Por Mario López M.
Está consciente de que no hay espacio para fallar, que el desafío es tremendo: sacar a la DC del empantanamiento. Pero también está feliz y agradecido de la respuesta de la militancia, que superó con creces los más optimistas cálculos. “Esta es la respuesta a los agoreros de la DC”, enfatiza.
Asegura que el gobierno está entrampado en sus propios errores y que perdió el manejo de la agenda política. “La gente le va a empezar a reclamar rápidamente soluciones, más que comisiones”, recalca. Desafía al Ejecutivo y a la derecha a reformar el TC ahora, a cumplir su palabra.
-Muchos apostaron a que en esta elección no votarían más de seis mil militantes y que ello acrecentaría la llamada crisis de la Democracia Cristiana. Votaron cerca de 14 mil. No se lo esperaba, imagino.
-Así es, sobre todo que en las otras elecciones se votaba con un padrón de 120 mil militantes y ahora teníamos uno de 32 mil. Fue una votación muy significativa y, además, efectivamente otras tres mil personas concurrieron a votar y no pudieron hacerlo por el problema del padrón por el refichaje.
Eso demuestra de alguna manera que quienes planteaban una crisis no conocen al partido. Hay un capital tremendo en la DC, tiene una militancia comprometida, formada, que reafirma su compromiso con nuestro partido en los momentos difíciles y que en esta oportunidad entendió que con un lápiz y un papel era la mejor manera de responder a los agoreros de la Democracia Cristiana. Fue una fuerte señal de fe y esperanza.
-No se cumplió entonces el objetivo de quienes planificaron su salida del partido mediante una estrategia de desgaste, con renuncias por gotera...
-A nadie le fue indiferente que se fueran figuras del partido. A muchos les dolió, a otros les molestó. La respuesta de la militancia fue que en los momentos difíciles lo que hay que hacer es reafirmar el compromiso y no renunciar. Cuando hay tempestad hay que tomar el timón y no abandonar el barco.
Esa señal que ha dado la militancia es muy clara. Hoy, a quienes nos ha tocado la misión de dirigir el partido nos va a corresponder que lo hagamos pensando en los que se quedaron y en quienes creen todavía que la Democracia Cristiana tiene un espacio de participación política relevante, que es un instrumento de cambio en nuestro país y a ellos tenemos que dedicarle todo el esfuerzo de esta gestión. Si algunos que se fueron quieren volver, las puertas van a estar abiertas, pero nuestra dedicación va a ser hacia los que están en la DC.
-Dura tarea superar la crisis de confianza al interior del partido.
-Sí, crisis que tiene tres dimensiones: una la crisis político-electoral, una crisis de contenido, en el sentido de que el partido no ha sido capaz de tener un contenido programático para el siglo XXI, de actualizar su propuesta programática, desde el punto de vista de la épica. Quizás tenemos muchas cosas en materia de políticas públicas, pero no hemos sido capaces de invitar al país a un nuevo sueño, sueño de la sociedad chilena del siglo XXI. Por último, tenemos una crisis profunda de fraternidad, donde se han ido perdiendo las formas en nuestro partido y eso ha afectado la confianza entre los militantes y también de la ciudadanía con nosotros.
Pero hay un importante grupo de ciudadanos que se siente huérfano, parte importante de la sociedad chilena se siente huérfana de representación política y es ahí donde la Democracia Cristiana tiene un espacio de recuperación enorme.
-Pero ha perdido la DC presencia en centros de madres, juntas de vecinos, sindicatos, centros de alumnos etc. No basta tener electores.
-Vamos a plantear una propuesta acerca de un partido puertas afuera, en las organizaciones, en las asociaciones, debemos dejar de hacer política mirándonos el ombligo. La riqueza de lo que está ocurriendo en las organizaciones sociales y movimientos sociales es enorme, hay mucha más capacidad de poner temas en la agenda, de estar sintonizados con lo que está ocurriendo en el Chile de hoy. Ese será el cable a tierra que es tan necesario para poder hacer mejor política.
Por eso es que vamos a tener un programa de fortalecimiento de la inclusión del partido en ese mundo, de apoyo y acompañamiento a nuestros liderazgos, porque creemos que la DC tiene que conquistar espacios ahí. Eso es parte del desafío que tenemos el primer año de gestión.
