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En su propia trampa: patética disputa por dinero entre la familia Pinochet y el albacea del fallecido dictador

Por MLM

Augusto Pinochet armó un intrincado modo de esconder el dinero sustraído al erario nacional, que ahora le golpea en la cara a su sucesión. Ocultó los fondos bajo diversos nombres, chapas y personas de su entorno. Uno de ellos reclama que estos le pertenecen y no a Lucía y sus hijos.

El CDE, alega que no pertenecen ni a uno ni a otros, pues se trata de dineros defraudados al Fisco, producto de delito. Las declaraciones de Pinochet enredan más el asunto: “no me acuerdo”, decía. El juez dijo que no eran de Aitken, pero que eran producto del ilícito. Hasta ahora, el crimen, no paga.

Durante años, el dictador Augusto Pinochet se dedicó a sustraer dineros desde el erario nacional. Fondos reservados, “comisiones” truchas por venta de armamentos -entre otros a Croacia-, erogaciones de dineros y joyas de la “reconstrucción nacional” tras el golpe; también pasadas en negocios de dudosa reputación con sociedades de papel e incluso donaciones hechas para su defensa y mantención cuando estuvo preso en Londres y muchas otras pillerías, fueron la fuente de los cuestionados ingresos.

Una de las artimañas fue depositarlo en el extranjero a nombre de otras personas, entre ellos -aduce la familia, reconoció el propio dictador judicialmente y el mismo juez-, Óscar Aitken Lavanchy, quien fuera el albacea de Pinochet.

Origen ilícito de los fondos

“Que en este orden de ideas, de acuerdo a los antecedentes recabados, solo es posible concluir que parte importante del origen de esta fortuna, proviene de la substracción que Pinochet Ugarte efectuó de fondos públicos, principalmente de gastos reservados, por lo que los bienes embargados se constituyen en efectos del delito”, determina la sentencia recaída en el denominado “Caso Riggs”, donde se encuentran embargados US$1,3 millones que son materia de la disputa entre la incombustible Lucía Hiriart y familia y Aitken Lavanchy.

“Por otra parte, así como tampoco resulta dable descartar para este sentenciador otros orígenes, igualmente ilícitos, que incrementaron el patrimonio personal de Pinochet Ugarte, conclusión que se basa en haberse acreditado en autos, actuaciones como el uso de pasaportes falsos por parte de Pinochet Ugarte y su entorno familiar y militar, y la apertura de cuentas en el extranjero mediante el uso de identidades falsas. A este respecto, resultan clarificadoras las traducciones auténticas de fojas 196.344 a 196.416 de autos, en ellas doña Ann Abruzi, quien era la persona encargada de la cuenta de Pinochet Ugarte en el Banco Riggs de Londres, relata que dicha cuenta era una de las diez más grandes del Banco”, agrega el sentenciador.

“En consecuencia, dado que se ha concluido que el dinero obtenido para comprar los bienes raíces embargados, como también aquellos que se destinaron a la manutención de su familia, poseen un origen ilícito, esto es, provenientes de la apropiación del erario nacional bajo un sofisticado esquema de cuentas corrientes tipo cascadas abiertas en el extranjero por funcionarios del Ejército de Chile de su más completa confianza, se procederá a aplicar la pena de comiso sancionada en el artículo 31 del Código Penal, respecto de todos los bienes que se encuentran embargados, los cuales al momento de decretarse dicho embargo, eran de propiedad de Augusto José Ramón Pinochet Ugarte, o bien de alguna de sus sociedades (…)”, consigna el fallo que dio lugar a embargos de decenas de propiedades y cuentas.

El rol de Óscar Aitken Lavanchy

Óscar Custodio Aitken Lavanchy fue el albacea designado por Pinochet en su testamento. Eso ocurrió en 2001, pero era muy anterior su participación como “cerebro” de las operaciones internacionales que el dictador hizo con los dineros sustraídos que escondió en el exterior. Desde 1995, aproximadamente, era su asesor financiero. Cuando explotó el caso Riggs, el abogado separó aguas y en diciembre de 2004 terminó renunciando a su cargo.

Fue acusado de declaraciones maliciosamente falsas en sus informaciones sobre impuestos, con ocasión de los fraudes de Pinochet, pero terminó sobreseído pues la Corte estimó, en julio de 2014, que, del “mérito de los antecedentes y lo informado por el señor Fiscal Judicial (…) y atendido que en esta etapa procesal aún no existe certeza de que el imputado haya percibido rentas y honorarios adicionales, pactados en virtud de mandato y fidecomiso de 30 de septiembre de 2002”, se confirmó el sobreseimiento temporal en su favor.

