Oh I'm just counting

Palabras a un candidato (con altas posibilidades de éxito) II Parte. Por Jorge Orellana Lavanderos. Ingeniero, escritor y cronista

La realidad, que nos recuerda Churchill y que comparto al administrar una empresa, es que los hechos pueden valer más que los sueños.

Estudié ingeniería civil y circunstancias fortuitas me instaron a formar con otros una constructora que ofrece servicios en el área privada y pública, pero que mantiene acotado su crecimiento, porque he llegado a la conclusión de que así la empresa puede mantenerse en el necesario rango de humanidad que permite al gerente conocer al portero y a la línea de mando detectar los problemas que afligen a su personal, los que una vez atendidos mejorarán la productividad del grupo y la eficiencia y rentabilidad de la empresa.
 
Me pregunto, sin oponerme al crecimiento ilimitado de una empresa: ¿Es justo que todas las empresas declaren con igual tasa tributaria? Una empresa pequeña, que ha  logrado utilidades menores, con las que solo puede mantener su planta, podría incluso eximirse del pago del tributo, porque su aporte a la función del Estado radica en la carga laboral que soporta. Como compensación, la tasa del impuesto a aplicar a las empresas debería incrementarse gradualmente según el monto de sus utilidades. De tal forma, junto con restaurar los equilibrios y salvar la desproporcionada desigualdad reclamada con énfasis por la ciudadanía, se dispondría de recursos para realizar las grandes y estabilizadoras reformas requeridas.
 
Un alto personero del equipo económico de su comando sostiene que debe simplificarse el sistema tributario, algo que comparto, pero además habla de rebajar impuesto a las empresas, algo que no comparto, ya que por lo expuesto, éste debe reformularse.
 
Es mi personal interpretación de la Parábola de los Talentos en cuanto a la real responsabilidad social de una empresa. ¿Por qué…? ¿Tiene sentido la vida de un hombre si durante ella solo se dedica a atesorar bienes materiales?  ¿Es posible permanecer indiferentes ante la distribución de la riqueza si se aplica en forma tan desigual? ¿No estaremos incubando un germen que finalmente atentará contra los propios poseedores de tal riqueza?
 
Con preocupación, ajena a los contratos de construcción que mi empresa ha celebrado con Metro, he leído acerca de las fallas que este servicio ha presentado, y que me temo persistirán, por la excesiva cantidad de usuarios de la red. De igual forma que en las autopistas o en las limitadas calles de la ciudad la excesiva solicitación demandará el colapso de éstas.
 
Sábato, el hombre de ciencia que en un acto de arrojo dejó atrás la fama reconocida para incursionar en el incierto oficio de escritor, habló desde su voluntaria reclusión en Santos Lugares del crecimiento catastrófico de la ciudad, que conduce hacia la deshumanización de sus habitantes. Algo de ello me ocurre al abordar un coche del Metro o al caminar por el centro de la ciudad, cada vez más inhóspito e inseguro.
 
¿No será hora -me pregunto- de invertir recursos en regiones y ofrecer franquicias tributarias a quienes las pueblen y habiten? Me asiste la impresión de que los recursos invertidos en Santiago nunca alcanzarán para satisfacer el crecimiento de la ciudad. Aquello debe controlarse y aunque dañará el negocio inmobiliario del que formo parte, contribuirá a mejorar la calidad de vida de los habitantes de la periferia.
 
Con curiosidad, he leído respecto de su propuesta de extender a 20 días hábiles las vacaciones. Según organismos foráneos, contamos con un buen sistema de previsión social, sin embargo, la desprolijidad de las compañías, ha motivado un descontento general y adverso, por parte de la comunidad. ¿No suena populista hablar de alargar vacaciones sin referirse al aumento en la edad de jubilación? Más aun, cuando la solución del problema de las bajas pensiones requiere además del aumento de la cotización por parte del empleador. Por otra parte, parece justo revisar la tasa que cobra la administradora al usuario. ¿Por qué?... ¿Resulta justo que la empresa tenga utilidades cuando la rentabilidad del afiliado es negativa? El Estado debe por último, proveer un fondo para otorgar una pensión digna a los vulnerables, aquellos que el sistema excluye, de la misma forma que el mar arrastra los deshechos a la orilla.
 
