Oh I'm just counting

Exbrigadier suma más de mil años preso: Nueva condena para Miguel Krassnoff y seis agentes DINA por asesinato en la dictadura a líder del MIR que defendió armado retirada de toda la directiva. Lea relato de Andrés Pascal Alende que estuvo en el enfrentamiento a balazos

Por Alfredo Peña R.

La ministra en visita de la Corte de Apelaciones de San Miguel, para causas por violaciones a los derechos humanos, Marianela Cifuentes Alarcón, condenó al exjefe de una de las unidades de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), brigadier Miguel Krassnoff Martchenko, a la pena de 12 años de presidio efectivo por el delito de homicidio calificado cometido durante la dictadura en contra de uno de los jefes del MIR en la clandestinidad, Dagoberto Osvaldo Pérez de 27 años.

Hasta noviembre de 2023, el brigadier del Ejercito en retiro y preso en Punta Peuco, Miguel Krassnoff Martchenko, tenía condenas por crímenes, secuestros, torturas por !mil 17 años! ocurridas en los inicios de la dictadura, cuando pertenecía a la DINA.

Ahora tiene una nueva condena: Tendría que nacer unas 15 veces de nuevo (de acuerdo a la mortalidad promedio de los chilenos, determinada por el INE) para cumplir todas sus condenas. Obviamente tiene un record personal: es el chileno preso, que más condenas tiene en vida en la historia de nuestro país.

Otros agentes, entre ellos una mujer, también condenados

También fueron condenados a 10 años de presidio en calidad de coautores del asesinato, los exagentes de la DINA; Fernando Lauriani Maturana, José Aravena Ruiz, Teresa Osorio Navarro, Osvaldo Pulgar Gallardo, Luis Torres Méndez y José Yévenes Vergara.

En la resolución, la magistrada indicó que “las prerrogativas y la investidura de los agentes del Estado se usaron, apartándose de su función constitucional y legal, para atentar, sin justificación, contra derechos básicos de un ser humano”.

Y argumentó que “dada la naturaleza del delito que se investiga, su ejecución no puede de modo alguno estar relacionada con los actos propios del servicio, entre ellos, con el cumplimiento de una orden del servicio y, en consecuencia, la existencia del mandato de un superior jerárquico no puede ser invocada por el agente para eximir o atenuar su responsabilidad criminal”.

Asesinato de dirigente del MIR


Dagoberto Osvaldo Pérez, en la foto, era un sociólogo y uno de los jefes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) en la clandestinidad, cuando fue asesinado por Krassnoff.

En 1975, tenía 27 años al momento de ser asesinado por personal de Carabineros y agentes de la DINA, mientras se ocultaba en una parcela ubicada en la localidad de Malloco. Ahí estaba reunida toda la dirección del MIR en la clandestinidad, planificando acciones contra la dictadura luego de la muerte en un enfrentamiento en la comuna de San Miguel con la DINA, de su líder, Miguel Enríquez

Estaban en el lugar, el reemplazante de Miguel Enríquez, secretario general del MIR, Andrés Pascal Allende, su pareja Mary Ann Beausire Alonso, el asesinado Dagoberto Osvaldo Pérez Vargas, Martín Humberto Hernández Vásquez, Nelson Gutiérrez Yáñez, su pareja María Elena Bachmann Muñoz y la pequeña hija de ambos. El día anterior del enfrentamiento en Malloco, es detenido por la DINA, en la calle, Raúl Ismael Garrido Cantillana, quién bajo torturas que lo dejaron moribundo, entregó la información de la reunión de la directiva del MIR.

Según la información del fallo, cuando llegan los agentes de la DINA, Dagoberto Pérez Vargas -tres de sus hermanos ya habían sido asesinados anteriormente por la DINA- se dirigió hacia las inmediaciones de la casa patronal con el fin de tomar el control de un vehículo que pretendía emplear para salir del lugar, pero fue sorprendido por un grupo de agentes de la DINA, quienes efectuaron múltiples disparos en su contra.

La resolución indica que falleció “a raíz de múltiples impactos de proyectil balístico que le provocaron lesiones necesariamente mortales en el cráneo, tórax, abdomen, hombro derecho y muslo derecho, que comprometieron el cerebro, ambos pulmones, los dos ventrículos del corazón, el hígado, la arteria ilíaca derecha y la arteria femoral derecha, causando una hemorragia subdural que abarcó ambos hemisferios cerebrales, un hemotórax de 2000 cc y un hemoperitoneo”.

El relato textual del entonces líder del MIR en la dictadura, Andrés Pascal Allende que estaba en el lugar, del enfrentamiento con la DINA

Foto: Andrés Pascal Allende

Un día 15 de octubre de 1975 cae en un combate desigual en una parcela de Malloco, Dagoberto Pérez Vargas

«En Malloco estaba apiñada casi toda la dirección del MIR. Para estar preparados por si llegaba a producirse un allanamiento a la parcela, diseñamos con mucho detalle un plan de autodefensa y escape. Dagoberto, como responsable militar del partido, fue el encargado de preparar el plan.
En lo esencial contemplaba el rompimiento de un eventual cerco represivo alrededor de la casa concentrando todo nuestro poder de fuego en la parte posterior, a la cual teníamos acceso directo por una puerta ubicada en el cuarto que ocupábamos con Mary. Al huir prenderíamos fuego a la casa. En caso que el enemigo no alcanzara a establecer un cerco, nuestro primer objetivo era llegar hasta el vehículo y arrancar en él por un camino que tenía salida por el costado de la parcela. En caso que esto no fuera posible, nos replegaríamos a pie hasta predios vecinos, donde capturaríamos otro vehículo para huir. Hay que recordar que Malloco es una zona rural en las cercanías de Santiago, lo que esperábamos facilitaría el escape y nos permitiría llegar con rapidez a la capital para eludir la persecución».