Aitken fue compañero en la Escuela Militar del ex vicecomandante en jefe del Ejército general (r) Guillermo Garín, renunciando en 1964 al Ejército. Eran mal mirados sus estudios de derecho, porque, según sus jefes militares, lo hacían abandonar sus deberes militares. Tras el golpe de 1973, se integró al Banco Central. El itinerario al servicio de la dictadura lo llevaría a la Contraloría, ministerio de Economía, Codelco y Famae. Desde ahí asesoró a Pinochet como su intérprete y en los negocios mismos; eso le valió la confianza del dictador.

El origen del lío: Pinochet no se acuerda

En sus declaraciones judiciales, Pinochet fue reiterativo en recurrir permanentemente a la frase “no me acuerdo” cuando se le preguntaron situaciones específicas, como el origen ilícito de los dineros, cuentas a su nombre o de sus alias en Chile y en el extranjero, e incluso cuentas abiertas por él a nombre de sus asesores directos -entre ellos Aitken-. Al ser presionado con datos específicos o documentos que el juez le exhibió, agregó un “puede ser, mi memoria está un poco afectada”.

“Consultado sobre desde qué fecha Óscar Aitken Lavanchy fue su asesor en materias financieras, señala que ‘no le podría responder, más o menos desde el año 1995 o 1996... Óscar Aitken es un alumno mío, le tengo gran cariño y confianza’. Preguntado para que diga si conocía lo que hacía Óscar Aitken con sus dineros e inversiones contesta ‘yo no me metía en nada. A la gente que tengo cerca le doy confianza, y por eso es que los acepto’”, declaró.

“Preguntado si hubo algún momento en que formalmente plasmara esa confianza al señor Aitken, responde que puede ser pero que no lo recuerda. Preguntado para que diga si esa confianza hizo que dineros de él estuviesen en el extranjero a nombre del señor Aitken, contesta que no lo sabe. ‘Es muy difícil saber eso, porque los fondos los maneja cada persona, cada uno maneja lo suyo’; al consultarle para que diga si él manejaba sus dineros en el extranjero, señala que ‘no, Aitken’”, sostiene el expediente.

En su propia trampa

De acuerdo con lo declarado por Pinochet, no se acordaba si Aitken puso a nombre propio dineros que le “pertenecían” al dictador, sin embargo, más adelante reconoce que él no manejaba sus dineros en el extranjero, sino que lo hacía Aitken. La viuda reclama que “los bienes raíces e inmuebles que da cuenta la causa fueron adquiridos por el general Augusto Pinochet y, por ende, hoy le pertenecen a su sucesión, cuyos miembros no son parte de este juicio”. El juez de la causa, falló en ese sentido, aunque agregó que, siendo producto de un desfalco, estaban en cuestión.

No opina lo mismo el abogado del ex albacea, Rodrigo Henríquez, para quien los dineros pertenecen a Aitken y le deben ser restituidos: De hecho, apeló a la resolución del juez que dijo que, de acuerdo a las propias declaraciones de Aitken, él era un “palo blanco”.

Para el Consejo de Defensa del Estado, que se opone a ambas partes, esos fondos provienen de un ilícito cometido por Pinochet en contra de fisco y, además, “nunca se ha probado que dichos dineros pertenezcan a Aitken”. El dinero, que le fue incautado al entonces albacea y actualmente se encuentran en depósitos a plazo, estaba a nombre de Aitken en el Tasker Investments y el CDE lo reclama como parte de los fondos que se escondieron en terceras personas.

“Leprosos”

Una de las tareas que Pinochet le habría asignado a Aitken fue proveer permanentemente de fondos a él y su familia. Al ser interrogado el dictador por el juez, esto respondió: “Consultado sobre si es efectivo que otorgó poderes al señor Aitken para que mensualmente entregara dineros a él, su cónyuge e hijos, señala que ‘ese poder se lo conferí así, le dije hay que darles a mis hijos... mis hijos son leprosos, como yo... nadie los quiere recibir... en el exterior digo yo... no le dan trabajo a mi hijo Augusto, prácticamente lo tienen viviendo de limosna... ¿quién más era?...mi hijo Augusto, mi hija Jacqueline, mi hija Verónica, yo y mi mujer’”, le dijo al juez.

