Por Luis Casanova R.
Por su usted no lo sabía, Marcela Osorio lleva 17 años dedicándose a la acupuntura. Se mueve entre la consulta que tiene en Providencia y la escuela de Medicina China de Santiago, lo que no le impide seguir apareciendo en televisión cada vez que la invitan.
Irradia paz y tranquilidad con su hablar pausado pero seguro y se apasiona cuando le preguntan de cine, más aún con el recuerdo de “Sussi” (1987) y todo el impacto que generó el premio Oscar para “La mujer fantástica”.
Cambio21 dialogó con la actriz ícono, la activista espiritual y la ciudadana que al igual que millones de chilenos está desencantada con lo establecido. Era que no.
“Seres humanos explotados”
- Va para las dos décadas con esto de la medicina china. Me imagino que el balance debe ser enriquecedor.
- Me siento súper satisfecha en todos los aspectos en realidad. De todas maneras superó todas mis expectativas aunque siempre me interesó y por eso lo llevé a cabo. Ahora, con el pasar de los años, siento que sigo aprendiendo, motivando y agradeciendo haber descubierto esta técnica milenaria. Me siento complementada también, porque se trata de una medicina muy espiritual. Entonces, cuando uno trabaja en ella, al mismo tiempo que trabajas temas físicos, tratas temas emocionales. Y eso vale para una como terapeuta como para los pacientes. Es toda una experiencia y es como vivir un reality cada vez que entro a ‘terapiar’ (ríe).
- El contexto es de una sociedad bastante estresada y con muchas exigencias. Por ende, los espacios para el relax son muy reducidos. Da la sensación de que pacientes debe haber por montones.
- Sí pues. En verdad, mientras más mal le vaya a la sociedad mejor nos puede ir a nosotros (ríe). Esa es una máxima lógica, porque mientras los seres humanos sigamos siendo explotados van a haber pacientes fecundos.
- ¿Cuánto tiempo tarda una persona que llega con achaques, problemas y tensiones en enrielarse y poder llevar más o menos una vida espiritual?
- Lo primero que le explicamos a los pacientes es que aquí no hacemos milagros, sino que entregamos las herramientas para que la gente pueda hacer sus propios cambios. Trabajamos ciclos de diez sesiones, que es lo que dice la medicina china que se requiere para remover un síndrome. En ese lapso debemos ser capaces de modificar la conducta y los hábitos de una persona estresada y, además, mostrarle con hechos cómo puede estar mejor haciendo pequeños giros en su vida. Y eso sucede. Hay gente que viene cada tres meses, porque tras cada cambio de temporada es bueno hacer un nuevo balance y establecer la nueva condición en la cual se encuentran. Y es de muy buen augurio hacerlo, dado que realmente se cumple. Todas las estaciones nos muestran una nueva aventura y un nuevo reto para nuestro cuerpo y mente.
- ¿Cómo se puede cuantificar el éxito de su trabajo?
- Esta es una técnica bastante afortunada, en el sentido de que no hay nadie que entre el box, sea atendido y no tenga ningún cambio. Incluso la gente que dice no haber sentido nada distinto sigue viniendo. Yo creo que nadie estaría dispuesto a seguir haciéndose un tratamiento que no tiene resultado. Entonces, en algún espacio escondido y no a la vista de todos, ese paciente igual es aliviado. Quizás no es el motivo principal que lo trajo en un 100%, pero hay otros aspectos de la vida que se ven favorecidas gracias a la técnica. Por eso que la gente sigue viniendo.
- No debe faltar el paciente que la viene a ver solo para conocerla en persona.
- ¡Ahhh! Realmente no lo sé. No tengo esa estadística (ríe), aunque hay mucha gente que es pariente, tío, primo, compadre y amigo de otra gente, que yo he tratado y que viene por ese motivo, no tanto porque yo sea un personaje público que alguna vez ha estado en la pantalla. Eso es independiente. Llevo demasiado tiempo esto como para que la gente tenga solo un referente mío en términos actorales. Lo que sí es que algunos que no saben y se llevan la sorpresa.
- Los hombres claramente.
- Sí, pero vienen muchas más mujeres, aunque hay una cantidad importante de hombres también. Anda por el 40% de hombres y el 60% de mujeres.
“Que la democracia avance”
- ¿Queda energía y tiempo para la actuación?
- Esto ocupa gran parte del tiempo, pero son tiempos acotados. Por eso que es posible trabajar, dado que son trabajos nocturnos. Se puede arreglar siempre. Nunca ha sido una limitante para mí en estos años estar en las dos cosas.
- Partamos por la TV. Hay gente que muere por estar.
- Yo tengo una relación amigable con la televisión, pero nada contractual hoy. Estoy bien. Hay que decir que hay gente que se dedica solamente a eso. Entonces, es probable que cuando uno no tiene ese objeto del deseo, que es un contrato, se sufre por eso y se estresa. Es comprensible. En el caso mío no es así. Yo me paseo por la clínica y por la pantalla con un vaivén. Así que no sufro.
- ¿Ve televisión?
- Mmm… poca. De todo, aunque no consumo mucha TV en general, ni nacional ni cable.
