Oh I'm just counting

Miniserie de Martín Vargas noqueó a su competencia en la TV abierta. Por Francisco Castillo

Es posible que las nuevas generaciones sólo hayan oído hablar a sus abuelos del pugilista Martín Vargas, el único chileno de la historia que disputó cuatro veces un título mundial de boxeo entre 1977 y 1980. Eso, con suerte. Pero si Vargas hubiera sido argentino, colombiano o nacido en México, habría calles, plazas, gimnasios y escuelas de boxeo con su nombre. Acá no. Porque este es un país tan curioso que otorga el premio nacional de  literatura a Gabriela Mistral después que ésta recibiera el Nobel.

Hace unos días, el nombre de Martín Vargas volvió a aparecer en la prensa, gracias a la exhibición en el canal Mega de “Martín: El Hombre y la Leyenda”, miniserie que tuvo interesante acogida del público (15,4 de promedio para el ciclo, emitido como segunda serie nocturna) y mejor recepción de la crítica, que en forma unánime la respaldó, y sobre todo al actor Gastón Salgado que personificó al deportista.

El equipo

La cuidada producción estuvo a cargo de La Santé Films, fue escrita por Rodrigo Cuevas (Los 80), dirigida por Juan Francisco Olea e integraron su elenco, además, Francisca Lewin como Mireya Inostroza (la esposa de Vargas), Solange Lackington (su madre) y Alfredo Castro (el manager Lucio Hernández), en los roles estelares. La serie se financió en parte con un aporte de casi $340 millones del CNTV entregados en el 2015.

Las grabaciones se prolongaron durante 3 meses del año siguiente en Osorno y Santiago, en locaciones ambientadas en los años 1965, 1973 y de 1978 a 1990.

Martín fue, de veras, un ídolo nacional, cuyos espectaculares triunfos en el cuadrilátero –gracias a una pegada inusual para su categoría (mosca, 55 kilos) – eran tan o más apreciados que los goles de Carlos Caszely, el referente máximo del fútbol chileno en esos años.

El noqueador

Vargas llegó a tener record de 92 triunfos (62 por nocaut), 15 derrotas y 3 empates en su carrera. Se retiró definitivamente en 1997, a los  43 años, en un lamentable cierre de carrera que estuvo marcado por sucesos negativos. Primero, porque se le acusó que sus peleas estaban ‘arregladas’ y segundo, por lo sucedido en su última pelea, el 31 de julio de 1998, que perdió con el colombiano Joel García. Sus allegados subieron al ring con la intención de golpear a García y su equipo, refiere radio Bio Bío en una nota de archivo.

Los principales hitos de Martín se remontan a septiembre (Ciudad de México)  y noviembre de 1977 (Santiago), ocasiones en que disputó la corona mundial de peso mosca al monarca del momento, el mexicano Miguel Canto. Perdió por puntos en ambas ocasiones, tras 15 disputados asaltos.

En abril de 1978 tuvo una nueva oportunidad, esta vez en Maracaibo ante el venezolano Betulio González, y cayó en el 12º round por K.O. técnico. En junio de 1980 disputó la corona por última vez; su rival fue el japonés Yoko Gushiken en Tokio, que lo sacó por nocaut técnico en el octavo asalto.

Tras esa cuarta frustración, Vargas juró y rejuró que lo drogaron antes de la pelea. Así lo consignó para la memoria de título del periodista Héctor Opazo Méndez en 2009, quien la tituló: “Nocaut técnico”.

“A mí me drogaron”

En ese documento, Martín le dice que cuando enfrentó a Gushiken nunca se dio cuenta que estaba en el ring y que recién vino a reaccionar cuando volvió al vestuario. Insiste Vargas en que a él lo drogaron, “pero a nadie le importa. Los periodistas que comieron y tomaron conmigo me dejaron botado y no me creyeron”, se queja con amargura el púgil osornino.

Amigo del alcohol y protagonista de varios incidentes policiales; su decadencia quedó muy expuesta en los medios de comunicación (que  entonces ni siquiera eran tan directos y profundos como actualmente) y terminó haciendo peleas por dinero, a mediados de los 90, ya con más de 40 años en el cuerpo.

El polémico mánager

Martín (Gastón Salgado) se enfrenta al mánager Lucio Hernández (Alfredo Castro)

La historia recreada por los realizadores refleja la tensa relación que tuvo Vargas con su entorno, en particular con el mánager Lucio Hernández. Según Alfredo Castro, que desempeñó ese rol en la serie, se conmovió al conocer las graves situaciones que afectaron a Martín. “Su historia corresponde a muchos hombres en Chile, artistas y deportistas, que han sido arruinados y despojados por sus mánager”, señaló el actor.

Castro terminó su trabajo en la serie con la peor opinión sobre su personaje, al que definió como “un tipo corrupto, sin ética alguna, que se aprovechó de un hombre muy vulnerable, que era un buen peleador. Fue un hombre antiético y que estafó a Vargas hasta el último día de su vida”, sentenció.

Éxito de rating

Hablando antes de la exhibición, Alfredo  Castro esperaba que la serie tuviera buena sintonía, porque “muchos se podrán sentir reflejados con la historia de ese hombre vulnerable, pequeño, que llega a la cima de la fama, del poder, del dinero, y que luego cae tan brutalmente en la miseria. El boxeo es una capa de lectura de la serie, pero lo que indaga es cómo un chico, hijo de campesinos, es capaz de llegar donde llegó Martín Vargas, que es la historia de la mitad de este país”, cierra.

En efecto, el primer capítulo de la serie emitida por Mega, a continuación de “Perdona nuestros pecados”, promedió 17,1 puntos entre las 23:27 y las 00:25 de la noche, contra 9,9 de Canal 13, 7,5 de CHV y 4,0 de TVN en el mismo horario. El guionista Rodrigo Cuevas, sobre las buenas cifras de sintonía logradas, dice que son una buena señal para la pequeña industria de las series.

Reivindicar a Martín

Gastón Salgado, el protagonista de Martín, lo vio junto a su familia. “Mis papás se pusieron a llorar”, dijo a La Tercera. “Estoy contento por el trabajo que se hizo, y es una buena vitrina. Me ayuda a posicionarme, porque tengo recién 33 y estoy partiendo”, dice quien también participó en celebradas producciones emitidas por TVN, como “El reemplazante” y “Sitiados”.

Añade que se preparó durante meses para desempeñar el rol. Bajó 7 kilos y tonificó la  musculatura, aprendió los movimientos de un pugilista en acción, pero no solo eso, pues el propósito mayor era “reivindicar a Vargas y limpiar su imagen”. En cuando a su carrera, expresa: “Hasta ahora me daban puros secundarios sin mayor trascendencia, y esto me ayudará a tener mejores papeles”.