El denominado "pánzer de la política" señala que "los llamados a una oposición unida desde la DC hasta el PC y el Frente Amplio aún son poco realistas"
El senador por Arica señala que "hay un retorno del pinochetismo en parte de la derecha"
Sobre Joaquín Lavín es lapidario: "No tiene una propuesta que ataque a fondo la desigualdad. La donación increíble del grupo Penta de 4 mil millones de pesos para becas en la Universidad del Desarrollo, aun ligada a Lavín, muestra a que sector de la política nacional representa"
Debe ser el político con más experiencia "política" en el Congreso. Ha sido subsecretario, ministro del Interior, Ministro Secretario General de la Presidencia, Canciller, cargos que ocupó en los Gobiernos de Eduardo Frei Ruíz Tagle y Ricardo Lagos.
Le tocó reemplazar varias veces al ex presidente Lagos quedando como Vicepresidente de la República. Fue secretario general de la OEA por 10 años desde el 2005 al 2015.
Pero su trabajo político comenzó cuando estaba en la universidad, muy joven. Cuando tenía 19 años fue Vicepresidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH) además Presidente del Centro de Estudiantes de Derecho de la Universidad de Chile.
Fue DC y luego se fue al Mapu. Tuvo que irse al exilio que lo vivió en Italia y en México. Y desde 1985 es militante del partido Socialista.
Y desde marzo de 2018 que es senador por la primera Circunscripción Arica y Parinacota, por el período 2018-2026. Es su primera incursión en el parlamento.
José Miguel Insulza no tiene la ansiedad de otros políticos. Sabe que en este oficio de la política "hay tiempos". Y en este tiempo busca la unidad de las fuerzas de oposición con miras a las elecciones de alcaldes, concejales y gobernadores del próximo año. Y espera que de esa unidad pueda emerger la figura presidencial para enfrentar a la derecha en dos años más, el 2021.
Y por qué no, que esa figura sea el mismo "pánzer" que ya ha demostrado su interés en ser candidato presidencial de la oposición...
Usted es uno de los pocos liderazgos en la centro izquierda que ha señalado su disposición a ser candidato presidencial... ¿Qué ocurre con los otros candidatos/as?
La premisa de la pregunta es equivocada. Cuando yo manifesté mi interés, varias otras personas (Ricardo Lagos Weber, Heraldo Muñoz, Ximena Rincón) fueron interrogadas por la prensa y manifestaron su interés. Pienso que, al igual que yo, no consideran que este sea el momento de ir más allá en el tema.
¿Por qué cree usted que no ha aparecido un liderazgo claro y nítido en la centro izquierda para enfrentar a la derecha?
Porque durante casi una década el único liderazgo indiscutible fue el de Michelle Bachelet y además la derrota de 2017 dejó bastante claro que existía una crisis de dirección en la antigua y la nueva coalición. En esas condiciones es difícil encontrar liderazgos transversales en una coalición que ya no existe.
¿Por qué -según las encuestas, sigue apareciendo Michelle Bachelet, punteando los sondeos de ese sector?
Como le he dicho, porque es el primer nombre que viene a la mente. La gente no está hoy muy interesada en la política y si alguien le pide nombrar preferencia contesta el primer nombre que conoce y recuerda. Aun no es tiempo de encuestas políticas serias; las únicas posibles son las que presentan una lista de nombres para pedir opinión favorable o desfavorable sobre cada persona, sin hablarle de candidaturas.
¿Hay una inercia y falta de decisión en su sector político para tomar el perfilamiento de una candidatura presidencial?
No es el momento aún. Queda mucho camino por recorrer para forjar una verdadera unidad de la oposición de centro izquierda. Si Ud. mira encuestas anteriores de periodos similares encuentra nombres que muy pronto desaparecerían sin dejar rastros.
Algunos hablan que existen varias oposiciones. ¿Qué piensa de esta idea?
Pienso que esa afirmación revela una realidad. Aunque en el Senado y algunas veces en la Cámara, trabajamos bien en común, eso no es aún una alianza ni un compromiso estratégico. Por lo demás, los llamados a una oposición integrada a una unidad desde la DC hasta el PC y el Frente Amplio son aún poco realistas.
