Oh I'm just counting

Para no olvidar: A 35 años de uno de los crímenes más salvajes de la dictadura: patrulla del Ejército quemó vivos a dos jóvenes. Jefe de los militares fue dirigente de grupo político de Kast

Foto: Coronel Julio Castañer, el que quemó vivos a los jóvenes

Por Alfredo Peña R.

Los dramáticos y violentos hechos se produjeron mientras en Chile, se desarrollaban protestas contra la dictadura que encabezaba Pinochet y que era sustentada por grupos políticos de la derecha que participaban en el Gobierno, como ministros como Sergio Fernández, exministro y exsenador UDI; Sergio Jarpa, exministro y exsenador RN; Francisco Cuadra, exministro y exmilitante RN; Rodolfo Stange, exdirector de Carabineros que después fue senador de la UDI y un sinnúmero de funcionarios civiles de la dictadura adscritos a estos partidos.

Cinco documentos desclasificados en Estados Unidos por el organismo civil Archivo Nacional de Seguridad, revelan que Pinochet fue informado por el director de Carabineros de la época, Rodolfo Stange, de que fueron militares los que quemaron vivos a dos jóvenes, y de cómo se urdió desde el Ejército y los mandos civiles de la Moneda el encubrimiento, el amedrentamiento a testigos y las operaciones para dejar impune a los autores y hacer creer al país que los mismos jóvenes se habían prendido fuego al portar elementos explosivos.

Carmen Gloria Quintana y Rodrigo Rojas, en la foto central de la crónica, fueron detenidos por 17 miembros del Ejército, tres oficiales y el resto suoficiales y conscriptos, el 2 de julio de 1986 durante una jornada de protesta contra la dictadura civíca-militar de Augusto Pinochet  y posteriormente golpeados y amenazados con armas de fuego, rociados con gasolina y quemados vivos.

Los miembros del Ejército arrojaron luego a las víctimas a una zanja junto a un camino rural, en las afueras de Santiago.

Las víctimas fueron el fotógrafo chileno-estadounidense Rodrigo Rojas de Negri, que perdió su vida, y la joven Carmen Gloria Quintana, que logró salvarse pese a padecer graves quemaduras y heridas.

Por estos hechos, el ministro en visita extraordinaria para causas por violaciones a los derechos humanos de la Corte de Apelaciones de Santiago, Mario Carroza, condenó al tres tenientes al momento del grave delito y que después, el propio Ejército los ascendió, llegando dos de ellos al importante grado de Coronel:  Julio Ernesto Castañer González, Iván Humberto Figueroa Canobra y Nelson Fidel Medina Gálvez a 10 años y un día de presidio, en calidad de autores de los delitos. Los tres eran oficiales, e incluso Castañer vestía de civil porque pertenecía a la policía política del dictador.

En tanto, Luis Alberto Zúñiga González, Jorge Osvaldo Astorga Espinoza, Francisco Fernando Vásquez Vergara, Leonardo Antonio Riquelme Alarcón, Walter Ronny Lara Gutiérrez, Juan Ramón González Carrasco, Pedro Patricio Franco Rivas y a Sergio Hernández Ávila fueron condenados a 3 años y un día de presidio, con el beneficio de la libertad vigilada, como cómplices.

En la causa, se decretó la absolución de René Aníbal Muñoz Bruce, por falta de participación, y de Pedro Fernández Dittus por aplicación de la excepción de la cosa juzgada.

Lo singular y también dramático es que la mayoría de estos sujetos están en libertad, mientras no exista una sentencia definitiva de las Cortes.

En el caso de Castañer, incluso en los últimos años se presentó como coordinador del grupo de apoyo al partido Republicano del ultra derechista José Antonio Kast en Punta Arenas. Incluso Kast, no ha negado su amistad con Julio Castañer, que antes que fuera condenado, en este partido se pensó llevarlo como candidato a diputado por la zona austral.

Coronel Castañer fue el autor material


Ese día Castañer, quemó vivos a ambos jóvenes, en el sector de Estación Central, según declararon miembros de la patrulla. Luego, tras haberlos quemado y agonizantes, los lanzaron en una acequia muy lejos del lugar -cerca del aeropuerto- en que los incendiaron, en Quilicura, para ocultar el grave delito, sin prestarles ningún tipo de ayuda.

Rojas De Negri, un joven fotografo de 19 años, murió como consecuencia de la acción criminal. Carmen Gloria Quintana de 18 años y estudiante universitaria, sobrevivió con graves lesiones  y se ha transformado en un testimonio vivo de la crueldad de los violadores de DDHH.

