Oh I'm just counting

Por qué Suecia no ha podido resolver el magnicidio de su primer ministro que protegió a miles de chilenos de la dictadura. La DINA también fue sospechosa

Por ALFREDO PEÑA R.
 
10 minutos antes de la medianoche del 28 febrero de 1986, el primer ministro de Suecia, Olof Palme, recibió un disparo a quemarropa por la espalda cuando salía del cine en el centro de Estocolmo.
 
Un segundo tiro hirió a su mujer, Lisbet.
 
El asesino salió corriendo y desapareció por un callejón vecino.
 
Al llegar al hospital, Palme estaba muerto.
 
Más de 32 años después, sigue sin resolverse aquel magnicidio que hizo temblar los cimientos de Suecia, un modelo de democracia social que Palme había contribuido a construir de forma decisiva.
 
La muerte del carismático primer ministro, quien dirigió el país en dos periodos, 1969-1976 y 1982-1986, es uno de los grandes misterios de la historia reciente sueca.
 
Ahora, una investigación periodística llevada a cabo durante 12 años por Thomas Pettersom y publicada por la revista Filter Magazine, plantea un nuevo hilo del que tirar en el caso, que continúa abierto.
 
 
El reportaje señala a Stig Engstrom -quien se suicidó en 2000- como posible asesino de Palme.
 
Aunque la policía lo descartó en un principio como sospechoso, la prensa sueca sugiere que personas de su entorno fueron interrogadas recientemente.
"Eso es imposible. No era ese tipo de persona, eso es seguro. Era demasiado cobarde. No le habría hecho daño a una mosca", le dijo la exesposa de Engstrom al diario sueco Expressen.
 
Engstrom, una de las primeras personas en aparecer en el lugar del crimen, siempre fue considerado uno de los testigos clave del caso, pero no sospechoso formal.
 
La prensa sueca lo llamaba "el hombre de Skandia" porque la noche en que murió Palme se encontraba trabajando en un edificio de esa empresa de seguros cercano al lugar del asesinato.
Engstrom abandonó el inmueble a las 23:19. Dos minutos más tarde, Palme fue tiroteado.
 
El único sospechoso juzgado
 
La única persona juzgada por la muerte del primer ministro fue Christer Petterson, condenado a cadena perpetua en 1988 y liberado cuatro meses después tras ser declarado inocente por falta de pruebas en una apelación.
Engstrom testificó durante aquel juicio que estaba caminando por la calle cuando se tropezó con alguien caído sobre el suelo.
"Vi sangre. Dudé si ir a mi estación de metro o parar", afirmó.
Petterson falleció en 2004.
 
¿Nuevas pistas?
 
La investigación de Filter magazine asegura que Stig Engstrom había recibido entrenamiento para usar armas y que tuvo acceso a un arma de fuego similar a la utilizada en el ataque, propiedad de un amigo coleccionista con interés por los revólveres American Magnum.
 
Sin embargo, expertos legales y figuras políticas suecas se mostraron escépticos y marcaron distancias respecto a estas informaciones.
"No me impresiona. Es fácil señalar a una persona muerta que ya no se puede defender", le dijo el abogado Leif Silbersky al diario Aftonbladet.
"Hay que ser muy cuidadoso. Estamos acostumbrados a recibir informaciones", apuntó el exfiscal jefe Sven-Erik Alhem.
 
Chile, la DINA y Pinochet
 
Durante las tres últimas décadas, las hipótesis sobre la autoría del asesinato de Palme fueron casi incontables, desde la KGB, la CIA y el Mosad, hasta el régimen del apartheid de Sudáfrica en connivencia con la ultraderecha sueca pasando por los nacionalistas kurdos, los lobos solitarios y la DINA de Pinochet.
 
El crimen causó alarma en La Moneda. Palme era un viejo enemigo del dictador y gestor del asilo multitudinario que Suecia brindó a miles de chilenos, lo que llevó a la DINA y la CNI a mantener una gran base de operaciones en Estocolmo, la cual además, como señala Rodrigo de Castro en su libro “La delgada línea blanca” fue durante mucho tiempo una ruta de narcotráfico que era aprovechada por agentes de la CNI.
 
