Por Francisco Castillo
El poder femenino sigue de protagonista. La exitosa escritora española María Dueñas (“El tiempo entre costuras”) acaba de llegar a librerías con “Las hijas del capitán”, una historia de mujeres inmigrantes capaces de hallar su lugar en el mundo, aunque los vientos soplen en contra. En dos semanas, ya es número uno en el ranking de ventas.
Tributo a las mujeres
Las hijas del capitán perfectamente pudieron haber sido inmigrantes venezolanas, haitianas, peruanas o colombianas, como la que recientemente han llegado a Chile. Pero las elegidas por la escritora María Dueñas fueron tres hermanas españolas, que buscaron en los años de la Gran Depresión (1930) un mejor destino en Nueva York, según relata en su cuarta novela, “Las hijas del capitán”.
Señala la propia autora que su obra «es un tributo a las mujeres capaces de hallar su lugar en el mundo cuando los vientos soplan en contra». Y lo extiende también «a todos aquellos empujados por la vida hacia la aventura, a menudo épica y casi siempre incierta, de la emigración».
La novela, de más de 600 páginas, desde el comienzo deja en evidencia que el destino acecha con mano pesada a las protagonistas: “el capitán” muere en un accidente y deja en el aire a su viuda e hijas.
Gardel y Rita Hayworth
La trama está ambientada en varios enclaves legendarios de Nueva York, como la calle Catorce, entre la Séptima y la Octava Avenida. Allí transcurría la vida de los casi 40.000 inmigrantes procedentes de todos los rincones de España, que durante los años 30 se esforzaban en construir una vida en esa ciudad. En aquel entorno neoyorquino arranca un pequeño restaurante, «El Capitán», hasta que la muerte accidental de su dueño, el malagueño Emilio Arenas, obliga a sus hijas veinteañeras a asumir las riendas del negocio, que convierten en un «night club».
En su camino, las hermanas Arenas se cruzarán con algunos personajes históricos que pululaban por el Manhattan de aquellos tiempos. Dicho “elenco” es de campanillas: el músico español Xavier Cugat, el cantante argentino Carlos Gardel, la actriz y bailarina Margarita Cansino –más conocida como Rita Hayworth– y el príncipe de Asturias, Alfonso de Borbón y Battemberg, conde de Covadonga, hijo primogénito de Alfonso XIII, y por tanto heredero al trono de España. Sin embargo, el príncipe renunció a sus derechos para casarse con Edelmira Sampedro, una hermosa dama cubana hija de un hacendado, pero que fue considerada “poca cosa” por el monarca español. Ambos se casan en América.
Dueñas, una “joyita”
María Dueñas
La autora de “Las hijas del capitán” -María Dueñas- es doctora en Filología Inglesa. Tras veinte años de vida académica en la universidad de Murcia, dio una sorprendente vuelta de tuerca a su vida. Tuvo la ocurrencia de escribir, en 2009, “El tiempo entre costuras”, novela que la convirtió en fenómeno editorial y en la pantalla chica, pues fue adaptada a la TV por la cadena Antena 3 y aún se exhibe en Netflix. La serie logró numerosos galardones y un espectacular éxito de audiencia.
Las siguientes novelas de Dueñas fueron Misión Olvido (2012) y La Templanza (2015), ambas de buena recepción por lectores y crítica. Traducida a más de treinta y cinco lenguas y con seis millones de ejemplares vendidos de sus tres primeras novelas en todo el mundo, María Dueñas se ha convertido en una de las autoras más interesantes de la actualidad literaria española.
Está convertida en “la joya de Planeta”, su casa editorial. Respaldada por su condición de “superventas”, la compañía no dudó en lanzar una primera edición de 500 mil ejemplares de “Las hijas…”, en España y Latinoamérica. Una cifra descomunal, en comparación con las que se manejan en Chile.
Saca una novela cada tres años. Después de escribir la primera, pasó uno en gira promocional; el segundo año lo dedicó a investigar y el tercero a escribir. Así lo ha hecho desde su debut.
Por qué escritora
La exprofesora reconvertida en exitosa (y millonaria) novelista, no ha cambiado gran cosa desde que se dedicó a escribir. La periodista Luz Sánchez-Mellado, que la entrevistó para El País, dice que Dueñas “por fuera está hasta más lozana (a los 54), como les sucede a tantas mujeres de su añada. Por dentro, más zen, si fuera posible. En su nueva novela, y en las anteriores, hay mujeres que las pasan de todos los colores para progresar en tierras extrañas. Esta vez en el Nueva York de los años 30”.
Hablando en Madrid durante la presentación de su cuarta novela, Dueñas aclara por qué cambió de giro, de la docencia a la literatura: “Llevaba (como profesora) una vida cómoda, pero me apetecía ilusionarme con un proyecto vital nuevo. Ni siquiera sabía si iba a lograr publicarlo. Jamás se me ocurrió asomarme a ver qué podía pasar después”.
Después del descomunal éxito de “El tiempo entre costuras”, dice que aquello, aunque inesperado, no le cambió demasiado su vida. “Cuando te pasa esto con cierta edad, tienes la madurez, lucidez y templanza para que no te trastornes. Hombre, han cambiado cosas, pero lo básico, ni he querido ni me he dejado. Podría haberme convertido en otra, pero tuve claro que no me podía volver loca y despegar los pies del suelo. Sigo con el mismo equipo que confió en mí cuando no me conocía nadie, cuando empezaba la crisis, cuando se llevaban los Larsson (Stieg Larsson, creador de la saga Millennium) y los crímenes nórdicos y lo mío, no”.
