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Más vigentes que nunca: Los nuevos aires del legado del cardenal Raúl Silva Henríquez

El religioso vuelve a estar presente y como nunca el recuerdo de sus principios y valores cobran vigencia. Un homenaje a su figura y extensa obra no solo sirvió para recordarlo sino para recuperar su mensaje, sobre todo el llamado a construir el alma de Chile que está basado en principios de libertad, justicia y respeto a los derechos humanos. Quienes lo conocieron dicen que no han vuelto a ver un hombre de Iglesia como él.

Por María Cristina Prudant

 

El cardenal Raúl Silva Henríquez marcó un hito en la historia de la iglesia católica en nuestro país. Nunca un cardenal, hasta ahora, se ha relacionado más con el pueblo y con sus problemas que él. Abandonó su carrera de abogado para ser sacerdote y ayudar a los pobres, pero le tocó vivir mucho más que eso porque también tuvo que enfrentar una dictadura que mató y desapareció personas. Desde el primer día les demostró que no les temía, porque en el Te Deum de 1973 se atrevió a pedir un minuto de silencio por el Presidente Salvador Allende y por todas las personas que estaban siendo acosadas por la dictadura.

Silva Henríquez dejó un legado social y político que no se ha repetido y, por eso, quienes lo conocieron buscan que todos conozcan su mensaje, su vida y sus obras. Entre sus principales obras figuran: su reforma tributaria que le dio tierra a los campesinos, su reforma universitaria que democratizó esas instituciones, su participación en el Concilio Vaticano II que acercó la Iglesia a los pobres, su vocación de educador para la libertad, su política de diálogo, justicia y paz y su defensa de los derechos humanos.

Creó la Vicaría de la Solidaridad

Luchó por la democracia pero no pudo evitar el golpe de estado del 11 de septiembre de 1973. Al poco tiempo se alzó como uno de los principales defensores de los Derechos Humanos. Fundó con la ayuda de varias otras iglesias cristianas el Comité Pro Paz, con el fin de resguardar a los perseguidos por el régimen de Augusto Pinochet. Después de fuertes presiones por parte de la dictadura, decidió cerrar dicho organismo a fines del año 1975.

Pero  no se quedó tranquilo y creó la Vicaría de la Solidaridad, el principal organismo defensor de los derechos humanos durante la dictadura. También creó la Academia de Humanismo Cristiano, la Vicaría de la Pastoral Obrera y reorganizó la administración del arzobispado.

Muchas personas lo conocieron  y estuvieron cerca de él y hoy pueden dar testimonio de lo que fue la vida de este sacerdote oriundo de Talca.

Su amistad con Manuel Bustos

Miriam Verdugo, viuda del reconocido sindicalista Manuel Bustos, que fue el primer presidente de la CUT y también diputado, recuerda al cardenal Raúl Silva Henríquez como un hombre “muy valeroso y muy cercano a las personas en su vida diaria y por eso mismo creo que él fue capaz de organizar a la Iglesia atendiendo al mundo social, acompañando a las mujeres en sus organizaciones de defensa de los derechos humanos, al mundo del trabajo, a los jóvenes a través de la Vicaría de la Juventud . Entonces, fue una persona que se preocupó del ser humano, del chileno de manera integral, así lo conocí”.

Pero también lo conoció muy de cerca a  través de la Vicaría de la Pastoral Social, donde estaba Alfonso Baeza “él hizo un trabajo muy fuerte de mucho apoyo a los trabajadores de este país que estaban viviendo momentos muy duros. Además, fue muy amigo de mi marido, Manuel Bustos”.

Recuerda que “ellos una vez al mes habitualmente, se juntaban en la casa del cardenal a cenar y a compartir tres a cuatro horas hablando de lo humano y lo divino. Y por eso lo siento cercano, por lo humano, por lo que me toca, pero también porque lo ví comprometido con el chileno estudiante, trabajador, con la mujer”.

Hoy no se encuentra a ese hombre de Iglesia 

Miriam Verdugo asegura que ahora “ese ser humano, ese hombre de Iglesia me ha costado volver a encontrarlo. No lo veo en la Iglesia de hoy día, en la jerarquía, que la veo lejana, preocupada de temas que tienen que ver, entre comillas, valores, pero no los veo preocupados de los valores de la vida humana, del ser humano de todos los días. Se preocupan de una ley de despenalización del aborto, pero no se preocupan de ese ser humano que llega al mundo y lo pasa horrible, tiene una vida dura, amarga muchas veces”.

