La tarde del 24 de diciembre de 1973, tres niños -Rodrigo Javier Palma Moraga, Jimmy Christie Bossy y Nelson Patricio Díaz Gajardo-, jugaban en las cercanías de la población ubicada en la parte superior de los estanques para el almacenamiento de combustible en Guayacán, Coquimbo. El padre de Patricio, al regresar de su trabajo, vio a los niños y se llevó a su hijo a casa. Los otros dos menores quedaron ahí. No llegaron a sus hogares, lo que causó alarma en el barrio. Los vecinos se organizaron por parejas para buscarlos. Se vieron obligados a infringir el toque de queda que, ese día, por ser Navidad, se alargó hasta las 21:00 hrs.
Nelson Díaz, padre de Patricio, y Luis Varas, utilizaron un automóvil. Llegaron hasta la portería de los estanques. Allí se percataron que, extrañamente, no había ningún militar, ni guardia. Los estanques eran custodiados permanentemente por los militares. Horas antes habían constatado la presencia de muchos soldados, que disparaban sus metralletas habitualmente. A los pobladores les habían dicho que ahí “se podían producir atentados extremistas”. El personal que custodiaba los estanques pertenecía al Regimiento de Artillería Motorizado Nº2 “Arica” de La Serena.
Los vecinos, alarmados y frustrados por la búsqueda inútil, regresaron a sus casas. Nelson Díaz y Luis Varas fueron detenidos por una patrulla de militares que revisaron el auto e, incluso, dispararon sobre el techo del Fiat-600. Contra la muralla y con las manos en la cabeza, fueron amenazados de muerte, en “caso de moverse o alarma”.
Permanecieron allí, en espera de alguien de mayor rango. Luego, un capitán les presentó excusas y los dejó en libertad. Como consecuencia de la desaparición de los menores, la vida del barrió cambió radicalmente. La casa de Raúl Palma, padre de uno de los niños, se veía permanentemente custodiada. La población fue cercada, y se sometió a las familias de los menores a “arresto domiciliario”. Toda la población fue allanada por militares armados, quienes los interrogaron sobre “la desaparición de los menores” y “qué sabían de eso”.
Los padres de los menores eran trasladados a menudo al regimiento, para ser torturados.
En agosto de 1978, niños del vecindario -que jugaban en el sector-, encontraron los restos de los menores sepultados a orillas del camino que conduce a la playa La Herradura, cercano a los depósitos de combustible, y a una distancia de, aproximadamente, 100 metros de las casas. Estaban a una profundidad no superior a 20 centímetros, lo que resulta completamente incomprensible dado que en el lugar se buscó afanosamente, incluso con los perros policiales.
“Debido a esto y otros antecedentes presumimos que los cuerpos fueron colocados allí con posterioridad”, señala el abogado de la familia. En el Instituto Médico Legal de Santiago, se realizaron los peritajes. Los padres fueron citados para la entrega de los restos, entrevistándose con un médico legista, que practicó la autopsia. Les indicó que la causa de muerte era “a consecuencia de impactos de bala de grueso calibre, provocándoles la destrucción del 75% del cráneo”, y agregando que “esos proyectiles los usan sólo el Ejército”.
Sin embargo, el médico les señaló que “no podía certificar esa causa de muerte”. “Efectivamente el certificado señala ‘causa de muerte indeterminada'”, agrega Gutiérrez.
Se presume que el grupo que estaba de guardia en ese momento, fue el que fusiló a los niños. Después, escondieron los cuerpos para volver a enterrarlos en las cercanías cuando la búsqueda de la policía y los vecinos terminó. “Por eso no había ningún militar cuando los vecinos los buscaron en los estanques. Los padres nunca presentaron el caso en ninguna instancia, por temor...
En la querella interpuesta años más tarde por su familia se apuntó como inculpados a coronel Ariosto Lapostol Orrego y al comandante del Regimiento Arica, Juan Emilio Cheyre Espinoza y fue dirigida en contra del dictador Augusto Pinochet. También se acusa al parasicológo de la DINA, Osvaldo Pincetti del secuestro de los padres de los niños y al oficial Carlos Verdugo Gómez, quien formaba parte de la Unidad Especial de Inteligencia del Regimiento “Arica”, por ser quienes habrían coordinado el traslado de los cuerpos a otros lugar.
En 2010 se estableció un memorial para no olvidar el triste hecho ocurrido en plena noche buena.
Presentación al Informe Valech 2010.
