Oh I'm just counting

Memorias políticas de Jorge Arrate: las sorpresas parten en la cocina

El ex ministro de la Concertación sostiene que somos hoy una sociedad mercantilizada, “sin proyectos con horizonte”

Por Francisco Castillo​

“Con Viento a Favor” se titula el primer volumen de Memorias de Jorge Arrate. Abarca desde los gobiernos del Frente Popular (1938-52), hasta el de la Unidad Popular (1970-73). Un relato valioso, que puede considerarse un aporte a la educación cívica.

Como pocos, Jorge Arrate Mac Niven (76), ha estado en la primera línea de la política nacional en los últimos 47 años. Abogado, economista, escritor, político y profesor universitario fue ministro de Allende, Aylwin y Frei Ruiz-Tagle. Estudió en el Instituto Nacional, la Universidad de Chile y Harvard. En 2009, el pacto de izquierda, Juntos Podemos Más, lo postuló a La Moneda; obtuvo el 6,21 % de los votos.​

“Recuerdos impropios”

Ha escrito una decena de libros, la mayoría sobre temas políticos. También una serie de cuentos cortos y una novela. Ha demostrado singular habilidad con la pluma, que demuestra una vez más en este volumen de 420 páginas editado por LOM.

De partida, ya en la primera línea, Arrate deja en claro cómo viene la mano en las páginas siguientes. Comienza hablando de su madre, Aileen, que vivió hasta los 101 años. Tuvo con ella una relación compleja, por su calidad de hijo único. Ella era muy exigente con él.

También habla de su padre, que alcanzó a estar en la Marina hasta los 22 años, pero que se retiró así de joven al ser denunciado por compartir socialmente con subordinados, lo que no estaba permitido.

“Mi memoria está llena de recuerdos disfrazados o inexactos… Llena de recuerdos impropios, preferiría llamarlos”, confiesa con humor Arrate al momento de dirigirse derechamente al lector: “Invito a trepar a esa memoria que por muchas vías ha llegado a ser más larga y ancha que mi existencia: un ático atiborrado, brumoso…plácido a ratos…  a veces fantasmal y agitado, a lo mejor para mí mismo, sorprendente”.

Relato matizado

El suyo es un relato de la historia política del país matizado por alusiones familiares y descripciones de las circunstancias y entorno de los sucesos, lo que los hace accesibles y atractivos. Los hechos se van presentando de forma coherente, aunque no en orden cronológico.

Arrate incluso retrocede en el tiempo, a 1920, cuando aparece en la escena política la melena de Arturo Alessandri Palma, el impulsivo León de Tarapacá, nieto de un titiritero italiano que más tarde sería responsable de la matanza del Seguro Obrero, lo que posibilitó que llegara Aguirre Cerda a La Moneda en brazos del Frente Popular, un conglomerado de clase media al que se sumaron los radicales, tentados por los llamados que les hacían desde la izquierda ”en especial desde el Partido Comunista”.



Emerge la clase media

Escribe Arrate: “Por fin, se decía, el pueblo había ingresado a la mansión de gobierno. En realidad, era principalmente la clase media, esa categoría difusa y maleable… (que) hegemonizaba una alianza con los sectores obreros y populares partidarios del socialismo”.

Cuenta que sus padres fueron a la recepción que hubo en La Moneda invitados por Aguirre Cerda, “un hombre de espíritu conciliador, de rostro parecido al de cualquier chileno de barrio popular”.

Y describe, como director de cine italiano, a quienes concurrieron a esa inédita fiesta. “Abundaban los profesores normalistas; también abogados, médicos, muchos ferroviarios, funcionarios de correo, sindicalistas de mirada desafiante, oficinistas de terno azul, camisa blanca y corbata -las prendas algo desgastadas, pero dignas-, jóvenes en mangas de camisa, masones solemnes y uno que otro ‘pez gordo’ del comercio y del agro que se habrán sentido algo incómodos”.

