Por Mario López M.
No solo no llegaron más empleos y no aumentaron las remuneraciones, sino que creció la cesantía y bajó la capacidad de compra, reflejada en la disminución de las ventas del comercio minorista y, en particular, de los productos alimenticios de supermercados. También cayeron el Imacec y las exportaciones.
Chile dejó de tener el puesto de importancia que poseía en América, siendo superado por Paraguay, Bolivia y Perú. La Cepal y expertos del Banco Central prevén una caída en el crecimiento del 2019, muy por debajo de las cifras de Hacienda.
“Sube el precio del combustible, suben las tasas de interés, sube el pasaje del Transantiago, sube el precio de los alimentos, sube la delincuencia... lo único que no sube son los sueldos y las pensiones. Llegaron los ‘Tiempos Mejores’”, comentó el presidente de la Democracia Cristiana, Fuad Chahín.
Y su observación lleva no solo una crítica política al manejo del gobierno en estos casi ocho meses, sino que contiene una cruda realidad, medidas erráticas, improvisación, sobredosis de optimismo o derechamente engaño acerca de panaceas inexistentes, lo que sumado a condiciones internacionales que no fueron previstas adecuadamente amenazan una bochornosa desaceleración.
Del optimismo a la realidad
La derecha venía anunciando, meses antes de asumir, una serie de iniciativas en materia económica que asegurarían mayor crecimiento, más inversión, más y mejores empleos, todas medidas que le cambiarían el rostro a esta especie de “chilezuela” en que estábamos sumergidos en la administración anterior, según decían. La sola llegada de Piñera al poder, aseguraban, haría posible eso y más.
Pero ya en el gobierno empezaron a cambiar el discurso: reconocieron que sí nos afectaría la guerra mercantil entre las grandes potencias, EEUU y China, y que el cobre ya no mostraba un buen prospecto en su precio. Aun así, Sebastián Piñera y el ministro Felipe Larraín siguen sosteniendo que vamos de viento en popa.
Lo cierto es que todos los indicadores lo desmienten y anticipan una clara desaceleración económica, que se ha hecho más pronunciada en el segundo semestre. El futuro se ve poco halagüeño para las personas y empresas, sobre todo Pymes, algo muy distinto a las expectativas gubernamentales que hacían con entusiasmo a inicios de esta administración. Veamos los más importantes indicadores.
De crecer, nada
Un optimista ministro de Hacienda presentó a inicios de octubre las proyecciones de la billetera fiscal para lo que resta de este año y para el próximo: “A pesar de las turbulencias externas, la economía chilena se recupera con fuerza”, dijo pletórico Felipe Larraín. Las proyecciones de crecimiento no solo las mantuvo (4%), sino que además las elevó al 4,1% al que llegaría el Producto Interno Bruto (PIB). El Central llegó a proyectarlo en septiembre hasta 4,5%.
Ese optimismo no es compartido por los que saben o, dicho de otro modo, los que dicen la verdad de acuerdo con los índices que muestra el país. Por ejemplo, la Cepal mantuvo en 3,9% su pronóstico para la expansión de la economía chilena, bajo la proyección gubernamental, y, lo más complicado, es que proyecta un 3,3% para el próximo año, lo que en los hechos implica claramente una desaceleración.
De hecho, en nuestro país los resultados de la Encuesta de Expectativas Económicas (EEE) correspondiente a octubre confirman que la actividad económica tendrá un comportamiento menos dinámico en 2019 y 2020. Por su parte, el Fondo Monetario Internacional (FMI), proyecta para Chile en 2019 una expansión de solo 3,4%. Más aun, Chile pierde el liderazgo de crecimiento proyectado por la Cepal en América del Sur, siendo superado por Paraguay (4,6%), Bolivia (4,3%) y Perú (3,9%.) En 2019 los mayores incrementos los anotarían Paraguay (4,7%), Bolivia (4,4%) y Perú 3,8% respectivamente, mientras nosotros a lo más aspiraríamos a 3,3%, muy por debajo de las expectativas del gobierno y que alejan los mentados “tiempos mejores”.
Ni más empleos ni mejores salarios
Otra de las banderas que nos agitaron antes de las elecciones y hasta ahora lo hacen unos pocos optimistas era el aumento en los empleos y la mejora en la calidad de los ingresos asociados a ellos.