Relato de la madre María Bossy sobre la muerte de su hijo Jim Christie Bossy
Hay momentos que hacen que el alma se desgarre cuando los recuerdos amargos y tristes afloran y es lo que me sucede al comenzar este relato … el año 1973 nuestra familia vivía en la calle Wenceslao Vargas Nº823 de la población Raúl Marín Balmaceda colindante al sector de Guayacán de la Comuna de Coquimbo, cerca de allí estaban ubicados los estanques de Combustibles de la empresas Shell, Copec , por ello después del 11 de septiembre, se puso guardias la mayoría eran conscriptos muy jóvenes del Regimiento Arica, lugar que estaba custodiado para evitar un posible ataque subversivo.
El día 24 de Diciembre de ese mismo año mi hijo Jim de 7 años como las 15.00 horas fue a casa de un tío a jugar con una prima, a las 16.00 horas regreso se tomó un vaso de leche y se comió un plátano y me dice “ mama, arreglé mi ropa para venir a bañarme como las 6 para estar listo y esperar al viejito pascuero”, volvió a casa de su tío y allí fue a buscarle un vecino Rodrigo Palma, le dice Jim a su tío “jugaré un ratito ya que tengo que volver luego a mi casa”, después de eso no se supo más de ellos.
Cerca de las 19 horas fui a buscarle y nos los encontré, pregunte a muchos vecinos y amigos pero no lo habían visto, bajamos a la playa pues la playa La Herradura esta muy cerca y como las 20.30 horas di cuenta a Carabineros, me contestaron que debía estar en alguna casa, cosa imposible porque mi hijo nunca se quedaba en casa ajena, como había toque de queda me dieron un salvoconducto para salir a buscarlo, pero eso no fue posible porque al querer salir en la puerta de mi casa los militares, me dijeron que me entrará o de lo contrario “me matarían”. Los carabineros, cuando hice la denuncia me dijeron que había que esperar 48 horas, yo pensando que podría ser un rapto, les pedí que cerrarán la carretera, pero me dijeron que eso no se podía hacer.
Al día siguiente fui al lugar donde “curiosamente 4 años más apareció el cadáver de mi hijo y su amigo”, no había nada extraño todo estaba igual me subí sobre una piedra pues andaba sola, mi esposo en aquellos años estaba en el norte llego como 4 días después y mis otros dos hijos todavía eran pequeños para que me acompañaran, mire a todos lados, di aviso a Investigaciones estaba el Inspector Valdés, que nos ayudó mucho en su búsqueda, también el capitán Sergio Contador de Carabineros, fueron días de mucho dolor y angustia sin saber nada de nada.
Los primeros días del año 74 llegaron los militares Carlos Verdugo Gómez. Fernando Polanco Gallardo, Juan Emilio Cheyre a quien nadie llamo y estuvieron en casa haciendo muchas preguntas, allanaron todas las casas de la población Víctor Domingo Silva a cualquiera hora de la noche, preguntando “donde estaban los niños”, “que habían hecho con ellos” e incluso a mi hermana que vivía en Santiago también le revisaron su casa. Quienes después fueron llamados a declarar. ( van documentos adjuntos de su declaración) como también el Teniente Coronel Eduardo Cruz Adaros.
El día 11 de Enero llegaron a mi casa los militares diciendo que el Comandante Ariosto Lapostol me necesitaba, al llegar allí al Regimiento me pidieron el carné y me llevaron por un pasillo, me vendaron la vista, me colocaron en una camilla me amarraron y me empezaron a dar agua tibia azucarada con varias capsulas y tabletas fueron 12 pastillas, cuando se me corrió la venda estando en la capilla me di cuenta que la persona que me estaba dando las pastillas era el doctor Díaz Pacci, rápidamente me amarraron de nuevo la vista, tocaban una música muy suave, cada vez me preguntaban que “ donde tenía los niños”, fueron interminables las veces que me hicieron la misma pregunta, hacían girar la camilla, eso me produjo mareo, deseos de ir al baño, pero ellos seguían preguntando la misma pregunta, me dolía todo el cuerpo, lo único que deseaba es que esa interrogación terminará, pero nada paso, a mi marido le decían que yo estaba con el Comandante Lapostol…cosa que no era así ya que estaba sometida diariamente a interrogaciones.
Después de varios días mi marido me fue a buscar con un amigo y me encontró en una pesebrera, estaba muy sucia con la misma ropa, solo me pude bañar cuando regrese a casa, días después me dio un infarto producto según el médico de las pastillas ingeridas durante el interrogatorio, pase una semana en el hospital, posteriormente estuvimos un mes sin salir detenidos en mi propia casa, la vecina nos pasaba víveres para comer así pasaron los días con interrogaciones. Mis otros hijos que en ese entonces tenían 14 años el mayor y la chica 12, cuando ocurrió esto en diciembre fueron llevados por una amiga donde permanecieron hasta marzo del 1974.
