Por Mario López M.
Nuevamente el gobierno pone su atención en el 17% de la población en desmedro de cerca del 80 por ciento de los chilenos. Buenos títulos: “terminar con las preexistencias”, “compartir el costo del embarazo” y otros, al momento de entrar a la letra chica, no son más que promesas.
Si usted es parte del Fondo Nacional de Salud, y le gustan los cambios, lamentamos informarle que le estará prohibido migrar a las aseguradoras de salud privadas por a lo menos, un plazo igual o superior a 5 años. Increíble, en la misma proporción en que aumentan las ganancias de las isapres, aumentan los afiliados a Fonasa.
No cabe duda que el sistema de salud en nuestro país, requiere de una “cirugía” a fondo. Por años, comisiones tras comisiones y gobiernos tras gobiernos, han venido “estudiando” el tema y dando solo calmantes al sistema y los usuarios, pero nadie ha procedido a dar un “tratamiento” definitivo a las necesidades que tiene a la población del país, “enferma” a consecuencia de los costos de las Isapre y, en su caso, de las carencias de Fonasa.
El gobierno de Piñera, ha prometido una “profunda” reforma al sistema y, aunque se desconoce en detalle el proyecto (vía indicación) del Ejecutivo, al menos se advierten las bases en las cuales pretende sustentarse. El ministro de Salud, Emilio Santelices presentó en sesión de comisión de la Cámara, los elementos fundamentales de una indicación sustitutiva que ingresará el Ejecutivo en los próximos días. Ésta busca actualizar el texto del mensaje –en segundo trámite- que modifica el Sistema Privado, incorporando un llamado Plan Garantizado (PGS), que no es más que la reforma a las isapres, presentado en el 2011 y tramitado hasta el 2017.
Para variar, buenos títulos en los cuales nadie o casi nadie puede estar de desacuerdo, como, por ejemplo, terminar con las preexistencias o la desigualdad emergente de un embarazo o del simple hecho de ser mujer. Suenan tentadores títulos de canciones, pero al mirar la letra (y sobre todo la letra chica), saltan serias dudas acerca de quién es el verdadero beneficiado y, hasta dónde, estas buenas noticias alcanzarán a los afiliados al sistema de salud y sus cargas.
Lo que hay
Actualmente se encuentra en trámite el proyecto de Ley que deroga la tabla de factores para la fijación de precios de las Isapres, ingresado con fecha 18 de octubre de 2018. Hasta hoy las isapres utilizan tablas de factores para calcular el riesgo de un afiliado.
Dichas tablas de factores distorsionan el sistema. Se trata de las llamadas “tarifas por riesgo”. Esto, que se encuentra aún vigente a pesar de fallos que cuestionan su legalidad, implica que, usted paga, según el uso que ha hecho históricamente del sistema de salud. Mientras más lo usa, aumenta el riesgo y sube la tarifa. A otros les sube solo por ser niños (se presumen más atenciones), mujeres en edad fértil y ancianos, todos los cuales poseen factores más altos y pueden pagar hasta el triple que un hombre joven.
Pero no solo el uso de dichas tablas distorsiona el sistema, sino que a ello debe sumarse la “multiplicidad de planes” que ofrecen las aseguradoras de salud. Actualmente, según la Superintendencia de Salud, se ofrecen 58 mil planes de isapres. ¿Cuántos de ellos conoce usted? Porque si no los conoce “todos”, ¿cómo puede comparar y determinar cuál es que le beneficia? La multiplicidad de contratos hace inviable para un afiliado adoptar una decisión debidamente informada acerca del plan que más le conviene.
La salud, un negocio
La lógica impuesta en dictadura y mantenida hasta hoy, es que la salud no es un tema de Estado, sino que, de particulares, sin perjuicio de que el Estado subsidie aquello que no interesa a los particulares que lucran con la salud. ¿Quiere un buen plan que le cubra el mayor número de enfermedades, gastos etc.?, pague más. ¿No le alcanza? Su plan será bajo y cada vez que requiera usar el sistema su desembolso será mayor. Y si aún no puede pagar los planes mínimos, pues dejó usted de ser negocio y váyase a Fonasa.