«El día 15 de octubre Renato salió de la parcela a cubrir las comunicaciones con el partido. Tenía que volver en la tarde, pero ya había oscurecido y aún no retomaba a la parcela…
Lo que había ocurrido es que había sido detenido por la DINA, a causa de una delación. Renato no traicionó, pero en su carnet de identidad estaba la dirección de su casa anterior, y allí conocían que la familia Garrido (familia que había arrendado la parcela) se había trasladado a Malloco. Por los materiales que transportaba Renato a los agentes de la DINA les fue fácil deducir que era el enlace de la dirección del MIR.

Como Renato no volvía a la hora indicada nosotros estábamos muy preocupados, en alerta. Nelson iba continuamente a la casa grande a preguntar si Renato había llegado o avisado por teléfono. En una de esas salidas se encuentra a boca de jarro con agentes de la DINA que silenciosamente y cubiertos por la oscuridad estaban rodeando la casa patronal (casa grande). Fue esa visión clasista, el creer que estábamos escondidos en la casa patronal y no imaginarse que estábamos en la del inquilino, lo que nos dio una pequeña ventaja.

Al encontrarse con Nelson, el oficial de la DINA lo encañonó y le dio voz de alto. Nelson no se detuvo y escapó a avisar a la casita. Lo hirieron en una pierna pero sin dañarle el hueso. Ni se dio cuenta de que estaba herido.
Nelson entró a la casa gritando: ‘Llegaron los milicos’. Cada cual tomó sus armas. Nelson, Dago y yo vaciamos los bidones de parafina, prendiendo ruego a la casa. Ya se sentían los disparos de la DINA que golpeaban contra la muralla y atravesaban el techo metálico».

«De acuerdo al plan, salieron por la puerta trasera primero Dagoberto y Nelson; luego Mary, María, llevando a la pequeña Paula en brazos, y yo. La DINA estaba rodeando la casita, pero nosotros abrimos un nutrido fuego con balas trazadoras. Entre gritos y confusión, los agentes represivos se replegaron.

Recuerdo bien que, después de este primer enfrentamiento, estando todos juntos al muro de la lechería vecina, Dago propuso seguir la variante primera, es decir, escapar en el vehículo.

Creímos que el enemigo había retrocedido lo suficiente como para permitimos esa vía de escape. Pero fue un error nuestro.
Mientras Dagoberto y Nelson se movieron en dirección a la casa patronal a tomar el vehículo, los tres restantes nos hicimos fuertes en la lechería para cubrir desde allí el camino secundario por donde escaparíamos. Estaba oscuro y no veíamos a Nelson ni a Dago. Recuerdo que me ubiqué en la puerta de la lechería, justo frente al camino secundario. A los segundos de estar situado allí comenzó a entrar una columna de varios vehículos policiales con sus focos encendidos. Yo llevaba la mochila con cohetes RPG-7, pero no sabía dónde Dago había dejado el lanzacohetes.

Lo busqué desesperadamente pero no veía nada dentro de la lechería a oscuras. Entonces utilicé el fusil AKA para disparar en fuego continuo contra los vehículos. Recibir el fuego de esos proyectiles que se encienden en la noche debe ser aterrador, porque la columna se detuvo y se escuchaban los gritos de pavor de los policías que saltaban fuera de los carros.
Desde el área a que se habían dirigido Dago y Nelson se oía un fuego intenso. Los agentes represivos también disparaban contra la lechería. Los compañeros no volvían. Los llamamos. Pasó un tiempo corto pero que a nosotros nos pareció un siglo, hasta que Nelson volvió a la lechería diciéndonos que Dagoberto había caído.

Era imposible escapar en el vehículo, así que nos retiramos por detrás de la lechería cruzando un corral y escudándonos en las vacas. Los disparos de la DINA y carabineros eran cada vez más intensos. Nos retiramos por el interior de unos canales de riego para ocultamos y confundir el rastro a quienes nos persiguieran. Abría la marcha Nelson, que conocía el terreno, seguía María, llevando a Paulita; Mary y yo atrás.

La casita de inquilinos resplandecía en llamas. Cuando nos retiramos, estando aún cerca de ella, escuchamos fuertes explosiones. ¿Eran los cohetes que dejamos dentro de la casa que deflagraron con el incendio? ¿Era Dagoberto que moribundo y en el último acto de resistencia heroica hizo explotar su granada para cubrir nuestra retirada?

No supimos lo que ocurrió, pero sí está claro que esas explosiones atemorizaron a los esbirros de la dictadura y los contuvo de seguimos.
Aunque ya se acercaban los helicópteros policiales como maléficas luciérnagas, pudimos perdemos en la noche llevando con nosotros la dolorosa ausencia de Dagoberto Pérez».