Cosa irónica que después de 4 años el Señor Ariosto Lapostol , al encontrar los restos de mi hijo y Rodrigo nos hizo llegar a la familia una carta donde nos manifestaba su pesar por tan lamentable hecho y nos pareció burla pedirnos, que Dios nos ayude a sobrellevar este hecho, pues durante esos 4 años ellos sabían el destino de los menores y nunca nos hicieron saber.
Patricio Varela un locutor muy conocido de la Radio Minería, nos ayudo mucho, cada noche ceca de las 22.00 horas al comenzar un programa que él hacia… decía _ Donde esta Jimmy y Rodrigo esto lo repitió casi un año.
Cuando los militares llegaban a mi casa, en reiteradas ocasiones nos pedían plata para combustible, había que servirle café, se aprovechaban de la ocasión para pedir cosas. En una oportunidad llego un militar, no recuerdo el nombre pero se hacía llamar Marcelo, me pidió fotos de Jim para verlas y al final se las llevó todas, sin decirme nada pensé que luego las traería pero eso nunca ocurrió.
Sufría de dolores de cabeza constante por todas las cosas que me estaban sucediendo, no saber que le había sucedido a mi hijo y amigo, saber que esa noche de su desaparición se habían escuchados balazos, baje más de 25 kilos mi matrimonio se iba deteriorando por que en aquel entonces mi esposo no me ayudaba en la búsqueda incesante que yo hacia de mi hijo. Durante esos años no hubo parte donde no fui e incluso viaje a la Argentina donde me encontré con letreros con las fotos de los dos pequeños.
Los militares, parasicólogos se sumaban a la búsqueda, recuerdo a uno de estos parasicólogo llamado Goyo que vivía en La Serena pero trabajaba para los militares y había otro mayor que ayudaba a los militares para interrogar a los detenidos, también fue traído a mi casa – un hombre ordinario y grosero- supe después con los años que estaba preso en Santiago.
En una oportunidad fui a Santiago a ver a Patricio Varela el locutor que antes mencioné también íbamos a ver una vidente que le decían Aquima, esta mujer me interrogó, y en esos momentos llegaron no sé si eran militares y me llevaron a una casa, donde me interrogaron llegue toda mojada porque estaba lloviendo, al lugar, me tuvieron amarrada y toda la noche escuche el sonido de una gota de agua que caía en un tarro y además alumbraban la casa a cada momento estuve allí toda la noche al día siguiente me golpearon y así fue todo el día, hasta que en la noche me soltaron, llegue a la casa de unos amigos me dieron algunos medicamentos y llamaron al médico, a los días siguientes estando ya más repuesta del resfrío y los golpes propinados regrese a Coquimbo, quiero agregar que en ese interrogatorio estuvo Manuel Contreras, como yo en ese entonces no le conocía pero después por las fotos que se expusieron de él, lo reconocí, también en esa oportunidad me dieron tabletas que me dejaban muy mal.
Hoy después de 37 años recordar todo esto es muy doloroso pero no solo por la pérdida de mi hijo que durante 4 años no supe que le había sucedido, también por todos los vejámenes a que fui sometida, por querer saber su paradero siempre con la ilusión de encontrarle.
El 14 de agosto del año 1977 tenía una reunión en el Centro de Madres al que concurría, estando ya lista para ir, de repente no sé por que motivo no me dieron deseos de asistir que es lo que les dije a unas amigas cuando me vinieron a buscar… en el intermedio ocurrió que unos chicos al estar encumbrando volantines, buscaron algo para ponerle de cola y encontraron enterradas unas lanas pero al tirarla asomo un huesito los niños, taparon la ropa y avisaron a su padre quien llamo a carabineros… cuando yo supe eso pensé inmediatamente en los niños, me fui caminando al lugar que quedaba muy cerca de casa ya que en esos momentos me había cambiado a un edificio de departamento que es donde hoy resido… y observe que sacaban un pelo largo, pensé que era una niñita, pero cuando levantaron la ropa pude reconocer una chaleco que yo le había tejido a Jimito, me devolví a mi casa y volvimos al lugar con mi hijo, estábamos muy preocupados, angustiados y tristes por este hallazgo, estaba el detective Valdés, Carabineros y gente del PEM que estaban picando para sacar los cuerpos.
