Por Mario López M.
“Creen que pueden hacer lo que se les antoja, su naturaleza los traiciona”, dice el aspirante a dirigir el PDC sobre las últimas semanas del gobierno. En la interna tiene claro que la tarea es cuesta arriba: “el gran desafío, despertar la capacidad dormida de la DC y ponerla en acción al servicio de Chile”, dice.
Se la juega el exdiputado y quien estuvo a unas decenas de votos de ser senador, por recuperar la fuerza de la DC. Duro con quienes abandonan el barco en tiempos de zozobra, no escabulle preguntas sobre la visión de acomodaticios o tibios que se hace a su partido. También aborda los temas que sí importan a la gente, como las AFP, sobre las que asegura que “el actual sistema de pensiones es un verdadero crimen social”. Rechaza el lucro en la educación y define categórico: “somos y seguiremos siendo oposición”. No ve apuro por definir una política de alianzas, “sí hay apuro para definir una política DC para ofrecer al país”, dice.
Quien probablemente concite las mayorías necesarias para dirigir su colectividad, está consciente que necesita de todos en su partido para recuperar la alicaída imagen y la fuerza electoral. No hay “medias tintas en sus definiciones”. Fuad Chahín, abogado, con 41 años y con una historia política que comenzó a los 15, cuando fue electo presidente de la JDC de su comuna, Curacautín, habla con Cambio21 de lo que ama, la DC y el Chile al que aspiran representar.
-Complicada la opción de jugarse por asumir la dirección de la DC, a la que muchos ven hoy en una crisis de proporciones, a pesar de seguir siendo, electoralmente, el tercer partido en el país.
-Se requiere de un liderazgo fuerte pero también inclusivo, dialogante y que sea capaz de convocar a todo el partido en torno al desafío de reconstruir la convivencia interna, de tomar definiciones en lo programático. Tenemos que actualizar una propuesta, falta una épica común en torno a un sueño de país que tiene que traducirse en propuestas concretas, eso es parte del problema nuestro.
Debemos ser capaces de fortalecer institucionalmente al partido y eso requiere mucha dedicación y trabajo, pero también el aporte de todos los sectores, por eso también sabemos que el desafío que pretendemos asumir es complejo y que no lo podemos hacer sin la participación y el compromiso de todos los militantes.
-El exministro Genaro Arriagada, su camarada, dijo que si bien usted no es un líder de dimensiones internacionales, lo veía con ganas y voluntad de sacar adelante el problema. ¿Es cierto eso?
-No pretendo usar al partido como una especie de trampolín para otra cosa. Quiero poner a disposición mi conocimiento profundo del partido, un liderazgo que ha demostrado ser constructivo para la Democracia Cristiana. Basta ver lo que se hizo en mi región, en el distrito que representé, donde lo tomé con dos alcaldes democratacristianos y después de ochos años lo dejé con cinco. Fortalecimos mucho la juventud del partido, con una juventud muy activa, muy numerosa.
Como parlamentario logré desde el Congreso tener bastante sintonía con los temas que le importan a la gente, los derechos de los consumidores, enfrentar la concentración económica, los abusos, y es a eso lo que de alguna forma quiero llevar al partido, para que vuelva a sintonizar con la gente, no solo hablarse a sí mismo sino que le hable al país, pero para eso debemos ser capaces de reconstruir un espíritu de cuerpo que de alguna manera hoy día no existe en el partido.
-Si bien nadie puede predecir el futuro, pareciera que usted tiene altas probabilidades de llegar a dirigir a la DC. ¿Qué pretende hacer para solucionar esa crisis de confianza que hay en el partido?
-Vengo a trabajar, a aprovechar todo el capital político instalado que tiene la DC, muchos dirigentes con credibilidad territorial, alcaldes, senadores y diputados importantes, un tremendo elenco de profesionales, técnicos y académicos de primer nivel y muchos militantes anónimos muy comprometidos con el partido en todas las comunas del país. Si ese capital político se suma a la vigencia de nuestros principios, nuestros valores y nuestra doctrina, si somos capaces de generar sinergia, podremos lograr con rapidez un proceso de recuperación del partido y electoral también. Ese es mi gran desafío, despertar la capacidad dormida de la DC y ponerla en acción.
