Oh I'm just counting

La Democracia Cristiana chilena y las exigencias de los tiempos. Por Ernesto Moreno, Sociológo

Presentación:                                          
                             En los últimos años, tanto gracias a la oferta de Cooperativa on –line y sus columnas  de Opinión, como a través de un par de publicaciones más extensas aparecidas en los cuadernos de Reflexión y Debate del Centro de Desarrollo y Comunidad (diciembre 2015), y el diario electrónico El Mostrador (4 de diciembre del 2016), he dado a conocer mis puntos de vista acerca de algunos aspectos de nuestra sociedad  y los “mandatos” que  de ella se derivan para la Democracia Cristiana y su rol en nuestro país.
                                                                                                             
En el tiempo transcurrido entre estas reflexiones y el momento en que escribo estas páginas, lo fundamental de lo planteado y mi visión acerca de la DC se ha reafirmado, siendo parte importante de ello el desarrollo y las características del segundo gobierno de la presidenta Bachelet, la propia crisis del PDC (particularmente los argumentos esgrimidos por las diferentes partes o grupos internos) y los primeros atisbos del gobierno de Piñera.
 
Asimismo, este par de años me han permitido acceder a nueva literartura y nuevos datos e informaciones sobre el país y latinoamérica, de manera de reforzar los antecedentes y el análisis acerca de los signos de los tiempos (Zeitgeist) que caracterizan el Chile de la segunda década del s.XXI. Es así que, a pesar de lo árido que a veces pueda resultar, he adjuntado una cantidad no menor de cifras y citas a lo largo de este trabajo, las que tienen como finalidad, precisamente, el fundamentar y apoyar cada una de mis reflexiones y afirmaciones.
 
En lo concreto, se ha podido llegar a establecer una matriz teórico-empírica, la que, a mi juicio, constituye un referente importante para cualquier intento de aproximarse a nuestra realidad.
 
De hecho, en un libro que he publicado recientemente, “Años de transformaciones. El segundo gobierno de Michelle Bachelet”, se usan también algunos de esos elementos  conceptuales y de diagnóstico que configuran una mirada sobre el país de las últimas décadas. La matriz es solo parcialmente semejante y se aplica a objetivos diferentes.
 
Habida consideración de lo señalado, vengo a continuación a proponer y compartir con nuestros camaradas (y con quien le interese), un análisis y conjunto de tesis en relación al rol que debería asumir  la democracia cristiana de frente y acorde con las exigencias que emergen del momento histórico concreto que nos toca vivir y que nos demandan y mandatan nuestros valores y principios.
 
Lo entiendo como un insumo, entre muchos otros, para las necesarias e imprescindibles reflexiones y decisiones que urge tomar como partido para el quehacer de nuestra organización en el presente y futuro.
Estimo que esta forma de presentación (vía tesis) es más fácil de seguir y permite separar los temas para su mejor consideración.
 
Metodológicamente, se va de lo más general hasta lo más concreto y específico, en el claro entendido que hay una clara relación y condicionamiento recíproco entre las diferentes afirmaciones y propuestas.
Por cierto, los contenidos de estas páginas son de mi única y exclusiva responsabilidad.

Tesis:                 
                                   
A lo largo del texto subyace una línea argumental que, de una u otra forma, se desagrega y especifica a través de las veinte y una tesis que se formulan.
Esta idea central que cruza esta presentación, sostiene que:
 
En el Chile de hoy, el PDC enfrenta una disyuntiva insoslayable para su futuro: asumir un protagonismo para las transformaciones necesarias e imprescindibles en nuestro país, mandatados y en coherencia con nuestros principios y valores (marco doctrinal-ideológico) o caer en una rutinización e inercia oxidante para nuestra organización, expresada en una acción política vacilante, que responde principalmente a lo lógica estímulo-respuesta, cuya racionalidad está precedida preferentemente por el mero cálculo electoral y cuyo resultado político inexorable es la administración y/o mantención del statu quo.
 
Tesis 1- América Latina y Chile se encuentran insertos en medio de una modernidad    globalizada y capitalista
La modernidad no ha sido la mera expansión o recepción pasiva de un tipo de sociedad con determinadas características socio-económicas y/o político-culturales (europea o norteamericana en nuestro caso), sino el encuentro entre redes y tramados institucionales diferentes, cuyo resultado ha dado lugar a variados y peculiares procesos modernizadores.
 
Una de estas peculiaridades la constituye el caso de América Latina. Podríamos decir que el continente latinoamericano se inserta en la modalidad conocida como las modernidades múltiples (Ver Sshmuel Eisenstadt: ¨Multiple Modernities¨. Daedalus 2000).
 
Teniendo claro que el tema de la modernidad latinoamericana trasciende con mucho los objetivos de este texto, digamos que de entre las particularidades que dicho proceso ha evidenciado en el continente, destaca la asincronía o desnivel entre las modernizaciones económicas por un lado y las socio-políticas y culturales por el otro.
 
Se trata del categórico énfasis que la modernización económica ha tenido por sobre y/o en desmedro de la modernización política y de la modernización cultural.
 
Es lo que los estudios de fines del s.XX y comienzos del s.XXI del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), ha denominado como las “paradojas de la modernización”, esto es, la tensión y contradicción entre los indicadores y cifras del desarrollo económico y los del desarrollo social, político y cultural.
 
El resultado ha sido una falta de armonía entre los tres ámbitos esenciales de toda sociedad: económico, político y socio-cultural, lo que ha impedido un desarrollo equitativamente distribuido (en otras palabras, el desequilibrio entre el mercado, la democracia y la secularización).
 
Ahora bien, las consecuencias, los condicionamientos y el impacto de la modernidad en el continente y en nuestro país, se ven acentuados y complejizados por el proceso de globalización, el que a pesar de tener una data histórica anterior, es evidente que se despliega de manera especialmente significativa junto con eclipsarse el s.XX
 
La globalización, con sus complejas aristas y contradicciones, altera los más diversos aspectos de la sociedad, desde el concepto de Estado-Nación, pasando por los modelos y formas de conocimiento, hasta los nuevos indicadores del espacio y el tiempo (en que la inmediatez y lo efímero se instalan como referentes de nuestras acciones).
 
Junto con las últimas décadas del s.XX, el proceso de globalización muestra como una de sus expresiones más significativas la llamada mundialización de la economía, la que a su vez cuenta con dos componentes que le dan su singularidad: la revolución tecnológico-comunicacional y la presencia de las trasnacionales.
 
Ya a fines de siglo, Ulrich Beck habla de los “gladiadores del crecimiento económico”, los que exigen múltiples condiciones favorables por parte del lugar donde van a “aterrizar”, en la mayoría de los casos con capital líquido-financiero, a la vez que uno de sus objetivos y motivaciones principales es no pagar impuestos. (Ver Ulrich Beck ¿Qué es la globalización?. Barcelona, Paidos 1998).
 
En palabras de Immanuel Wallerstein, emerge el concepto de  “economías del mundo”, específicamente “una economía-mundo” predominantemente capitalista, “una economía- mundo constituida por una red de procesos productivos intervinculados, que se pueden entender como cadenas de mercancías”.
 
“En esta cadena de mercancías la producción se basa en el principio de maximización de la acumulación capitalista”  (I. Wallenstein: “The polities of the world economy” Cambridge 1988, página 2).
A lo que Bauman agrega: “La rápida globalización y la creciente economía extraterritorial producen brechas cada vez más grandes entre los ingresos de los sectores más ricos y más pobres de la población mundial, y dentro de cada sociedad.
 
Además, hay porciones cada vez más grandes de la población que no solo se ven arrojadas a una vida de pobreza, miseria y destitución, sino que por añadidura se encuentran expulsadas de lo que ha sido socialmente reconocido como un trabajo útil y económicamente racional, convirtiéndose así en prescindibles en lo social y en lo económico” (Zygmunt Bauman: ”En busca de la política” Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires 2001. Página 184)
 
Todo ello fundado y atravesado por el predominio de la racionalidad instrumental en el actuar de las personas, de la que el sociólogo Max Weber ya nos indicaba su elemento definitorio, consistente en la utilización de cualquier medio disponible en tanto resulte eficaz para el logro de ciertos fines.
 
Esta racionalidad orientadora de nuestras acciones, se despliega y penetra los diferentes ámbitos de la sociedad, acompañada de un sistema de mercados, flujos de capital y tecnologías globales, inéditas en la historia de la humanidad.
 
 “El inicio del Siglo XX coincidió con el surgimiento de profundos procesos de transformación política, económica y social en América Latina. Sobre fines de los 90, la región había atravesado por un período de crisis de una magnitud sin precedentes producto de la aplicación de las políticas recomendadas por el llamado “Consenso de Washington”. Durante esta década, la fuerza del mercado, impulsada por el proceso de globalización económica, impregnó todos los aspectos de la vida del continente. Reducción del papel del Estado, privatización de empresas públicas, flexibilización laboral, desindustrialización, predominio del sector financiero y cesión de soberanía política y económica fueron algunas de las principales características de esta etapa”.
 
“A pesar del relativo éxito que por momentos mostró la propuesta neoliberal en la evolución de determinados indicadores macro-económicos (como una tendencia al crecimiento del PBI, el control de la inflación y el logro de una disciplina fiscal), los resultados de estas políticas fueron dramáticos para la mayoría de los latinoamericanos. El aumento de la desocupación, la desigualdad y la exclusión fueron una característica común a toda la región”. (Daniel Filmus:”Una década de transformaciones en América Latina”. En revista “Página 12”, CLACSO y Universidad Metropolitana de Educación y del Trabajo; Buenos Aires 2016, página 27)
 
Hay que afirmarlo sin temores, se está en presencia de una globalización capitalista, con un proceso de producción globalizado y en la que la ideología neoliberal aparece como la ¨natural¨ conductora de dicho proceso. Se trata, dicho de otra manera, de una economía capitalista que se ha mundializado.
 
Las dimensiones y los “porfiados hechos” acerca de esta globalización capitalista es graficada en el informe de OXFAM de enero del 2014 en que señala “ La mitad más pobre de la población mundial posee la misma riqueza que las 85 personas más ricas del mundo” y …”el 1% más rico de la población de China, Portugal y USA ha más que duplicado su participación en la renta nacional desde 1980”. (OXFAM es el Organismo internacional de apoyo al desarrollo y necesidades, constituido como confederación internacional de 17 Organizaciones No Gubernamentales y uno de cuyos objetivos centrales es superar la pobreza. Fue creado en 1942 en Oxford)
 
¿Alguien podría desconocer que en los últimos 40 años el capitalismo se desplegó por el mundo infiltrándose en nuevos espacios y regiones, como es el caso de Asia, con significativas influencias sociales, políticas e institucionales? (El caso de China es paradigmático al respecto).
 
Tesis 2- Al hablar de neoliberalismo como modelo que encarna por excelencia la globalización capitalista, no estamos hablando de una abstracción o concepto de moda, sino que nos referimos a opciones y acciones políticas concretas en lo socio-económico y cultural, que se despliegan e instalan en diversos países en las últimas décadas del s.XX y comienzos del s. XXI. Nuestro país no es una excepción al respecto.
 