La manera en que se movían los dineros desde paraísos fiscales es bastante conocida -por otro inversionista, por cierto- y tiene un elemento en común, el abogado Fernando Barros, quien asesora al Presidente Piñera y fue el defensor de Pinochet en estas materias. Relata el juez: “sobre si es cierto que esos dineros provenían de un fideicomiso que se instituyó el 30 de septiembre de 2002, a nombre de GLP Limited, con los dineros transferidos desde el Riggs Bank Washington, que le es exhibido señala que la firma parece ser suya. Agrega que ‘es posible’ lo que se dice en el primer párrafo del fideicomiso en referencia, en el sentido que sean suyas las empresas Belview International Inc. y/o Abanda Finance Ltd”.

Añade que “al exhibírsele la página 2 del referido fideicomiso señala, ‘bueno, lo que dice ahí parece ser cierto’. Al nombrarle el tribunal países para que diga si tuvo o no cuenta o inversiones en ellos, señala: ‘Estados Unidos, es posible, sí; Gran Bretaña o Inglaterra, cuando estuve preso, sí, es posible… no preso sino detenido mejor; Islas Vírgenes, no me acuerdo; Bahamas, no me acuerdo’, para luego afirmar ‘es posible‖; Gibraltar, es posible; España’, gesticula negativamente con su mano; ‘Suiza, es posible’”.

Las declaraciones de Aitken

Frente al juez, Óscar Aitken reconoció que ignoraba el origen de los fondos de Pinochet: “Expresa que no tiene antecedentes del origen de los dineros, porque tal vez algo se le dijo y no lo recuerda, lo que sí afirma, es que eran dineros que venían del extranjero, que de otra forma la operación no podría haberla efectuado el Banco Monex. En cuanto a las donaciones recibidas durante la estadía del General Pinochet en Londres, el mismo General le contó que un señor Ahué, chileno, aportó US$1.000.000 y los señores Feuerstein y Juan Casis, montos de $500.000 cada uno. La colonia cubana residente en Miami aportó un millón, Marco Cariola aportó mucho más. El grupo de Miguel Ángel Poduje, los dueños del Jumbo y otros, hicieron aportes, pero que en estos casos no se le indicó el monto aportado”.

Al encargarse de mover dineros desde el Riggs por parte de Pinochet, Aitken confiesa que le preguntó al general de cuánto estaba hablando, a lo que le señaló que “cerca de US$6 millones de los trust, más unos $23.000.000 que estaban mezclados en una cuenta de su señora (…) Cuando le pregunta al General por la cantidad de seis millones, le muestra un documento que revela que en su cartera accionaria, al 20 de marzo de 1998, tenía US$4.245.782, con una rentabilidad anual del 29%.

Aitken aseguró al juez que “el general y su señora recibían cada uno US$15.000 y cada uno de sus hijos US$4.000 mensuales. Cuando partió el trust eran US$3.000 para los hijos y US$10.000 para cada uno de los padres”.

También confesó que, según él, Pinochet “y su señora tenían cuenta en el Banco de Chile en Nueva York, pero por sumas no mayores a los US$20.000. No sabe cuál es el origen de los dineros que utilizó la señora Lucía para comprar los departamentos a los que se ha hecho referencia. Respecto de los cheques de los que habla el informe del Senado de Estados Unidos no tiene antecedentes, pues jamás se le habló de esa cuenta en el Riggs, no tuvo conocimiento de su existencia hasta ahora. Al hacerse pública la existencia de Belview se comunicó con el general Pinochet y sabiendo que se le iba a interrogar el General le indicó que sólo podía señalar que las platas venían del extranjero”.

No son de Aiken, pero…

El tema, quedó en principio zanjado, para el juez, aunque no está a firme la resolución, que fue apelada. De acuerdo a lo resuelto, “Es el propio Óscar Aitken quien asume entonces que el origen de los dineros depositados en la cuenta de Tasker, corresponden a bienes cuyo propietario era Augusto Pinochet Ugarte”. El juez hace referencia a un hecho acontecido cuando explotó el caso Riggs. Aitken fue citado al Banco Chile, donde después de varios preámbulos, reconoció que los fondos depositados allí (6 millones de dólares), no eran suyos, como aparentaba, sino que de Pinochet.

Por ello el juez rechazó las pretensiones del ex albacea, sin embargo eso no significa que le dio la razón a la mujer del dictador y su familia, pues agregó en la sentencia que “Es dable colegir razonablemente que los bienes individualizados en el eliminado motivo Décimo Primero del fallo de primer grado pueden considerarse como los efectos de la perpetración de sus conductas delictuales (de Augusto Pinochet Ugarte) cometidas en perjuicio del erario nacional (…) y entre estos bienes están precisamente los dineros provenientes de las cuentas de Tasker Investments”, señala el fallo. Por ahora, el crimen, no paga.