Oh I'm just counting

Piñera y la política de la zanahoria y el garrote: Llama al diálogo mientras aplica demolición

Por Mario López M.

Un discurso presidencial populista llamando a acuerdos sobre materias en que solo se han mostrado los títulos, desconociéndose sus contenidos, a la par de una verdadera campaña de demolición dirigida a desarmar la obra e imagen del gobierno de Bachelet, han sido la tónica de los últimos días.

La oposición ha pasado de un republicano ánimo de cooperar a un expectante estado de espera para no caer nuevamente en la “letra chica” tras los rimbombantes anuncios. “nadie puede dialogar si te están pegando en las canillas”, dice el diputado Marcelo Díaz.

 “Doble estándar”, “dos almas” y otras calificaciones se escuchan de manera frecuente entre personeros de la oposición, cada vez más convencidos que más vale esperar a que el nuevo gobierno defina cuál será la verdadera línea política que pretende implementar, si la de búsqueda de acuerdos, como ha declarado el propio Presidente Sebastián Piñera, o la del conflicto e imposición, como ha quedado de manifiesto en las acciones y dichos de varios de sus ministros, entre ellos su propio primo, el titular de Interior Andrés Chadwick.

“Convoco hoy a todos mis compatriotas, y muy especialmente a los parlamentarios, a cinco grandes acuerdos nacionales para avanzar con un verdadero sentido de urgencia”, dijo en su primer discurso en el Palacio de La Moneda. ¿Qué se conoce de ellos? Nada, salvo los títulos, que nadie puede dejar de compartir, pero “dónde”, “cómo” y “para qué” adquiere vital importancia y ello no está de modo alguno explicitado.

La zanahoria y el garrote es parte de una política de recompensas y castigos para inducir comportamientos. Se suele graficar el concepto con un burro al que se le coloca una vara larga atada a la cabeza, con una zanahoria colgando al frente. Se espera la siga hasta que se canse, ahí opera el garrote para que siga andando.

La racha populista

Apoyo a la “infancia”, “seguridad ciudadana”, “salud oportuna”, “paz en la Araucanía” y “para alcanzar el desarrollo y derrotar la pobreza, durante los próximos ocho años”, han sido los cinco ejes en los cuales nadie puede estar en desacuerdo.

Si se pretende proteger la infancia con leyes como “Amor de papá”, que ha causado graves perjuicios a niños arrancados de los brazos de sus madres o padres por una ineficiente administración de justicia transformándose en un negocio para unos pocos, no, no se puede estar de acuerdo. Si la seguridad ciudadana o la paz en La Araucanía se pretende imponer a punta de balazos, como algunos han explicitado, tampoco.

Menos si la salud oportuna se hace encareciéndola o sacando del sistema a viejos, embarazadas o personas carentes de recursos o de alto riesgo por enfermedades catastróficas como lo han hecho por años las Isapre, o si se pretende el desarrollo dilapidando los recursos naturales, concesionando a diestra y sobre todo siniestra, creciendo económicamente solo unos pocos a costa de una clase media y baja que sufren las consecuencias.

La ley del embudo

Apenas efectuado el llamado presidencial a sumarse a los cinco ejes, muchos en la oposición de buena fe accedieron de inmediato, ofreciendo su disposición favorable a legislar y llegar a acuerdos. Luego vino la otra cara de La Moneda. El ministro de Economía abrió los fuegos acusando que “el gobierno de Bachelet le mintió a los chilenos”, en relación al déficit fiscal, solo que no supo leer las cifras y, claro, ya había lanzado la piedra por lo que debía esconder la mano y no iba a salir a desmentirse solo, así que lo tuvo que hacer el exministro de Hacienda, Nicolás Eyzaguirre, aunque la pos verdad ya se había instalado.

No fue el único, pues el propio ministro del Interior dijo en Icare, con todas sus letras, que no avanzarán en el proyecto de nueva Carta Magna que ingresó la pasada administración, desechándolo sin siquiera leerlo. “El gobierno y sus ministros han tenido actitudes contradictorias. Que el ministro Chadwick salga diciendo que no quiere que avance el proyecto de Constitución de Michelle Bachelet, sin pronunciarse en absoluto respecto de los contenidos ni a ninguna de las ideas propuestas, no es buena señal”, dijo a Cambio21 el senador y presidente de la Cámara Alta, Carlos Montes.

En el mismo sentido la determinación del Ejecutivo de “revisar o retirar” los últimos decretos dictados por el gobierno de Bachelet que estuvieran en trámite en Contraloría, en nada ayudan. El actual diputado PS Marcelo Díaz cuestionó la decisión de Piñera y sostuvo que “esto no me cuadra. Sale de ese esquema, de esa lógica republicana de la que el propio Presidente Piñera había hablado. No es coherente esperar a que la oposición se siente a dialogar sobre temas que le interesan al Gobierno, y que acepte portazos en los temas que son relevantes para la oposición”, dijo. Sume a ello la negativa a persistir con la urgencia en la ley de identidad de género, entre otras.

Y qué decir de la derogación administrativa del Reglamento de la Ley de Aborto en 3 causales y su cambio por un protocolo que favorece a las clínicas médicas privadas y modifica en los hechos la ley, vulnerando una ley con un reglamento o protocolo. Un golpe de Estado con guante blanco que pasa por alto al Congreso, donde Piñera (en la foto) tiene minoría.

La “estrategia” del diálogo

La verdadera razón tras los cantos de sirena que buscan “ablandar” a la oposición con títulos más que contenidos se encuentra en la minoría que muestra la derecha en ambas cámaras del Parlamento, por lo que necesita sí o sí de ella o de parte de ella para llevar adelante su agenda legislativa. Pareciera ser que todas las estrategias sirven, incluida la de buscar votos uno a uno, como el propio Piñera instruyó hacer a sus ministros.

Para Díaz, quien fuera vocero de Gobierno de Bachelet, el Ejecutivo debiera entender que debe actuar con una línea política clara y transparente, pues “no tiene mayoría en el Congreso y la única manera que la tenga es siendo capaz de dialogar para conseguir respaldo. Eso, a mi juicio, requiere no solamente una invitación al diálogo, sino que una voluntad y una actitud dialogante”.

“Es muy engañoso el llamado. ¿Quién podría negarse a una reforma a los temas de menores, con todo lo que ha pasado en Chile? Nadie. Si el titular es un gran acuerdo por los niños vulnerables, todos van a estar, pero si el contenido es más de lo mismo, pasarles más recursos y subvención a las mismas instituciones, sin pensar en reformas a los tribunales de familia o cambios a la ley de adopción, no podemos estar de acuerdo. Una cosa es ponerse de acuerdo en los temas que parecen razonables y otra muy distinta, los contenidos. Hasta ahora el Gobierno solo ha dado grandes titulares. Anticipar de plano que estamos de acuerdo con los proyectos de Piñera no tiene sentido, es artificial. Apoyaremos las cosas que se conecten con las necesidades del país; si no, no”, dijo la senadora DC Yasna Provoste.

Según Marcelo Díaz el actual Gobierno “tiene dos almas” por lo que le parece superfluo un llamado a sentarse a la mesa mientras te quitan la silla: “nadie puede dialogar si te están pegando en las canillas”, graficó.

“No tenemos ninguna voluntad de un oposición obstruccionista, pero tampoco vamos a permanecer impávidos frente a una estrategia de demolición del Gobierno de la Presidenta Bachelet que pueda pretender este Gobierno. Insisto, esto no va a favorecer un clima de entendimiento de diálogo”, concluyó el diputado.