Hitos fundamentales al respecto, son la crisis del petróleo en 1973 y sus repercusiones; el llamado Consenso de Washigton patrocinado por el FMI y el BID y los gobernantes portavoces de esta nueva política, Ronald Reagan y Margaret Tatcher cuyos gobiernos van, respectivamente, entre 1981- 1989 y  1979-1990 (aún resuena la emblemática frase de Tatcher “la sociedad no existe”……). Todo ello, con el respaldo ideológico-académico de los líderes de la llamada Escuela de Chicago, el monetarista Milton Friedman y Gary Becker con su trabajo, no siempre mencionado, ”El enfoque económico del comportamiento humano”, (“The economic Aproach to Human Behavior” Becker, G. S. 1998. University of Chicago Press), en que instala un economicismo extremo que penetra e infiltra todas las actividades y ámbitos de la vida humana. El broche de oro de esta arremetida neoliberal, lo constituye la caída del muro de Berlín en 1989 y el fracaso de los llamados socialismos reales.
 
En América Latina, y particularmente en el caso de Chile, la dictadura militar instala dramática y sangrientamente, y con la asesoría de los llamados Chicagos Boys, las propuestas de sus próceres intelectuales, que en este caso son, por cierto Milton Friedman, pero se agrega el economista austríaco Friedrich von Hayek, dos de los principales ideólogos del neoliberalismo.
 
Este modelo domina la economía chilena sin desmedro de los vaivenes experimentados en su implementación en el país. Es así como muchos recordamos y vivimos la crisis económica del 82 en que la recesión mundial impacta severamente la economía nacional, fundamentalmente dependiente del sector externo, provocándose un desempleo de 23,7%, una reducción del PIB en 14%, la devaluación del peso por parte del gobierno en 18%, la intervención de varios bancos y la licitación de algunas emblemáticas empresas, tales como chilectra (electricidad) y la Compañía de Teléfonos. Esta crisis tiene su punto de inflexión con la llegada de Hernán Büchi al Ministerio de Hacienda el 12 de febrero de 1985, en que del “integrismo” más radical neoliberal, se pasa a una cierta flexibilización de las políticas económicas.(Ver “Crisis Económica 1982”  y  “Transformación Económica Chilena entre 1973 y el 2003” en Memoria Chilena. Biblioteca Nacional).
 
La ideología neoliberal se caracteriza por una destemplada descalificación y crítica a lo que había sido hasta los años 70 el rol del Estado en la economía, particularmente en los llamados Estados de Bienestar.
 
Su consigna ariete es la inherente ineficiencia del Estado en la producción y administración de bienes y servicios, frente a la ¨garantizada¨ eficacia y ecuanimidad de los grandes empresarios y propietarios del capital para producir dichos bienes, en las proporciones adecuadas a los consumidores que las necesitan y, por cierto, bajo la convicción de que el mercado los distribuirá óptimamente, lo que sin duda es una falacia dogmática ya que lo que “indica” el mercado es muy distinto a lo que quieren la mayoría de la gente.
 
Todo neoliberal  “que se precie de tal” debe denunciar al Estado y a las filosofías que le dan sustento; la demonización del Estado corre paralelo al carácter omnisciente o ¨sábelo todo¨ que le atribuyen al mercado. Dada la incapacidad endémica que le endosan al Estado como ente tergiversador de la actividad económica libre, éste es marginado de la actividad económica en beneficio del rol plenipotenciario del mercado.
 
El mecanismo de funcionamiento del modelo socioeconómico es reforzado por una no disimulada arrogancia cultural (con atisbos de filosófica) consistente en postularse como el modelo más racional, el más prudente y equilibrado, el que se basa en principios y certezas científicas (económicas por cierto), el que da oportunidades a todos, en que el fracaso no es consecuencia del sistema o modelo sino de las ineptitudes  personales y en el que toda crítica o propuesta de modelo alternativo es descalificada por ser ideológica y/o política.
 
“Quien fracasa en la sociedad neoliberal del rendimiento se hace a sí mismo responsable y se avergüenza, en lugar de poner en duda a la sociedad o al sistema. En esto consiste la especial inteligencia del régimen neoliberal. No deja que surja resistencia alguna contra el sistema¨.
 
¨Ya no trabajamos para nuestras necesidades. El capital genera sus propias necesidades, que nosotros, de forma errónea, percibimos como propias¨…….¨El capital se erige en una nueva trascendencia , en un nuevo amo. La política acaba convirtiéndose de nuevo en esclavitud. Se convierte en un esbirro del capital¨. (Byung-Chul Han: “Psicopolítica”. Herder 2014. Págs. 18 y 19).
 
Los elementos más recurrentes y definitorios del neoliberalismo, y que en el caso chileno se ilustran muy bien son:
-          Rol desproporcionado de la especulación financiera
-          Rol omnipresente y hegemónico del mercado en diferentes ámbitos de la vida social y económica, junto a la ya comentada demonización del Estado.
-        Instalación y difusión de una cultura que motiva al consumismo, individualismo y competencia exacerbada.
 
-          Privatizaciones que se concentran importantemente en los recursos naturales (sector minero, educación, pesca moderna, madera y electricidad, entre otros).
-          Desequilibrio entre el capital y el trabajo. Además de la mínima posibilidad negociadora que tienen los sindicatos, el empresariado ha sido ostensiblemente beneficiado para  usar y abusar en el ámbito primario-exportador, a la vez que se le ha facilitado el camino para acceder sin mayores limitaciones a nuevos espacios y nichos donde pueden enriquecerse aún más.
 
(La Fundación Sol ha señalado para nuestro país que entre 1995 y el 2015, la productividad del trabajo, esto es, el PIB dividido por horas trabajadas, ha aumentado en un 90%, mientras que las remuneraciones solo se han incrementado en un 20%, lo que da una ganancia de 70% directa para los empresarios).
 
-          El empresariado se auto-atribuye su rol imprescindible y por sobre el resto en el desarrollo del país. La vía exportadora se define como el elemento clave del crecimiento macroeconómico.
-          El fin superlativo es el crecimiento económico, del cual depende, “vía chorreo”, el mejoramiento del resto de la sociedad. Este crecimiento se busca bajo una estricta racionalidad instrumental, esto es, sin importar para ello los medios usados.
-          Promueve, en los hechos, una sociedad económico-céntrica, estos es, la economía está por sobre y mandata a la política. (Lo que es doblemente preocupante cuando uno recuerda la sentencia del premio Nobel y economista norteamericano Paul Krugman en una conferencia dictada el año 2009 en la London School Economics  refiriéndose a la economía del último tiempo ” (ha mostrado ser) espectacularmente inútil en el mejor de los casos y extremadamente perjudicial, en el peor”.
 
Tesis 3- Con posterioridad al inicio de la exitosa transición a la democracia llevada a cabo por la Concertación de Partidos por la Democracia, encabezada brillantemente por nuestro camarada Patricio Aylwin y junto con la primeras décadas del s.XXI, comienza a ser evidente que la fórmula y/o ecuación crecimiento con igualdad fracasa.
 
En relación a esta afirmación y a lo que se señalará en los próximos párrafos, surge como necesario corregir un juicio negativo que suele emitirse, el que consta de un cierto error “espacio-temporal”. Se trata de la crítica que se nos hace a quienes cuestionamos el sistema socio-económico predominante en Chile en las primeras décadas del s. XXI, lo que se califica rápidamente como una ingratitud y/o una manera de soslayar la obra de la Concertación en la transición y reconstrucción democrática.
 
Claramente esto no es así y, tal como se sostiene en este trabajo, el significativo rol de la coalición política jamás ha estado en cuestión, sin embargo, junto con el nuevo siglo, se aprecia un punto de inflexión dado por los excesos y abusos del modelo neo-liberal que se convierte en un verdadero fagocitador de la justicia social y de la práctica del bien común que muchos chilenos aspiran a que sea parte de una mejor y más profunda democracia.
 

En efecto, si se tiene como referencia la dictadura militar y sus implicancias, a partir de 1990 el país entra en un nuevo período y ciclo histórico. Se trata de enfrentar severos problemas ligados a la pobreza, a lo político-institucional y a lo socio-económico, tarea que le toca llevar adelante a la coalición política de la Concertación de Partidos por la Democracia.

Durante los gobiernos encabezados por esta coalición, el país tiene logros y cambios claramente significativos, los que se expresan, entre otros, en la instalación de una nueva institucionalidad  con todo lo que ello implica después de una dictadura de 17 años; un significativo proceso modernizador; la inserción de Chile en la globalización; la reducción significativa de la pobreza (de 45% en 1989 a  13,6% el año 2006); un rol protagónico de la mujer como jefa de hogar y posicionada importantemente en el ámbito laboral; los derechos humanos amplian su horizonte; una mayor masificación y acceso a las tecnologías de la información; cientos de jóvenes chilenos ingresan a la universidad, siendo gran parte de ellos la primera generación de estudiantes de nivel superior en sus familias, lo que sin duda crea condiciones favorables para una eventual futura movilidad social ascendente, (la que no siempre ocurre), a la vez que se observa la emergencia de un numeroso estrato medio asociado al mejoramiento de la calidad vida de muchas personas.
 
Sobre esto último, soy de los que piensa que se trata, en gran medida, de un estrato medio “mentiroso”, dado que la movilidad social que lo origina es principalmente vía consumo, pero, bajo el expediente de deudas en tarjetas de crédito y otros similares y con ingresos claramente por debajo de su compromisos de endeudamiento, con todas las implicancias y fragilidad que esto significa para su mantención de status. Este “nuevo estrato medio”, está compuesto por grupos urbanos, con cierto arribismo e impregnados de una cultura individualistas y sin mayor preocupación por un proyecto país o de bien común. A ello hay que agregar, como han revelado distintos estudios, que un tercio de la población ocupada está en el sector servicios (muy lejos de lo que pasa con estos mismos estratos en las sociedades post industriales o del conocimiento); el otro tercio de los trabajadores son manuales, de los cuales aproximadamente un 20% no tienen calificación.
 
Los estratos más bajos están compuestos por trabajadores manuales con y sin calificación, más pequeños propietarios y trabajadores agrícolas, los que en conjunto son el 47% de la población.
 
(Sobre los antecedentes de los párrafos anteriores, ver “De qué hablamos cuando decimos clase media. Perspectivas sobre el caso chileno” de Emmanuelle Barozet y Vicente Espinoza. Universidad Alberto Hurtado, Agosto 2009 y “Los chilenos bajo el neoliberalismo. Clases y conflictos sociales”, de Giorgio Boccardo y Carlos Ruiz. El Desconcierto y Fundación Nodo XXI, Santiago 2014)
 
Ahora bien, en las primeras décadas del s.XXI y más allá de los avances experimentados por el país, se observa un fracaso objetivo en la ecuación crecimiento con igualdad, postulada por la coalición política de gobierno (la Concertación). Se asumió, no en los discursos sino en los hechos, que lo esencial es el crecimiento económico, que éste depende fundamentalmente de la iniciativa privada (con importante presencia de capitales extranjeros) y que el Estado sólo juega un rol frente a las ¨eventuales imperfecciones¨ del mercado, sin ninguna participación importante en el desarrollo, salvo la implementación de políticas focalizadas de protección para los grupos y sectores más postergados por el propio modelo socio-económico.
 