-A propósito de movimientos sociales, las mujeres se han tomado la agenda en la conquista de derechos que se les habían negado hasta hoy, incluso como una cuestión de dignidad… ¿Qué dice la DC sobre eso?
-Como todos, tenemos una cultura a la que le cuesta un poquito entender aquello, pero tenemos conciencia de que tenemos que ser capaces de avanzar hacia una política en materia de género que busque la igualdad de oportunidades, pero desde la dignidad de la mujer, desde el equilibrio y la base también del diálogo, como una forma de avanzar. Nos parece que los machismos trasnochados no son la respuesta a estos movimientos, nos parece que el que se genere un desborde si hay posibilidad de construir un diálogo para poder avanzar es una bandera que desde la dignidad la Democracia Cristiana tiene que asumir.
-Quienes se han ido de la DC están tratando de formar un nuevo movimiento social cristiano. Hasta el momento la historia dice que quienes se han ido o vuelven o no han sobrevivido políticamente. ¿Qué futuro le ve a este nuevo movimiento?
-No les veo buen pronóstico, porque creo que quienes han intentado disputarnos nuestro espacio han fracasado. Quienes se han ido no presentan ninguna novedad a la sociedad chilena o a las nuevas generaciones, pero de todas maneras están en su derecho. Sin embargo, quienes se van de la DC y pretenden crear un movimiento político alternativo a la Democracia Cristiana, se transforman en competidores nuestros y esa va a ser la manera en que nos vamos a entender con ellos, como competidores.
-El tema es que en eso aparecen actuales parlamentarios de la DC participando como charlistas…
-Yo le puedo señalar que no va a participar ningún parlamentario de la Democracia Cristiana en el seminario al que usted se refiere.
-Algunos militantes que partieron han dicho que se abren a la idea de volver. ¿Qué falta para eso?
-Efectivamente he hablado con muchos que están en esa línea, pero están a la espera de que hagamos las rectificaciones que nos corresponde hacer, que hagamos la pega. Si nuestro partido lo hace, no solo le va a dar sentido a los militantes que tomaron la decisión de permanecer en la DC o de ingresar a la DC, sino que también es posible que pueda generar un espacio para que muchos de los pocos que se fueron, vuelvan.
“Soluciones más que comisiones”
-Vamos a otro tema, que le interesa al país. ¿Qué pasa con el gobierno, que partió como avión, empoderado, pero que a poco andar se enredó y hoy está sumido en una competencia de qué error que comete es más burdo?
-Hemos visto que partió muy bien el gobierno, luego vinieron muchos errores no forzados que le han hecho perder completamente el control de la agenda. Hoy la agenda no la tiene el gobierno y desde hace un buen rato, producto de sus propios errores o que nuevamente se instalan desde los movimientos sociales distintos, emergentes y que el gobierno no tuvo la capacidad de abordarlos de buena manera. Pecando de apresurado sacó políticas que no fueron ninguna respuesta para lo que está ocurriendo, que fue un poco más de lo mismo y donde no se midió la profundidad del cambio cultural que llegó para instalarse en nuestro país.
Por otro lado, veo a un gobierno sin tren de aterrizaje, porque ha hecho muchas comisiones sobre distintos temas, pero sin una estrategia política que le permita cerrar acuerdos que se transformen en proyectos de ley que tienen que pasar el cedazo del Congreso. Esa es la única manera de que estas comisiones tengan, vía acuerdos políticos, viabilidad legislativa, y no veo que lo esté haciendo. Y la gente le va a empezar a reclamar rápidamente soluciones, más que comisiones.
-Hoy el gobierno parece estár tratando de legislar vía decretos, pasando por alto al Congreso.
-Sí, ahí hay un tema en que el gobierno tiene que tener claro que no puede legislar vía decreto; le va a salir por la culata, pues la Contraloría ha sido celosa en el control de legalidad y, por lo tanto, el gobierno debe aprender que no todo es operación comunicacional, que debe haber un diálogo político auténtico.
Quiero decir también que la Democracia Cristiana está dispuesta a llegar a ese diálogo político. En los temas de interés nacional el partido no puede perderse y debe estar dispuesto a dialogar e incluso a lograr acuerdos y sin pedirle permiso a nadie, pero a partir de lo que nosotros somos. Aquí nadie va a cruzar el charco. Nosotros estamos en la oposición, pero desde la oposición la DC tiene que plantear alternativas y tener disponibilidad en los temas que digan relación con el bien común de Chile, sin renuncia a defender nuestros ideales y nuestra visión de las cosas.