Las cifras de remuneraciones se estancaron en julio, los salarios reales crecieron sólo 0,1%, muy bajo de lo proyectado y aún más a lo prometido, lo que en los últimos meses hizo caer las remuneraciones en 0,1%. No era la única mala noticia, pues a ello se suma que la tasa de desempleo escaló hasta 7,3%, su mayor nivel desde 2011, según reconoció el propio presidente del Banco Central, Mario Marcel, haciendo un análisis detallado del trimestre junio - agosto de este año, aumentando 0,7 p.p. en los últimos meses.
Los discursos presidenciales y de las autoridades acerca de igualar a mujeres con hombres están también cada vez más lejos de la realidad. A la inestabilidad laboral que viven ellas el INE agrega que “el dinamismo de la fuerza de trabajo y de la ocupación continuó siendo mayor en las mujeres que en los hombres. La tasa de desocupación femenina fue 8,1%, aumentando 0,7 pp. en doce meses, mientras que la de los hombres se situó en 6,8%, 0,3 pp. más que lo registrado en igual trimestre de 2017”.
Cae el poder adquisitivo de los hogares
El Departamento de Estudios de la Cámara Nacional de Comercio reconoció que las ventas minorista en la Región Metropolitana cayeron en 3,4% en agosto de este año. Se trata de la mayor baja desde agosto de 2016. “La debilidad en el alza de los ocupados junto al nulo crecimiento de las remuneraciones reales han afectado la masa salarial, la cual se relaciona directamente con el poder adquisitivo de los hogares”, concluye el estudio.
“La actividad de Línea Tradicional de Supermercados evidenció en agosto una fuerte caída de 6,4%, tras caer un 5,0% real anual en julio, y acumulando en los ocho meses del año una baja de 1,7% real anual. Dentro del sector, el componente Abarrotes marcó una baja real anual de 4,5%, acumulando a agosto una baja real de 2,1%. Por su parte, Perecibles evidenció una fuerte caída de 9,3% real anual en el octavo mes del año, cerrando el período enero-agosto con una baja de 1,0% real”, consigna el estudio. Es decir, los efectos de menores ingresos y mayor cesantía se dejan ver justamente en lo que duele a la clase media y los más vulnerables: el consumo alimenticio.
Según Bernardita Silva, gerenta de Estudios de la CNC, “este resultado muestra que el consumo minorista (…) no logra repuntar e inclusive se debilita en el tercer trimestre del año, contradiciendo las expectativas del sector (…) Por su parte, el Índice de Confianza de los Consumidores (GFK-Adimark) también se ha desacelerado en los últimos meses, tras el repunte de principio de año, alcanzando en agosto el nivel más bajo en los últimos diez meses (…) Creemos que en el tercer trimestre las ventas minoristas de la RM -en términos de locales equivalentes- marcarán el menor crecimiento del año, con una baja de entre 1% y 2%, lo que hace ajustar a la baja nuestras expectativas para este 2018 a un crecimiento entre 0,5% y 1,5%”, finalizó.
Cae también el Imacec
El Índice Mensual de Actividad Económica (Imacec), según informó el Banco Central, tuvo un crecimiento de 3,2 por ciento durante agosto, siendo la cifra de crecimiento más baja en lo que va del año y es menor incluso a lo que se esperaba. La generación eléctrica, por ejemplo, subió sólo 0,6%, después de registrar tasas cercanas a 4% en el primer semestre.
La baja en el crecimiento del Imacec fue la primera señal que dibujó la peligrosa curva de la desaceleración a la que se enfrenta el país. Luego se sumaron las cifras de remuneraciones a la baja, aumento del desempleo y la pérdida del poder adquisitivo de las personas, reflejado en la disminución ostensible en las ventas del sector minorista, sobre todo supermercados y en particular alimentos perecibles, con números negativos de un 2,3% menos que en igual período de 2017.
Los demás indicadores van en la misma línea, lo que permite anticipar -a diferencia del optimismo injustificado del ministro Larraín-, un menor crecimiento. Por ejemplo, las expectativas de los consumidores también muestran una caída en relación a meses previos bajando de la barrera de los 50 puntos. Igualmente, las exportaciones retrocedieron 1%, siendo su primera caída en más de un año.
Nadie serio discute que estamos frente a una desaceleración, la discusión radica en qué tanto más profunda podrá ser, por lo que están atentos a los índices de octubre que, de reafirmar la tendencia, auguran tiempos nada de mejores. Lamentable es la perspectiva de The Economist, que ve que “el sueño de Chile de convertirse en una economía completamente desarrollada parece difícil de alcanzar”.