Diferentes estudios nacionales e internacionales comienzan a mostrar que el mayor crecimiento alcanzado en la última parte de los 90 y comienzos del 2000, es consecuencia preferentemente de las condiciones internacionales, de los precios muy favorables de nuestro commodity (el cobre) y, sobre todo, a costa de una agresiva concentración de la riqueza y una tremenda desigualdad.( De hecho Chile es uno de los países en que los commodities juegan un rol crucial y ha sido caracterizado como un país rentista –extractivista, en que, solamente el año 2014, el 57% de las exportaciones tienen su origen en la minería).
 
A la altura de diciembre del 2015, el Banco Mundial entrega los resultados de un estudio en que se señala que los 5 países más desiguales del mundo son africanos, SEGUIDOS por 5 países latinoamericanos, entre los cuales se encuentra Chile con un coeficiente de gini de 50,5.
 
 (El coeficiente de Gini es un procedimiento internacionalmente validado para medir la mayor o menor desigualdad de los ingresos de un país. Un valor de este coeficiente de 0 es la perfecta igualdad y un valor de 1 es la máxima desigualdad. Su nombre se debe a su mentor del mismo nombre, el italiano Corrado Gini).
 
La concentración de la riqueza a estos niveles, constituye un hecho que tiene un escaso o ningún parangón en nuestra historia. Esto queda de manifiesto en la interesante publicación: ¨Luksic, Angelini, Paulmann, Matte y Piñera: cada uno de ellos gana lo mismo que un millón de chilenos¨, se señala que estos cinco personajes son nombrados en la revista FORBES como parte de la elite mundial más rica. Concretamente, ellos acumularían, en conjunto, los ingresos equivalentes a aproximadamente seis millones de chilenos. (Publicación cuyos autores son López, Figueroa y Gutiérrez, aparecido el 2012 y publicado por CIPER).
 
Es este grupo y varios más, perteneciente al gran empresariado, quienes aprovechando los tratados de libre comercio y las políticas económicas implementadas en el país las últimas décadas, establece vínculos con sus pares (grandes empresarios) y dan lugar en dicho tiempo a los conocidos holding que pasan por encima y hacen desaparecer al pequeño y mediano empresario, junto con la jivarización y paulatino desaparecimiento de la industria nacional.
 
El empresariado ha sido desproporcionadamente beneficiado para usar y abusar en el ámbito primario-exportador, pavimentándosele el camino para instalarse y controlar nuevos nichos de incrementación de su capital: fondos de pensiones (AFP), educación, minería, etc. Como lo ha demostrado la Fundación Sol en numerosos trabajos que pueden consultarse en su página electrónica, el empresariado, a diferencia de los trabajadores y el movimiento sindical, se ha ido fortaleciendo y actuando monolíticamente, auto-atribuyéndose un rol crucial en el desarrollo del país. La propia Fundación Sol ha señalado que entre 1995 y el 2014 la productividad del trabajo (PIB dividido por las horas trabajadas) ha aumentado en un 90%, pero, las remuneraciones y/o salarios solo se han incrementado en un 20%, lo que da una ganancia de 70% directa para los empresarios.
 
Tesis 4- Dos componentes corrosivos y agentes socavadores infiltran y van debilitando la democracia chilena junto con la aurora del nuevo s. XXI : a) los bajos  y críticos niveles de participación cívico-ciudadana y b) la agresiva desigualdad
a)     Una mayoría significativa de este país se siente un paria en relación a las decisiones fundamentales que definen el proyecto de sociedad. Para decirlo en lenguaje popular, hay una “cocinería” en acuerdos relevantes respecto a lo socio-económico e institucional, lo que significa, en concreto, que esos acuerdos son tomados en círculos cerrados y por unos pocos, sin dar espacios ni canales concretos para que la ciudadanía diga su palabra.
 
Refuerza esto y aumenta la impotencia de muchos, el constatar la recurrente mimetización entre los distintos partidos políticos de todo el espectro, sobre cuestiones con relevancia para el futuro, en las que se evitan las discusiones de fondo y surgen “consensos” mal entendidos y/o acuerdos prácticos y superficiales, develando una verdadera coaptación y un efecto succionador por parte de las políticas y visiones neo-liberales.
 
Lo mencionado en los párrafos anteriores, ha derivado en una frustración ciudadana, con la consecuente y tantas veces mencionada desafección con la política y sus implicancias.
Los chilenos aspiran a convertirse en verdaderos protagonistas y sujetos actores de su futuro
 
b)  Será Rousseau (1712-1778) quien en su famoso discurso “El origen de la desigualdad”, en junio de 1754, aborde por primera vez de manera extensa y elocuente el tema de la desigualdad en la sociedad.
En una afirmación temerraria y “escandalosa” para la época, el filósofo de origen suizo, identifica a la propiedad privada como el principio de la desigualdad entre los hombres y denuncia y se opone a que “un grupo de personas estén rebalsados de abundancia, mientras que la multitud famélica carece de lo necesario”.
 
Posteriormente, la revolución francesa de 1789 deja abierta la discusión y reflexión acerca de los condicionantes y elementos que subyacen al tema de la igualdad- desigualdad, lo que se desplazará definitivamente por el mundo con la modernidad.
A partir de esos siglos y hasta llegar a las primeras décadas del s.XXI, la desigualdad social se ha convertido en un tema de gran controversia y ha sido abordada por múltiples autores y teorías.
 
De entre las múltiples aristas que tiene este tema, cuestión que trasciende el objetivo de estas páginas, lo que sí se puede afirmar es que la desigualdad implica, tiene que ver y/o se expresa a través de dos líneas y ámbitos: a) la distribución y acceso a bienes y recursos socio-culturalmente significativos y b) los criterios y medios a través de los cuales se distribuyen dichos bienes y recursos y quiénes reciben qué.
 
No se trata de desigualdades “naturales”, sino de una construcción social que cuenta con normativas y valores culturales que la avalan y sustentan.
En el caso de Chile en las últimas décadas, ha habido una flagrante y desproporcionada apropiación de los bienes sociales, la que ha tenido su correspondiente y negativa influencia en los marginados a este acceso y distribución, lo cual, a su vez, ha quedado de manifiesto en las respectivas trayectorias e historias de vida de los individuos y sus relaciones con los otros.
 
Tesis 5- Diferentes estudios y reacciones de la ciudadanía permiten afirmar que Chile se ha convertido en un ejemplo mundial de una sociedad de desiguales, caracterizada por una situación de clara injusticia social y de una concentración de la riqueza inédita en la historia del país
 
 (Varios de los datos y cifras que se entregan están tomadas de distintos estudios y datos publicados por la Fundación Sol con sede en Santiago de Chile: www.fundacionsol.cl/)
 La última encuesta Casen 2017, si bien es cierto establece que la pobreza y la extrema pobreza disminuyen más de un 8% y un 2,3% respetivamente en relación a la encuesta del 2015, sus conclusiones nos enfrentan nuevamente al espejismo de una medición que se refiere específicamente a los ingresos.
 
En efecto, cuando se amplía la medición, incluyéndose otras variables y/o indicadores como educación, salud, seguridad social, vivienda y otros, las cifras no muestran alteraciones en relación al 2015, observándose un índice de pobreza multidimensional de 20,7 (el 2015 fue 20,9). Asimismo, la desigualdad sube, lo que queda demostrado por un coeficiente de Gini de 0,501, en comparación con el 0,493 del 2015. Mucho más preocupante aún, resultan ser los datos sobre la concertación de la riqueza en que si el 2015 el 10% màs rico del país obtenía 33,9 más ingresos que el más pobre, AHORA, en el 2017, esta cifra se incrementa al 39,1.
 
Al respecto, hay que recordar que, en el ámbito de la estratificación social y tal cual lo expresa el economista indio Amartya Sen de la ONU, las extensiones y desplazamientos de la desigualdad van más allá de la distribución del ingreso y se acentúa y refuerza a modo de círculo vicioso, en variados ámbitos de la sociedad: acceso a una buena educación; acceso a una salud digna y oportuna; acceso a la recreación; acceso a una adecuada seguridad ciudadana; acceso a tecnologías de punta, etc. Esto es lo que sucede precisamente en nuestro país.
 
En palabras de Thomas Piketty,”la redistribución moderna no consiste en transferir las riquezas de los ricos a los pobres, o por lo menos no de manera tan explícita; reside en financiar servicios públicos e ingresos de reposición más o menos iguales para todos, sobre todo en el ámbito de la educación, la salud y las jubilaciones” (Thomas Piketty: “El capital en el siglo XXI”. Fondo de Cultura Económica, México 2014. Página 528).
 
 
La encuesta suplementaria de ingresos disponibles del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), señala que el sueldo promedio de la población económicamente activa el año 2017 está en torno a los 554 mil pesos, Obviamente, si este es el promedio, resulta evidente que la concentración de la riqueza denunciada por diferentes estudios, se expresa en que pocos ganen mucho y muchos ganen poco.
 
El 1% más rico del país  (unas 120.000 personas), tienen un promedio de ingreso mensual de  8, 1 millones de pesos, mientras que el sueldo mediano es de 350 mil pesos, lo que estadísticamente significa que al estar dicho sueldo en la mitad de la distribución de todos los salarios, la mitad de los trabajadores y trabajadoras ganan menos de este monto.
 
A la altura del 2016, Chile tienen 1 millón de personas subcontratadas; 700.000 subempleados que trabajan menos de 30 horas semanales (cifras también del INE). Todo ello en medio de una matriz productiva que no puede crear empleos de calidad que se sostengan en él  y de un universo de trabajadores que dadas las reglas y condiciones, no pueden reivindicar parte de la riqueza que generan las empresas laborales.
 
Mención aparte merecen los casos de “abusos sistemáticos de parte de los abusadores¨, los que siguen realizándose hoy en día con nuevas modalidades y subterfugios. Los casos más emblemáticos han sido las Aseguradoras de Fondos de Pensiones (AFP) con ganancias altísimas durante 32 años, administrando aproximadamente 160 mil millones de dólares - el 60% del PIB- en contraste con las jubilaciones de los trabajadores que al jubilar reciben menos de $250.000 mensuales; la ya consabida colusión de las Farmacias en la venta de remedios y adjuntos, ámbito especialmente sensible para la gente modesta; el negocio y lucro a costa de una educación de regular o mala calidad; el aumento arbitrario y sostenido en el cobro de las Isapre, junto a una insuficiente salud pública y las condiciones claramente desfavorables de negociación y seguridad laboral a que están sujetos los trabajadores.

