Por Mario López M.
A pesar de no lograr traspasar el mando a alguien de su sector, con una Nueva Mayoría quebrada, un pésimo manejo comunicacional de su gestión más reconocida en el extranjero que en Chile, la gobernante logró implementar una serie de reformas estructurales que ningún otro gobierno democrático pudo realizar.
“En 15 años más, la Presidenta Bachelet será recordada como la mejor de la historia”. La frase no proviene de uno de sus fervientes admiradores, la dijo el senador RN Manuel José Ossandón y hace referencia justamente a los cambios profundos implementados por la mandataria que “equipararon la cancha”.
Con una oposición que le negó la sal y el agua, una estrategia de la derecha económica muy bien urdida que se opuso tenazmente a las transformaciones, una coalición gobernante que nunca le dio carta blanca a pesar de ser mayoría clara en el Parlamento y donde una soterrada guerra de matices y retroexcavadora fue más importante que sacar adelante los logros, sumado todo ello a un caso Caval que horadó duramente la imagen presidencial en medio de un inédito descrédito político y de las principales instituciones de la República, unido a una baja económica mundial que repercutió en el país, aun así Bachelet logró llevar adelante buena parte de los principales cambios estructurales que había ofrecido al país.
No se crea que no hubo “errores no forzados” o promesas incumplidas. Las hubo.
Si bien la Presidenta Michelle Bachelet termina su segundo periodo orillando –según las benditas encuestas que buscaron siempre fracturar su relación con la gente-, un 40 por ciento de popularidad, la mitad de lo que mostraban las mediciones al término de su primer mandato, no es menos cierto que en menos de un mes, apenas terminadas las recientes elecciones, los sondeos que hasta allí la situaban en torno a un 18%, le catapultaron a un crecimiento que duplicó esa cifra. ¿De pronto la gente reconoció –en menos de 30 días- el valor de la mandataria o las empresas de investigadoras de opinión le habían amañado su justo sitial?
Nadie es profeta en su propia tierra
Resulta paradojal que mientras en el extranjero, gobernantes y líderes mundiales estén contestes en que las reformas implementadas por la Presidenta Bachelet fueron en la línea correcta y no solo eso, sino que cambiaron de manera irreversible al país, en Chile algunos sostenían –aunque ahora callan-, que el país se caía a pedazos. Para BBC Mundo, líderes mundiales coinciden que el gobierno de Bachelet se ve desde el exterior como un audaz proyecto de largo plazo para modernizar un país rezagado en lo institucional.
Para el ex presidente del Banco Central, Carlos Massad, “el futuro se ve razonablemente bueno para Chile”, a la vez que destaca que se ve un buen futuro tras las reformas impulsadas por el Gobierno de Michelle Bachelet. En la misma línea el electo senador Francisco Huenchumilla dijo a Cambio21 que “hay un eje central que rescato de este gobierno. Este gobierno quiso hacer un viraje del modelo de sociedad que nosotros tenemos, por lo mismo las reformas que hizo las hizo en la dirección correcta”.
La Presidenta Bachelet es considerada internacionalmente como la mujer más poderosa de América Latina por la revista Forbes y aunque ya tuvo ya un importante cargo en las Naciones Unidas como directora de ONU Mujeres, no pocos verían con buenos ojos que fuera ella la primera mujer que encabezara ese organismo a nivel mundial. Igualmente se le reconoce como una de las figuras más influyentes de Unasur, que llevó al país a integrar la Comisión para el Mantenimiento de la Paz en Haití y fue parte determinante en las conversaciones y acuerdos de paz en Colombia con las guerrillas. Según Ipsos, entre los 300 líderes de opinión de la región latinoamericana, Bachelet obtiene una aprobación del 69%.
Gobierno reformador
Mientras la “chimuchina” política y electoral llegaba a su mayor expresión en el país, desbocando en la elección de Sebastián Piñera, la mandataria atesoraba su obra que difícilmente podrá ser demolida por el próximo gobierno de distinto signo por no contar con las mayorías al efecto.