Un ex conscripto que formó parte de esa patrulla, Fernando Tomás Guzmán Espíndola, rompió el silencio 32 años después de los hechos y en televisión dijo que el entonces teniente, Julio Castañer, fue el autor material del ataque en contra de los jóvenes. 

“Se quemaron vivos por la negligencia de un carnicero, porque él gozaba viendo eso, haciendo sufrir al prójimo, a un niño que fue a protestar porque no estaba de acuerdo con el Gobierno… Matarlo… El verdadero culpable tiene nombre y apellido: Julio Castañer; ése es el nombre del asesino”, sostuvo Fernando Guzmán en un espacio televisivo.

Según la causa, Castañer lideraba el operativo que derivó en la detención de Quintana y Denegri. En ella consta la confesión de Guzmán: “Castañer ordena rociarlos, le ordenó a un soldado rociarlos con la misma bencina que fueron a buscar afuera, donde iban a hacer la barricada los muchachos. Se rocían los dos muchachos con eso, se acerca a la muchacha y empieza a intimidarla con un encendedor: ‘¿Querís que te queme, conchetumadre?’, le decía… La niña (Carmen), asustada, solamente lloraba”, testificó.

“Me subo al camión, me quedo detrás del Mendoza Rivera y este tipo todavía seguía hueveando a la Carmen con el encendedor: ‘¿Querís que te queme, conchetumadre, querís que te queme por andar haciendo hueás? Hasta que hizo combustión”, relató el ex conscripto.

Los tiraron a una acequia

Los jóvenes fueron encontrados por una patrulla de carabineros tras denuncias de testigos. Rojas De Negri murió 4 días después como consecuencia de las quemaduras. Carmen Gloria Quintana logró recuperarse sin antes ser por años sometidas a delicadas operaciones. 

La dictadura negó los hechos para terminar reconociendo su existencia, pero aseguraron que los muchachos se habían quemado solos. Los hechos y confesiones demostraron la barbarie sucedida ese día.

Rojas De Negri estaba de paso en Chile y buscaba capturar imágenes de las manifestaciones, pues era un experto fotógrafo a pesar de su edad y de seguro sería una buena oportunidad para retratar lo que acontecía en nuestro país. Sabía que allí estarían los muchachos de la ex Universidad Técnica, que habían resistido la dictadura de manera activa, mal que mal en esa universidad se habían cometido alevosas violaciones a los derechos humanos. Víctor Jara y otras víctimas inspiraban su actuar. 

Casi a la misma hora Carmen Gloria Quintana, una chica estudiante que vivía con sus padres y sus 5 hermanos y que cursaba Ingeniería Civil en la hoy U. de Santiago, se aprestaba a encontrarse con sus amigos en la protesta. Estaban de acuerdo en hacer una barricada que interrumpiera el tránsito en el sector de la Villa Los Nogales.

No pudieron huir

Ambos junto a un grupo de otros muchachos enfilaron rumbo a General Velásquez en la Comuna de Estación Central. Portaban según consta del expediente de la causa, algunos neumáticos, un bidón de combustibles y las ganas de protestar. En esa situación fueron sorprendidos por una numerosa patrulla militar compuesta por 17 soldados fuertemente armados y tres civiles.

La patrulla militar se encontraba al mando del teniente Pedro Fernández Dittus y compuesta por 5 suboficiales, 17 soldados y tres civiles. Al ubicar al grupo, se abalanzaron en contra de los muchachos. Todos pudieron huir, salvo Rodrigo y Carmen Gloria. No hubo preguntas, solicitud de antecedentes, nada formal, sólo los golpearon brutalmente, en especial a Rodrigo que quedó herido en el suelo.

Luego de eso, las imágenes oficiales se contraponen a las reales, al doloroso recuerdo de la víctima sobreviviente, testigos, familiares y amigos. Para el Fiscal Militar, un accidente provocó que ambos muchachos, ya reducidos y en poder de la patrulla, terminaran completamente quemados. Para testigos y de acuerdo a los propios dichos de Carmen Gloria, fueron rociados intencionalmente con combustible y luego se les prendió fuego.

Los quemaron vivos

Carmen Gloria Quintana recuerda de manera sentida lo sucedido aquel día. “Tratamos de huir, pero nos detuvieron a Rodrigo y a mí, nos golpearon. Luego nos empaparon con bencina, pensé que era para intimidarnos, jamás pensé que nos prenderían fuego, como lo hicieron. Mi cuerpo y el de Rodrigo eran unas antorchas humanas, trataba de pararme, no podía, me desmayé. Luego nos fueron a botar a Quilicura”.