Paralelamente, se observa una presencia de empresas extranjeras y la concreción en las últimas décadas de privatizaciones que han cercenado al país de bienes fundamentales y cuyas ganancias son un exceso, impidiendo el ingreso a las arcas nacionales de enormes cantidades de dinero, que podrían solucionar importantísimos problemas sociales.

Un caso emblemático lo constituyen las grandes empresas de la minería del cobre, como lo ilustra categórica y dramáticamente un muy buen estudio titulado “Nuevas Estimaciones de la riqueza regalada a las grandes empresas de la Minería privada del Cobre: 2005 -2014”, de Gino Zerene, Simón Accorsi, Ramón López y Eugenio Figueroa Figueroa. Domumentos de Trabajo 435 Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile. Diciembre del 2016.
 
Estos autores denominan “renta regalada” por Chile a la gran minería en manos de empresas privadas, a las ganancias de éstas, las que terminan siendo un despropósito en comparación con las labores para mantener los niveles de inversión y producción. En efecto, una vez los impuestos pagados, la gran minería privada obtiene como “renta graciosa apropiada” (denominación que le dan los autores), la cantidad de 120.500 millones de dólares para el periodo 2005-2014, lo que equivale a 12.000 millones de dólares anuales, en promedio.
 
Esto, a su vez, corresponde al 5,4% del PIB y al 24,4% del gasto público de los mismos años en estudio. Los autores sostienen que en el commodity más importante del país y dadas las normativas que rigen dicha actividad y que perjudican severamente al Estado chileno, el país ha “regalado” a las mineras que explotan nuestro cobre 120 mil millones de dólares solo en la última década.
 
Para tener una dimensión más exacta de lo que esto significa, los autores colocan un ejemplo  (a precios de octubre del 2016), en el que señalan: “el costo de un hospital complejo y de alta calidad de prestaciones y servicios, como el Hospital El Carmen de Maipú, es de USD 155 millones aproximadamente. Esto implica que, con el total de la renta graciosa apropiada por la GMP-10 en el período 2005-2014, se podrían construir 778 hospitales como éste”.
 
Los diferentes antecedentes anteriores hay que considerarlos, además, en medio de una sociedad en que el endeudamiento es una amenaza y preocupación de corto plazo por sus consecuencias. Según el economista Marco Kremerman de la Fundación Sol. “De las personas mayores de 18 años de edad, 81% están endeudadas. Entre ellas, 4,3 millones ni siquiera pueden pagar sus deudas” (ya que el 75% tiene ingresos mensuales menores a 500 mil pesos). En los años 2013-2014, está tendencia ya se daba en porcentajes relativamente similares. (Ver Panoramas News, del 1 de mayo del 2018) .
 
Tesis 6- Se está en presencia de una “re-edición”, con más cosmética y algo mimetizada, de la violencia institucionalizada denunciada por los obispos latinoamericanos en Medellín hace 50 años , la que esta vez interpela y provoca a diferentes y variados individuos que se van sintiendo progresivamente abusados, excluidos, frustrados en sus demandas y algunos con sus identidades intimidadas. Esto deriva y se expresa en una diversidad de grupos y sectores que pueden ser considerados formando parte de conglomerados y/o  frentes, cada uno de los cuales se siente en posiciones y opciones antagónicas a los grupos de poder y a ciertas instituciones.
 
En efecto, desde hace algunos años, comienza a surgir en el país una cierta toma de conciencia por parte de diferentes actores sociales y grupos acerca de las situaciones de abuso y la desproporcionada concentración de la riqueza. La gente vive en medio de inseguridades vitales importantes, con redes de protección estatales muy mínimas, sintiendo que cualquier enfermedad o hecho no previsto convierte a su familia en una situación de pobreza extrema o indigencia.
 
En el Latinobarómetro del 2018, una minoría de los chilenos, un 42%, se manifiesta satisfecho con la democracia , un 41% dice que hay grandes problemas con la democracia, a lo que hay que agregar un 6% que simplemente señala que no es democracia. Asimismo, el 74% de los chilenos cree que se gobierna para unos cuantos grupos poderosos en su propio beneficio y solo un 8% tiene la percepción que la distribución de la riqueza es justa, cifra muy significativa, sobre todo si se la compara con la tasa latinoamericana que es de un 16%.
 
En esta misma medición del 2018, solamente un 17% de los chilenos tienen confianza en el Congreso (baja 5 puntos en relación al año anterior) y un 14% en los partidos políticos, manteniéndose igual que el 2017.
El mismo Latinobarómetro, pero del año 2017, revela también que los conflictos que se reconocen como más fuertes en el país son entre ricos y pobres con un 78% de menciones (en América Latina el promedio de menciones es 76%) y entre empresarios y trabajadores con 75% de menciones.
“Si observamos el sistema político nos damos cuenta que asistimos a una gran paradoja que supone el cuestionamiento mismo de la vida política y social: por un lado la democracia se ha extendido por doquier de manera espectacular. Tras la caída del muro de Berlín ya casi todo el mundo-con excepción del mundo árabe, de África y parte de Asia- es democrático. La democracia se ha convertido en el régimen político dominante. Nunca como hoy la democracia tuvo tan extenso reconocimiento. Pero, por otra parte, se empieza a ver la impotencia e impostura de ese reconocimiento democrático. La desigualdad social no ha dejado de crecer.”
 
”El 10% de la población rica es cada vez más rica y en contraste crecen las bolsas de pobreza, la precarización del trabajo y el número de gente, jóvenes sobre todo, sin expectativas de empleo. Todo esto sucede en un marco democrático y de triunfo de las finanzas” (José María Mardones; 1999. “Sociedad Moderna y Cristianismo”. México. Nueva Espiritualidad, página 9).
 
Diversos movimientos estudiantiles, manifestaciones callejeras y protestas ante determinadas situaciones, terminan en actos de violencia y conductas destructivas, los que no solamente puede explicarse por la infiltración en dichas marchas y actos de “cierto lumpen” o “delincuentes”, sino que también constituyen, sin duda, una expresión de rabia y resentimiemto acumulados por sistemáticas frustraciones en diversos ámbitos de la vida.
 
Tesis 7- Para los DC, el tema de superar la desigualdad es un tema fundamental de estos tiempos, porque en ello se juega uno de los requisitos esenciales de la justicia social. No se trata de postular una igualdad total, lo que sería muy necio, pero sí de superar la enorme desigualdad actual y la injusticia que hay detrás de agresivas diferencias.
 
En enero del 2018 (este año) la prestigiosa organización internacional Oxfam, que trabaja contra la pobreza y ayuda a diferentes necesidades en el mundo, denunció que la cantidad de millonarios que tienen la mitad de la riqueza del mundo, alcanza a 17 personas. Agregando que la fortuna de solo 26 millonarios equivale a lo mismo que tienen las 3.800 millones más pobres del planeta. Este dato que es una agresión al mundo, tiene sus expresiones similares en diferentes partes del mundo, dando origen a uno de los problemas más urgentes y dramáticos de la actualidad: la desigualdad.
 
Nuestro país ha terminado también formando parte de este “club de desiguales”. De manera muy elocuente esto queda graficado por el destacado economista chileno y profesor de Cambridge, Juan Gabriel Palma, quien señala que “ a pesar de algunos avances en temas como la pobreza, sólo unos pocos países en el sur del África tienen una desigualdad aún más obscena que la nuestra. Según el Banco Mundial, entre los 20 países más desiguales está la mayoría de América Latina (AL), incluido Chile − con Colombia y Brasil peor que nosotros”. (En entrevista dada a The Clinic el 22 de noviembre del 2018).
 
Nada justifica este hecho mundial, como tampoco nada justifica las diferencias de ingresos en la sociedad chilena que ya han sido precisadas. Ello constituye un aberrante expediente para atropellar el valor y respeto por la persona humana, así como una distorsión fragrante a una de las condiciones básicas del bien común.
 
El lamentablemente desaparecido economista inglés Anthony Atkinson, gran estudioso de este problema, ha desarrollado y precisado algunas de sus implicancias y desafíos.
 
Uno de estos desafíos es desmitificar el reiterado concepto de la igualdad de oportunidades como vía de solución al problema de la desigualdad. Nuestro economista reconoce la importancia de tener oportunidades similares, no obstante, agrega que esta no garantiza lo que ocurrirá después. Es decir, hay siempre una alta probabilidad de que surjan variables intervinientes que se interpongan entre la  existencia de igualdad de oportunidades inicial y los logros concretos de una persona en el desarrollo de su vida.
 
Aunque varios individuos tengan un inicio similar en cuanto igualdad de oportunidades, se pueden observar desenlaces diferentes en sus historias de vida. Esto es lo que Atkinson denomina la desigualdad de resultados. Esta desigualdad merece una especial atención porque ella tiene una influencia muy determinante en lo que ocurra con las futuras generaciones, es decir, los que a través de la vida, por distintas razones, alcanzan una desigualdad de resultados en relación a otros que tuvieron las mismas oportunidades que él, “pueden transmitir una ventaja injusta a sus hijos en el futuro”. (Ver Atkinson, Anthony, 2016. “Desigualdad. Qué podemos hacer?”. México. Fondo de Cultura Económica).
 
Tesis 8- Una cosa es tener claro la importancia actual del crecimiento en cualquier sociedad, pero otra muy distinta es llevarlo a condición necesaria y suficiente para el bienestar humano.
 
Como expresa de manera elocuente Zygmunt Bauman “Todos (tanto si estamos en la cima como en el escalón más debajo de la sociedad) tendemos a sentir pánico cuando el sacrosanto “crecimiento económico” (la única medida que nos han enseñado como modo de evaluar los niveles de prosperidad y felicidad, tanto sociales como individuales) cae a cero o - ¡Dios no lo quiera!- por debajo de cero.”
”La Iglesia del Crecimiento Económico es una de las pocas congregaciones – quizás la única- que no parece perder fieles y que tiene probabilidades reales de alcanzar un verdadero status ecuménico. La ideología de la “felicidad a través del consumo” es la única que tiene alguna probabilidad de anular, de imponerse a, y terminar con, todas las demás ideologías” “Z. Bauman y C. Bordoni:“Estado de crisis”. Paidos, Buenos Aires 2016. Páginas 96 y 97).
 