Ello, porque actual del sistema es en esencia individual, no importando la “seguridad social”, de la cual toda organización que participa del sistema, debiera ser parte real, porque solo lo son nominalmente. Luego, cada afiliado paga en función de su “costo” personal para el sistema. Así, un joven pagará menos que una mujer en edad fértil, y podrá acceder a planes con mejores convenios y mejores coberturas que ella.
Las fatídicas preexistencias constituyen otro factor de desigualdad. Desde que usted se afilia o cambia de aseguradora, estas le exigen una declaración de salud. En ella usted debe describir las enfermedades que ha padecido, cirugías que ha tenido y hasta aquellas que solamente han sido diagnosticadas. Con dicha información, la Isapre procede a determinar si usted puede ingresar a sus planes y, de hacerlo, cómo se gravará en particular esa mala costumbre de enfermarse. También le aplican “tiempos de espera” o carencia, en que no podrá beneficiarse de aquella enfermedad que usted arrastraba antes de ingresar a la Isapre.
Título de la canción
Sebastián Piñera, ha prometido que la reforma a las Isapre, que busca implementar en su mandato y particularmente al inicio de 2019, generará “una distribución equitativa del costo de la maternidad”, eliminará las “preexistencias” y buscará una mayor igualdad entre los cotizantes, sin mirar a edad, sexo, enfermedades previas, etcétera. Buenos títulos.
El llamado plan universal, buscará un sistema, a pago, igual para todos, sin mirar las distorsiones hasta hoy existentes. Se contempla un plan único, “que se estructurará en base a las coberturas ambulatorias y hospitalarias, además del Auge/GES. Las variaciones, eso sí, estarán determinadas por la red de prestadores -hotelería- que cada afiliado elija, pues el contrato contendrá las mismas prestaciones”, se ha señalado. Lo que no se dice, es cuál será el valor de ese plan universal.
Para terminar con la discriminación por sexo, edad, etc., se ha dicho que se calculará una prima en base al riesgo individual del afiliado, pero las tarifas solidarizarán en un fondo mancomunado, lo que permitirá equilibrar los pagos y hacer poco significativas las variaciones de valores. Los más jóvenes subsidian a los más viejos, los hombres a las mujeres, etcétera. Todo en base a una prima que, si bien no será igual para todos, será al menos parecida, se ha dicho. Habrá un fondo que distribuirá los recursos a las isapres según su riesgo.
“Obacrame con empanadas y vino tinto”
Imagine que usted es parte de Fonasa y le ofrecen un plan, donde no le aplicarán preexistencia y además los determinantes etarios, de uso, etcétera, no le serán considerados, al momento de gravar el valor de su plan. Interesante, ¿no? Bueno, no es oro todo lo que brilla, porque el proyecto considera un “plazo de transición”, que discute en cuanto a su extensión, pero que no sería menor a 5 años. En dicho periodo, se argumenta por el gobierno, se “fortalecerá el nuevo sistema de isapres y se modernizará Fonasa para hacerlo competitivo”. O sea, no se puede trasladar desde Fonasa al nuevo sistema de Isapre, hasta que ya se haya cumplido dicho periodo de restricción.
Al respecto, Claudio Lucarelli, académico de la Universidad de Pennsylvania y experto en sistema de salud, ha cuestionado que “Es otro tema que se trata de abordar con primas comunitarias (…) sin embargo al implementar esto tenemos un problema. Hay personas que están en Fonasa con preexistencias y ahora ven atractivo cambiarse al sistema de isapres, y acceder a esos planes. Y lo que se ha escuchado es que van a poner una cortina de hierro entre Fonasa e isapres, por lo menos por un tiempo, para que esto no ocurra. Bueno, estamos hablando de discriminación, ¿qué más discriminación que eso?”, afirma Lucarelli.
¿Qué son las “primas comunitarias”? montos a pagar parejos “para toda la población, independiente de su riesgo. Eso lo que genera son transferencias de recursos entre personas de distinto riesgo (…) esas trasferencias están muy mal focalizadas. Si queremos un sistema solidario, deberían tener prioridad las personas de menores ingresos”, reclama Lucarelli, para quien la reforma a las isapres, no son más que “un Obamacare con empanadas y vino tinto”.