“Soy una mujer normal”
¿Ha creado tendencia?, le consulta la cronista de El País. “Sí, bueno, quizá es un buen momento para las escritoras en español en general”, responde. “Hay una generación donde muchas de nosotras ya teníamos una vida hecha, una profesión, y nos desviamos hacia aquí buscando otro camino. Dolores Redondo, Luz Gabas... Nuestro existir no gira solo alrededor de los libros que escribimos”.
¿Aún no se siente escritora? “Sí, pero no soy escritora las 24 horas. Soy una mujer normal que tiene otros intereses, otras parcelas y otras preocupaciones en la vida. Es mi trabajo, un trabajo gustosísimo, pero la vida tiene otras cosas, aunque este me consuma gran parte de ella”.
¿Y usted, cómo se define, cuál es su sello? “Ágil, humano y envolvente. Intento crear ambientes seductores para que el lector no me deje”.
¿Qué desayuna para ser, o parecer tan serena? “Café y silencio. Lo decía mi madre y yo no la entendía. Pero ni soy tan serena ni tan tranquila. Digamos que os engaño un poco”.
¿Se ha creado un personaje? “No, esa también soy yo. Pero, sí, me blindo. Me tuve que echar a los medios, o los leones de la prensa y pensé, o me preservo, o fenezco, Así que voy de cauta y luego en mi vida privada soy otra cosa”.
Venga, confiese algún exceso, le insiste El Paìs. “Es muy difícil que pase un día sin tomarme dos copas de vino”.
¿Qué antojo se ha concedido con lo que ha ganado con sus libros? “Poder comprar tiempo y libertad. Quitarme la presión del calendario y el engranaje de un trabajo. Escribo lo que quiero, cuando quiero, nadie me presiona: eso es mejor que un bolsazo de Dior”.
Número uno en Chile
Con apenas dos semanas en librerías, “Las hijas del capitán” ya es número uno en ventas en librerías nacionales. Los ingredientes escogidos por Dueñas atraen: amores y desamores, desarraigo y emigración, pobreza y riqueza, miseria y glamour, abuso y acoso, intrigas y asesinatos. ¡No le falta nada!
“Al final son las circunstancias de la condición humana”, explica. “¿Cuántas familias emigraron de España y se encontraron con calamidades aún mayores que las que dejaron en su país? Son historias muy cercanas”, señala la escritora.
Fiel a un estilo que ha marcado en sus anteriores novelas, en ésta sigue con la idea de reconstruir vidas femeninas rotas. Dice: “Prefiero dar el protagonismo a mujeres con coraje antes que a las timoratas, amedrentadas y cohibidas. Son mujeres que se van haciendo fuertes poco a poco, que seducen a los hombres, pero que no solo los convierten en sus amantes, sino también en sus cómplices y amigos. Es un libro de mujeres de otra época en el que, a la vez, hay hombres con protagonismo evidente”.
Por qué Nueva York
Es sabido que Nueva York es una ciudad que, históricamente, ha tenido sus brazos abiertos a los emigrantes. “Es que Nueva York se hizo de emigrantes. Y no solo eran bien aceptados, sino que se hacían llamamientos para atraerlos. En el siglo XIX, y hasta mediados del XX, entraban en la ciudad barcos enteros de indocumentados a los que no se les pedía ni un papel. Varias décadas después empezaron a imponerse las cuotas de entrada y las restricciones, hasta llegar a la terrorífica situación actual”, dice la escritora aludiendo a las políticas restrictivas de Trump.
En la novela queda de manifiesto la solidaridad entre los protagonistas. “Era lógico, estaban solos en tierra extraña, sin conocer el idioma y con otra cultura”, indica la autora. “Fueron muchos los españoles que emigraron a Nueva York, cerca de treinta mil, pero pocos en comparación con otros grupos”.
Añade: “Hubiera sido muy fácil escribir una segunda parte de ‘El tiempo entre costuras’ y no quise hacerlo. Tampoco digo que tuviera garantizado el éxito con una segunda parte… Pero prefiero que cada proyecto sea un reto que me ilusione y apasione, dejarme en él la vida”.
Ante la observación de que no hay nada malo en hacer sagas con los mismos personajes, dice: “Es que paso tres años dedicada a cada libro y quiero que sean gozosos, satisfactorios, ilusionantes e inspiradores. Por eso, en cada novela empiezo de cero y me hago una cápsula en la que vivo hasta que sale la novela”.
“No dejarse avasallar”
“Las hijas del capitán” aparece en el país justo cuando el tema de los abusos sexuales está arriba de la mesa chilena. Y de la española (caso La manada). Y de la estadounidense (casos en Hollywood). También el acoso está presente en la novela. La menor de las tres hijas del capitán, Luz, fue la víctima.
-Todo lo que le ocurre a la pequeña de las hermanas lo tenía escrito antes de que salieran a la luz las denuncias en Hollywood- explica Dueñas. “Me puse un poco en guardia al conocerlas, no quería que pensaran que yo era una oportunista trayendo a la historia este tipo de escándalos. La monja de la novela se lo dice al principio a las tres hermanas. «Sois las más vulnerables de la sociedad, porque sois emigrantes, pobres y mujeres, y con esos mimbres (antecedentes) estáis expuestas a todo».
Esa frase, en el libro, está dicha en 1930. Y el asunto sigue igual. “Pero ahora tenemos otra voz y la conciencia de que no nos tenemos que dejar avasallar. Dicho esto, lo lamentable es que los abusos y acoso continúan; por desgracia, es algo global y transversal”, cierra la escritora.