No es menor lo avanzado, aunque la pasión aún no deje ver con claridad cómo se transformó Chile en estos 4 años. Por lo pronto se aprobó una ley para el acceso gratuito a colegios y universidades en un sistema educativo que estaba entre los más caros y excluyentes de la región. Se puso fin a un sistema electoral binominal que favorecía a la segunda minoría sobre representándola y que en la práctica barría de paso con los partidos pequeños o independientes.
También se implementó una reforma tributaria –que entre cocinas y presiones- aumentó los impuestos a grandes compañías y eliminó un sistema que eximía a los empresarios de pagar impuestos por ingresos totales. En materia valórica se dio carta blanca a la unión civil entre personas heterosexuales y del mismo sexo, en un país donde ser gay fue ilegal hasta 1999. Y si de terminar con el castigo de género se trata, también legisló respecto del derecho al aborto en tres casos especiales, terminando con el ostracismo de un Chile que era una de las seis naciones del mundo donde el aborto era ilegal en todos los casos.
Los cambios llegaron para quedarse
Para el sociólogo Manuel Antonio Garretón, “Este fue el gobierno más importante que ha habido en Chile después que se recuperó la democracia. No significa que haya sido el mejor gobierno, o el que lo haya hecho mejor, pero significó un salto para una sociedad que no había dejado atrás la dictadura”, afirmó a nuestro medio. Esa fue la apuesta de este segundo mandato de Bachelet, la era del “Chile de todos”, donde el foco, a diferencia de su primer gobierno que estuvo puesto en la protección social, ahora se dispuso en el reconocimiento y la defensa de los derechos sociales.
“Las reformas estructurales han llegado para quedarse”, afirmó la propia mandataria en más de una oportunidad, aunque reconoció que “lo que hemos logrado es una obra política no exenta de errores pero tampoco exenta de grandeza”. “La Presidenta Michelle Bachelet quedará en la historia como el liderazgo que en sus cuatro años transformó profundamente la sociedad chilena”, ha reconocido el exministro Francisco Vidal a Cambio21.
“Todas estas reformas se han logrado en un escenario de desaceleración de la economía provocada fundamentalmente por la caída en el precio del cobre y el aporte de este recurso al crecimiento. A manera de ejemplo, mientras que en el gobierno de Piñera el precio del cobre le aporto -en promedio- al crecimiento económico casi 3 puntos del PIB, en el gobierno de Bachelet el aporte del cobre significó menos del 1% del PIB”, señaló el también dirigente del PPD.
La base, la Reforma Tributaria
Era necesario financiar todo el proyecto de cambios ofrecidos al país, sustentar la gratuidad, por ejemplo como una reforma sostenible en el tiempo, requería de una fuerte inversión y los fondos no estaban o al menos no sin desvestir otro santo. Por ello la primera tarea del Gobierno fue sacar adelante la Reforma Tributaria, que en números permitiría financiar buena parte de los compromisos del programa. Su aprobación se dio en un clima de fuerte resistencia empresarial, oposición declarada de la derecha y desorden manifiesto al interior de la coalición de gobierno que se movía entre la retroexcavadora del senador Jaime Quintana (PPD) y los matices del también senador Ignacio Walker (DC).
Entre “cocinas” y zancadillas ella fue aprobada sin ser del pleno gusto de todos, pero se transformó en la base material para avanzar en las reformas y en muchas otras políticas públicas. Los datos duros reconocen que el 92% de la recaudación de esta reforma se obtuvo de los ingresos del 1% más rico de Chile, según el Banco Mundial. “Sin duda, que hay que reconocer que en materia de procedimiento resultó más compleja de lo necesario, como también que se cometieron errores políticos en su gestación, motivados por la búsqueda de alcanzar la recaudación. En vez de concentrarse en el 1% más rico en su totalidad, se ‘pirquineó’ con la elevación de impuestos de afectación universal, como por ejemplo bebidas, alcoholes, y particularmente el IVA a la construcción”, reconoce Vidal.