“Emergía, quizás, un nuevo bloque histórico y surgía el impulso a un moderno proyecto colectivo”, reflexiona

As en la cocina

De los sucesos históricos, Arrate salta en sus Memorias con fluidez a la cotidianeidad familiar. Propiamente, a lo que sucede en la cocina hogareña. A diferencia de la de Andrés Zaldívar -utilizada para “guisar” acuerdos políticos, según propia confesión, la de él se circunscribe a ingredientes, ollas y sartenes.

Cuenta el ex ministro que en los 80, cuando vivían en Rotterdam, su mujer tomó un trabajo que por horario le impedía preparar la cena familiar, por lo que obligadamente debió encargarse de aquello.

Lo malo era que lo único que sabía hacer eran tallarines. Su mujer, Ana María, entonces le instruyó en descongelar comida hecha y servirla, una tarea rutinaria y aburrida. Él la había visto cocinar, entretenida y alegre. Resolvió aprender y, para ello, se sirvió de los libros de su esposa, consultó recetas y manejó sus trucos. Se convirtió en un “as”, estilo master chef.

Modesto, dice que no es para tanto; pero admite buenas marcas, como unas lentejas con queso y longaniza que preparó para cien personas cuando celebró sus 60 años, que saborearon admiradas Tencha de Allende y su hija Isabel; un postre de quesillos con papaya confitada y miel que alabó Ricardo Lagos; una entrada de apio relleno con ricota que le gustó a Patricio Aylwin y así, otras delicias como rodajas de zanahoria con pasta de aceitunas negras y choros a la chalaca (*) que han disfrutado amigos y familiares.

(*) Los choros a la chalaca es un plato peruano. es una especialidad peruana: los choritos se cocinan a fuego lento con variedad de cebollas, ajíes, limón, cilantro, sal y pimienta blanca.

Más sorpresas

Otras insospechadas habilidades hay en la vida de Arrate, como su afición por el relato radial de fútbol. Fue en sus días de alumno del Instituto Nacional, cuando fue compañero de curso con el hoy conocido abogado y periodista deportivo Juan Facuse. Para matar el tiempo en el “recreo largo” del mediopupilaje del Instituto, después de almuerzo, caminaban por los pasillos transmitiendo partidos imaginarios. Estaban en sexto humanidades (4° medio) y un día Facuse le dice: “La próxima semana salimos…”, “¿Adónde?”, pregunta Arrate, “¿Cómo que adonde? Al aire, pues, al aire, en la radio Yungay”.

Y así no más fue. Un tío de Facuse los financió. Consiguieron hasta carnet para entrar a la tribuna de prensa en los estadios. “Conocí algunas leyendas del periodismo deportivo chileno, como Renato González, Míster Huifa, y Julio Martínez”, cuenta Arrate. Sobre Jota Eme, dice: “Era capaz de articular con estilo el sentido común popular, con todos sus vacíos, imperfecciones y falsas percepciones. Martínez fue un maestro del lugar común, al que conseguía dotar de una aguda carga sentimental que transmitía a las multitudes”.    

Muchos años después de esa experiencia radial, el 29 de junio de 1973, Arrate vivió otra muy diversa: a pocos metros de su oficina en Codelco, caía asesinado por militares el camarógrafo argentino, Leonardo Henrichsen (33), que estaba en la cobertura de la sublevación del regimiento Tacna, hecho conocido como “el tacnazo”, antesala del golpe del 11 de septiembre.

Al llegar a su oficina, Arrate fue informado del crimen, que el cadáver se lo habían llevado los militares, pero no la cámara, la cual la habían ocultado los trabajadores de Codelco en la alcantarilla. Horas más tarde, al rendirse los sublevados, rescatan la cámara y se la llevan a La Moneda a Augusto Olivares, entonces director ejecutivo de TVN. Al revelar el filme, descubren             que Henrichsen había registrado su propia muerte. “Habíamos rescatado un impresionante testimonio visual de valor histórico”.

“Continuará…, ¿continuará?”  

Al llegar a los últimos meses del relato que abarca lo sucedido en Chile entre 1938 y 1973, los acontecimientos se precipitan. El “viento a favor” ha empezado a rasgar las velas, convertido en una tempestad cada vez más furiosa.