Los asesores de Pinochet sabían que la dictadura sería irremisiblemente linkeada al homicidio, pues la mejor fuente que ha existido sobre los crímenes cometidos por la DINA y la CNI, el norteamericano Michael Townley, había relatado al FBI (tras ser extraditado a EEUU por el crimen de Orlando Letelier) que en 1975, en plena operación Cóndor y en medio de la serie magnicida que a la larga costó las vidas  de Carlos Prats, Sofía Cuthbert, Orlando Letelier y Ronnie Moffit, y que dejó gravemente lesionados a Bernardo Leighton y Anita Fresno, él recibió instrucciones para asesinar también a Palme.
 
Las declaraciones prestadas por Townley ante el FBI y los fiscales que indagaban los homicidios de Letelier y Moffit no tardaron en trascender, y así fue como en 1979; es decir, 7 años antes del ataque contra Palme, Suecia realizó indagaciones destinadas a saber qué había de cierto en ello.Un documento del Departamento de Estado de EEUU, de febrero de 1979,  da cuenta precisamente que el 31 de enero de ese año personal de la embajada de Suecia se acercó a los norteamericanos en Washington inquiriendo “mayor información sobre una supuesta acción de la policía secreta chilena contra Olof Palme. La embajada dice que hubo reportes de prensa en Estocolmo citando presuntas declaraciones dadas a sus interrogadores por Michael V. Townley, actualmente con una identidad falsa en EE.UU. entregada por el Gobierno por el asesinato de Letelier, de que la DINA le había ordenado asesinar a Palme en 1975, durante un encuentro de la Internacional Socialista”.
 
La franqueza con la que hablaba Palme, opositor acérrimo a la intervención de Estados Unidos en Vietnam y de la Unión Soviética en Checoslovaquia, crítico de regímenes autoritarios como el de Francisco Franco en España o el del apartheid en Sudáfrica, le granjearon numerosos enemigos y detractores, tanto dentro como fuera de su país.
 
Cerca de 10.000 personas fueron interrogadas en una investigación que nunca se cerró y más de 100 se autoinculparon.
Sin embargo, la falta de pruebas forenses lastró la investigación desde sus primeros pasos.
 
"Las primeras horas creo que fueron cruciales en un caso como este, y se fracasó", le dijo Solveig Riberdahl, una de las fiscales que investigó el caso, al programa Witness de la BBC en 2012.
 
"Se debió haber hecho una investigación técnica mejor. Y la falta de pruebas forenses es un obstáculo para la investigación", aseguró.
Por ejemplo, la policía fue incapaz de recuperar huellas dactilares de la escena del crimen porque los trabajadores retiraron la nieve.
Y las dos balas que se recuperaron no fueron halladas por agentes, sino por transeúntes.
 
De conspiraciones a un hombre solitario
 
En 1988, el detective Hans Olvebro asumió la investigación y el foco se alejó de posibles conspiraciones internacionales.
Sin embargo, la prioridad siguió siendo encontrar el arma del crimen, un objetivo que décadas después aún no se logró.
Esto es una herida abierta en la sociedad sueca. Es muy importante resolverlo
Aunque muchos en Suecia piensan que el revólver fue lanzado a un lago, Olvebro -quien ya no dirige la investigación- discrepa.
 
"El asesino puede tener el arma en algún lugar seguro. Puede que vaya a ese lugar una vez al mes y se diga a sí mismo: tú lo hiciste. Y después la vuelva a colocar donde estaba. No es seguro que acabara en un lago", le contó Olvebro a BBC Witness en 2012.
"Creemos que es una persona solitaria, no una conspiración (…). Creo que actuó solo y también que se trata de una persona solitaria", dijo.
Más allá de cuáles lleguen a ser sus consecuencias en la investigación, las revelaciones de los últimos días removieron un caso que cambió la forma en que Suecia se percibe a sí misma.
 
"Esto es una herida abierta en la sociedad sueca. Es muy importante resolverlo", aseguró este miércoles el primer ministro del país, Stefan Lofven.