Trabajadores sacan el habla
Las promesas de campaña que hablaban de un “país ganador”, convertido nuevamente en el “jaguar de América Latina”, hoy se han ido diluyendo frente la preocupante realidad que las personas empiezan a experimentar en sus bolsillos.
Por ello no llama la atención que la CUT y la Coordinadora NO + AFP, junto con varios gremios que han levantado demandas particulares, como la salud o el transporte, estén reaccionando y saliendo de la modorra que por años han mantenido. De hecho, la Central Unitaria de Trabajadores y la entidad que ha comandado las marchas y protestas masivas por cambiar el perverso sistema previsional convocaron conjuntamente a un Paro Nacional Activo del 8 de noviembre.
Para Bárbara Figueroa, presidenta de la CUT, “nuestro compromiso, que ya fuera suscrito por el Consejo Directivo Nacional Ampliado de apoyo, respaldo y de acción decidida de conjunto con la Coordinadora en torno a la movilización del 24 de octubre y en el camino que estamos haciendo para la construcción y apoyo del Paro Nacional Activo del 8 de noviembre que convocamos como Central Unitaria (…) no es solo unidad en la acción. Esto también es unidad en el propósito, en las necesidades que tenemos en atender, como el combate a la desigualdad, y a partir de eso, el debate sobre el cambio estructural al sistema de pensiones y lo propio que nosotros hemos planteado en torno a la agenda laboral”.
Por su parte, Luis Mesina, vocero de la Coordinadora No + AFP, valoró la unión con la CUT: “Es altamente valioso, especialmente cuando observamos a un Gobierno, a una institucionalidad que deniega permanentemente el clamor de la demanda social, cuando se convierte en una práctica permanente el desdén con el que se trata a los movimientos sociales, no solamente al movimiento obrero, a los trabajadores, a los sindicatos, al movimiento social, estudiantil, lo que estamos viendo en Quintero con la gente que lucha por que se le reconozcan derechos fundamentales”.
Reafirmó Mesina que “estamos comprometiéndonos a llevar adelante el paro del 8 de noviembre. Los chilenos tenemos que ponernos de pie, debemos movilizarnos y ese es el gran acuerdo que hemos tomado hoy y que esperamos sea el camino para restituir derechos”.
Camioneros de cartón
No ha pasado inadvertida el alza sistemática de los combustibles y cómo ello afecta a los trabajadores, que han visto incrementados los valores de los pasajes en el transporte colectivo, lo que transforma a Chile en el país más caro en transporte público de América Latina.
Pero no son los únicos afectados, pues sectores importantes de clase media se transportan en vehículos particulares y han debido aceptar un alza que en varios sectores bordea o supera los $1.000 por litro de bencina.
Pero sí llama la atención la actitud de un sector que se ha visto igualmente perjudicado y donde los carburantes son una materia prima imprescindible en el día a día. Nos referimos a los transportes de cargas, más conocidos como los “camioneros”.
Un gremio poderoso que, durante la administración pasada hicieron gala de fuerza amenazando a la Presidenta Bachelet con ir a quemar camiones frente a La Moneda e incluso advirtieron que crearía “caos en las carreteras”, presiones sectoriales que más que todo eran políticas. Y eso que ellos son favorecidos con rebajas de hasta 80% y reintegros en sus costos de hidrocarburos, lo que no sucede con el ciudadano de a pie.
Sus líderes, mayoritariamente de derecha, entre los que se cuentan candidatos al parlamento por la UDI y RN y que fueron miembros del comando de Sebastián Piñera, como Sergio Pérez, presidente de la Confederación Nacional de Transporte de Carga de Chile (CNTC), hicieron ostentación de su “agresividad” ante el gobierno pasado. Pues bien, ahora, siendo quizás uno de los gremios más afectado o derechamente el mayor afectado, han guardado silencio frente a “su” gobierno.
En una reciente visita de cortesía a La Moneda, dijeron que no descartaban usar la herramienta del paro, aunque por ahora desechaban esa medida, pues era muy complicado y engorrosos consultar a sus bases, pero que en todo caso les prometieron “que el Presidente estaba estudiando qué hacer con los impuestos específicos”. De cartón resultaron los líderes que ayer vociferaban y que ahora se van felices con la promesa de que se está estudiando qué hacer.