Oh I'm just counting

Especial Cambio21: La “Nana” que no es “Nana” que lidera a las trabajadoras de casa particular

Por María Cristina Prudant

Ruth Olate y su defensa por el reconocimiento a las trabajadoras. El libro “No soy nana” relata su trayectoria como dirigente
Ruth Olate, la incansable dirigente que creó el Sindicato de la Trabajadora de Casa Particular y que ha conseguido varios logros al respecto. Empezó a trabajar a los 12 años y vivió siempre puertas adentro mientras trabajó.

Como la líder de las trabajadoras de casa particular participó activamente  en el país en la discusión que derivó en la aprobación de un convenio internacional de la OIT que otorga dignidad al trabajo doméstico. Ante las autoridades, pudo imponer ciertos prejuicios en contra de estas trabajadoras como  la discriminación lo que tuvo eco en los medios de comunicación y  ante  la opinión pública. Con eso se logró que Chile  ratificara el Convenio 189 de la OIT y se promulgó la Ley que hoy regula el trabajo doméstico.

“Ella logró que no sea obligatorio el uso de delantal en lugares públicos y sábados y feriados libres a las mujeres que trabajan puertas adentro y viven en su lugar de trabajo. Si no fuera por Ruth Olate, las trabajadoras domésticas todavía tendrían jornadas de más de 12 horas”, dijo Camila Sáez, la autora del libro.

Respecto a su título, explicó: “Una cosa es que alguien cuente con una trabajadora que haga aseo o cuide a los niños según contrato, y otra cosa muy distinta es tener ‘nana’. Por eso, el propósito de este libro, además de contar la historia de Ruth, es generar un cambio cultural frente al trabajo doméstico. Lo hemos estado viendo con el éxito de la película ‘Roma’, y es que ésta es una realidad de muchas mujeres vulnerables en América Latina, de una fuerza de trabajo compuesta en un 90% por mujeres”.

Cambio21 conversó con Ruth Olate acerca de lo que es el trabajo de las trabajadoras de casa particular y lo que falta para que sus empleadores sean más conscientes de lo que ellas representan.

¿En estos momentos cómo ve usted la situación de su gremio?
Nosotros vemos que nuestro gremio, a pesar de todo, hemos logrado como sindicato tener 71 años y hemos avanzado harto con las leyes. Tenemos la Ley 20.786, el Convenio 189 de la OIT, pero sí nos queda un vacío que es la fiscalización.

¿Por qué?
La Ley está funcionando bien porque los contratos se están realizando, se está pagando del mínimo para arriba, al menos aquí en Santiago. En resumen, sabemos que no es así por eso nosotros estamos pidiendo y exigiendo una fiscalización efectiva.

¿Por qué está fallando la fiscalización?
Porque viene de parte de Estado, de la Inspección del Trabajo, que no hace la fiscalización porque la Ley dice que la fiscalización tiene que ser, pero como llega solamente a la puerta entonces, lamentablemente es más difícil y no logramos que se concrete la fiscalización.

¿Ustedes han buscado alguna instancia para solucionar este problema?
Hemos tenido conversación con el gobierno y tenemos una mesa de trabajo con la Dirección del Trabajo, pero esto fue el año pasado en noviembre, se sacó la foto, salió todo, pero no nos han llamado y hemos estado insistiendo para que nos atiendan y podamos seguir trabajando.

¿Cómo vieron el ambiente ahí, notaron que hay interés en solucionar el tema?
Hay mucha buena voluntad, pero de ahí a que se realice parece que no tanto.

¿Por qué dice usted eso?
Porque ya llevamos cinco meses que tuvimos esa conversación y todavía no hemos logrado nada.

¿Y han buscado por otros medios una solución?
Sí, por supuesto. Estamos hablando con la subsecretaria de Previsión Social del Ministerio del Trabajo, con el mismo ministro (Nicolás Monckeberg), con su jefe de gabinete, pero no ha habido, hasta el momento, una entrada para que podamos trabajar porque tienen muy buena voluntad, de hecho tuvimos una mesa donde estuvimos con el Director del Trabajo, pero hasta ahí quedamos. Estuvimos hablando la semana pasada para que podamos conversar y según nos dijeron ya le dieron una respuesta al Jefe de Gabinete del ministro así es que estamos esperando que nos llame.

¿El panorama respecto al trabajo que ustedes hacen ha cambiado? ¿Hay más respeto por ustedes?
Debiera haberlo, pero lamentablemente no se da en todas las casas así. En la mayoría sí, pero en otras, sobre todo en regiones, es donde más se vulneran los derechos de las trabajadoras de casa particular.

¿Qué es lo que pasa concretamente en regiones?
No tienen el sueldo mínimo, no tienen la previsión social, sin contrato entonces nosotras estamos muy preocupadas por nuestras compañeras trabajadoras de casa particular de regiones.

¿Existen posibilidades de que las trabajadoras puedan especializarse?
Nosotros estamos trabajando con Chile Valora, con el Sernam del Ministerio de la Mujer, también se incorporó la CUT y esperamos que se incorpore también el Sence para poder tener capacitación y también certificación de las trabajadoras de casa particular. Estamos trabajando arduamente en eso.

¿Eso, en qué consistiría?
Capacitar a las trabajadoras, no solamente que sea para trabajar en casa particular sino que también tengan la posibilidad de trabajar en hoteles, manipuladora de alimentos en otros rubros también y no solo en casa particular. Así es que la certificación sería por especialidad.