En su opinión, Raúl Silva Henríquez “representa esa otra Iglesia; generosa, abierta, humana y cercana”.

El empresario Raimundo Sapaj conoció a Silva Henríquez en la Universidad Católica cuando estaba en la vicerrectoría económica y  el cardenal llegó a ser vicerrector subrogante de la Universidad, “cuando era el Gran Canciller  en los tiempos de un gran rector, Fernando Castillo Velasco, previo al golpe de Estado. El cardenal nos pidió quedarnos en la Universidad. Entonces nos tocó de rector (Jorge )Swett, que era del gremialismo y todo lo que se había hecho por una Universidad cercana a los jóvenes, al pueblo se perdió con  la dictadura”.

El 9 de abril de 1999 “murió en mis brazos”

Recuerda que cuando salió de la Universidad “la amistad con el cardenal se fue acentuando. Después él formó la Academia de Humanismo Cristiano para defender a todos los intelectuales que eran perseguidos por la dictadura. Y así estuve con él 28 años, en las aldeas de niños que llevan su nombre. Formé parte de Fintesa ( que después se convirtió en el Banco del Desarrollo), la financiera de interés social que formó para ayudar a los campesinos y a los sectores más necesitados.

Sapaj cuenta que el cardenal “iba a almorzar a mi casa y murió en mis brazos un 9 de abril de 1999”.

El empresario, que ha escrito varios libros sobre el cardenal, reconoce que se echa de menos en estos tiempos porque “basta ver la Iglesia de hoy, en la situación en la que se encuentra. Antes, estaba al lado del sufrimiento del pobre, igual que Jesucristo, y no al lado del rico. Esa Iglesia es la que se echa de menos y eso es lo que quiere representar la Corporación del Pueblo, una iglesia pobre al servicio de los pobres como dice el Papa Francisco. Eso es lo que nosotros queremos representar y estoy entregando todos mis esfuerzos en ello”.

Esta corporación hizo un largometraje sobre el cardenal y ahora están haciendo ocho documentales más sobre el rol del cardenal en la reforma agraria, en los derechos humanos, en la dictadura y otros.   

 Sapaj destaca que “a nadie tiene que llamarle la atención que donde anduviera se le gritaba con ardor: Raúl amigo el pueblo está contigo. A los cardenales que vinieron después nunca les han gritado eso. Espero que llegue otro que quizás se parezca al cardenal Silva Henríquez. Sería ideal”.

 El fin de semana recién pasado se realizó un homenaje a la vida y obra del cardenal Raúl Silva Henríquez  en el Centro Cultural Estación Mapocho. Con este homenaje se pretende traer al Chile de hoy su mensaje humanista y su ejemplo de hombre íntegro que abogó por el respeto de la dignidad humana, el valor del diálogo, la democracia y la unidad del país.En la ceremonia inaugural participaron diversos invitados, aunque algunos no llegaron como la mayoría de los candidatos presidenciales salvo Marco Henríquez.

Tuvo la valentía de jugársela en momentos difíciles

Uno de los asistentes fue Javier Luis Egaña, presidente de la Fundación de Documentación y Archivo de la Vicaría de la Solidaridad quien destacó la figura del cardenal y afirmó que es “un hombre que hace tanta falta en Chile. Un hombre que tuvo la valentía de poder jugársela en momentos difíciles, que tuvo juna calidad humana enorme, profundamente espiritual y para aquellos que no lo conocieron y creían que el cardenal era pura acción están equivocados. Era un hombre de profunda espiritualidad y eso le daba fuerza para tener coraje y valor como fue en la vida. Y en sus últimos años de defensa de los derechos humanos lo marca muchísimo. Sufría con el sufrimiento del pueblo chileno y se alegraba también de las alegrías”.

Recuerda que en los últimos años el  cardenal estuvo retirado por enfermedad y cree que “la gente que alcanzó a conocerlo le dio esa despedida el año 99 cuando fallece. Esa despedida en las calles de Santiago y su funeral fue muy emocionante. Asi es que me alegra mucho que se haya organizado este homenaje”.

A su juicio es importante que los jóvenes lo conozcan porque “uno le pregunta a un joven por el  cardenal y dicen sí he oído sobre el cardenal Caro y Silva Henríquez. Pero la diferencia en años es enorme, los jóvenes no lo conocen y debieran asomarse a lo que fue, sus famosas homilías. Tengo solo gratitud para él por haber podido conocerlo y colaborar con él”.