“Gracias a la reforma tributaria, en marzo del 2018 habrá 20 hospitales nuevos, y 29 hospitales en etapa de construcción, así como 185 centros de salud primaria en funcionamiento; 59 centros de salud familiar terminados y 85 centros comunitarios de salud concluidos. Gracias a la reforma tributaria se entregaron más de 900 mil subsidios de vivienda, de los cuales 216 mil fueron subsidios de adquisición de viviendas para sectores medios; se pudo reducir el porcentaje de hogares en situación de hacinamiento al 7%; se inauguraron siete nuevos parques, además de 22 en construcción y cinco en ejecución; el programa Quiero Mi Barrio incorporó 203 nuevos barrios y se están construyendo cuatro grandes embalses, entre otras obras”, señala el exministro Francisco Vidal.
Para el senador Carlos Montes (PS), luego de tres años de implementación de la reforma “los objetivos fundamentales, que eran recaudar y terminar con algunos privilegios se están cumpliendo (…) la mayor parte de la recaudación será el 2018, cerca de la mitad de lo esperado”, dijo. Y ello es efectivo, pues este año entrará en régimen pleno la reforma tributaria, con el hito del alza del impuesto de primera categoría hasta el 27% para las empresas acogidas al sistema semi integrado. “Esto es lo que permitirá un margen de gasto para el Presupuesto de 2018”, señala Montes. Lo que no es claro, porque Sebastián Piñera prometió bajarle este impuesto a las empresas, lo que estará por verse.
La Reforma Educacional
Aunque de manera paradojal los líderes estudiantiles, mayoritariamente del Frente Amplio, lo mismo que los de los profesores han mostrado su descontento con la reforma ícono de Bachelet, la reforma educacional quedará como el principal legado de la Presidenta. Ella avanzó, con la ley de inclusión, “es decir, fin al copago, a la selección y al lucro con recursos públicos. Se inició el proceso de desmunicipalización de la educación básica y media, se inició la nueva carrera docente, se avanzó en cobertura e institucionalidad en la educación pre escolar, y finalmente, también como fue expresado anteriormente, se consolidó la gratuidad en la educación superior para el 60% de familias más vulnerables”, afirma Francisco Vidal.
Y si bien financiar la reforma a la educación chilena no era el único objetivo la tributaria, gracias a ella “se crearon en este periodo 70 mil nuevos cupos en educación pre escolar, así como se implementó la carrera docente con un alza significativa en las remuneraciones de los profesores; se entregaron casi 18 mil nuevas becas de vocación de profesor; se benefició a 340 mil estudiantes con las becas de arancel; se terminó con el copago en la educación particular subvencionada para el 85% de las familias que optaron por ese tipo de educación para sus hijos, y lo más relevante: la gratuidad en la educación superior, que permite a partir del 2018, que 360 mil familias puedan educar a sus hijos en este sistema con gratuidad”, dijo Francisco Vidal, cifras en mano.
“Un mejor país tiene en la educación un pilar de su desarrollo. Sin buena educación no podemos contar con los profesionales y técnicos necesarios para innovar y crecer, y sin educación no podemos formar ciudadanos que hagan de la nuestra una mejor democracia. (…) En Chile ha habido ciclos de reformas en democracia cada 30 o 40 años porque las transformaciones demoran en madurar. Para hacer los cambios que hemos hecho en este gobierno debió pasar mucho tiempo e invertir mucha energía social y política, pero hemos logrado poner los fundamentos para un sistema educativo robusto para las próximas décadas”, dijo la Presidenta, orgullosa “de haber hecho lo que correspondía para poner a nuestra educación a la altura de los tiempos y las exigencias de nuestra sociedad”.