Frente al carácter necesario y suficiente que muchos chilenos han otorgado al crecimiento, con cierto desconocimiento y bajo la influencia de ciertos economistas y medios de comunicación que ostentan basarse en “leyes” económicas a las que les imputan un cierto “status de infalibilidad”, es necesario puntualizar lo siguiente:
 
-Cada vez es mayor la literatura especializada que muestra que no es cierto que la mayor productividad, la generación de riqueza y la competitividad conduzcan al mayor bienestar humano. Incluso el Producto Interno Bruto (PIB),  ya es cuestionado como indicador del desarrollo, por considerarse parte del mismo actividades que van en contra del bienestar y que son económicamente destructivas. En los hechos, diversos estudios concluyen que el  crecimiento económico mejora la situación solo de algunos y empeora las condiciones de vida de amplios sectores de personas y también su entorno natural.  (Ver “Reconceptualización del desarrollo en la era global” M. Castells y P. Himanen. México, 2016)
 
-En pleno s.XXI existen diferentes antecedentes que ilustran las consecuencias y realidades que hoy genera el crecimiento impulsado por la globalización capitalista, como resultado de la extracción de sus respectivas rentas que hacen las grandes empresas de los recursos naturales y de otras áreas de producción, descuidando los costos ambientales de su funcionamiento, los que, en definitiva, son asumidos con gran impotencia por las respectivas localidades y sus habitantes.
 
-Es una irresponsabilidad y un trágico error planetario postular el crecimiento y la mayor productividad “urbi et orbi”, habida consideración que si todos los países del mundo quieren desarrollarse al unísono, a poco andar convertirán este “modelo” en absolutamente incompatible con la sustentabilidad del eco sistema. En los hechos, se trata de un círculo vicioso en que las propias políticas de crecimiento y su racionalidad, son las que han ido mermando la fuerza de trabajo y los recursos naturales.
 
-En el caso de Chile, a modo de un ejemplo palmario de lo recientemente dicho, las características y modalidades históricas del desarrollo, han estado preferentemente vinculadas a  la extracción de recursos naturales  que posee el país ( a modo de ejemplo, el salitre en la primera mitad del s.XIX y el cobre en gran parte del s.XX y s.XXI), constatándose una tendencia, que se ha acentuado las últimas décadas, según la cual, la extracción de sus respectivas rentas que hacen las grandes empresas, se lleva a cabo con un flagrante descuido por los costos ambientales de su funcionamiento, los que deben ser asumidos con gran impotencia por las respectivas localidades y sus habitantes. Esto, sin considerar la apropiación privada de bienes naturales que son patrimonio del bien comun y de la calidad de vida de todos los chilenos, como son el agua, la pesca y el litio, entre otros. 
 
-Esta noción de forzar la naturaleza a seguir impostergablemente el objetivo de más producción y más consumo, ha derivado en que el abuso de los países ricos y de los más poderosos, no solo se de en los intercambios económicos, sino también en relación a la utilización de territorios como vertederos de residuos sólidos tóxicos y fábricas contaminantes, lo que es contrario al más básico humanismo. Un ejemplo palmario de lo que queremos decir, lo constituye la presencia de la República Popular China en África y los ya cada vez más persistentes conflictos en nuestra sociedad entre la ciudadanía y los proyectos de preferente rentabilidad económica acompañados de un evidente daño ambiental
 
-Desde hace algunos años se ha estado poniendo en la discusión la perspectiva y/o planteamiento del “decrecimiento”, que implica una crítica radical a los modelos de dedesarrollo economicistas y, sobre todo, a la premisa capitalista de que hay que crecer, crecer y crecer, porque detrás de ello se encuentra la felicidad humana. La tríada trabajar más para ganar más y consumir más, instalada en el imaginario colectivo, no sólo no tiene relación con el bienestar humano y la felicidad, según esta posición, sino que además olvida lo ya dicho, esto es, que el crecimiento ilimitado es absolutamente incompatible con un planeta con recursos limitado.
 
-Esta “teoría” del decrecimiento sostiene, entre otros, la necesidad de desacelerar el ritmo de crecimiento; disminuir los niveles de producción y consumo de materia y energía (ganando en bienestar y crecimiento personal); favorecer los sistemas de producción y consumo más sostenibles;  potenciar la vida local sobre la global; disminuir y repartir el tiempo de trabajo y fomentar el ocio creativo.
 
Tesis 9- El modelo socio-económico neoliberal, heredado en Chile de los chicago boys y la dictadura de Pinochet, no solo se expresa en un marco normativo-legal y en políticas económicas específicas, sino que de manera tanto o más importante, en contenidos e implicancias valórico-culturales que han sido internalizadas por los chilenos convirtiéndose en pautas que condicionan y guían significativamente sus conductas, costumbres y acciones.
 
Los chilenos de todos los estratos han experimentado una suerte de proceso de aculturación, según el cual, han incorporado a sus estilos de vida motivaciones y objetivos muy ajenos a los que han formado parte de las aspiraciones y prioridades de vida en la historia del país, en los diferentes estratos sociales.
 
Es cierto que el mundo ha cambiado y como ya se ha dicho la globalización ha penetrado y alterado todos los ámbitos de la existencia, sin embargo, el ciudadano chileno más allá de sus legítimas y necesarias aspiraciones, ha exacerbado la internalización de ciertos valores que, tal vez sin tener plena consciencia de ello, son los que orientan sus acciones y conductas cotidianas. Me refiero al individualismo, consumismo, competencia, aspiraciones sin límites, éxito como sinónimo de poder económico, obsesión por enriquecerse (muchas veces “a cualquier costo”), adoración al ídolo de la privatización y al mundo privado, creencia en la omnisciencia del mercado y el ya mencionado mito del crecimiento.
 
“(Una crítica socio-económica del neoliberalismo) debe incluir no solamente un análisis económico y sociológico. sino que también debe criticar las afirmaciones de dicho cuerpo teórico que prescriben conductas, actitudes y valores. Estas son los postulados éticos, antropológicos y políticos sin los cuales el sistema pierde su coherencia y estructura lógica” (Pablo Guerra y Gabriel Barg “La tercera vía y el debate entre liberales y socioeconomistas”. Trabajo presentado al seminario “Comunitarismo y democracia cristiana”. Buenos Aires. 2002. Página 16 del documento original).
 
“Pero esta expansión del sistema único (se refiere al sistema capitalista) que convierte a todo el planeta en un único mercado, sobrepasa el mero componente espacial y geográfico. La globalización o mundialización de la economía quiere decir algo más que la pura expansión mundial: señala también una dimensión cualitativa sobre la que se pasa más rápidamente. La globalización quiere decir también que, por primera vez, se puede hablar realmente –como dice O Connors- de que estamos entrando en una sociedad capitalista; no solo nos hallamos en un mercado o en un sistema productivo capitalista. La globalización contemplada en su conjunto supone un cambio de civilización.
 
Queremos decir que esta sociedad está siendo penetrada profundamente por los valores y actitudes del mercado. Asistimos a una mercantilización de la vida: las relaciones económicas influyen poderosamente en la forma de las relaciones humanas; los valores de la eficiencia, la rentabilidad, el utilitarismo se expande por doquier y se traduce en actitudes de competitividad, individualismo consumista y adaptacionismo a la situación. La economía y su poderoso influjo impregna ámbitos humanos totalmente ajenos a la economía como las relaciones interpersonales o la política” (José María Mardones; op.cit. Pág. 8. El paréntesis es nuestro)
 
Tesis 10- Ante este “ethos” neo-liberal (ethos= forma de vida, costumbres o comportamientos que son propios o permiten identificar a una comunidad), que va de la mano con la mundialización de la economía y cuyas implicancias son el darwinismo social, la disolución de lo comunitario, la destrucción del tejido social y la mercantilización de los diferentes ámbitos de la vida, NINGÚN cristiano, ningún demócrata cristiano, ningún humanista, puede permanecer en silencio, impávido y/o racionalizando posturas eclécticas o “políticamente correctas”. Su exigencia es cuestionar y oponerse a todo aquello que en el orden social no sea digno de lo humano y  a la vez hacer propuestas, desde el peculiar aporte que surgen de nuestras tradiciones, para que, junto a otros,  llevemos a cabo responsablemente las transformaciones necesaria en nuestro país.
 
Eduardo Frei Montalva, liderando el gobierno de la DC a mediados de los 60, propuso y llevó a cabo la llamada “Revolución en Libertad”, precisamente, porque la sociedad chilena mostraba indicadores y rasgos inequívocos de injusticia social; de ser una sociedad excluyente y cerrada; de predominio económico y político de unos pocos sobre las grandes mayorías del país; de grandes masas en la ciudad y en el campo imposibilitados de decir su palabra acerca de sus preocupaciones y del futuro de la sociedad; de una educación claramente segmentada y desigual a lo largo del territorio; de una entrega inexplicable de nuestra principal riqueza (el cobre) a compañías internacionales; de una clara situación de postergación de la mujer en diferentes ámbitos (el gobierno de Frei Montalva es el primero que crea una Oficina Nacional de la Presidencia de la República, bajo la dependencia de la Secretaría Nacional de Gobierno el año 1969).
 
Fue un camino que implicó profundas transformaciones en lo social y en lo económico y que no estuvo excento de dificultades y errores, a la vez que contó con una oposición sistemática tanto de la derecha como de los partidos de izquierda de la época. Aunque por razones distintas, se trató de una oposición igualmente agresiva, cerrada y desproporcionada (en un hecho bastante inédito, el Congreso le negó el permiso al presidente Frei para que viajara a EEUU, lo que correspondía a una etapa más de la exitosa política internacional destinada a posicionar a Chile en el ámbito internacional).

Con el transcurso de los años y en el siempre inequívoco juicio de la historia, las transformaciones y la mayor justicia social que la Revolución en Libertad implicó para el país, han sido transversalmente reconocidos.

Es este ejemplo, frente a un momento particular del país en plena década de los años 60, el que los militantes de la DC deberían recordar, estudiar y reflexionar en sus luces y sombras para, teniendo plena conciencia de los diferentes momentos históricos, pero acogiendo las analogías indiscutibles que se pueden establecer, plantearse frente a la actual situación del país y, con prestancia y sustentado en nuestras convicciones, asumir el liderazgo de profundizar y ampliar nuestro sistema democrático en lo social, económico y político.


Eduardo Frei Montalva, habría sido un gran cuestionador del actual status quo de la sociedad chilena y se habría planteado, como el primero, para encabezar su transformación.

Tesis 11- Contrariamente a lo por muchos esperados y en medio de los diferentes hechos y  datos presentados en los párrafos precedentes, que constituyen sólo una muestra de nuestra realidad social de las últimas décadas, la DC fue experimentando una suerte de mutación desde un ethos político-ideológico, hacia un pragmatismo y/o realismo  que pareciera echar por tierra todos los intentos reformadores y de cambio que deberían ser inherentes a nuestro proyecto político como partido en el Chile de hoy.
 
Concretamente, pareciera que el PDC fue perdiendo su capacidad de asombro y se “rutinizó”, poniendo especial énfasis en administrar lo que ciertamente se había avanzado en la reconstrucción democrática, pero sin internalizar los severos problemas de desigualdad e injusticia social que se habían ido plasmando en el país. Nos esmeramos en ser reconocidos como un partido de centro, casi como una obsesión, y no cuestionamos ni actuamos “revolucionariamente” frente al tipo de relaciones socio-económicas y políticas que se instalaban en nuestra sociedad.
 
