En plena discusión entre negacionistas y quienes respetan y valoran los Derechos Humanos, el Presidente de la República busca generar “otra mirada” que “contextualice” nuestra historia reciente.
Si bien algunas líneas de su programa lo mencionan, la oportunidad en que reflota el tema ha encontrado una fuerte oposición. “Una especie de Museo de la posverdad”, la llama el premio nacional Gabriel Salar.
Piñera hace el anuncio en el marco de la polémica que ha atravesado el país como consecuencia de los dichos del fugaz ministro de las Culturas, las Artes y el Patrimonio Mauricio Rojas, quien puso en duda el papel del Museo de la Memoria en honor a las víctimas de la represión y la violencia de Estado. Rojas no estuvo solo en ello, pues en el libro “Diálogo de conversos”, también participó otro actual ministro, el Canciller Roberto Ampuero, que ha guardado absoluto silencio.
Como si fuera poco, lo plantea en medio de la discusión acerca de la responsabilidad ética y política y eventualmente judicial del subsecretario de Redes Asistenciales, Luis Castillo, a quien la familia del asesinado Presidente Eduardo Frei Montalva y la Democracia Cristiana, partido en el que militaba, lo acusan de haber ocultado información clave para dar con la autopsia y restos del exmandatario.
Coincide además con la muerte de un baluarte de la defensa de los DDHH, Andrés Aylwin y en medio de una discusión que toca en lo más profundo el corazón de la derecha, reconocer o no sus culpas en los graves delitos de lesa humanidad en un gobierno en que muchos de ellos fueron cómplices pasivos o activos.
“Entre el empate y la posverdad”
Para el expresidente Ricardo Lagos Escobar, la propuesta de Piñera, busca la teoría del empate, tratando de equiparar las violaciones a los derechos humanos en dictadura y la crisis política y económica de la Unidad Popular. Para Lagos Escobar: “en el gobierno de Allende hubo Poder Judicial independiente, libertad de asociación y propiedad, además de libertad de prensa”, dijo, algo muy distinto de lo que refleja el periodo dictatorial y que bien se percibe en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos. Para la ilustrar y recordar la historia democrática de Chile, basta el Museo Histórico Nacional, para el exmandatario.
Más lejos fue el Premio Nacional de Historia 2006, Gabriel Salazar, para quien “En Chile nunca ha existido aquello que se llama democracia. Si va a ser un museo de la democracia pura, lo que va a quedar en evidencia es que en Chile nunca ha existido eso que se llama democracia, sino al revés, se va a mostrar una especie de preparación o entrenamiento de lo que se hizo entre el ‘73 y el ’80, lo que no es para nada un ejemplo de democracia. Si es así, creo que será un museo característico de lo que hoy llamamos un museo de la posverdad, es decir, un museo sobre el derecho a pataleo de quienes quedaron excluidos de la exposición de la verdad”, dijo el historiador.
Otro que vapuleó la idea y la oportunidad, fue el senador socialista Juan Pablo Letelier, quien señaló a nuestro medio que el llamado Museo de la Democracia, “huele a negacionismo o a un intento de justificar lo injustificable de lo que pasó en Chile”, tras la dictadura. “Pero no me sorprende del todo, dado que muchos de los acompañantes del Presidente Piñera, en forma reiterada, han tenido acciones que huelen a impunidad”, aseguró.
“El Museo de la amnesia, del olvido”
Duras palabras del exsenador Andrés Zaldívar acerca del Museo de la Democracia dio a conocer, en un improvisado discurso en homenaje a don Andrés Aylwin, en el ex Congreso Nacional donde eran velados sus restos. “¿De qué Museo de la Democracia hablan algunos, querrán empatar o querrán hacer el museo de la amnesia, el museo del olvido? Ahí se va a levantar nuestro Andrés Aylwin para decirles ‘¿qué hicieron, cómo atropellaron los derechos humanos’”, afirmó.
Lo cierto es que la derecha poco o nada puede aportar en temas de democracia, sobre todo porque buena parte de quienes hoy aplauden la creación de esta “otra mirada” han sido partícipes o callaron frente a los crímenes, en una historia que no acepta dos visiones, como bien señaló el articulista Carlos Peña, “Cuando esa derecha, conversa o no, reclama que la memoria sea completa, no está haciendo un esfuerzo porque ella sea fidedigna. No es un apego a la verdad lo que la motiva, es la huida de la culpa”.
¿Qué dirá de los Chadwick, los Lavín, Los Coloma, los Larraín, Los Matte, los Novoa, como grandes aportes a la democracia? ¿Qué dirá de Chacarillas, las reuniones en Colonia Dignidad de la UDI o del discurso del propio Piñera defendiendo al “presidente” Pinochet secuestrado en Londres?