Por Mario López M.
Han transcurrido 45 años desde el inicio de la dictadura de Pinochet, que tuvo como inédito aliado al enclave de migrantes alemanes, dirigidos por un exmilitar de esa nacionalidad que sirvió en la Segunda Guerra Mundial, Paul Schäefer.
En ese lugar, predilecto de los jerarcas UDI y de la Dina, se secuestró, torturó, asesinó e hizo desaparecer a decenas de chilenos por razones políticas. No fueron los únicos crímenes. También se violó y abusó de cientos de niños.
Abusos que se desarrollaron desde tiempos inmemoriales en Colonia Dignidad o Villa Baviera, siguen impunes. Las víctimas no fueron elegidas esta vez por su opción política, sino que por su edad y poco importó si se trataba de chilenos o alemanes, hijos de los mismos colonos.
Se trata de la predilección del líder de ese lugar, Paul Schäefer, los niños y niñas que fueron abusados sexualmente con la complicidad de los otros jerarcas del lugar y la complacencia o el sometimiento de muchas familias.
En una inédita comunicación oficial, la cancillería alemana acaba de reconocer que la diplomacia de ese país en su momento, no hizo lo suficiente para ayudar a las víctimas de Colonia Dignidad. De paso, se anunciaron algunas medidas, como poner a disposición de la prensa e investigadores archivos del período entre 1986 y 1996 e incluso una reparación económica de un millón de euros.
En entrevista con Cambio21, el abogado querellante de caso Colonia Dignidad, Hernán Fernández, analizó su importancia de este gesto. Sin embargo, le parece que ya está bueno de gestos simbólicos e insuficientes, pues se debe dar paso a soluciones concretas.
-Tras casi cuatro décadas, recién se está hablando de indemnizaciones a víctimas de Colonia Dignidad, sobre todo cuando ni siquiera se conoce toda la verdad. ¿Le parece suficiente y justa la oferta del Estado alemán acerca de reparaciones?
-Es valioso que el Estado alemán, a través de su Parlamento, reconozca que existe un deber de reparación a las víctimas de Colonia Dignidad y que ese deber se basa en la responsabilidad generada por décadas de acciones, omisiones y manifiestos errores cometidos por autoriades y agentes del Estado.
Colonia Dignidad se origina en Alemania, allí fueron cometidos los primeros crímenes y las autoridades no sólo no detuvieron a Paul Schäefer y los jerarcas coautores y cómplices, sino que no protegieron debidamente a las víctimas. Al contrario, permitieron una masiva salida de Alemania de las víctimas y sus familias. Los abusos ya habían sido denunciados ante la justicia y existían procesos ante la Fiscalía de Bonn. Las autoridades alemanas aceptaron que los jerarcas sacaran niños y niñas que sufrían maltrato y abusos para traerlos a Chile, donde los crímenes continuarían.
Ni en ese tiempo ni después Alemania hizo los esfuerzos que le eran exigibles para rescatar y proteger a las víctimas y las autoridades sí tuvieron la información a través de los testimonios de los primeros fugitivos de la década del 60, y luego en los 80 y 90, pero al igual que las autoridades chilenas no hicieron nada o lo que hicieron fue realizado de manera abiertamente deficiente. El daño causado es inmenso, en todos los ámbitos: físico, psicológico, social. Se negó en Colonia la esencia de los derechos humanos más fundamentales de las víctimas.
-Bajo esa lógica, ¿le parece suficiente del Estado alemán?
-La oferta de reparación del Estado alemán es claramente insuficiente, atendida la magnitud del daño. El monto que ofrecen a partir de 2019 (un millón de euros), al dividirse entre decenas de víctimas, no responde a las necesidades reales de la reparación, no alcanza ni para atender los problemas de salud hoy urgentes, ni para un mínimo proyecto de vida independiente. Colonia Dignidad es un desastre y una tragedia humanitaria para las víctimas, que los Estados se niegan a reconocer en la proporcionalidad que corresponde.
-Igualmente, no deja de llamar la atención que ese centro de torturas, exterminio y abusos siga existiendo. ¿Qué debiera hacerse con ese reducto?
-El Estado de Chile no se ha hecho cargo del problema. Fueron las propias víctimas chilenas las que comenzaron a derribar el sistema de abusos de Colonia Dignidad, con sus denuncias, querellas y su perseverancia. No se ha implementado ningún plan o proyecto de reparación a las víctimas, la autoridad política ha dejado la responsabilidad al poder judicial; hoy los jueces han actuado, y el poder político no aún no hace nada.