Usted estuvo en varios cargos políticos, incluso llegó a ser Vicepresidente de la República. Pero nunca fue parlamentario. ¿Qué experiencia le deja ser Senador en este año de ejercicio en el cargo?
Aún disfruto de la novedad. Es interesante, aunque más alejada de la acción ejecutiva en la cual había hecho toda mi experiencia política. Me gusta el trabajo en Comisión y también el debate en Sala, a pesar de que muchas veces los discursos se repiten y, aunque haya claro acuerdo e incluso unanimidad, los y las Senadores quieren hablar para sus redes sociales. Eso hace que cada proyecto tenga un largo debate.
La derecha se ve más cohesionada para proponer a sus candidatos. ¿Cuál es el proyecto político?
Creo que el centro izquierda (principalmente la izquierda) ha desarrollado en los últimos años un programa social, un programa político y un programa valórico muy fuerte y consistente. Nuestras iniciativas han ido desde la reforma constitucional, la gratuidad de la enseñanza, a la regionalización, a la educación parvulario, a la igualdad de género, al matrimonio igualitario… y para que seguir. No es necesario crear un programa en estos planos, sino irlos desarrollando a medida que vayan aumentando los consensos en favor de una sociedad más justa en lo distributivo; más democrática en lo político; más liberal en lo valórico.
Pero al mismo tiempo, hemos olvidado algo que siempre fue esencial para los socialistas y para el centro izquierda: la política económica. Hemos dejado los temas del crecimiento a la derecha, que sólo sabe crecer a partir del retorno a las gastadas formulas neoliberales y hemos permitido que la economía siga basada en productos básicos minerales y agrícolas, hemos descuidado la innovación y hemos permitido que la monopolización de los mayores sectores de la economía. Hoy son cada vez menos y más concentradas las grandes empresas productivas, comerciales y financieras. Rechazamos todo esto, pero seguimos sin formular efectivamente una propuesta alternativa de crecimiento.
Usted estuvo trabajando en distintos gobiernos en el corazón de la Concertación. ¿Siente orgullo de haber trabajado en esos Gobiernos? ¿Porqué hay tanta crítica a esos Gobiernos desde su propio sector político?
La exitosa experiencia de la Concertación fue válida durante los veinte años en que transformó el país de muchas maneras: gran crecimiento económico, reducción sustantiva de la pobreza, ampliación de la democracia, ampliación de los servicios públicos, superación de los enclaves autoritarios, avances sustantivos en derechos humanos, por mencionar sólo algunos de los logros principales. Nunca he entendido las criticas y autocriticas sobre lo que no se hizo, porque no parten de la realidad que existía en 1990, cuando se inauguró el período democrático y no recuerdan los inmensos obstáculos que hubo que superar. En los jóvenes, que no vivieron la dictadura y no conocieron sus efectos, puedo comprenderlo; no así en una cierta izquierda pegada a las banderas del pasado, que parece no querer reconocer el profundo cambio en nuestra sociedad.
Pero el proyecto nacional que dio origen a todas esas realizaciones parece ya agotado. Hoy son otros los grandes desafíos y muchos de los nuestros parecen haberse quedado atrás sin reconocerlos; la evaluación de los primeros treinta años de democracia es importante, pero mucho más importante es tener propuestas coherentes de futuro.
¿Qué piensa del renacer de una extrema derecha que existe en el parlamento y que encabeza José Antonio Kast, movimiento desconocido desde la vuelta a la democracia?
El nacional populismo es un fenómeno global, que se desarrolla inicialmente en Europa y Estados Unidos y avanza luego en América Latina y otras regiones en desarrollo. La globalización generó más crecimiento, pero también acentuó la desigualdad entre y al interior de países y regiones.
La gran crisis de 2007 y 2008 fue un golpe duro para mucha gente en todo el mundo, más aún cuando vieron que el rescate iba dirigido solamente a los más poderosos, a las instituciones financieras y las grandes corporaciones, para “salvar el sistema”. A la indignación de los sectores medios, siguió el temor a la pobreza, a la violencia y el rechazo a la corrupción. La derecha populista ha sido más hábil en identificarse con el rechazo a esos males, atribuirlos a los que gobernaron todo el período anterior y revivir el pasado, revalorando incluso el autoritarismo. El fenómeno en Chile no es tanto Kast, sino el retorno del pinochetismo en parte de la derecha.