Las Reforma Laboral y al Binominal
La Reforma Laboral si bien no incide en lo inmediato en el bolsillo de los chilenos, sin duda que los trabajadores organizados tienen hoy más fuerza para negociar con los empresarios, tomando en consideración el cambio efectivo en el ejercicio del derecho a huelga, al ponerse fin al reemplazo, que en los hechos la hacía inviable. También amplió importantes beneficios en la negociación colectiva a los trabajadores no sindicalizados, siendo una decisión convenida entre empleador y la organización sindical, y no como antes que era una decisión unilateral del empleador. Sin embargo esta es una de las reformas que quedó al debe, por desorden de la coalición gobernante, falta de voluntad política y sobre todo de presencia de organizaciones sindicales, hoy atomizadas y sin guía.
Por el contrario, reformar el sistema político que le había dado a la derecha una sobre representación claramente antidemocrática en el Parlamento, donde un tercio valía lo mismo que el 65% de la ciudadanía y donde las minorías no tenían ninguna posibilidad de competir y convertirse en mayoría, será recordado como uno de los cambios más sustanciales a la orgánica jurídica que la dictadura dejó como amarre del modelo, además de propender a la igualdad de género, mediante la vía de la Ley de Cuotas, que aumenta la participación femenina.
Mayor y más justa proporcionalidad era el objetivo y se logró. El nuevo sistema electoral establece un sistema de proporcionalidad llamado D’Hont, donde los cupos a elegir se determinan en base a la proporción de votos que obtiene cada lista. Se trata del mismo sistema que se utiliza para la elección de concejales. Además se establecen cupos impares en varias circunscripciones (28), lo que impide el escenario de “empate”, propio del Binominal. De paso aumentaron a de 120 a 155 los diputados y de 38 a 50 los senadores, buscando mejorar la representación en regiones y distritos que se encontraban subrepresentados respecto de su cantidad de habitantes.
Fuego amigo y del otro
No terminaba de cumplirse el primer año de mandato presidencial para Bachelet y un “misilazo” reventó en La Moneda en plenas vacaciones presidenciales. El caso Caval que alcanzaba al hijo y a la nuera de la Presidenta en un tema de tráfico de influencias asociadas a operaciones inmobiliarias que más tarde derivaría en una serie de otras aristas y otros responsables muy alejados de Bachelet y cercanos a la UDI. Pero en lo concreto, la Primera Mandataria que gozaba de amplio reconocimiento ciudadano se vio afectada por un hecho que no le era propio, pero que tenía un campo fértil en desconfianza producto de los casos que en ese momento escandalizaban al país producto del financiamiento ilegal de la política.
La derecha, consciente de la oportunidad que se le creaba –o que había creado-, le dio como “bombo en fiesta” a Bachelet y asoció el hecho a las reformas, desacreditándolas. No era lo único que golpearía a La Moneda, pues la mano derecha de la Mandataria, el ministro del Interior Rodrigo Peñailillo, resultaría salpicado por las denuncias de financiamiento ilegal. Las huestes internas lejos de cuadrarse detrás de ella, continuaban enfrascados en disputas internas que más tarde llegarían al propio gabinete de la mano del nuevo ministro del Interior, Jorge Burgos.
Los problemas no solo fueron internos. Chile, un país con una economía cíclica producto de su todavía mono dependencia del cobre, vería mermados sus recursos de manera importante. La derecha se encargó de asociar tal baja externa a que las reformas afectaban la economía. Se creó “una imagen de que Bachelet se concentró en las reformas a costa de la economía, la infraestructura, los servicios públicos y lo cotidiano”, reflexiona Eugenio Tironi, ensayista y consultor político. De paso se comenzó una soterrada lucha valórica que movilizó incluso intereses religiosos en descrédito de los cambios.
No faltaron las cifras manipuladas, según se reconocería más tarde que provenían de “prestigiosos medios internacionales” asociados a la derecha e incluso del propio Banco Mundial que terminó en escándalo y con la renuncia –desmentido de por medio- del propio economista líder del organismo internacional. En Chile la derecha instaló la idea que el país se caía a pedazos a pesar de que las cifras de la banca, el retail, las Isapre y en general de la economía mostraban un crecimiento sostenido en la economía.
