Oh I'm just counting

En medio de una selva oscura. Por Jorge Orellana Lavanderos, escritor y maratonista. Segunda parte

La revelación de su sueño y del triste acontecimiento que había visto en el Metro luego de saber Fernando que su enfermedad no tenía recuperación, había consternado a su amigo, el escritor.

Una semana después - mientras desde su lecho observaba el crecimiento de la flor - Pedro, que había llegado un rato antes, se distraía con una mosca que en infructuoso afán por dejar la habitación golpeaba la ventana, para eludir, se le ocurrió, el mortal aire que asfixiaba el cuarto.

-Me alegra que estés de vuelta – lo recibió con un tono que lo hizo dudar sobre la sinceridad del saludo.

- También me alegro de verte – respondió escueto Pedro contagiado de la tristeza del otro y desde el abismal silencio que se instaló en la habitación, observó que el pequeño duende que había llamado su atención la semana anterior, vestía un ropaje mucho más colorido y le pareció que le dedicó una sonrisa antes de eyectarse en un prodigioso salto; coger el control remoto; encender el televisor y volver luego a su sitio para ubicarse de espaldas a imágenes perturbadoras:

Un joven venezolano, inmigrante, que surgió en la pantalla, perseguía - por calles cercanas al barrio en que se encontraban - a un hombre mayor que vestía short y polera y que, en su desesperado escape, eligió un pasaje sin salida, en el que la persecución llegó a su fin.

Se inició una lucha entre ambos y el perseguido, arrinconado por el otro, extrajo un aguzado cuchillo que, con un certero movimiento, enterró en el costado del confiado atacante que, al verse impactado, optó por la retirada, devolviéndose por el camino andado.

El agredido, que terminó siendo el agresor, se escabulló, mientras el herido, que corría, aminoró la marcha hasta detenerse, tambalearse y finalmente caer sobre la vereda de la calle en donde, auxiliado por los transeúntes, fue trasladado a la Asistencia Pública, lugar - explicó el periodista - en que se constató la muerte del joven de tan solo 25 años.   

Sin observar la acción, el duende, que había conservado el control remoto, apagó el televisor y la escena volvió al sepulcral silencio que, intentando digerir la muerte de un hombre, Fernando interrumpió, evocador.

-Soy un comunista de la vieja guardia y me cuesta entender los procesos que afectan hoy la vida moderna. ¡Me apena tanto desconcierto!

-No hay mayor pena que recordar en tiempo de miseria, un instante feliz- dijo El Dante - intervino desde su rincón el duende.

- He vivido – dijo Pedro, desatendiendo al duende, sin comprometerme con un grupo y entendiendo que: en política un sistema no es capaz por sí solo de resolver los problemas del hombre y que esto, requiere la concurrencia de todos. Como mucha gente que detesta las posturas extremas, sin tener una participación activa, he simpatizado con el centro político y desde ahí, según la materia, he apoyado a unos u otros, privilegiando el bien común siempre sobre el beneficio partidista y con desazón he presenciado como se ha diluido el liderazgo del centro.

- Un viejo comunista de la vieja guardia – siguió rememorando Fernando, que al volver de su exilio en Alemania, ha sufrido una profunda decepción y que vive ahora una orfandad política distante de cualquier forma de participación activa.

- Leí ayer la carta a un diario – continuó Pedro, en que un dirigente de la DC, por quien tuve tantas expectativas, se quejaba de que sus socios, con quienes lideraron la más exitosa coalición política de la historia, los han relegado hoy negándose a incluirlos en el proceso de primarias tendiente a determinar el futuro candidato presidencial.     

- ¡Claro! En la Nueva Mayoría estuvimos juntos el PC y la DC – respondió Fernando. ¡La culpa ha sido de ellos mismos! – tronó. Se quedaron solos, primero, sus adeptos se alejaron y más tarde, sus aliados los abandonaron, simplemente, porque el partido de centro renunció a su esencia y aunque nunca comulgué con sus ideas, echo de menos a algunos de sus dirigentes y sobretodo me hace falta el liderazgo que otorgaba gobernabilidad. Igual como ese insecto que intenta dejar el cuarto, perdemos a veces el tiempo. Frente a esta enfermedad, aprecio ahora, como yo mismo lo he perdido y padezco el agobio de aquello.

 Entre más sabio seas, más te molestará perder el tiempo– gritó el duende que habría dicho el Dante, siguiendo atento al diálogo.

- Me conmovieron con este discurso – dijo Pedro y se aventuró en la actual situación: “Pobre abuela, el sistema no le permite otra posibilidad, déjenla ganar unos pesos, unos gramos más no afectarán a nadie ¡La ayudará a satisfacer las privaciones de sus nietos!”

Así, con persistencia y al amparo de la debilidad y desidia de la autoridad el narcotráfico se instaló en las poblaciones. Se destruyeron casetas telefónicas que no se repusieron porque todos accedieron al celular ¡Qué claro! hoy deben usar a escondidas, por el temor a perderlo en un atraco. Utilizando las protestas - inaceptables en un Estado de Derecho si no se han autorizado - se ha observado con pavorosa indolencia la destrucción de la propiedad pública y privada.

- El Dante - enfatizó el duende, dice: el peor lugar del infierno se ha reservado para aquellos que, en tiempos de crisis moral, permanecen neutrales.

- Se destruyeron y quemaron buses del transporte público – siguió Pedro inalterable; los choferes alteraron los recorridos; la autoridad se abstuvo de sancionar a los culpables y el poblador tuvo problemas de movilización. Exaltados personajes irrumpen hoy en los centros de salud golpeando a los funcionarios que, temerosos, se niegan a trabajar y se anuncia que los médicos de un centro de salud, en la Araucanía, por falta de seguridad, trasladarán sus funciones, perdiendo la comunidad el centro de salud que había conseguido. En vez de llegar a un acuerdo transversal, el mundo político amenaza con vulnerar la Constitución que ha prometido respetar, mientras se postulan candidatos para redactar una nueva ¿Se la respetará el día de mañana?

- Ha muerto el último de los Gálvez – sentenció Fernando. Tenía seis años cuando, en La Legua, sus padres fueron arrestados durante la época en que la población era intervenida por la autoridad. En el mismo sitio en que sus padres le encomendaron velar por sus hermanas, el último de los Gálvez lideró el narcotráfico y hoy, con apenas 26 años, culminó su carrera delictual al ser acribillado a balazos, dando cuenta con ello del absoluto fracaso del sistema que no pudo controlar el narcotráfico y que fue ineficaz para encauzar al niño de seis años, a cuyos padres encarceló.  

- Me pregunto – reflexionó Pedro. En la pandemia que hoy nos aqueja, se habla de un exitoso proceso de vacunación, sin embargo, dudamos sobre conseguir la inmunidad de rebaño, porque simplemente, algunos no están interesados en vacunarse ¿No es obligación de la autoridad lograr que la comunidad, en beneficio del resto, lo haga para lograr el objeto perseguido? ¿No se privilegia así el bien común?

El duende, que permanecía en silencio, volvió a tomar la palabra: la sombra de Virgilio lo llevó por el Infierno en medio de una selva oscura y el Dante, se sintió alejado de todo camino recto; más tarde, al ser conducido por Beatriz al Paraíso, sostendría que el hombre no fue creado para vivir como bestia sino que para conseguir la virtud y el conocimiento.

                                                                          Continuará en la siguiente edición.