El teniente a cargo de la patrulla, Fernández Dittus, ordenó a sus hombres cubrir los cuerpos ardientes de Carmen Gloria y Rodrigo con unas frazadas, para luego ser subidos a uno de sus vehículos militares. Sin atención de ninguna naturaleza fueron llevados a un sector apartado en Quilicura, a más de 20 kilómetros y lanzados a una acequia. Luego que se marcharon los militares, Carmen Gloria reconstruye ese momento: “salimos a pedir ayuda, caminamos como dos zombies con Rodrigo…”

Trabajadores agrícolas los encontraron en esas condiciones y de inmediato notificaron a la policía. Carabineros los llevó a un hospital público. Allí comenzó otro calvario de denegación de atención, que terminó pocos días después con la muerte de Rodrigo y la casi inexistente atención a Carmen Gloria.

Haciendo memoria

Verónica De Negri, madre de Rodrigo y una víctima más de estos hechos y de otros vividos en carne propia, ha ocupado los medios para hacer memoria de lo acontecido 35 años atrás. “El cuatro de julio del 86 volaba desde Estados Unidos, donde todo el mundo celebraba su independencia, para encontrarme con mi hijo, que había sido quemado vivo”, recuerda de manera dolorosa a Cambio21.

Para Verónica como madre, fue “la destrucción de un niño, de un ser humano, de una familia, amigos, de una nación. La muerte de Rodrigo nos ha demostrado que él no era sólo mi hijo, es un patrimonio que vive o debe vivir en la conciencia nacional. En lo humano hay tanto que decir…”, señala guardando unos instantes de silencio.

Verónica De Negri, fue prisionera en el campo de concentración de Tres Álamos. Permaneció más de un año allí, hasta que fue expulsada del país y logró refugiarse en Estados Unidos, donde se reunió con Rodrigo y su otro hijo.

“Rodrigo nunca dejó de ser chileno, a pesar de haber abandonado obligadamente el país a los seis años –recuerda-, ansiaba volver a Chile. Quienes lo quemaron fueron una patrulla completa entre los que habían tres miembros de la policía secreta de Pinochet, -y de inmediato se pregunta-, ¿por qué habían tres civiles en el crimen que se cometió en contra de Rodrigo? Eso nunca se ha aclarado”, responde al instante.

Han pasado los años pero el dolor nunca cesa

Para Verónica De Negri, “han pasado los años pero el dolor nunca cesa… y quizás se hace más intenso porque hay otras cosas, como más tiempo para pensar. Eso de que el tiempo ayuda a olvidar, es falso –asegura-, recuerdo a mis padres llorando como niños chicos y mi madre, después de la muerte de Rodrigo, empezó a morir también”, reflexiona.

Si bien cuesta recordar, porque “el dolor muerde”, Verónica llama a no detenerse y a seguir luchando por verdad y justicia, para que realmente nunca más tenga lugar otro episodio como el que Chile vivió con la dictadura, porque no podemos darnos el lujo de seguir destruyéndonos entre nosotros mismos. Lo anterior no significa que me resulta incomprensible que aún exista impunidad y que los victimarios intenten pasar por víctimas”, afirma.


“No sólo fue un dolor físico”

“Llegó a tanto el miedo infundido durante la dictadura a la gente, que ésta prefiere no saber de estos casos, es más fácil ir a un mall de compras que conocer lo que le sucede a otros chilenos –afirma Denegri-, ha sido brutal la ausencia de la necesaria conciencia del nunca más, el abandono de la verdad, pero yo lucharé hasta el último suspiro de mi vida por justicia, esa ha sido una de mis grandes batallas. Sólo en la medida en que sigamos hablando de esto, como sociedad, más conciencia se va a tomar”, concluye.

Carmen Gloria Quintana no sólo sufrió los dolores al momento de ser quemada viva, sino que además durante su largo e interrumpido tratamiento era tremendamente doloroso cada cambio de vendaje, “pues las vendas se me pegaban al cuerpo”, recuerda. Fueron decenas las operaciones y años de tratamiento sicológico para superar el trauma ocasionado.  Se casó, estudió psicología, profesión que ejerce y tiene maravillosos hijos. A los mismos a los que con mucho cuidado y de a poco ha ido relatando sus sufrimientos y lo que pasó.

Vivió complejos procesos de auto culparse, “cuando en realidad el único gran culpable de todo esto es Pinochet y todos los políticos que sustentaron a esa dictadura”, señala convencida Carmen Gloria. Sus padres se separaron después del periodo en que debieron estar en Canadá, fueron muchas las situaciones dolorosas que trajo como consecuencia el acto criminal ocurrido aquel 2 de julio. Muchas y aún no terminan. Tampoco terminarán al parecer para los criminales, pero claro, eso dependerá del Poder Judicial.