¿Qué le parece este primer año del Gobierno de Piñera?
Piñera fue hábil en dar la apariencia de un gobierno que llegaba con un sólido programa, con propuestas de fondo y listo para avanzar en grandes realizaciones. Esa apariencia duró pocos meses y aún están estancadas sus grandes propuestas. Y eso no ha sido por la oposición, que no ha rechazado aún ni una sola idea de legislar. El espacio de las grandes reformas prometidas ha sido reemplazado por medidas populistas como la ampliación del control de identidad, la admisión justa, el nacionalismo exacerbado, en medio de un lenguaje provocador que ofrece pocas posibilidades de oposición constructiva. La baja en la popularidad del gobierno debería apuntar hacia una línea de mayor entendimiento con la oposición, pero la fuerza del nacional populismo en sectores del bloque gobernante parece impedirlo
Usted fue canciller y jefe de la OEA. ¿Qué le parece la política exterior de Piñera que ha recibido decenas de críticas? ¿Se imaginó a un presidente de Chile en la frontera de países hermanos tratando que ingresen unos camiones con ayuda y que estos resulten quemados?
Hemos criticado fuertemente lo que vemos como un giro significativo en la política exterior de Chile. Después del éxito inicial en el juicio de La Haya el gobierno optó por rechazar acuerdos en materia de inmigración y medio ambiente, para luego abrazar las posiciones más intervencionistas en Venezuela. Aunque después del fracaso de la aventura de Cucuta el Presidente optó por declarar que rechaza el uso de la fuerza, el hecho es que hemos perdido toda posibilidad de jugar el papel que siempre ha tenido, de búsqueda de la paz y el acuerdo en los conflictos internacionales. Aún no es tarde para volver a nuestros principios en política exterior y seguiremos luchando por eso.
La derecha está jugada por Joaquín Lavín... ¿Qué opinión política tiene del candidato de la UDI?
No creo que toda la derecha esté jugada por Lavín; hay además Ossandon, Kast (dos Kast), Allamand y otros muy esperanzados, pero menos conocidos. Dicho esto, pienso que hoy por hoy Joaquín Lavín es el candidato con mejores expectativas en la derecha; su propuesta es muy similar a la de 1999, cuando el país pasaba por una crisis y el prometía muchas cosas concretas sin cambios de fondo. Hoy puede hacer y mostrar eso que se ha dado en llamar “conservadurismo compasivo”, en una comuna donde hay mucho dinero y pocos pobres; pero la realidad es que no tiene una propuesta que cambie el sistema monopólico que se ha ido generando y ataque a fondo la desigualdad. La donación increíble del grupo Penta de 4000 millones de pesos para becas en la Universidad del Desarrollo, aun ligada a Lavín, muestra a que sector de la política nacional representa.
¿Qué pasos se deben hacer para recuperar el apoyo de la gente para llegar a un nuevo Gobierno en 2022?
Lo primero es trabajar juntos, construir propuestas que unan a la oposición en la práctica, más que declaraciones de intenciones que no nos llevaran a nada. Nada une más que la acción política común sostenida. A partir de eso, debemos intentar enfrentar con un proyecto común la próxima elección regional y municipal. Si vamos cada uno por su lado no sólo vamos a perder, sino que demostraremos que no somos alternativa válida. A partir de esa primera prueba, debemos forjar, en muy amplio contacto con la ciudadanía, yendo más allá del inmediatismo y las redes sociales, una nueva propuesta nacional, en lo económico, lo política y los social, para luego decidir en primarias amplias quien será el o la candidata o candidato. Ojala para las municipales los partidos ya hayan presentado sus propias propuestas al respecto.
¿Si usted fuera el candidato de su partido, ¿el PS, como buscaría acercarse a la DC y a los comunistas?
No soy contrario a ninguna alianza que respete los principios democráticos y progresistas que hoy son el sello de nuestro partido. Ambas fuerzas han sido nuestros aliados en el pasado y no veo porque no pueden serlo ahora; pero debemos estar seguros de que esas alianzas no son solo de conveniencia y de que, una vez en el gobierno, seguiremos todos suscritos a un programa común. Si esas fuerzas no se entienden entre sí, no es el papel del PS hacer de “bisagra” entre ellas.