Oh I'm just counting

Graves denuncias terminaron derrumbando el poder del cardenal: Ezzati en caída libre

Por Mario López M.

A él, por ahora, no se le han imputado actos de connotación sexual, sin embargo, las acusaciones que lo llevaron a encontrarse imputado de encubrimiento, incluyen incluso un crimen de un menor en Punta Arenas.

Se le acabó la paciencia a Roma y en plena reunión de los obispos en Punta de Tralca, se le advirtió que “el cambio de mando en Santiago, sería antes del Te Deum”. Francisco no quería en Santiago el caso “Osorno” y todo demostraba que sería peor.

Cuando el Papa reflexionó sobre la situación de Chile, presionado al principio por importantes miembros de la propia curia romana y por los resultados obtenidos tras su pobre paso por nuestro país y convencido más tarde por los informes del arzobispo Charles Scicluna, prelado maltés encargado de averiguar los casos de abusos y pedofilia cometidos por el sacerdotes y altas dignidades del clero de Chile en contra de menores, pidió perdón, a pesar de estimarse que los Papas son infalibles.

Luego llamó a Roma a toda la alta investidura de la Iglesia Católica a rendir cuentas y advirtió que adoptaría serias decisiones de corto, mediano y largo plazo. Lo cierto es que las expectativas no solo en Chile, sino que mundiales, eran que se cortara por los sano y desde arriba en la estructura de la iglesia chilena. No fue así y hoy se perciben las consecuencias.

No cayó a la primera

El Cardenal y arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati, “salvó” de las pocas renuncias “aceptadas” por el Papa, a pesar de que la suya estaba a la fuerza sobre la mesa hace ya rato. Era junto una de las caras visibles de los abusos en calidad de encubridor de los mismos. Tanto así que el fiscal Emiliano Arias, lo citó a declarar como imputado en las causas por abusos sexuales.

Pero no era todo. Faltaba la guinda de la torta y esta era la proximidad del tradicional Te Deum que él, como arzobispo, debía encabezar en la concelebración ecuménica. Naturalmente era una oportunidad mediática que feligreses y autoridades que debían comparecer a ella, casi de manera transversal aprovecharon para presionar exigiendo que no fuera él el celebrante, en caso contrario, aseguraron varios parlamentarios o sugirió hasta el Presidente de la República, no asistirían.

Urgente reunión, conciliábulos de pasillos, llamadas auscultando estados de ánimos y recados más o menos encubiertos, dejaron en claro al clero de la iglesia que el horno no estaba para bollos. Ezzati había por lejos dejado de representar la “unidad” en el país de que se supone dan cuenta los Te Deum. Ese día, se reconoce a Cambio21 por autoridades eclesiásticas, estaban advertidos de que no solo no asistirían altos dignatarios de otras iglesias sino que además, autoridades políticas se restarían y en las afueras de la Catedral de Santiago las protestas serían “duras”.      

Roma interviene

La presión tuvo efectos: Ezzati anunció en una sentida carta que más parecía justificación, confirmó que no presidiría la tradicional ceremonia. Sin dudas el Papa Francisco debe estar evaluando esta inédita situación, pues es primera vez que un arzobispo en ejercicio no preside un Te Deum.

Conocidos los acontecimientos que se desarrollaban en nuestro país y que seguramente se verían agravados por un caso que particularmente tocaba a Ezzati en el sur del país, para Roma el “caso Ezzati” se transformó en un problema urgente. Ya habían llegado por diversos conductos las reacciones de autoridades que se negaban a asistir si lo presidía Ezzati y se temía que peores protestas que las acontecidas en Osorno se repitieran ese día en la capital.

No fue necesario esperar mucho para entender que la cosa era grave y se adoptaron las medidas pertinentes. El Papa Francisco ordenó a su asesor, Jordi Bertomeu, la búsqueda del sucesor del arzobispo de Santiago. El cambio debía producirse antes del Te Deum. Ese mensaje también se hizo llegar a nuestro país a la curia reunida en Punta de Tralca. La caída era inminente. Ezzati solo pidió ser él quien diera a conocer la medida, como un gesto de “unidad”.

El caso que lo podría condenar

El “caso Rimsky Rojas” estalló en la cara de la comunidad valdiviana en 2011. Un sacerdote, acusado entre otros casos de la desaparición de un menor en Punta Arenas mientras estuvo sirviendo allí el cura y de otros casos de abusos sexuales en esa misma ciudad donde ejercía en el Instituto Salesiano, se suicidó, incapaz de afrontar los cargos y las eventuales pruebas que lo inculpaban. La justicia ya estaba al acecho.

Por entonces el obispo de Valdivia era Ignacio Ducasse, uno de los nombres que sonaba como reemplazo de Ezzati. Pues bien, Ricardo Ezzati era en aquel entonces prefecto de los salesianos y él mismo se hizo cargo del caso Rimsky Rojas. Se acusa al actual arzobispo de Santiago de haber ocultado el hecho y protegido a Rimsky. Incluso cuando vino la delegación encabezada en febrero pasado por monseñor Charles Scicluna, arzobispo de Malta, un abogado y víctima de los abusos, Marcelo Vargas, relató al enviado papal los hechos.

Fue el fin de la “candidatura” de Ducasse y la gota que rebalsó el vaso para Ezzati en Roma.

Los líos judiciales recién empiezan

Antecedentes policiales que maneja la PDI, darían cuenta que Ezzati estuvo siempre al tanto de la situación y solo actuó protegiendo al religioso que se suicidara en febrero de 2011. “Resulta espeluznante que el criterio que rige la respuesta de los dirigentes eclesiásticos sea ocultar los hechos en nombre de la defensa de la imagen de la institución. Para los funcionarios de Dios la reputación prevalece sobre el crimen”, dijo Vargas tras entrevistarse con el enviado papal.

Ezzati era director de la congregación cuando se produjeron los abusos en Valdivia. Múltiples testigos, apoderados del colegio en que trabajaba Rimsky, hastiados de los acosos y abusos de que eran objeto sus hijos, exigieron el traslado de Rojas de Valdivia, bajo advertencia de que, si así no sucedía, harían públicos los hechos. Ezzati viajó desde Santiago a Valdivia el mismo día y ya el lunes siguiente Rimsky Rojas ya no estaba en el Instituto Salesiano.

Según el abogado Vargas, “la PDI ya manejaba antecedentes como que Ezzati lo trasladó y sacó fuera de Chile, nuevas denuncias ahora en Punta Arenas y la desaparición de Ricardo Harex –alumno del Liceo Salesiano San José de Punta Arenas–. En aquel tiempo (diciembre de 2010) también se supo que Ezzati sería investido arzobispo de Santiago”.

Ezzati, el infalible y duro Cardenal que había desoído -y hasta denigrado- las denuncias de víctimas de Karadima, tenía además otras historias de ocultamiento de información, las que se suman a lo que investiga el persecutor Emiliano Arias. El 19 de septiembre, Ricardo Ezzati nada tendrá que celebrar.