¿Qué ha pasado con el tema de los inmigrantes que al principio fue un poco complicado? ¿Cómo está el tema hoy?
Mientras ellas llegan por supuesto que están totalmente vulneradas porque no tienen documentos, pero una vez que ya tienen su carné, todos sus papeles tienen los mismos derechos que todas las trabajadoras de casa particular chilenas. Y de hecho nosotras como sindicato hemos luchado porque ellas sean igual que todas nosotras.

¿Ellas se han inscrito en el sindicato?
Por supuesto.

¿Cuántas personas hay inscritas?
En nuestro sindicato tenemos inscritas alrededor de 20 personas. En el sindicato, por ejemplo, de Antofagasta la mayoría son trabajadoras extranjeras, pero no tengo la cantidad.

¿Cómo ve usted el trabajo de las extranjeras? ¿Trabajan bien?
Por supuesto, creo que nosotros no debemos desmerecer el trabajo de nuestras compañeras trabajadoras porque ellas son mujeres y el trabajo doméstico es uno en todos los lugares, diferente será el trato de nuestros empleadores hacia las trabajadoras.

¿Para ustedes cuál es la condición ideal para trabajar?
Tener un buen trato de los empleadores, tener un sueldo digno  y sus imposiciones al día.

¿Mantienen lazos afectivos con quienes trabajan?
Si, por supuesto. Yo que trabajé por muchos años acá, casi 40 años trabajé en casa particular, desde niñita de los 12 años y siempre cuidé a niños y uno se enamora de los niños y los quiere como si fueran hijos  de uno. Ahí es donde uno desarrolla la parte maternal. Nosotras que no tenemos hijos le damos todo ese cariño, amor de madre a los niños donde trabajamos.

¿Siguen emigrando las mujeres del campo a trabajar en la capital?
No tanto por la sencilla razón que ahora los hijos de nuestras compañeras trabajadoras de casa particular, están estudiando y son profesionales. Ya no se hace eso de antes que trabajaba la mamá, la abuelita, la hija y la nieta. Hoy ya no se da esa particularidad que existía y que todavía se da en otros países.

¿Pero hay mucha gente de provincia que trabaja en Santiago?
Si, acá en Santiago la mayoría de las puertas adentro son de provincia y muchas inmigrantes porque cada día son menos las trabajadoras puertas adentro porque ya se han envejecido, han hecho hogar y trabajan puertas afuera.

¿Cómo ve usted en la actualidad el trato hacia la trabajadora de casa particular en nuestra sociedad?
Lamentablemente, no ha cambiado. Nosotros tenemos abierto el sindicato todos los fines de semana y nuestras compañeras vienen cargadas con sus mochilas de problemas, maltrato sicológico, muchas veces tienen que ir al médico y no pueden porque los empleadores no le dan permiso. Entonces, eso es maltrato sicológico que es lo que más sufrimos las trabajadoras de casa particular.

¿No hay forma de que eso se pueda solucionar de alguna forma?
Solo depende de la buena voluntad de los empleadores y conscientes porque debería ser para tener bien a una trabajadora en su casa, que lo haga contenta sobre todo las más viejitas, preocuparse que tengan sus remedios en orden.

¿En qué cosas considera usted que se ha avanzado y en cuáles no?
Nosotros consideramos que en lo que se ha avanzado es en la Ley. Es una Ley , la 20.786 donde dice que la trabajadora tiene que  tener un contrato , una habitación confortable, ganar del sueldo mínimo para arriba con sus cotizaciones al día, el seguro de accidentes laborales en el trayecto, Pero de ahí a que los empleadores cumplan con todo eso, eso es lo que tenemos que lograr. Hay muchos que no respetan, sobre todo ahora que tenemos jornada laboral de lunes a viernes, no trabajar más de 12 horas.  Eso lamentablemente todavía no se respeta. Hay empleadores que tampoco quieren que las compañeras salgan el día sábado. Es difícil por eso tenemos que seguir insistiendo en cuanto a la fiscalización.

Acaba de salir un libro con su historia. ¿Qué le parece?
Es un regalo de una periodista que me hizo una entrevista y le pareció muy atractiva mi vida y la plasmó en unas hojas de un librito de 100 hojas que quedó bien bonito (No somos nanas. Memorias de Ruth Olate). No está toda mi vida plasmada en esas hojas, pero al menos lo más esencial que es mi familia y el trabajo que he hecho como dirigente sindical.

¿En qué ha redundado la aparición de su libro?  
He tenido actividades relacionadas con el libro. Hemos ido a 4 radios acá en Santiago. También estoy invitada el 26 de este mes a Antofagasta. También me invitó el Instituto Ciudad Laboral a presentar el libro. Tuve una actividad en una librería y la próxima semana tengo una entrevista en mi pueblo, Santa Juana, en radio y televisión de allá. Varias actividades.

Y ¿Cómo ha estado su salud?
Aquí estoy con ella luchando día a día, con drogas para estar bien. Con cansancio, porque tengo cáncer óseo entonces mis huesitos me duelen mucho, entonces tengo que descansar. Pero ahí estamos dándole y haciendo actividades y trabajando acá en el Sindicato. Me hace sentir mejor trabajar en la lucha de mi enfermedad porque tener ocupada mi mente me ayuda a no pensar tanto en mi enfermedad.