No pocas tareas pendientes
Si bien Bachelet avanzó de manera importante en el tema de transparencia, incluida importante legislación, lejos está aún el momento en que se pueda asegurar que esa transparencia está asociada a sistemas de control efectivo de los gastos públicos. Los milicogate, pacogate y cuanto “gate” se recuerde, sumados a casos de corrupción ´política, abusos sexuales asociados a la iglesia Católica, han golpeado duramente la credibilidad de las principales instituciones en Chile.
También en materia de reforma Constitucional quedaron importantes temas pendientes. Si bien se avanzó en un inédito sistema de consultas reflexivas ciudadanas, único en la historia constitucional del país, ello no se concretó -salvo al parecer en estos últimos días- en un proyecto concreto producto entre otras cosas de falta de una voluntad política generalizada en la población –demandante de transformaciones pero ausente en la participación y por ende en las decisiones, como en el voto en el extranjero, un fiasco en resultados-. El proyecto que prometió enviar la Presidenta esta semana, no fue socializado con los partidos del conglomerado, así, poco futuro en lo inmediato se vislumbra.
En derechos humanos también quedaron –a pesar de haber sido el periodo en que más se progresó en verdad y justicia-, importantes o más bien emblemáticos casos pendientes. Quizás el que más destaque es el cierre del penal Punta Peuco, el que incluso habría sido prometido por la propia Presidenta Bachelet a Carmen Gloria Quintana, la joven que fuera quemada viva junto a Rodrigo Rojas, quien falleció como consecuencia de las heridas causadas por agentes de la dictadura. También queda al debe en materia indígena, con luces y sombras pero lejos de una solución permanente.
Usted se preguntará a qué hora se tocará el tema de jubilaciones y salud. Ahora. En comisiones, informes, nuevas comisiones, marchas, protestas y más comisiones que elaboraron más informes se tradujeron estos 4 años en que no se logró una transformación sustancial en materia de previsión social y salud para las personas. Innegable que hubo cambios que aportan, pero no terminan con las causas de algunos de los más acuciantes problemas que afectan a nuestro país. Falta de medios es la opinión unánime de técnicos y expertos. No es llegar y poner fin a las AFP, tampoco eliminar las Isapre. Como sea, queda la sensación que se pudo hacer más.
Inaceptable sí, la entrega innecesaria del litio a Soquimich, justamente la sociedad que cohechó a la política en Chile. No hay justificación alguna para esta acción.
Les dio donde les duele
Sin duda opacó de manera importante el legado de Bachelet, la incapacidad de comunicar adecuadamente las obras, su implementación y evaluación. Una derecha dueña de casi la totalidad de los grandes medios de comunicación, manejó la agenda pública a su arbitrio. Jamás La Moneda pudo entender que era necesaria una legislación de medios de prensa que equiparara la cancha. A los medios alternativos se les cerró puertas y eso derivó que algunos llegaran a desaparecer de la escena nacional.
La propia Moneda ha admitido que hubo “problemas de comunicación”, en el sentido de que la urgencia, la pertinencia o el beneficio de las reformas no fueron explicados a los chilenos. Dura lección a internalizar. En su momento un crudo comentario grafica el tema y lo hace el prestigioso economista Ricardo Ffrench-Davis: “Las reformas fueron comunicadas con las patas”. ¿Cuántas personas saben que el salario mínimo aumentó en un 31% durante este gobierno?
Las reformas fueron asumidas por la clase dominante, sobre todo la empresarial y de derecha, como una seria amenaza que rompe con un sistema de privilegios que parecía intocable. Sin embargo ellas están allí. Podrían haber sido mejor socializadas y planificadas, sin duda, pero aunque se perfeccionen, difícilmente podrán ser borradas de la vida nacional. “Implican cambios muy de fondo que serán difíciles revertir”, concluye Tironi. Quizás los dichos de Ossandón sean premonitorios: “En 15 años más, la Presidenta Bachelet será recordada como la mejor de la historia”.