Contrariado, desde mi perspectiva humanista, he visto como personas que padecen enfermedades terminales han muerto en prisión. Aquello ofende la dignidad de todos quienes somos parte de esta sociedad. Un líder, en defensa de valores, debe poseer la  audacia para contradecir a la masa. Viene a mi memoria un texto de Stefan Zweig: la libertad es un derecho supremo del hombre y nadie puede encerrar a nadie de por vida, ya que el dominador esclaviza su propia alma. ¿No se está usando las mismas prácticas ayer repudiadas? Es incomprensible que víctimas de genocidio, hayan cometido horrorosas vejaciones en Sabra y Chatila.
 
Con indignación, he presenciado los infructuosos intentos por mejorar la calidad de la educación en nuestro país. Tal vez, la solución pasa por una correcta definición del problema: ¿Puede estar ausente en una educación secundaria el conocimiento de las artes, la literatura, la filosofía, en fin, aspectos sobre la condición humana? Son ciencias que nos permiten conocernos, remecen nuestra sensibilidad y contribuyen a determinar nuestra vocación, para definir a qué dedicaremos la vida. ¿Qué se quiere lograr? Privilegiar una educación de calidad desde la cuna hacia la cima, inducirá ecuanimidad en la igualdad de oportunidades. Así, la educación universitaria se rezaga al final en la asignación de recursos, lo que es lógico, pues una carrera universitaria está orientada a la obtención de lucro. He lucrado con ella, y pagué por mi educación. Distinto es que el Estado debe garantizar a todos el derecho a estudiar una carrera, con la asignación de créditos y mínimas tasas de interés. Cuando un día, en forma espontánea, las autoridades matriculen a sus hijos en colegios fiscales, habremos logrado el éxito requerido.
 
Con amargo desconsuelo, he leído que mucha gente muere en nuestro país sin alcanzar a recibir atención de salud. ¿Aceptaría un padre que uno de sus hijos muriera en tal condición, mientras otros hijos se atienden en modernas clínicas privadas? El concepto de familia, que idealmente debe regir a una sociedad, obliga a resolver esta impostergable materia, disponiendo la adecuada asignación de recursos y exigiendo la eficiencia requerida a todos quienes participan de esta noble tarea. ¡No puede haber dos tipos de salud! Y ¡Todos los ciudadanos deben tener acceso a ella! El problema se habrá resuelto, cuando nadie quede sin atención por carecer de dinero.
 
En una de mis incursiones empresariales, creé un centro cultural y deportivo. Valoro, en su caso, la incursión en política después de haber desarrollado una vida laboral exitosa, distinto de quien desde joven asume la mal denominada carrera política. Me permito confidenciarle, después de encabezar un tiempo una rama del COCH, y habiendo promovido diversas producciones teatrales, creo que en el deporte siempre hay que privilegiar lo masivo, y en cultura en cambio, lo clásico, pues ello jamás pierde vigencia.
 
No es posible hacer todo esto en cuatro años, se requiere más tiempo, por ello, un líder solo puede señalar el camino y aglutinar los equipos de diversas tendencias para trabajar en conjunto por alcanzar el anhelado desarrollo. Ello requiere, más que el apoyo de un Congreso mayoritario, el consenso, la unidad y el trabajo transversal de los partidos políticos, logrado por la Fuerza de la Razón, ya que solo la poderosa fuerza de los argumentos es la que puede convencer al resto.
 
Nunca he entendido la razón de quienes no colaboran con el gobierno arguyendo una deslealtad con su partido. La ciudadanía no entenderá a quienes se nieguen a participar en un gobierno por Chile, lo que siempre debe anteponerse a la contingencia, pero tampoco entenderá la postergación en la implementación de los programas exigidos.
 
Estoy llegando al final del recorrido, mis piernas fatigadas, endurecidas, se asemejan a las de Pinocho, el muñeco de madera. La responsabilidad de un gobernante es infinita, y con mi mente embotada por la falta de oxígeno divago: cuando los rasgos de nuestra imagen se pierdan en el tiempo, nuestro legado será lo único por lo que se nos recordará y para lograrlo, no podemos hacer milagros, al menos como los entendemos, pues el milagro del hombre está en la vida que ha recibido, cuyo origen no es capaz de explicar, y en los resultados que podemos lograr potenciando nuestras capacidades en el breve tiempo del que disponemos.  
 
A través de la experiencia de mis años y las cavilaciones de mi trote, he querido saludarlo, y compartir con usted ciertas reflexiones. Si la ciudadanía lo distingue con el triunfo, recordarle que el poder aísla, exige desarrollar la percepción para intuir lo correcto y distingue a quien lo ostenta solo cuando se administra en la búsqueda de la paz, la justicia y la armonía, y por sobre todo, augurarle en la victoria, éxito en la tarea encomendada y el irrestricto apoyo de la Providencia.