Más que cuestionar diferentes ámbitos del orden establecido, nos fuimos desperfilando en la acción y en la falta de prestancia  frente a la ciudadanía para ser reconocidos como los primeros y más entusiastas impulsores de los cambios que requería nuestra sociedad.
 
En un mal entendido concepto de realismo político, se han enfatizado en exceso los estilos conciliadores y eclécticos, bajo el equívoco expediente de que ello es sinónimo de equilibrio, responsabilidad y ecuanimidad política. Terminamos por “acostumbrarnos” a lo existente y por mimetizarnos con la rutina, lo cuántico electoral y la burocratización partidaria. Ello ha rigidizado, y de manera no menor, ha contradicho, la necesaria y dinámica relación que debe darse entre nuestra matriz doctrinal y los “signos de los tiempos”.
 
Pareciera como si la DC, en medio de un cierto pragmatismo e inmediatismo postmoderno, hubiera extraviado su proyecto histórico comprometido con el logro de mayor justicia social y búsqueda del bien común, lo que en los tiempos que corren implica necesariamente cuestionar el orden existente.
 
Tesis 12- El último tiempo se han trizado las afinidades electivas en nuestra organización, a la vez que surge el fantasma del desdibujamiento y desplome de formas de vida, costumbres y comportamientos que que nos ha caracterizado por décadas. Sin embargo, ello no significa una crisis terminal como maliciosamente la designan algunos mal intencionados.
 
Contra lo que el común de la gente podría pensar, la crisis de la DC no tiene que ver con cuántos militantes se fueron (por lamentable que pueda ser ello); no es un tema cuantitativo sino cualitativo. Es así que a lo recientemente señalado en esta tesis, hay que agregar otros elementos intervinientes que adquieren una fatídica confluencia al momento de analizar lo ocurrido:
 
- tratos recíprocos  inadecuados acompañados de una exposición y búsqueda de protagonismo excesivo en los medios
-una distorsionada y auto referente percepción partidaria. La “sobreabundancia de poder” e influencia con que hemos contado las últimas décadas, nos aletargó y nos hizo pensar que éramos (casi por inercia) un partido “casi eterno” y sólido
-una progresiva incapacidad para manejar conflictos, indisciplinas y faltas éticas en su interior.
 
- no haber llevado a cabo un diálogo y debate con altura acerca del modelo de sociedad que queremos para Chile, no sólo en relación al régimen político, sino también y de manera especial en estos tiempos, en lo socio-económico y valórico-cultural. “Hemos barrido debajo de la alfombra” cuestiones que debemos decidir y así definir una ruta para los próximos años
 
-nos conformarnos  con las apariencias y las formas, sin ejercer  un liderazgo claro y con coraje que aborde  más decididamente los problemas de fondo de nuestro país y sus soluciones.
 
Tesis 13- La Iglesia Católica chilena ha sido una de las instituciones más representativa del cristianismo en el país, a la vez que el PDC, siendo claramente un partido no confesional, tiene en sus orígenes y desarrollo un importante vínculo valórico con la Doctrina Social de la Iglesia y con el ejemplo y testimonio de sacerdotes de un notable compromiso social. El Padre Hurtado, Francisco Vives, Manuel Larraín y el cardenal Silva Henríquez, entre otros, en las primeras etapas del partido y Mariano Puga, Pablo Fontaine, Percival Cowley  y Felipe Berríos, entre otros, más contemporáneamente.
 
La crisis actual de la Iglesia Católica, por los actos de pederastia y la inexcusable actuación de la jerarquía, ha trizado su imagen institucional entre los chilenos y, por injusto que ello sea y a pesar que los errores han sido cometidos por una minoría, dicha Iglesia ha visto mermar su papel como grupo de referencia para muchos hombres y mujeres de nuestro país. La identificación y/o  simpatía por los valores y el ethos cristiano ha sido severamente afectada, sobre todo entre los jóvenes.
 
Ni el proceso de secularización que trajo consigo la modernidad, pareciera haber tenido tanto impacto en la sociedad chilena como estos sucesos. Esto, de una u otra forma, ha afectado  la credibilidad y confianza en instituciones u organizaciones identificadas valórica y doctrinariamente con el cristianismo, entre las que se encuentra nuestro partido.
 
Tesis 14- La realidad y los desafíos actuales de la sociedad chilena nos interpelan y no podemos darle la espalda. Exige de los demócratas cristianos reencontrarnos y retomar nuestros valores y matriz doctrinaria, a partir de la cual asumamos posiciones y acciones concretas que permitan superar las situaciones de injusticia y los abusos sistemáticos en diferentes ámbitos, perfilando nuestro proyecto de sociedad.
¿Qué generación puede dejar de lado un tiempo importante las grandes cuestiones que dicen relación con el sentido de su existencia y con los valores que deben inspirar sus acciones frente a los otros actores sociales y frente al futuro de su país?
 
Esta es la pregunta que subyace a la tesis reciente y nos remite al tan nombrado pero poco explicitado tema de la identidad partidaria.
Para decirlo en una palabra, nuestra identidad consiste y/o está dada por nuestra matriz doctrinal-ideológica.
 
Concretamente, la doctrina implica un conjunto de valores y principios acerca del hombre, la sociedad y las instituciones. Entre los principales que configuran nuestra matriz doctrinal, cabe recordar el concepto de persona, la solidaridad, la justicia social, la fraternidad, el pluralismo, el bien común y una filosofía de la historia, con todo lo que implican.
 
Estos valores, acorde con cada realidad y momento histórico,  nos llevan a definir y optar por el logro de determinados objetivos en lo político, socio-cultural y económico, lo que constituye  lo esencial de nuestra ideología y proyecto de sociedad. Se trata de amalgamar ideas y propuestas acordes con los desafíos que  acechan a la ociedad chilena.
 
Las fuentes principales de la DC chilena son y han sido, la doctrina social de la Iglesia Católica, documentos emblemáticos de la Iglesia Latinoamericana  publicados por el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), documentos sociales de otras Iglesias Cristianas, el pensamiento de diversos filósofos cristianos, los escritos y las acciones de cientos de laicos que han sido y son testimonios comprometidos con la causa de la justicia social, la solidaridad y el bien común. Finalmente, también son insumos importantes , el aporte de cientistas sociales que nos permiten conocer más y mejor la realidad
Los demócratas cristianos creemos que la política necesita ser fundada; requiere de una fundamentación.
Hace más de treinta años, en Puebla, los obispos latinoamericanos nos señalaban algo que pareciera que muchos quisieran que olvidáramos: ¨El cristianismo debe evangelizar la totalidad de la existencia humana, incluida la dimensión política¨.
Y algunos de nuestros grandes líderes y un sacerdote ejemplar de nuestros días nos reiteran:
 
¨Parece indudable que no puede haber una acción política profunda sin un pensamiento que lo alimente¨ (Eduardo Frei Montalva).
¨Quién actúe obedeciendo a meros impulsos instintivos o emocionales y no a concepciones doctrinarias definidas y firmes, se moverá en proceloso ámbito de la política como una hoja a merced de los vientos. Para abrir caminos, para cambiar la sociedad, para construir un mundo nuevo, es indispensable partir de sólidos principios, saber a ciencia cierta quiénes somos y tener claras concepciones de lo que se quiere¨ (Patricio Aylwin Azocar).
 
¨Un Partido Demócrata Cristiano, el cual se acostumbre, a través de más de dos generaciones a todo lo que se da en la sociedad actual- sean realidades de derecha o de izquierda-, tiene sólo un fin próximo: disgregarse entre la demagogia, el burguesismo o la burocracia. Los dirigentes que pudieran adoptar esa perspectiva tendrán tiempo aún de ver el resultado de su obra¨. (Jaime Castillo Velasco)
 
¨Uno de los daños de la ideología del libre mercado es que les ha arruinado los sueños (a la gente) y más bien se ha transformado en consumo, en tener esto o esta cosa y (ha desaparecido) la visión que los padres le transmitían a los hijos, qué idea de nación, qué sueños, por qué ideales estaría dispuesto a dar la vida, cómo me gustaría el país para mis hijos”. (Padre, S. J.  Felipe Berríos).
Es mi impresión, que en algunas (o muchas) de las prácticas y gestiones políticas de las dos últimas décadas, no sólo hemos olvidado, sino que hasta hemos tergiversado severamente nuestra concepción humanista cristiana.
 
Tesis 15- Se ha observado una preocupación, que podría denominarse màs bien  ¨geométrico-política¨, que se expresa en una suerte de obsesión por auto proclamarnos propietarios del centro político. Ante esta posición hay que señalar taxativamente que la ubicación “espacial-geométrica” que tengamos o nos otorgue la opinión pública en el espectro político nacional, debe ser consecuencia y resultado de nuestras propuestas ante el país, de nuestro proyecto de sociedad y de las acciones correspondientes, y no al revés, es decir, que la obsesión porque nos consideren un partido de centro, nos lleve a tomar posiciones más bien prácticas, políticamente correctas o “bien vistas”, ambiguas, que transan lo intransable y hasta de de contradicción con lo que nos demanda la sociedad chilena de hoy.
 
La estrategia destinada a ubicar y catalogar a la DC como el partido político más conspicuo representante y poseedor del centro político, tal vez puede entenderse mejor para el caso de Europa, sin embargo, no se condice con un continente y un país (Chile) caracterizados por las mayores inequidades del mundo, una concentración de la propiedad y de la riqueza desproporciona y una frustración creciente de la ciudadanía frente a la democracia.
Por lo demás, en un mundo con múltiples crisis y en que se ha puesto en jaque la tan presuntuosa razón moderna, el cristianismo puede y debe apostar por nuevos modelos de sociedad. Esto debería ser así, sobre todo para la democracia cristiana chilena que, desde sus inicios, supo tener un discurso y acción de cuestionamiento frente a las injusticias sociales (Basta recordar o releer, en clave del s.XXI, a Mounier o Lebret).
 
Frente a esta estrategia que reinvindica el centro político, cabe recordar las advertencias que al respecto hiciera el gran Jaime Castillo: “un partido  centrista es convertido en partido de administración que se propone simplemente administrar el orden establecido; no procede revolucionariamente frente a éste. Ni sus métodos ni sus fines, ni su espíritu ni sus amistades buscan hacer nada que no sea conservar dicho orden” (¨Teoría y práctica de la Democracia Cristiana Chilena¨. Diciembre 1973. Tomado de la versión ¨Colección grandes líderes¨. Número 2. Publicada por el Centro Desarrollo y Comunidad. Página 16).
 
Tesis 16- Es un simplismo, que no resiste ningún análisis, la afirmación de ciertos políticos, organizaciones, medios de comunicación y opinólogos, según la cual, cualquier propuesta alternativa y transformadora de la actual situación en nuestra sociedad, constituye un ideologismo, meras fantasías y un voluntarismo trasnochado, llegando al paroxismo de identificarlas con la experiencia de diferentes populismos en el mundo.
 