Hoy rige el poder del más fuerte en Colonia Dignidad, las víctimas siguen abandonadas. Es urgente que se entreguen alternativas reales a las víctimas verdaderas. Muchas debieron viajar a Alemania y allí tampoco han tenido las respuestas esperadas. Las que quedan en Chile han debido sufrir mucho.
-Usted representa a una serie de víctimas que han resultado prácticamente invisibilizadas, aquellos cercanos a la colonia que fueron objeto de abusos sexuales. ¿Cuál es la realidad de esos niños de otrora, mujeres y hombres hoy?
-Llevo más de 20 años en el caso de Colonia Dignidad, representando a las víctimas valientes que se atrevieron a denunciar los graves delitos cometidos por esa poderosa organización criminal, por sus jerarcas, pues no sólo fue Paul Schäefer el responsable.
Las víctimas que represento han ayudado a la justicia, ayudaron a la liberación de las demás víctimas, pero aún no reciben la reparación, las indemnizaciones reconocidas en la sentencia final de enero de 2013 dictada por la Corte Suprema; aún no han sido pagadas, pues las nuevas estructuras del nuevo poder en Colonia Dignidad se niegan a cumplir y dilatan el pago, y eso porque el Estado de Chile también falla en el tiempo actual.
No hay excusa. Los crímenes ocurrieron porque durante décadas las autoridades del Estado fracasaron y no cumplieron sus deberes. No sólo no se ha agradecido a las víctimas, se las ha invisibilizado, se les sigue negando la reparación y es algo que no podemos tolerar. El Estado tiene el deber de hacer posible esa reparación también por su responsabilidad histórica y porque las víctimas chilenas hicieron lo que era un deber del Estado, poner fin a un sistema de abusos sexual de niños, un sistema esclavista, opresor, y en el que se cometieron colectivamente los más graves crímenes contra la niñez en la historia mundial reciente.
-No debe resultar nada de halagüeño el que a cargo del Ministerio de Justicia, el mismo al cual ustedes deben recurrir en busca de respuestas, esté en manos de quien fuera amigo predilecto y defensor acérrimo de la Colonia Dignidad por años. ¿Es así?
-Recuerdo haber tenido una confrontación pública con Hernán Larraín, en la década del 90, reclamando por el apoyo que como senador daba al sistema mismo de Colonia Dignidad, pues esperábamos que en ese rol tuviera preocupación por los niños víctimas y sus familias, que eran también habitantes de la zona, que necesitaban ser escuchadas y protegidas.
Me constaba entonces que la labor policial buscaba proteger a las víctimas chilenas y liberar también a las internas de Colonia; nunca hubo exceso de fuerzas, todo lo contrario, la violencia venía de la Colonia, e incluso me tocó vivirla. La libertad de conciencia en una secta criminal como Colonia Dignidad es siempre una fachada y respecto de los horrores de Colonia existían decenas de testimonios que se acumulaban desde la década del 60. No se requerían sentencias judiciales para saberlo.
Lo que espero y lo que las víctimas también esperan es que el Estado de Chile y sus autoridades corrijan los errores y respondan a sus deberes constitucionales, éticos y legales con ellas. Estamos esperando las respuestas del ministerio de Justicia, pero también estas debieran llegar desde el ministerio del Interior y desde la Presidencia. También esperamos que el Congreso chileno se pronuncie como lo ha hecho el Parlamento alemán, porque hasta ahora las acciones han sido lamentablemente insuficientes. Se requieren acciones institucionales y con recursos proporcionales y adecuados, no puede ser que seamos los privados y las propias víctimas quienes formulen los planes urgentes del Estado en un caso de esta magnitud y complejidad.
-¿Cuál ha sido la respuesta de los gobiernos pos dictadura que han dado a sus representados?
-Siempre he dicho que el Presidente Aylwin quiso terminar con el sistema criminal de Colonia Dignidad, pero sus asesores y autoridades de la época fracasaron en la tarea, pues la Colonia adquirió mas poder después de 1991; ningún efecto real se produjo, los maltratos, la esclavitud y el abuso de niños continuó, se hizo más sofisticado y masivo incluso.
