al extranjero se incrementó en un 6 % en 2016, hasta llegar a los 135 millones.

Este crecimiento consolida la posición de China como el primer mercado mundial alcanzada en 2012, y que mantiene una tendencia ininterrumpida de crecimiento de dos dígitos del gasto en turismo desde 2004.

El aumento del turismo internacional desde China ha beneficiado no solo a muchos destinos en Asia y el Pacífico, especialmente al Japón, la República de Corea y Tailandia, sino también a destinos lejanos, como Estados Unidos y varios países europeos.

Sorpresa ingrata

Hasta ahí, todo bien. Pero no todo lo que brilla es oro, ya que aparte del aumento del gasto chino en turismo, los residentes y visitantes de otros países deben soportar atropellos que no son usuales en la convivencia occidental, como que no se respeten los turnos al momento de hacer trámites tan sencillos como ingresar a museos o retirar alimentos en autoservicios de hoteles o cruceros.

Su imprudencia llega al extremo de interrumpir una escena que occidentales desean fotografiar con sus familiares, para captar sus propias selfies, o protagonizar eternas discusiones con funcionarios de aduana o policía internacional.

Así lo observaron sorprendidos turistas chilenos, que optaron discretamente por evitarlos en una reciente travesía por Escandinavia, Estonia, Alemania y Rusia, a bordo del espectacular crucero Regal Princess capitaneado por el italiano Fabrizio Maresca bajo bandera de Bermuda.

Los connacionales efectuaron una travesía de 2.300 millas náuticas (4.200 kilómetros) en doce días, atracando en puertos de siete países europeos. El crucero, que en varias ocasiones ha venido a puertos chilenos, acoge un máximo de 4.200 pasajeros, atendidos por casi 1.400 tripulantes.

En este último crucero, los turistas procedentes de Chile fueron los octavos en número, detrás de chinos, estadounidenses, canadienses, mexicanos, australianos, neozelandeses y franceses. El grupo chileno lo integraban mayoritariamente profesionales, empresarios y funcionarios internacionales.



Lo impactante

Participar en travesías de esta índole deja imágenes impactantes, como las seis horas de espera para el visitante independiente que desee ingresar al Hermitage en San Petersburgo, el segundo museo más grande del mundo después del Louvre; los 8 euros que le cobran por un vaso de cerveza en Tallinn, capital de Estonia, ciudad conocida como “el Silicon Valley” de Europa, donde inventaron en 2003 el Skype, o tocar discretamente la quilla de un auténtico velero vikingo de más de mil 700 años de antigüedad en Oslo.

Eso, sin mencionar las iglesias, museos, palacios, parques, fiordos, bosques y el puente-túnel de Oresund, el más largo de Europa, que une Suecia y Dinamarca y mide unos 12 kilómetros entre puente (7.8 km) y túnel (3.5 km). Sus pilares de 204 metros de altura se observan a corta distancia durante la navegación por el Báltico, mientras se saborea un Chianti Montesodi Riserva acompañando un risotto con porcini mushrooms del chef Giovani Sisto de la Toscana, en el salón Sabatini’s del Regal Princess.

Escandinavia impresiona no solo por sus atracciones turísticas, también por la solidez y eficiencia de su democracia, donde no se toleran la corrupción y ni el “amiguismo”. Notable.