Detrás de estas simplificaciones y a partir de este expediente, lo que “sutilmente”  nos quieren decir los que  así argumentan, es que no tenemos más remedio que adaptarnos y/o reconocer definitivamente la fórmula neo-liberal criolla y la capitalista a nivel global, con algunos maquillajes, sin permitirnos construir ningún camino diferente, ya que ello sería un voluntarismo, una ficción y una utopía.
 
Por otro lado, es algo delicado y preocupante el que, cualquier intento de gestión gubernamental de proponer e implementar un proyecto de sociedad diferente al neo-liberalismo, rápidamente sea mirado con sospecha por algunas potencias (estas se turnan según los intereses económicos que estén en juego), las que comienzan a instalar, en coordinación con sus aliados internos, una campaña de desprestigio y clara búsqueda de menoscabar la legitimidad democrática del respectivo gobierno.  
 
Una cosa es lamentar y ser críticos de las crisis y respectivas responsabilidades de lo que sucede actualmente en Venezuela, Nicaragua, Honduras y Guatemala y otra muy distinta es el derecho y deber de propiciar políticas de cambio en muchos países de América Latina, cuya implementación clama al cielo.
 
Tesis 17- Ante una opción y conducta en que pareciera que nuestro pensamiento languideciera y se hubiera vaciado de contenido; en que nuestros pincipios y valores se aprecian desligados de lo concreto, desrealizados y carentes de su necesaria concreción empírica, es imprescindible e impostergable afirmar que, en el 2019, los componentes e implicancias de la identidad DC adquieren plena vigencia y nos instan a asumir actitudes, acciones y propuestas inequívocas y coherentes frente a la sociedad chilena.
Esto queda de manifiesto al contrastar las distintas características del país ilustradas en las tesis anteriores, con los conceptos axiales y los principios orientadores de nuestro partido que se encuentran en nuestras fuentes doctrinales.  
 
A través de algunos textos y autores a lo largo del tiempo y en diferentes momentos históricos, haremos mención, principalmente, de los conceptos de Estado, Bien Común y Justicia Social (en los que subyace nuestro concepto de Persona y nuestra opción por la Participación Social). Por cierto, estos autores y textos, solo constituyen una pequeña muestra de una cantera doctrinaria inmensamente mayor.

Más allá de lo árido que pueda resultar para algunos la lectura de estos textos, me parece imprescindible su presentación ya que ello permite demostrar que  nuestras afirmaciones y las tesis de este documento, tienen inequívocos fundamentos y un marco de orientación sólido para nuestras acciones.

No se trata, como algunos podrían ligeramente etiquetarlas y descalificarlas, de meros voluntarismos, abstracciones teóricas, visiones del pasado y/o contrarias a las “exigencias prácticas de cierto modernismo”.

-En 1891, Leon XIII en su histórica “Rerum Novarum” expresa: “(el Estado) no puede de modo alguno permanecer al margen de las actividades económicas de los ciudadanos sino que, por el contrario, debe intervenir a tiempo, primero para que aquellos contribuyan a producir la abundancia de bienes materiales, cuyo uso es necesario para el ejercicio de la virtud y, segundo, para tutelar el derecho de todos los ciudadanos, sobre todo de los más débiles, cuales son los trabajadores, las mujeres y los niños”.
-Jacques Maritain va a plasmar seis conferencias que da el año 1949 en la Universidad de Chicago, en su conocida obra “El hombre y el Estado”. En este trabajo el notable filósofo cristiano va a sostener que “el bien común del cuerpo político exige una red de autoridad y poder en la sociedad política y por consecuencia un órgano especial investido de poder, el más elevado, al servicio de la justicia y de la ley. El Estado es ese órgano político superior”…agregando posteriormente que “el bien común de la sociedad política es el fin supremo del Estado, pasando este fin a ocupar un lugar incluso anterior al fin más inmediato del Estado que es mantener el orden público” 
 
-La constitución conciliar “Gaudium et Spes” de 1965, documento emblema del Concilio Vaticano II, reafirma y proyecta las ideas centrales en cuanto a que “el desarrollo humano no puede ser abandonado al arbitrio de unos cuantos hombres o de algunos grupos, ni de la sola comunidad política, ni de algunas naciones poderosas, sino que debe permanecer bajo el control del hombre. Es necesario coordinar las iniciativas espontáneas de los particulares y la acción del Estado”. Al Estado y a la autoridad les corresponde la promoción del Bien Común, el cual implica la necesidad de “que sean asequibles a todos las cosas necesarias para una vida plenamente humana, como por ejemplo, el alimento, el vestido, vivienda, educación, información, salvaguardia de la vida y de la libertad, también en el campo religioso”.  
 
-El filósofo español Mariano Moreno en su prestigioso “Diccionario del Pensamiento Contemporáneo” del año 1997, en la parte en que trata el concepto de Estado, nos dice que “El personalismo no puede estar de acuerdo con el liberalismo puro y duro que postula la abolición del Estado para entregar los poderes no al pueblo sino a las empresas multinacionales del capitalismo salvaje, pues si como este último quiere, desapareciera el Estado? ¿Qué empresa capitalista se haría entonces cargo de los servicios no rentables, en aquellos campos en que la vida humana necesita ser defendida: salud, vejez y muchas otras?”
 
-En los acuerdos del V Congreso Ideológico y Programático de nuestro partido del año 2008,  en el número 55 se dice: ¨Afirmamos con convicción que Chile requiere más y mejor Estado que fomente la profundización democrática y resguarde la estabilidad macroeconómica, que garantice la sostenibilidad de un sistema de promoción y protección social no sólo focalizado en la población más pobre sino también que provea de los medios para la movilidad social a los sectores medios de la población; que regule el buen y correcto funcionamiento de  los mercados ; que provea eficientemente los bienes y servicios que la sociedad le demande; que articule la cooperación público-privada para el fomento del desarrollo productivo y exportador de Chile y que fomente el desarrollo productivo apoyando la innovación tecnológica de nuestras empresas ¨
 
- El Papa Francisco en su Exhortación ¨Evangelii Gaudium¨ el 2013, nos dice: ¨hoy tenemos que decir «no a una economía de la exclusión y la inequidad» (número 53).. .………. ¨en este contexto, algunos todavía defienden las teorías del «derrame», que suponen que todo crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra provocar por sí mismo mayor equidad e inclusión social en el mundo. Esta opinión, que jamás ha sido confirmada por los hechos, expresa una confianza burda e ingenua en la bondad de quienes detentan el poder económico y en los mecanismos sacralizados del sistema económico imperante. Mientras tanto, los excluidos siguen esperando(54).
 
Mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz. Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera. De ahí que nieguen el derecho de control de los Estados, encargados de velar por el bien común. Se instaura una nueva tiranía invisible, a veces virtual, que impone, de forma unilateral e implacable, sus leyes y sus reglas¨. (Número 56)
 
-Juan XXIII en la Encíclica Pacem in Terris (1963) enfatiza que “el bien común abarca el conjunto de aquellas condiciones de la vida social con las cuales los hombres, las familias y las asociaciones puedan lograr con mayor plenitud y facilidad su propia perfección".
 
-Jacques Maritain en ¨Los derechos del hombre y la ley natural¨.  (Texto que contiene muchas de las ideas con que Maritain participó en los debates previos que dieron lugar a la Declaración de los Derechos del Hombre de 1948 en la ONU) es claro y categórico en expresarnos: ¨No digamos que el fin de la sociedad es el bien individual o la simple reunión de los bienes individuales de cada una de las personas que la constituyen. Semejante fórmula disolvería la sociedad como tal en beneficio de sus partes y conduciría a la ¨anarquía de los átomos¨, llevaría bien a una concepción francamente anarquista, bien a la vieja concepción anarquista enmascarada del materialismo burgués, según la cual toda la función de la ciudad consiste en velar por el respeto de la libertad de cada uno, mediante lo cual los fuertes oprimen libremente a los débiles¨. …¨El fin de la sociedad es el bien común de la misma, el bien del cuerpo social¨……¨Así  nos parece un primer carácter esencial del bien común: implica una redistribución, debe redistribuirse a las personas y debe ayudar a su desarrollo¨.
 
- Han pasado los años y aún adquieren especial vigencia las palabras de Emmanuel Mounier en su “Manifiesto al servicio del personalismo” de 1936, cuando nos dice :”Uno a uno el poder anónimo del dinero ha ocupado todos los puestos de la vida económica; después se ha deslizado, sin quitarse el velo, hacia los puestos de la vida pública; ha alcanzado finalmente la vida privada, la cultura y la misma religión” (Edición Taurus de 1967. p. 32)…..”La importancia exorbitante que hoy posee el problema económico en la preocupación de todos es signo de una enfermedad social”….”Han proclamado la soberanía de la economía sobre la historia y regulado su acción sobre este primado”…..”Lo económico no puede resolverse separadamente de lo político y espiritual, a los que está intrínsecamente subordinado” (p.165)…..”La economía capitalista tiende a organizarse completamente fuera de la persona, sobre un fin impersonal, cuantitativo y exclusivo: la ganancia” (p. 177) 
 
-Nuevamente leemos en la Constitución Conciliar Gaudium et Spes (número 26¨) que los elementos inherentes y constitutivos del bien común se refieren al ¨conjunto de condiciones (que el Estado debe crear) de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección". Y será aún más específica y concreta al agregar que en aras del bien común "es necesario que se facilite al hombre todo lo que éste necesita para vivir una vida verdaderamente humana, como son el alimento, el vestido, la vivienda, el derecho a la libre elección, la educación, el trabajo........".
 
-El siempre recordado Claudio Orrego Vicuña, en su libro ¨Solidaridad o Violencia¨ en 1969, nos precisaba que lo que caracteriza al capitalismo a nivel macroeconómico ¨es el atesoramiento desproporcionado en manos privadas, propietarias del capital, de frutos del esfuerzo colectivo por una parte y la orientación de la economía en base a los solos estímulos financieros del mercado por otra¨…¨A nivel microeconómico, se caracteriza porque son los poseedores del capital los que adoptan las decisiones relativas a la marcha de la unidad productiva, sin ninguna consideración por la racionalidad y los intereses de los demás sectores que aportan, decisivamente, al progreso de la empresa¨. Y posteriormente sentencia
 
¨A nivel de la macroeconomía el capitalismo resulta inaceptable a la ideología demócrata cristiana, por la simple aplicación del principio de la justicia conmutativa, que exige que cada uno reciba lo que le corresponda en relación proporcional a su esfuerzo. Es, por lo tanto, inaceptable que solamente un sector de los que participan en la creación de la riqueza colectiva acapare para sí más de lo que le corresponde dejando a sectores importantes con menos de lo que necesitan¨ (Págs. 132 y 133 de la edición publicada por el Instituto de Estudios Humanísticos, ICHEH,  Santiago, 2002)
 
-Cuarenta años después, el 2009, el Papa Benedicto XVI en su Encíclica "Caritas in Veritates", va expresar que el Bien Común es "el bien de todos y de cada uno para que todos seamos verdaderamente responsables de todos". Asimismo, vincula estas implicancias con el rol del Estado al agregar: "el fin del Estado es hacer posible la solidaridad, es decir que las personas podamos encontrarnos con otras personas y relacionarnos de modo responsable para construir entre todos una vida personal y social más humana".  Agregando: "en una sociedad en vías de globalización, el bien común y el esfuerzo por él, han de abarcar necesariamente a toda la familia humana".
 