La mejor iniciativa del Presidente Aylwin fue el peor fracaso del Estado chileno. Y los sucesivos gobiernos democráticos no hicieron nada serio y real para corregir dichos errores. Es inexplicable, como si el tema incomodara o la Colonia estuviera demasiado lejos. Las acciones de las autoridades democráticas fueron más bien simbólicas o declarativas, la iniciativa privada que modestamente hemos intentado, ha hecho más que el propio Estado y eso sigue siendo inaceptable.
-¿Cuáles son las demandas más apremiantes para usted hoy en relación con las tareas pendientes del Estado a estas otras víctimas, no necesariamente políticas?
-Las víctimas requieren una justicia real, no sólo declarativa o simbólica, por eso es muy importante y urgente la reparación. Dos de los niños chilenos denunciantes, una de las madres y una abuela, ya no están, y es injusto que hayan fallecido sin haber tenido esa justicia oportuna y real. La reparación no puede seguir esperando para las demás víctimas que han luchado y aún siguen luchando.
-Debe ser complicado atender no solo a la demanda judicial de las víctimas que usted representa, también la contención. ¿Cómo ha sido ese proceso?
-Las víctimas que represento y he representado tienen toda mi admiración, han sido las protagonistas de esta etapa tan importante para la liberación y caída del sistema opresor de Colonia Dignidad. Ese triunfo se lo debemos a ellas y por lo mismo no podemos aceptar que exista marcha atrás y que se les siga negando la reparación, que es un derecho, no un favor. La justicia ha cumplido una importante tarea, es el poder político el que sigue sin responder y el que debe facilitar que lo que ha resuelto la justicia chilena se pueda cumplir, sin más demora, sin más espera.
-Según los relatos de quienes sufrieron los abusos, ¿cuál era el modo de operar al interior de la colonia?
-Colonia Dignidad fue un sistema criminal que se favoreció con las acciones, omisiones y errores del Estado en Chile. No solo recibieron personalidad jurídica, sino que durante décadas recibieron subvenciones desde los ministerios de Salud y Educación. También recibieron el apoyo de algunos empresarios, académicos y científicos (uno de los cuales enfrenta hoy un juicio ético ante el Colegio Médico), y también del mundo político.
Fue el lugar propicio para los crímenes contra niños, niñas, hombres y mujeres sometidos al poder de una estructura criminal. Allí se torturó y se ejecutó a detenidos desaparecidos, allí también se torturó a los colonos disidentes y ello ocurrió también durante los gobiernos democráticos. Allí se violaron sistemáticamente los derechos humanos durante décadas. Ninguno de los crimenes que allí se cometieron hubiera sido posible por tantos años y con tanta impunidad si el Estado de Chile y el Estado alemán hubieran cumplido de manera correcta sus más básicos deberes, los mismos que ahora les exigimos que cumplan, con la contundencia de la evidencia y la verdad que nos sostiene al pedirlo.
-Los líderes de la colonia y a quienes se ha imputado de los abusos han terminado prácticamente impunes. Ninguno -por muerte o escape-, ha cumplido en plenitud su condena. ¿Qué ha fallado, la institucionalidad, la voluntad de hacer justicia o ambas?
-Fueron condenados los principales jerarcas gracias al esfuerzo de las víctimas, Schäefer murió sin haber recuperado jamás la libertad, estuvo cinco años en la cárcel. Dos de los jerarcas murieron también cumpliendo condena y otro aún está en la cárcel. Respecto de los criminales prófugos, Alemania tiene la responsabilidad en sus manos. Después de cinco décadas de crímenes, horrores e impunidad se espera que cumplan sus deberes y responsabilidades, tan claros en toda esta historia.
Alemania niega la extradición y recientemente la Corte de Krefeld se ha negado a encarcelar a Harmut Hopp, con lo que nos parece que no solo no se corrigen los errores, sino que se vuelven a cometer, sin excusa racional. Por eso el próximo paso contra Alemania debieran ser los tribunales internacionales.
-¿Qué otros abusos, dentro de la Colonia y fuera de ella, han debido sufrir las víctimas?
-Niños y niñas chilenos y alemanes fueron torturados, secuestrados y esclavizados y todos esos crímenes requieren justicia y también reparación, hoy y no mañana. Justicia real y de verdad. Hoy esos ex colonos y ex colonas víctimas son adultos con mucho daño acumulado, con su vida incluso amenazada por enfermedades precipitadas. La petición de acciones que hacemos al Estado alemán y al Estado chileno tiene esa base, esa necesidad y esa urgencia.