Por LUIS CASANOVA R.
Antes de amar de nuevo, llora un poco en silencio,
haz como hace la lluvia que lava tu ventana,
El sol no está tan lejos de tu alma vanidosa,
sólo que para verlo hay que abrir la mañana.
“Antes de amar de nuevo”, (1998).
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Horacio Salinas, guitarrista, compositor y director musical de Inti-Illimani entre 1967 y 2001, vive agitados días gracias a la presidencia de la Sociedad Chilena de los Derechos de Autor (SCD) y el premio “Orden al Mérito Docente” que le entregará el gobierno en compañía de otro crack de las cuerdas locales, Patricio Manns.
En conversación con Cambio21, el artista recalcó el legado cultural que deja la segunda administración de Michelle Bachelet y le pide a su sucesor, Sebastián Piñera, que “no se deje encandilar por la idea inmediatista y economicista en la gestión de su cartera”.
Como si fuera tan fácil en tiempos de guerra ideológica.
“Desdén histórico”
- ¿En qué momento de su vida lo pilla la entrega del premio “Orden al Mérito Docente y Cultura Gabriela Mistral”?
- Este reconocimiento, que agradezco con emoción y alegría, me sorprende cuando terminamos de festejar cincuenta años con el Inti-Illimani. No es poco y estos números llaman a una mirada al pasado, a los tiempos del surgimiento del grupo e incluso antes, porque para mí la actividad comenzó el año 1965, a los catorce, cuando integré la orquesta del Ballet Pucará y estudiaba guitarra clásica. No puedo no sentirme realizado y con algunas ideas en el tintero que espero se traduzcan en nuevas músicas. Por de pronto estoy escribiendo piezas para guitarra, que es el instrumento de mi vida.
- Más allá de los galardones, ¿cómo cree que se trata en Chile a los músicos y artistas nacionales?
- Es una historia de dulce y agraz. Hubo y hay que luchar mucho para hacer entender que existen músicos que han trascendido. Y esto el país debe comprenderlo afectuosamente. Se creía que la música importante solo se encontraba en la tradición académica, lo que es un error. Violeta Parra y otras expresiones populares son no solo de “utilidad pública” por así decir, sino que representan lo más interesante de la producción chilena hablando de música sin apellidos. Basta comprobar la curiosidad internacional por esas expresiones ligadas a raíces populares. Pero existe un desdén histórico que se ha ido superando con el énfasis que ha ido adquiriendo la cultura y el arte como una cuestión insoslayable para el Estado y su mirada del país. Sin esa visión estratégica del arte y la cultura como bienes a expandir será difícil hacer un país grande y próspero.
- ¿Qué le parece que se siga escuchando Inti-Illimani, Quilapayún, Los Jaivas e Illapu en medio de la invasión de otras corrientes musicales, como el reguetón y la bachata, que por lo general no aportan mucho cultural y artísticamente hablando?
- Bueno, al menos se escucha nuestra música. Y si eso ocurre es porque tiene un encanto, lo que no es poco para un artista. Además porque de seguro ya estamos en el ámbito de lo patrimonial y de la historia. Y sin historia y su reconocimiento no hay futuro.
- En 2012 usted y el Inti-Illimani Histórico fueron nominados al Grammy Latino junto a la cantante Eva Ayllón. ¿Hubo algún sentimiento encontrado por tratarse de uno de los íconos de la música popular de los Estados Unidos, país con el que no nos hemos llevado muy bien en lo político?
- Lo del Grammy Latino fue un asunto que agradecemos, para ser corteses, y no está mal ser escuchado y evaluado en cualquier rincón del mundo, pero la verdad es que para ganar esos galardones hay que ser famosos primero en México. Es muy difícil y lejano el Cono sur y su música de poesía y pulso musical más calmado. ¿Sentimiento encontrado? Ninguno. Al contrario, quizás llegará el día en que descubrirán el valor de quienes hacemos música por estos rincones del continente.
- ¿Hicimos las paces con Estados Unidos, digo por la influencia gringa que se palpa en Chile y en general con la buena relación institucional que hay con ese país, o usted cree que todavía existe un muro ideológico y valórico que hay que resaltar, más ahora con un presidente como Donald Trump?
- Tienes razón en el sentido de que se han limado asperezas en las relaciones y que -hay que decirlo- se cayeron muros que ayudaron mucho a eso. Estamos en otra historia. Pero hoy, paradojalmente, se habla con mayor pavor de la posibilidad del apocalipsis. Es curioso. Lo valórico es importante, que es pensar en no exterminar la tierra y no exterminarnos, pero tiene aliados hoy que ayer fueron enemigos. Basta con ver esta pugna en el centro de la política de Estados Unidos y del mundo donde la cuestión anterior ideológica del socialismo versus capitalismo imperialista quedó desplazada.
- ¿Qué recuerda de los conciertos de Inti-Illimani por Estados Unidos?
- Hemos tocado más de treinta veces en EE.UU. Tenemos un público que nos sigue apasionadamente. Algunos gobiernos de antaño nos prohibían la entrada, pero hoy es absurdo. Por lo demás, los públicos, así como los pueblos, no son culpables totalmente de sus gobiernos y el arte y la música no puede discriminar a nadie.
“Derecha poco ortodoxa”
- ¿Cómo cree que está terminando su gobierno la Presidenta Michelle Bachelet desde el ámbito cultural?