-Usted es joven, pero mirando un poco la historia de la DC uno encuentra que en 1973 disputaban la dirección de la JDC Ricardo Hormazábal, Gutenberg Martínez y Adolfo Zaldívar. Ellos fueron gravitantes en el partido en dictadura. Los tres terminaron fuera de la DC. ¿Cómo se explica eso?
-Yo creo que todos cumplieron un rol muy relevante. Adolfo no se fue por su voluntad, lo expulsaron (Soledad Alvear era la presidenta de la DC), Ricardo no se refichó, pero yo tengo la esperanza de que él vuelva a sentir que la Democracia Cristiana es un espacio en que puede hacer política y Gutenberg acaba de renunciar, y aspiro también que el día de mañana él pueda volver a la DC.
Lo que me parece más complejo de esta decisión es que él parte a formar un movimiento que va a competir con el PDC y además lo hace en un momento de extrema debilidad de la DC, donde se hubiese esperado que todos sus liderazgos históricos estuviesen a disposición a contribuir que el partido salga de la crisis y no aprovechar este momento para profundizar una crisis. Eso me parece incomprensible.
Cada uno tiene que asumir su responsabilidad en esto. El momento en que estamos es fruto de quienes han tenido más espacios de poder en el partido, quienes tienen también una cuota mayor de responsabilidad y eso demandaba que estuvieran en mayor voluntad de ponerse en disposición de la DC.
Hoy es fácil irse del partido, así como antes era fácil también estar en él y dirigir un partido que era fuerte, que tenía el gobierno, que tenía una tremenda fuerza parlamentaria. Aquí es donde aparece el temple de los verdaderos democratacristianos que van a estar disponibles para poder buscar la vía de salir de esta situación sobre la base de una rectificación que debe partir por nosotros mismos. Todos hemos cometido errores en nuestro partido, hemos contribuido a este ánimo de polarización, más bien este desánimo. O hacemos las cosas distintas o no podemos esperar un resultado diferente.
-¿Y qué puede esperar el país de ustedes?
-La DC, en la medida en que empiece a funcionar, en que los militantes dejen de estar en una especie de estado de abandono, va a recuperar rápidamente el vigor. Queremos una DC que no solo comience a hablarle a Chile, sino que a acompañar a la sociedad chilena que todavía lo pasa mal, que reclama más justicia social, que quiere que el país crezca pero que las oportunidades les lleguen a todos. Debemos ser capaces de hablar de lo que hoy preocupa a los ciudadanos, las pensiones, salud, seguridad de las personas, la infancia, el medio ambiente, el efecto de la robótica en el empleo y tantos temas importantes.
Si somos capaces de tener una agenda y una propuesta para el Chile del siglo XXI, estoy seguro que vamos a recuperar la confianza de los chilenos que quieren una fuerza política con vocación de transformación, pero que entienda que esto se tiene que hacer sobre la base de un diálogo, de una búsqueda de entendimiento y sin poner en riesgo el crecimiento del país.
-Miremos hacia adelante. ¿La DC sigue siendo oposición si usted gana?
-Por supuesto. No hay dos opiniones sobre ese tema en la DC, somos oposición. Y tenemos una oportunidad maravillosa, porque desde la oposición uno puede actuar con mayor independencia y eso permite perfilarse. Cuando se está en el gobierno, en una coalición, uno tiene que renunciar de alguna manera a la soberanía política y programática en función del proyecto colectivo. Cuando se está en la oposición, uno puede actuar con un perfil propio, con más personalidad, más identidad y esa es una oportunidad que no podemos dejar pasar.
-¿Cómo percibe que debiera ser la identidad de un DC, cómo debiera percibirlos la gente, que muchas veces los tilda de acomodaticios, blandos, etc?
-Un partido que es capaz de adaptarse a los tiempos, un partido más moderno, con ideas que buscan conocer y resolver los problemas que afectan a los chilenos, no solo a los más pobres, que es nuestra preocupación preferente, sino que también a la clase media frágil, vulnerable, que no aguanta tres meses sin pega y que le importa que al país le vaya bien, la seguridad ciudadana, contar con condiciones adecuadas para poder desarrollar el emprendimiento, la innovación, que busca tener un rol en la economía, que no espera que le regalen nada pero que esperan una cancha pareja, no cuesta arriba y que no le permita desarrollarse.
