“Si tuvieras que elegir entre Messi y Ronaldo, para un equipo normal, ¿a quién elegirías?”. La pregunta de Diego Simeone es un buen debate, pero tiene trampa.
Primero porque es una conversación privada entre Simeone y Germán Burgos, su asistente en el Atlético Madrid, que se viralizó apenas después del duro 0-3 ante Croacia que comprometió la continuidad de Argentina en el Mundial.
Y, segundo, porque, efectivamente, la selección albiceleste no es hoy “un equipo normal”. ¿Cuáles son los motivos por los que Cristiano Ronaldo brilla en Rusia y Lionel Messi no, pese a que el argentino, por muy solo que esté a veces, tiene acompañantes de mayor jerarquía que el portugués? No es posible ingresar a este debate si primero no se cuenta, al menos, algo del Mundial paralelo —y no precisamente futbolístico—, que podría ayudarnos a entender qué le está sucediendo a Messi.
El de Simeone fue apenas uno de la media docena de audios privados desnudando caos interno de la selección albiceleste, la mayoría de los cuales estalló el sábado último en medio de fuertes interrogantes.
Primero se viralizó una falsa denuncia que acusaba de acoso sexual al DT Jorge Sampaoli. Luego un audio que incluía a Messi en un supuesto juego de citas con mujeres. De allí los siguientes rumores de una crisis de Messi con Antonella Rocuzzo, su esposa, ausente este domingo en el cumpleaños número 31 de Leo.
En pleno Mundial, Messi apareció nuevamente involucrado en la investigación de Panamá Papers. Peor aún, un conocido abogado argentino, Miguel Ángel Pierri, anunció que se presentará este martes ante la Audiencia Nacional de España para denunciar supuestas nuevas irregularidades de la Fundación Messi que, según afirma, podrían llevar al jugador a la cárcel.
Sampaoli, mal evaluado
A ello se suma la conducción en Rusia inesperadamente errática de Sampaoli, que, según firmes indicios, provocó una rebelión del plantel. Con Messi en segundo plano, el liderato fue asumido por Javier Mascherano. En su conferencia de prensa, Mascherano se preguntó si tantas filtraciones se deben a que hay “teléfonos intervenidos”. ¿Por quién y por qué?
Una de las principales versiones que circularon, aunque suene delirante, es una supuesta revancha porque Messi y compañía se negaron a jugar antes del Mundial un amistoso pactado en Israel, aduciendo inseguridad y enojo porque el cotejo, que formaba parte del setenta aniversario de la creación del Estado de Israel e incluía una visita de Messi al Muro de los Lamentos, se politizó cuando fue trasladado a Jerusalén, ciudad bajo conflicto eterno.
Las sospechas se vieron fortalecidas por un tuit que Miri Regev, ministra de Cultura y Deportes de Israel, publicó apenas después del 0-3 ante Croacia. “Cuando se trata del pueblo de Israel quien se mete con ellos se estrella”, tuiteó Regev.
¿Serán algunas de estas las razones que ayudan a explicar por qué Messi, que vive casi encerrado en su habitación, no marca, casi no dispara ni entra en juego y corre acaso menos que nunca en este Mundial? ¿O es toda una exageración argentina como aquella que vinculó a la CIA con el doping que echó a Diego Maradona del Mundial de Estados Unidos 94?
En el debut 1-1 ante Islandia, donde falló un penal, Messi corrió 7,61 kilómetros, menos inclusive que algunos arqueros de Rusia 2018, un dato acaso llamativo pero no raro en Messi, que distrae así para luego sorprender en el lugar vacío.
Pero Leo realizó solo diecisiete sprints y nunca superó los 25 kilómetros por hora, muy lejos de los 34 de Cristiano con Portugal. Peor fue en el partido siguiente ante Croacia. En 49 intervenciones, Messi tuvo 13 pérdidas de balón y realizó 32 pases, lejísimos de los 78 de su compañero Nicolás Tagliafico, que juega de lateral.
“¿Quién carajo es Messi para no correr?”. La indignación de Héctor Enrique, uno de los campeones de México 86, graficó el fastidio de miles de argentinos.
Otro campeón, Jorge Valdano, acusó a la selección de jugar “como si Messi no existiera”, porque no le acerca el balón. Pero el aislamiento también fue propio. Messi abandonó primero la cancha. También ahí estaba solo.
Cristiano Ronaldo, en cambio, es el autor de los cuatro goles de Portugal en las dos primeras fechas (3-3 ante España y 1-0 contra Marruecos). Anotó de derecha y de izquierda. De tiro libre, de penal y de cabeza.
Claro que en el partido jugado contra Irán este lunes Cristiano falló un penal, que habría cambiado la historia del partido que terminó 1-1 y con Portugal, como segundo de su serie, tras España.
A los 33 años marcó en dos fechas más goles que los tres que había anotado en sus tres Mundiales anteriores. Lleva 85 con su selección, récord histórico europeo, más que los 64 de Messi con Argentina. Contra Marruecos, Cristiano repitió la distinción del Hombre del Partido, pese a que, en rigor, tocó muy pocos balones y volantes marroquíes jugaron mejor que él.
Así es la mercadotecnia cuando los planetas están alineados. Su pareja, Georgina Rodríguez, de padre argentino, es figura en las tribunas. Y hasta en el aeropuerto de Funchal fue inaugurado finalmente el nuevo busto que reemplaza a uno anterior que le había disgustado.
El narcisismo de Cristiano siempre fue público. Imposible olvidar su documental de 2015. “Una selfie alargada”, lo definió un crítico. Cristiano, no Messi, se parece a Diego Maradona.
Desde hace ya unos años, Cristiano economizó sus movimientos. Juega mucho más cerca del arco. Necesita apenas un toque de balón para marcar. Si sus compañeros no ayudan, como está sucediendo en Rusia con Bernardo Silva, Gonzalo Guedes y André Silva, el balón no le llega.
Pero la dificultad agranda su rendimiento. En el triunfo inmerecido ante Marruecos, recuperó, cedió balón y buscó una devolución que casi nunca llegó. El DT Fernando Santos se le acercó dentro del campo apenas terminó el primer tiempo, como buscando instrucciones antes de hablar en el vestuario con el resto del equipo. “Jugamos muy poco”, le dijo Ronaldo. “Não importa, não importa, se jogamos bem ou mal, nós só queremos levar a taça para o nosso Portugal”. Los hinchas son pragmáticos como él.
Ronaldo no disimula gestos de fastidio en la cancha, habituales en él, pero cuentan que en la concentración de Kratovo luce líder y colaborativo. Goleador sí, pero más útil que nunca para su equipo, aunque todos creamos que once Messis deberían ganarle a once Ronaldos.
Cristiano también atraviesa problemas judiciales con el fisco español y está en discusiones difíciles con Real Madrid, al que le exige que le pague como número uno del mundo. La presión por el trono hizo mella con Neymar, el heredero que amaga y no concreta, y que estalló tras el triunfo sufrido de Brasil ante Costa Rica. Un periodista criticó su llanto y dijo que a Neymar le falta algo que Ronaldo sí tiene: “Carácter”.