- Creo que no solo en el ámbito cultural existirá un balance positivo. Yo fui y soy bachelletista siempre. Orgulloso de la Presidenta. En lo cultural bien, aunque es siempre una urgencia que la cosa cultural nos deje con las ganas. Tenemos un Ministerio de las Culturas y sobre todo un aprecio desde el Estado de que es un asunto estratégico. Eso no lo podemos perder.
- ¿Qué espera usted de la nueva ministra de Cultura que designó Sebastián Piñera, Alejandra Pérez, para su segundo gobierno?
- Espero que defienda en el seno de su gobierno la cultura, las artes y quienes realizan estas importantes labores. Que no se deje encandilar por la idea inmediatista y economicista en la gestión de su cartera, porque siempre habrá que subsidiar, entusiasmar e impulsar el -muchas veces- trabajo sutil y delicado de los artistas. Le pediría a ella que haga lucir este país mostrando acá y en el extranjero las gracias de los chilenos, que son muchas, y que van desde el ballet a la música, el cine, el teatro, la literatura, la pintura, el artesanado, etc.
- Diversos analistas y dirigentes políticos dijeron en diciembre que el triunfo de Piñera ante Alejandro Guillier fue una victoria "cultural" más que política. ¿Es razonable ese planteamiento?
- A ver… soy de la idea que una etapa de vida política venía cerrándose impajaritablemente. El candidato Guillier entusiasmó poco. Creo que entre un aspirante poco convencido, o quizás poco político, la gente prefirió uno que conoce el negocio. Era muy raro tanto tironeo a un hombre que decía una cosa y al día siguiente otra. Hay de cultura ligada a la política que funcionó a favor de Piñera. Ahora, en el horizonte solo se avizora niebla todavía y el naipe se está barajando dejando atrás viejas alianzas. Este país es otro y el rol de los partidos tradicionales está en entredicho fuertemente.
- Tras la designación del nuevo gabinete de Piñera, que tiene un claro corte neoliberal, se afirmó que lo que viene ahora es una clara disputa ideológica ante la izquierda, lo que incluye ver a un gobierno de derecha aplicando a su favor algunas banderas de izquierda, como la gratuidad educacional y otros elementos. ¿Concuerda?
- Salvo sorpresas, tiendo a pensar que será un gobierno de derecha poco ortodoxo. Lo veo inclinándose hacia el centro y mirando con resguardo las cosas buenas que ha hecho el gobierno que se va. No veo espacio cultural para políticas antipáticas de derecha. Ojalá no me equivoque.
Santos y milagreros
- Florcita Motuda y Amaro Labra llegaron al Congreso y Jorge Coulón ha sido candidato a diputado. ¿Nunca se le pasó por la mente presentarse a algún cargo? Por lo menos su gestión en la SCD es un buen inicio...
- Son cosas incompatibles para mí. Esto me recuerda el caso de un amigo que pasó por una crisis de inspiración y fundó un sello discográfico. La política es una muy noble tarea que compete a los políticos. Para quienes bregamos por la música y la hacemos el tiempo de ocio es impagable, pues cargamos baterías. Eso mis colegas lo perderán y espero que ambas pasiones, si existen, no se afecten. Lo de la SCD es una labor part-time muy interesante y de gran importancia, pero en nada afecta mi dedicación y silencio que necesito para hacer música.
- A propósito de la SCD, ¿le ha tocado mucha pega desde su llegada al cargo en reemplazo de Álvaro Scaramelli?
- La pega necesaria para fortalecer la SCD, nuestra única agrupación que reúne más de nueve mil inscritos. Todo con un gran consejo de colegas, donde nos repartimos tareas y pensamos lo mejor para la música chilena y quienes la crean y ejecutan, amén de una mirada preocupada por la salud cultural de nuestro país.
- ¿Cuál es el sello que quiere dejar cuando termine su mandato en la SCD?
- Ese sello ya existe, que es el de dar valor a la música. Además que tenemos una posibilidad de acrecentar aún más la presencia de música chilena en las radios. Es un tema que hoy, a diferencia del pasado, nos une a los músicos y a los difusores. Me sentiría muy feliz si logro ayudar a que se cumpla.
- Con la mano en el corazón, ¿es rentable hoy dedicarse a la música, sea cual el género?
- Nunca lo ha sido mucho. Pero eso es poner la carreta delante de los bueyes. Mayoritariamente quienes se dedican lo hacen porque no tienen alternativa espiritual para soslayar lo que les dicta su necesidad más profunda. Nadie hace música para que sea rentable. Las cosas vienen por añadidura. Somos todos santos y tratamos de hacer milagros.
- ¿Por qué da la sensación de que los artistas consolidados tapan el resurgimiento de los nuevos talentos? ¿Es así o de frentón faltan exponentes de calidad?
- No, faltas espacios y cariños para que los músicos chilenos muestren su talento. Si apenas tenemos un 20 % que nos aceptan en las radios. Eso sí, por otro lado, si miramos con afecto nuestra historia musical, tendremos más posibilidades de inventar eslabones nuevos de esa cadena que vamos reconociendo.
- ¿Qué canción escrita por usted resume lo que está pasando hoy en Chile?
- Las canciones son casi siempre atemporales, cuando son buenas.