La gente entiende que al país las polarizaciones le hacen mal, que las cosas no son solo mercado o Estado, sino que también poner énfasis en la persona, en un mundo deshumanizado, en que la persona ha quedado postergada en función de los objetivos del mercado. Hay que volver a centrarse en el ser humano, su calidad de vida, la familia, la planificación de las ciudades, los medios de transportes dignos, etcétera, ahí está el aporte de la DC, promover una revolución de la dignidad. Allí deben centrarse las distintas políticas públicas, en la persona.
-Una de las críticas a la DC es que no se conocen sus propuestas, que solo se la pasa peleando en la interna. Veamos, ¿qué piensa la DC de las AFP, por ejemplo?
-Nosotros creemos que el actual sistema de pensiones es un verdadero crimen social. Es irreal también pensar que en una sociedad, donde tenemos una expectativa de vida cada día mayor, se sostenga solo en un sistema de reparto. Creemos en un sistema mixto, con aportes tripartitos, de los trabajadores, empleadores y del Estado, donde se dé efectivamente un sistema de seguridad social con elementos de solidaridad. Allí puede aportar de manera importante la DC, buscando además que el día de mañana las personas puedan tener el derecho y libertad de elegir su sistema previsional.
La propuesta que hizo la Presidenta Bachelet recoge bastante de eso y nosotros en el partido podríamos ir incluso más allá y hacer un cambio profundo al sistema de pensiones, tomando los incentivos del sistema de capitalización individual que es incentivo al ahorro y tomando también elementos del sistema de reparto, como la solidaridad, para poder tener un verdadero sistema de protección social.
Es importante que esto se discuta y resuelva colectivamente, para hacer una propuesta responsable y no populista, para que el sistema de pensiones garantice buenas pensiones y no como ocurre hoy que es un buen sistema de financiamiento para el retail, la banca y para todas las empresas que se financian con los fondos de las AFP a través de la emisión de bonos que compran las AFP, pero es un mal sistema para las pensiones. Eso no puede seguir ocurriendo.
Lo mismo con las isapres, que tienen ganancias tremendas, con un sistema de integración vertical, donde los dueños también son dueños de los prestadores y con escasas facultades para que la Superintendencia pueda fiscalizar, que son fuente de abusos. Lo mismo prexistencias, valores de programas, etc..
-¿Y del lucro en la educación?
-Lo que hemos dicho desde un principio: hay en el país bienes sociales en que el lucro no debe estar permitido, como en la educación. Son derechos sociales que deben estar garantizados y donde debe existir una operación mixta, donde no solo es Estado debe proveer sino que también privados, pero sobre la base de que no exista el lucro, porque cuando este está presente, se termina distorsionando completamente la educación.
-Piñera parece estar gobernando vía decretos, así lo hizo ya en materia de aborto y otras, con lo que se salta el parlamento, donde no tiene mayoría. ¿Qué opina del uso de esos resquicios?
-No se puede borrar por la vía administrativa lo que se aprueba por la vía legislativa. Hay que hacer debates de cara al país si hay cosas que cambiar o simplificar sin alterar el fondo; discutámoslo en el Congreso, es allí donde radica la soberanía popular, esa es la forma de actuar en democracia.
-¿Cómo evalúa estas semanas del gobierno, llenas de autogoles, declaraciones destempladas de ministros, decisiones que luego se echan para atrás, nombramientos fallidos, etc.?
-Las primeras semanas fueron buenas, con un gobierno que aparecía con capacidad de instalar temas, de sentar a todo el mundo en mesas para poder discutir y para dialogar. Son las últimas semanas donde empiezan a cometerse errores, porque el problema de la derecha es su soberbia, que los empieza a traicionar, que creen que pueden hacer lo que se les antoja, que les da lo mismo; empiezan a subestimar a la opinión pública, cosas que ya no son aceptadas en nuestra sociedad se empiezan a practicar y allí es donde comienzan a cometer errores.
En las últimas semanas ha hecho agua, con declaraciones inexplicables de algunos ministros, con algo sin ninguna justificación, un error político infantil, haber nombrado al hermano del Presidente como embajador en Argentina. Al final la derecha termina siendo traicionada por su propia naturaleza y eso le puede costar caro a un gobierno que había partido bien, pero empieza ya a mostrar ripios significativos. A la derecha es su naturaleza la que la traiciona.