Había un carabinero chico y gordo que no me dejaba pasar, yo que estaba muy delgada no sé de donde saque fuerza para tomar al carabinero de las manos y darlo vuelta, lo tire al suelo y el detective Valdés le dice que me deje pasar pues era mi hijo el que habían encontrado, al sacarlo los detectives se llevaron los restos y me pidieron que fuese a Investigaciones a las 19.00 horas, al concurrir me mostraron toda su ropa y no cabía duda era de mi hijo.
Al día siguiente sacaron a su amigo Rodrigo y los cuerpos fueron llevados a Santiago. Después de un año de estar en Santiago sus cuerpos, mi marido y el papá de Rodrigo los fueron a buscar a allí había un medico que les dijo “ yo estoy castigado y me tienen acá en el Instituto Médico Legal y la autopsia que hice me es imposible escribir la verdad me pidieron que pusiera muerte indeterminada en consecuencia que los niños los mataron con balas de grueso calibre que solo los militares la usan”. Incluso quiero acotar que en el certificado de defunción figura que fueron muertos en Santiago. Pero va adjunto un certificado de traslado de cadáver a Santiago.
Y se presume que el grupo que estaba de guardia en esos momentos fueron los que fusilaron a los niños, después escondieron los cuerpos para volver a enterrarlos cuando la búsqueda de la policía, familiares y vecinos finalizó.
Se retiraron los cuerpos fueron envueltos y se trajeron como un paquete cualquiera, cuando llegaron se llevaron a una funeraria llamada San Luis acá en Coquimbo, se realizo una misa, fue muy triste todo, había mucha gente al paso de la carroza hasta llegar al cementerio, porque fue un acontecimiento muy comentado por la prensa durante bastante tiempo y causo bastante conmoción en el puerto el encontrar los cuerpos en el lugar donde ya se había buscado antes.
A contar de este acontecimiento mi vida cambió, una gran tristeza me invadió sabía que ya no lo vería nunca más, que mi pequeño hijo nunca más estaría con nosotros, sus hermanos sufrieron mucho, gracias a Dios que les fue bien en sus respectivos colegios y hoy son muy buenas personas y profesionales.
En el años 2001 fuimos a Santiago con mi hijo Esteban y los padres de Rodrigo el otro menor ejecutado a interponer una demanda contra Augusto Pinochet, demanda que seria llevada a cabo por el abogado Hugo Gutierrez Galvez y Juan Bustos Ramírez ambos abogados de Santiago domiciliados en Phillips 40, Ofic. 68 de Santiago. Se le cancelo un dinero al Sr. Gutierrez.Hay documentos adjuntos de estas acciones.
Posteriormente el año 2002 el Juez Sr. Juan Guzmán vino a La Serena y nos interrogaron en Investigaciones de La Serena a mi y a Esteban mi hijo mayor, cuya declaración va adjunta.
El viernes 26 de Abril de 2002 se ordeno la exhumación del cadáver de mi hijo, todo esto fue muy difundido por la prensa local, nacional e internacional. Se adjuntan documento aclaratorios donde indican que los cuerpos presentaban fracturas de costillas y heridas profundas de cráneo, lo que confirmaría lo ya sabido que fueron asesinados por balas militares.
Sus restos fueron llevados nuevamente a Santiago retornando tres meses después,
Y se recordó que en la autopsia fueron obligados a firmar el certificado de defunción, que la causa de muerte era “indeterminada” el año 1977. y ponen lugar de fallecimiento Santiago.
Lo triste en este caso que nunca ha existido la voluntad de llegar a la verdad en este caso y que se hayan creados historias inverosímiles para justificar lo injustificable, posteriormente a esta exhumación, y a la investigación que se realizaba, el máximo tribunal determino que el caso que seguía el Juez Juan Guzmán lo siquiera el Juez Jorge Zepeda quién nunca dilucido absolutamente nada, quedando nuevamente este caso la más completa inpunidad.
Nos cuesta pensar que es posible que haya sido por que el Señor Juan Emilio Cheyre Espinoza ocupaba la Comandancia en Jefe del Ejercitó, por ello este alevoso crimen ha pasado a ser uno de los tantos hechos deleznables sin resolver, que se cometieron, pero que en este caso, cobran mayor relevancia por ser dos seres inocentes que nada justificaba la acción realizada, y donde la victima paso a ser la familia por todas las infamias que se cometieron contra ellas.
Quiero manifestar que en el lugar donde se cometió esta ejecución se esta construyendo un espacio de área verde que se llamará “Mirador de Los Angeles en honor a estos menores para, valorar la vida y para que nunca más vuelva a ocurrir atrocidades así en nuestro país y en ninguna parte del mundo.
(adjunto diarios con lo expresado).
Escrito por la madre de niño Jim Bossy