El domingo 9 de septiembre del 73, Arrate estaba en Londres después de completar gestiones para la venta de cobre chileno. Allí recibe la orden de regresar de inmediato a Santiago. Debido a una confusión, recién el lunes 10 pueden embarcarse.

Luego de hacer escala en Montevideo, y cuando se aprontaban al aterrizaje en Pudahuel, deben regresar a la capital uruguaya. “El aeropuerto de Santiago está cerrado, suponemos por razones políticas”, explica el piloto.  

Al bajar del avión, un pasajero que tenía radio a pilas, da la noticia: “¡Hay golpe de estado! ¡Los militares se hicieron cargo!”.

Escribe Arrate: “Ese día fue el último de un tiempo único, excepcional por su carga emotiva, intelectual y política, y para mí fue también el primer día del mayor descalabro vital que experimenté como adulto”.

“Una pregunta, que siento inoportuna, cruza mi mente como un fogonazo. ¿Qué hicimos mal? ¿O el proyecto, desde su inicio, había sido un sueño irrealizable?”.

Y cierra: “Perseveraré… No me queda más que decir: continuará. ¿Continuará?”.

“Somos una sociedad mercantilizada”

La conclusión de las Memorias de Arrate está por ahora en suspenso. Pero material para continuarlas tiene de sobra. Hay mucho que contar sobre lo que ha sucedido, desde la oscuridad de la dictadura a la posterior luz de la democracia.

Entretanto, observa con interés lo que hoy está pasando en Chile, cuando restan poco más de dos meses para las elecciones.

-Antes era más fácil comprender la política chilena y a sus protagonistas. Hoy se ve todo “liquido”. ¿Qué nos pasó?

-​Ha sido un fenómeno mundial, aunque bastante extremo en Chile. El mercado ha invadido todos los ámbitos de la existencia, somos una sociedad mercantilizada, la política ha sido invadida por el dinero, no hay proyectos con horizonte.​

-Tal como están las cosas, es posible que crezca aún más la abstención electoral.

-​Puede ser. Pienso que sólo Beatriz Sánchez, por su transparencia y aproximación digna a la política, y las virtudes de sus jóvenes, podría romper el muro de la indiferencia y el rechazo. Está por verse.​

 -Pasando a su libro, en pocas líneas, ¿qué piensa de los siete presidentes que tuvo Chile, desde el Frente Popular a la Unidad Popular?

​-Hubo tres presidentes sin proyecto: Juan Antonio Ríos, Gabriel González Videla y Carlos Ibáñez; fueron meros administradores y, en el caso de González Videla, liberticida. Los otros tuvieron proyecto: Jorge Alessandri, la profundización de un proyecto liberal-conservador; Aguirre Cerda, un proyecto modernizador y democratizador; Frei Montalva, uno transformador y Salvador Allende, un proyecto revolucionario realizable a través de reformas radicales. ​

-¿Quién o quiénes de los hoy postulantes a La Moneda exhibe méritos como para entrar a esa galería de ex mandatarios?

-​Es muy difícil comparar las épocas. ​

 -Mirando hacia atrás, nos encontramos con grandes políticos como Rettig, Bulnes, Jarpa, Valdés, Tomic, Almeyda, Corvalán, Altamirano, Aylwin, Lagos. ¿Falta alguien?

-Me quedo en el tiempo de mis memorias: agregaría a Raúl Ampuero, ​Volodia Teitelboim, Eduardo Cruz Coke y Bernardo Leighton. Y, en la derecha, a Raúl Marín Balmaceda.

-¿Qué dirá la historia del cardenal Silva Henríquez y del general Pinochet?

​-Sobre Silva: un gran defensor de los derechos humanos. Sobre Pinochet: un asesino.​

-En la actual campaña, apareció el Frente Amplio. ¿Cómo lo están haciendo? ¿Cómo le irá en el desafío que se avecina?

​-Espero que bien.​

-“Con viento a favor” se titula el primer volumen de sus Memorias. ¿Y el segundo?  

​-Uffff... Habrá que buscarlo. Los últimos cuarenta y cinco años el viento no ha soplado en las espaldas…