No faltará quién asegure que quizás es un poco exagerado asignarle a este diecisiete tal connotación. Que no se trata de derrotar a la dictadura y que las fuerzas tras el cambio estaban más unidas que hoy. Es posible, es más, es casi seguro que el símil busca destacar lo que se juega, algo más allá de quien llega a La Moneda, se juega avanzar o retroceder al pasado.
Hoy es un día muy especial: como hace 29 años, un nuevo Sí y No se enfrentan en las urnas
Por Mario López M.
De pronto pasamos tantas veces por un mismo lugar que nos olvidamos de fijarnos en el detalle, en aquello que en algún momento nos sorprendió o que nos inspiró. ¿A alguien le parece extraño que este 17 concurramos a las urnas? No, desde luego que no, es un derecho, dirán muchos, otros ni siquiera repararán en eso, porque nacieron bajo democracia, les parecerá parte del paisaje, siempre estuvo allí.
Pero no es así. La democracia, recuperar nuestra democracia costó vidas, sufrimientos, separación de familias en que algunos de sus miembros fueron lanzados al exilio, costo dolores, cárcel, vejaciones y torturas, muertes y desapariciones que hasta hoy se prolongan.
Tomar ese lápiz y ese papel para decidir el Chile que queremos no fue un regalo, fue una conquista, dolorosa gesta que aún no cierra todas sus heridas.
El 5 de octubre de 1988 un lápiz derrotó al dictador. Increíble para un pueblo subyugado por las armas. Hoy no hay al frente un dictador, pero sí una misma causa que aquella que nos motivó hace casi treinta años.
La ética, los derechos sociales conquistados, la dignidad de las personas, la libertad. Ayer la sometieron por las armas, hoy lo hacen a través de los abusos, el mercado, la letra chica, el embuste, armas tan dolorosas y lacerantes como las de antaño, tan o más letales, tan o más mortales.
En simple tuit retrató esta tarde parte de aquello que está en juego: “Le tuvieron miedo a la democracia, a la igualdad de los hijos, al divorcio, a la despenalización del aborto, a la diversidad sexual, a la gratuidad, a los inmigrantes, a los pueblos originarios, al respeto a los ddhh. No dejemos que su miedo nos robe nuestro futuro”, espetó Pablo Simonetti.
“Fachxs atacando en masa. Bot trabajando duro. Ni que eso fuera a cambiar y acallar lo más importante: NO A PIÑERA!”, tuiteaba Natalia Valdebenito… “Mañana se decide mantener con esfuerzo el timón orientado a un norte más humano, o retroceder en dirección al país de los depredadores, los codazos, el de mejores y peores, el del egoísmo como ideología”, escribía en redes sociales Jorge Baradit...
El propio Patricio Navia, adherente de Piñera lo retrata como a un "pillo", pero dice que no le importa. ¡Que no le importa! Se trata de quien busca ocupar la primera magistratura del país... y no le importa que lo haga un "pillo", como él mismo lo retrata.
Todos ellos, en redes sociales, en el trabajo, la universidad o la esqueina, apuntan a su manera a lo que está en el tapete… qué nos jugamos. Más que el triunfo de uno u otro, lo que está en juego es una mirada país, son los rostros de miles de señoras juanitas, de Pedros, de Juanes, de Marías, aquellos estudian gratis, los otros no quieren retroceder en sus derechos sociales, algunos sueñan con una pensión digna, muchos desean acceder a la salud de manera oportuna… sin tener que ver morir a un familiar porque la atención nunca llegó o porque fueron administrativamente eliminados de una lista para “cumplir metas”.
Eso hermana este 17 con aquel mítico 5 de octubre, la dignidad, el derecho de un pueblo a soñar y avanzar en justicia social… para todos, sin ideas políticas, por un Chile mejor. Por eso hay que ejercer ese derecho que se ganó con tanto dolor, defenderlo, perfeccionarlo… Quedarse en casa no es la alternativa.