- Igual es entendible. Solo malas noticias y eternos bloque deportivos. Tampoco es muy seductora la oferta.
- Sí, es poco seductora en realidad. Y tampoco dispongo del tiempo suficiente como para gastarlo en eso.
- Para peor están las noticias políticas. Puros escándalos más que cosas aportativas. ¿Estás inmersa en esos contenidos?
- Yo soy bastante crítica con el mundo que nos rodea. Tengo opinión y todo y me interesa. Hay minutos que me importa más y en otros menos, pero soy un ser social y sigo manteniéndolo. Ahora, como movimientos social no me siento atraída por lo que existe en este minuto. No me motivo demasiado, aunque obviamente he tenido instantes más participativos. Igual creo que una sensación generalizada.
- ¿Faltan líderes?
- ¿Espirituales dices tú?
- Sean de donde sean.
- Bueno, es probable. Gente que involucre masas son escasos en estos tiempos, pero también falta ideología.
- Los partidos son rechazados por la ciudadanía, como quedó demostrado con la alta abstención de la última elección.
- Sí poh. El problema es que yo no tengo la varita mágica para decir quién es el candidato y quién no lo es. Lo que sí se ve es que hay una ausencia de líderes y de contenido. No sé de dónde vendrá la mano o cómo seguirá la cosa para adelante por quiénes votarán mis hijos. Eso me causa estupor. No logro ubicarme en el tiempo y en el espacio. No pierdo la esperanza en todo caso, porque somos seres políticos y espero morirme así, de que las cosas pueden cambiar, que podemos ser mejores y que la democracia avance. Seguramente aparecerá algo o alguien.
“Minipyme del cine”
- Admito que la googlié y lo que encontré fueron sus últimas entrevistas y fotos donde se recalca su carácter de símbolo sexual a casi 30 años de “Sussi”. ¿Qué le parece?
- Difícil la pregunta porque hay varias formas de responderla. Por un lado, una no es responsable del mercado. No tengo conocimiento sobre el por qué en algún minuto, por los trabajos que yo hice, me encasillarlo y me pusieron un vestido, cuando no sé si era algo que me interesara. Pero son las leyes del mercado o si fui la tonta útil del minuto. Son cosas de las que nunca tuve la intención de lograr. Yo soy actriz y me ofrecieron un papel X y realicé ese papel lo mejor que pude. El resto son simplemente casualidades, el mercado o llámalo como quieras. Por lo tanto, la consecuencia de esto y seguir hablando de esto hoy me parece patético. Si no me interesó en ese minuto, ahora menos (ríe). Creo que no tiene relevancia.
- ¿Y qué hacemos con la gente que aún la venera en los medios?
- Creo que pagarían por estar ahí (ríe).
- Y hablando de íconos, ¿qué le parece el actual momento del cine chileno después del Oscar que ganó “La mujer fantástica”?
- A ver, igual el cine chileno ha crecido bastante, aunque existen varios fenómenos paralelos. No es por desmerecer ni mucho menos, pero si tú me preguntai a mí cuando nosotros hicimos “Sussi” con Gonzalo Justiniano, que fue la primera película después del Golpe de Estado más bullada y con más recepción, se trata de contextos incomparables. Nosotros trabajábamos con películas. O sea, hoy parece una cosa como anacrónica, pero efectivamente eso hacíamos. Trabajábamos con los ‘puchos’ de los recortes de la publicidad. Y la trabajábamos una a una. Yo tenía que hacer una escena y si me hubiera equivocado me agarraban a patadas. No podía fallar ni me podía equivocar en el foco. Muchas veces estuvimos parados esperando que llegara un pedacito de cinta para seguir filmando, porque no alcanzaba con lo que teníamos. Se grababa y filmaba en condiciones paupérrimas. Hacíamos unos ‘tour de force’ (demostración de fuerza o destreza) de 18 o 20 horas al día. Se comía una vez al día. Estas cosas hay que decirlas, porque nada de eso sucede hoy.
- Cada tiempo es distinto.
- Sí. Hoy con una camarita insignificante, con un teléfono, tú hací una película. Nosotros hicimos “Sussi” con la única cámara filmadora que había en Chile en ese momento. ¡Vivíamos colgados de la electricidad! Nada tiene que ver con nada. Es como pedirle peras al olmo o mezclar peras con manzanas. No quiero desmerecer, pero lo que nosotros hacíamos era el oficio del cine. Hoy en día todos pueden hacer películas. Obviamente hay buenas y malas. Sí creo que los hermanos Larraín (Pablo y Juan de Dios) como productores son buenos. No solo hicieron “La mujer fantástica”, están las otras. Creo que están echando a andar una pequeña minipyme del cine en Chile, y eso es destacable y loable. Pero, insisto, no hay punto de comparación a mi juicio. Lo que hacíamos era a pedales. Tiene la fascinación, como actriz, de buscar lo imposible y hallar la aguja en el pajar. Ahora nadie tiene problemas con equivocar un foco o seguir de largo una escena o hacerla más tarde o más temprano. Da igual. Las cámaras son súper luminosas. Todo es muy distinto.