“Un personaje indispensable en nuestra historia”

El organizador del homenaje fue Claudio Rammsy para quien el sacerdote “fue una figura muy valiente, muy coherente y sobre todo con una convicción que transmitía una gran fuerza. Los que tuvimos oportunidad de escucharle –no fui muy cercano a él- me impresionó mucho, con su vozarrón y su discurso permanente en defensa de la dignidad de la persona, el llamado a la unidad del país. Era muy impresionante. Para mí siempre fue una figura señera con un fuerte respaldo en lo que es la ética, la moral y sobre todo en tiempo de dictadura, en los primeros años, fue el único baluarte que era capaz de enfrentar a la dictadura. Un personaje indispensable en nuestra historia”.

Rammsy puntualiza que el homenaje al cardenal no es solo para recordarlo “sino para recuperar su mensaje sobre todo este llamado a construir el alma de Chile que esta basado en principios de libertad, justicia, respeto a los derechos humanos. En el fondo lo que queremos preguntarnos es qué habría dicho hoy día el cardenal. Y seguramente hablaría del agua, de la concentración de los medios de comunicación, de las falsas verdades, del abuso que hay sobre la vida de las personas, la falta de solidaridad en nuestra sociedad, o sea, una voz muy indispensable en una sociedad que ha perdido el norte de la convivencia. Aquí lo único que preocupa es el cómo voy ahí, en todos los ámbitos de la vida”.

Consultado si la Iglesia de hoy representa los valores del cardenal Silva Henríquez, precisó que “soy muy crítico del cambio que ha tenido la Iglesia, que fue junto con el cardenal junto a valiosos hombres de Iglesia, muchos curas, pastores que jugaron un papel muy importante en dictadura y no entendemos muchos laicos cómo ahora la agenda pasó a ser solo lo valórico y además asociado solo a lo sexual. Junto además a los escándalos que han degradado mucho la confianza de muchos cristianos en sus pastores. El cambio de agenda y el retorno a la sacristía de la Iglesia ha sido un daño muy grande y por eso muchos jóvenes no reconocen esta Iglesia sino la otra, la del cardenal que está latente en los curas que trabajan en la comunidad”.

“Nos interesa reivindicar la figura del cardenal”

La presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica (FEUC) Sofía Barahona también estuvo presente en el homenaje al cardenal Silva Henríquez quien nos manifestó que  “nosotros estamos desde la Federación como patrocinadores del evento, pero más que eso a nosotros nos interesa reivindicar la figura del cardenal porque creemos que transmite muy bien el mensaje de lo que nosotros creemos que tiene que ser la iglesia Católica. Y sobre todo enfrentándonos a todas las posiciones que han mostrado nuestro rector y las autoridades más conservadoras dentro de la Universidad con respecto a temáticas que nosotros vemos que están afectando al país y con  las cuales no nos estamos haciendo cargo como universidad católica y creemos que al reivindicar la figura del cardenal podemos demostrar también que el catolicismo no es contrario al diálogo, a la diversidad sino que todo lo contrario esas son características constitutivas del catolicismo y que nosotros vemos que debe tener la Universidad Católica”.

 Durante  la ocasión se dio a conocer el testimonio de personas que conocieron al cardenal como es el caso de Guillermo Orrego Valdebenito, quien fue detenido, en dos ocasiones, durante la dictadura. “siendo prisionero y mediante la angustia que me acongojaba por tener que ir al interrogatorio del velódromo apareció de repente una imagen sencilla, baja, un hombre común y corriente pero con una extraordinaria impronta, era el cardenal Silva Henríquez que nos hablaba de amor, de comprensión y después de haber sabido las palabras valientes de este Te Deum en el que pidió un minuto de silencio por el Presidente fallecido y los que habían caído en desgracia”.

“Las palabras señeras de este gran hombre, la verdad que nos calaron hondo. Fui liberado en octubre, pero el 14 de diciembre fui nuevamente detenido y fui a parar a Chacabuco, donde las esperanzas se volvían a quebrar y a parecer tan lejanas. Pero nuevamente aparece la figura de esperanza, acompañado de monseñor Carlos Camus. El cardenal Silva Henríquez hace ingreso al campo de concentración y la verdad que sus palabras siguen calando hondo hoy”.