-El gobierno en materia de diálogo no solo se salta al Congreso, también a las direcciones de los partidos, hablando directamente con algunos más cercanos…
-El gobierno no puede entrar a pirquinear a parlamentarios, pirquinear a miembros de la mesa. Si el gobierno quiere entenderse con la Democracia Cristiana, el gobierno tendrá que entenderse con la institucionalidad de la DC. Eso es lo que le vamos a exigir.
-Dentro de la política del gobierno de irse por el lado, los constantes requerimientos al Tribunal Constitucional ya están rompiendo todos los esquemas del Estado de Derecho. ¿Qué piensa de ello la DC?
-La idea de introducir cambios al Tribunal Constitucional es bastante más transversal de lo que se cree. Me correspondió redactar una indicación en un proyecto de ley de un gran acuerdo de un cambio constitucional con más de veintiocho reformas que suscribimos desde el Partido Socialista hasta la UDI en la legislatura anterior. Redacté la indicación que limitaba las atribuciones del Tribunal Constitucional en materia de control preventivo y allí incluso el diputado de la UDI Arturo Squella lo respaldó.
-¿Hay agua en la piscina?
-Yo quiero emplazar al gobierno y a los partidos de Chile Vamos a que cumplan su compromiso. Ese proyecto lo firmó también el entonces diputado, presidente de Renovación Nacional y hoy ministro del Trabajo, Nicolás Mönckeberg, y por lo tanto creo que los parlamentarios debieran despachar ese proyecto de Reforma Constitucional que da cuenta de un acuerdo muy transversal para poder resolver varios nudos críticos en nuestra Constitución, entre ellos acotar el control preventivo del TC.
Eso es algo urgente, pues mientras hacemos los cambios en la nueva Constitución pueden pasar tres a cuatro años, pero hay cosas urgentes que resolver ahora, hoy, como este acuerdo referido al TC, que perfectamente podría salir en dos o tres meses más y tendríamos la Reforma Constitucional más importante después de 2005 en nuestro país, entre otras cosas acotando el control preventivo. Pero depende del gobierno y de los parlamentarios de derecha si son capaces de sostener este acuerdo.
El TC no puede extender sus propias atribuciones. En la práctica, lo que hace el TC es ponerse fuera de la ley, por ejemplo al conocer de artículos que no son declarados orgánico-constitucional por la cámara de origen, que es la que tiene la facultad de hacerlo. Ellos por sí y ante sí extienden sus facultades para conocer de otros artículos y pronunciarse sobre ellos mediante un procedimiento bastante suigeneris. El TC infringe la Constitución porque conoce y resuelve de materias más allá de lo que corresponde y son ellos mismos los que declaran qué es lo que quieren conocer o no la Cámara de origen, ni respeta el debido proceso. Se requiere un TC que falle en derecho y no en virtud de criterios políticos, porque debe ser garantía de objetividad.
Las tres R
-¿Cuál será –por llamarlo de algún modo-, el legado que espera dejar tras su periodo como timonel de la DC?
-Lo que he llamado las tres R. El Reencuentro, la Renovación y la Rectificación. Es lo que buscamos implementar. El reencuentro con nuestros militantes, el reencuentro con el Chile real, el Chile que está en las organizaciones, el que está con sueños y aspiraciones, con problemas de esta época y no de hace 30 años. Reencuentro con Chile, nuestros principios y nuestros valores.
Lo segundo es la renovación, de nuestras ideas, de nuestros liderazgos, de nuestra estructura partidaria, de nuestras prácticas.
Y la rectificación que nuestro partido debe implementar, con un modelo de desarrollo épico y ético. Debemos rectificar de la manera en que nos hemos relacionado entre nosotros. No es sostenible nunca más un partido de caudillos ni de caciques, sino un partido generoso, unido, en que todos se sientan convocados; un partido que tenga el compromiso de estar al servicio de Chile y de las personas. Y eso se tiene que notar en la impronta partidaria, con claridad, definición y sin complejos. Que le hable al país, sin apellidos de centro izquierda, progresista, centro ni de derecha, simplemente Partido Demócrata Cristiano.