A parar los abusos
Si algo no soluciona -hasta ahora- la mentada reforma, son los abusos. Los verdaderos subsidios entregados por el Estado, no serán en realidad a las personas, los usuarios del sistema, sino que, a las aseguradoras de servicios, las isapres. Sin perjuicio de ello, hay elementos que pareciera, constituyen al menos algunos avances. Para el senador Guido Girardi, quien es además el presidente de la Comisión, “lo que hay que hacer es avanzar en esto, de manera de terminar con los abusos de las isapres. La idea es hacer una reforma integral, pero si esto no se puede hacer en el breve plazo, preferimos avanzar en una ley corta”, indicó.
Para el senador Rabindranath Quinteros, es básico cambiar la óptica del proyecto, desde las isapres, que es lo que mira el gobierno, a las personas, que es lo que debiera interesar: “debemos solucionar el problema de salud, no el problema de las isapres, señaló el parlamentario socialista”. Cuando hablamos de óptica, debemos atender en qué se está poniendo el énfasis en la denominada medicina preventiva que en la curativa.
Hoy por hoy, el incentivo para la atención está en el volumen de pacientes tratados y no en la prevención de las enfermedades y en la eficiencia o eficacia del servicio entregado, en otras palabras, la calidad de la atención. Las isapres y demás prestadores, reciben pagos por la cantidad de cirugías, consultas o exámenes que realizan, sin datos de la efectividad de esos servicios al no existir un seguimiento del paciente después de la atención.
Y no solo eso, pues estando la mirada puesta hoy sólo en las prestaciones de salud, se ha descuidado, por ejemplo, los medicamentos -con la gran excepción que es la Ley Ricarte Soto-. El acceso real y oportuno a la salud, debe incluir también, la garantía de poder acceder a los tratamientos que las personas necesitan. No basta “poder ir al médico”, si la receta es de tal envergadura en costos que resulta inaccesible.
¿Y la Isapre de los pobres, Fonasa, cuándo?
En nuestro país, el Fondo Nacional de Salud (Fonasa), ha aumentado en la cantidad de afiliados, de manera muy superior a quienes son parte de las isapres. ¿Ello es por la calidad del servicio, su cobertura, beneficios u otras razones que lo pongan con preminencia competitiva sobre las aseguradoras privadas? Por cierto, no. De conformidad al último estudio realizado el 2017, la cantidad de personas acogidas al sistema de Fonasa, tomando en cuenta a hombres y mujeres de todas las edades, aumentó 6.686.989 millones en un año (desde el 2016) llegando a un total de 13.926.475.
Es decir, nuestros legisladores, en este caso el colegislador llamado Ejecutivo, ha puesto la mirada en el 20% de los chilenos beneficiarios (m en realidad usuarios) de las isapres y no en el 80% de los compatriotas beneficiario de Fonasa. Y ojo, porque dentro del 20% que no es de Fonasa, se suman los afiliados a las isapres como aquellos que están acogidos a los beneficios de salud de las Fuerzas Armadas.
Las isapres, ganaron solo entre enero y marzo de 2018, la mitad de las ganancias de todo 2017. Y ojo, que no están obligadas a reinvertir todo o parte de esas utilidades para mejorar el modelo de atención en salud a sus afiliados. Menos para subsidiar a los sectores más vulnerables en atención primaria, por ejemplo.
Y en el actual proyecto, son mirados en menos. Los actuales afiliados al sistema público de salud, dada la muralla de hierro que se les pone para trasladarse al sistema privado, parten con un golpe en contra, pues prohíbe o al menos dificulta por a lo menos 5 años la potencial migración de afiliados de Fonasa a Isapres.
Frente a ello, el titular de Salud, Emilio Santelices, dijo ante la Cámara Alta, que “Queremos que Fonasa se convierta en un seguro real porque hoy opera como un fondo. Vemos que no se vela porque los recursos se trasladen al prestador y éste, a su vez, cumpla con su parte. Por eso queremos transitar de una lógica de fondo a seguro público, avanzar en el mencionado Plan Universal, velar por la calidad y acceso a la salud pensando en la gestión de los Servicios de Salud (SS)”, aseguró.