-En la misma Evangelii Gaudium ya citada, el Papa Francisco  señala que "las reivindicaciones sociales, que tienen que ver con la distribución del ingreso, la inclusión social de los pobres y los derechos humanos, no pueden ser sofocadas con el pretexto de construir un consenso de escritorio o una efímera paz para una minoría feliz. La dignidad de la persona humana y el bien común están por encima de la tranquilidad de algunos que no quieren renunciar a sus privilegios. Cuando estos valores se ven afectados, es necesaria una voz profética". (Número 218)
 
-Joseph Lebret, sacerdote francés, dominico, especialmente estudioso de lo socio-económico,  en su texto ¨La dinámica del desarrollo¨ (1967), nos dice que ¨el verdadero desarrollo es para cada y para todos, el paso de condiciones menos humanas a más humanas. El desarrollo no se reduce al simple crecimiento económico. Para ser auténtico debe ser integral, es decir, promover a todo el hombre y a todos los hombres¨.
 
-Pablo VI en Octogésima Adveniens, del año 1971, a propósito del logro de una justicia mayor, enfatizará que ¨queda por instaurar una mayor justicia en la distribución de los bienes, tanto en el interior de las comunidades nacionales, como en el plano internacional¨. (Número 43). Agregando más adelante, de manera brillantemente visionaria:  ¨bajo el impulso de los nuevos sistemas de producción, están abriéndose las fronteras nacionales, y se ven aparecer nuevas potencias económicas, las empresas multinacionales, que por la concentración y flexibilidad de sus medios pueden llevar a cabo estrategias autónomas, en gran parte independientes de los poderes políticos nacionales y, por consiguiente, sin control desde el punto de vista del bien común. Al extender sus actividades, estos organismos privados pueden conducir a una nueva forma de dictadura económica en el campo social, cultural e incluso político¨. (Número 44).
 
-El Consejo Episcopal Latinoamericano, CELAM, en su publicación: "Globalización y Nueva Evangelización en América Latina y el Caribe" del 2003, en el número 338 señala: "Las políticas económicas llamadas neoliberales, atribuyen un papel central y casi redentor a la dinámica del mercado. Desde el punto de vista de las exigencias de la dignidad humana (base de la justicia social) , un modelo económico así, es del todo incompleto e inadecuado". (El paréntesis en nuestro).
 
-En los Acuerdos del V Congreso Ideológico y Programático de la Democracia Cristiana chilena, en el número 23 y respecto a lo que significa el valor de la justicia social se dice: ¨Cada ser humano, en su condición de persona, tiene derecho a acceder en igualdad de condiciones a las oportunidades que la sociedad y el Estado le generan, sin otra limitación que sus propias capacidades. La justicia social, como derecho de cada persona, no puede ser discriminatoria bajo ningún caso……Reconocemos que la pobreza y la desigualdad de oportunidades limitan la libertad. La justicia (social) exige también proteger a quienes no se pueden valer por sí mismos: los más débiles, los minusválidos y otros grupos marginados de las oportunidades que ofrece la vida social¨.
 
-El prestigioso filósofo coreano actualmente radicado en Alemania, Byung-Chul Han, nos advierte que “en el régimen neoliberal de la autoexplotación, uno dirige la agresión hacia sí mismo. Esta auto agresividad no convierte al explotado en revolucionario, sino en depresivo. Ya no trabajamos para nuestras necesidades, sino para el capital. El capital genera sus propias necesidades, que nosotros, de forma errónea, percibimos como propias…….el capital se erige en una nueva trascendencia, en un nuevo amo. La política acaba convirtiéndose de nuevo en esclavitud. Se convierte en un esbirro del capital” ( Byung-Chul Han: “Psicopolítica”. Herder, Barcelona, 2014. Páginas 18 y 19).
 
Tesis 18- Hay que reconocer, con humildad, que entre estos textos, sus ideas, contenidos e implicancias concretas para nuestros tiempos y la realidad chilena de los últimos años, hay una clara y preocupante asintonía.
 
Tesis 19- La DC debe superar su actual falta de protagonismo político, precisar su orientación doctrinaria e  impulsar un proyecto de país que se vuelque al desarrollo humano. Un desarrollo con justicia social y participación, en que las personas potencien sus capacidades y bienestar, reivindicando así su dignidad. Este debe ser el núcleo e idea-fuerza de su propuesta para el Chile del 2020. 
Lo anterior debe plasmarse en un programa de gobierno, lo que ciertamente  trasciende el sentido de este texto. No obstante, estimo necesario señalar las coordenadas y opciones fundamentales, acorde con la situación actual de Chile, por lo que los DC deberíamos trabajar los próximos años, mandatados por nuestra identidad:
 
- Por un rol activo del Estado que regule y afecte el orden espontáneo del mercado y que redistribuya bienes, servicios y transferencias, en base a la solidaridad y el bien común y no dependiendo de la equivalencia aporte-beneficio.
 
- Por propiciar la participación del Estado y/o de los trabajadores en las empresas neurálgicas del país, a la vez que, acorde con lo que ha sido una tradición olvidada de la DC, promovamos las empresas mixtas y cooperativas (No descartando nacionalizaciones en lo que corresponde a los recursos naturales del país).
 
- (Sin negar la importancia del crecimiento). Por poner énfasis en el cambio de las estructuras productivas y del poder económico como medio esencial para lograr una sociedad más justa y equitativa (racionalidad sustantiva). ¿No es posible y/o es una utopía repensar y reestructurar lo socio-económico bajo una racionalidad cuyo fin sea la solidaridad y la justicia en vez de la maximización de la ganancia?.
 
-Por implementar una política estructural-financiera gubernamental que establezca condiciones reales para el desarrollo de las PYMES, que a su vez permita captar y encauzar las nuevas generaciones de jóvenes profesionales y técnicos.
 
- Por una sociedad político-céntrica en que la política esté por sobre la economía. (La tensión es   entre un neoliberalismo con predominio de la economía vs. una democracia con predominio de la política). 
 
- Por crear espacios y procedimientos institucionalizados a distintos niveles (plebiscito, referendum, presupuestos participativos, etc.) que permitan encauzar y acoger las demandas y aportes de la sociedad civil y de los grupos de más baja productividad. En las primeras décadas del s.XXI nos encontramos, qué duda cabe, en medio de una democracia muy diferente a la que vivimos y conocimos anteriormente: el hombre que emerge con los cambios sociales – la modernidad y la globalización- apela y reivindica su razón y su rol como actor social, el cual requiere y exige estar permanentemente decidiendo, a diferentes niveles, sobre la construcción de su sociedad.
 
- Por lograr un pluralismo en los medios de comunicación apoyando a los medios alternativos a los dominantes que controla la derecha y ciertos grupos de poder económico.
 
- Por reconocer constitucionalmente y mandatar al legislador para que institucionalice los derechos sociales inherentes a nuestro concepto de persona humana: a la salud, a la educación, a la seguridad social, a vivir en un ambiente adecuado, a proteger la naturaleza, a condiciones de trabajo dignas y justas
- Por iniciar YA cambios sustanciales en el sistema de AFP y en su racionalidad económica
 
- Por proponer nuevos proyectos de ley que aseguren la protección y  robustecimiento del movimiento sindical, de las negociaciones colectivas y los derechos laborales. (A partir de diferentes experiencias, se ha demostrado que el fortalecer el poder de negociación del trabajo frente al capital, incide significativamente en mejorar la distribución del ingreso)
 
-Por concretar las implicancias del ministerio de la cultura y de las artes, creado por la presidenta Bachelet, de manera de formular e implementar planes y programas en pro del desarrollo cultural y patrimonial, valorando las reivindicaciones de los pueblos indígenas y la diversidad geográfica.
- Por una cultura que socializa los valores de solidaridad, responsabilidades comunes, función social de la propiedad y participación de las personas en los beneficios de la sociedad que le permitan implementar sus talentos y proyectos de vida.
-Por favorecer la igualdad de derechos y de oportunidades entre hombres y mujeres, procurando la plena participación de la mujer en el plano político, económico y socio-cultural y eliminando toda forma de discriminación basada en el género o en la raza o etnias.


-Por reconocer que hemos sido indolentes y hemos fracasado en el conflictivo tema de la araucanía, ante el cual hay que implementar un programa INTEGRAL de corto y de mediano plazo. Debe ser un proyecto que se elabore con la fundamental participación de las comunidades del sector y que considere sus aristas culturales, históricas y políticas.

- Por una descentralización más efectiva a partir de dotar de más autonomía decisional y financiera a las regiones

-Por contribuir a la protección y resguardo medioambiental y del patrimonio natural de nuestro país, particularmenter seguir con la política de protección oficial de las áreas y parques marinos y  con el exponencial crecimiento de la matriz de energías renovables no convencionales (geotérmica, voltaica y eólica) logrado durante el gobierno de la presidenta Bachelet.

- Por una educación en la que se amplían las oportunidades para acceder a los diferentes niveles de ella a lo largo de la vida, de calidad, solidaria, con un amplio espectro de oferta gratuita y en que lo fundamental sepa entregar valores comunitarios que permita el mejoramiento de la sociedad. Esto, sin aceptar las políticas de “restauración” de la derecha en esta y otras áreas.

- Por un salario mínimo-ético que se convierta en el indicador y verificador por excelencia de la mayor justicia social de nuestro sistema socio-económico.

Tesis 20- Un próximo Congreso Nacional de la DC, no puede estar concentrado solamente ni principalmente sobre lo programático, ya que previamente es imprescindible y condición absolutamente necesaria para ello,  repasar, actualizar y reafirmar nuestro marco doctinario e ideológico, a aprtir del cual y acorde con la realidad del país,  hacer dicha propuesta programática y rediseñar nuestro proyecto de sociedad.
 
Tesis 21- En la política de alianzas, cuando la DC decida formar parte de alguna coalición y/o pacto político, debe hacerlo teniendo en consideración, por sobre todo, la coincidencia en un proyecto o programa para el país, cuyos contenidos signifiquen una vida mejor, con mayor justicia y un sentido intransable del bien común para los chilenos más necesitados y no olvidando que, en la sociedad actual, nuestro principal adversario es el capitalismo y el neoliberalismo con sus expresiones, las cuales han sido detalladamente analizadas en las páginas anteriores.
La DC debe asumir con humildad que ya no tiene el 30% del electorado y que los caminos propios son inviables en el Chile de hoy. Asimismo, los vetos a priori entre los partidos políticos que están por realizar las transformaciones requeridas por nuestra sociedad, deben tener fundamentos muy contundentes, acorde con el s.XXI y sin dejar de considerar nuestras propias limitaciones y errores históricos.