Por María Sepúlveda
El sacerdote Mariano Puga compartió con fieles de la comunidad Comunidad Cristo Liberador de la Villa Francia este Jueves Santo, días después de que iniciara su tratamiento en el Hospital Clínico de la UC contra el cáncer linfático que padece. "Yo le ofrecí mi vida a Cristo de nuevo el tiempo que él quiera y quiero agradecer a ustedes y a tantos que se han preocupado por mí en estos días (...) para que pueda servirlos a ustedes cada vez más", declaró en una ceremonia religiosa.
El cura obrero y ferviente militante de la Teología de Liberación, Mariano Puga, fue el encargado de dar la misa de Semana Santa en Villa Francia, Estación Central en una capilla repleta de asistentes.
Con el ánimo de siempre, y pese al cáncer que padece a sus 88 años, la misa se extendió por casi tres horas con un potente mensaje hacia la renovación de la iglesia y contra su estructura jerárquica, que según él ha ido contra las enseñanzas del cristianismo.
En redes sociales, a propósito de Semana Santa, comenzó a circular nuevamente un video de Puga cantando y tocando el acordeón en el funeral de Ana González, que murió hace seis meses sin saber el paradero que sus familiares -marido, dos hijos y nuera- detenidos y hechos desaparecer por agentes de la dictadura civíco-militar-
Mariano Puga, de una familia ultra acomodada a cura obrero
El cura Mariano Puga es un símbolo de la historia reciente de nuestro país. Encabezó marchas, protestas contra la dictadura y defendió a hombres, mujeres y niños siempre y en todo lugar como en la Villa Francia, aunque también vivió en La Legua, durante mucho tiempo. En la Villa Francia viven sus amigos, los feligreses que en estos momentos están muy tristes porque les contó que su salud no está bien ya que tiene un cáncer linfático que se ha extendido en su cuerpo. Pero ya comenzó con el tratamiento y será lo que Dios quiera como dice él. Sus misas son siempre especiales y las llama cenas, porque en lugar de hostias quienes comulgan lo hacen con pan amasado y vino.
El cura del pueblo, obrero o guerrillero como lo llaman muchos ha tenido una vida dedicada a los más necesitados, a los pobres y ha sido consecuente. Vive en una casa sencilla a la que llama La Minga porque así recuerda sus años como párroco en Chiloé, rodeado de arpilleras en las paredes y donde descansan las cenizas de Anita González de Recabarren, una luchadora por los derechos humanos que perdió prácticamente a casi toda su familia durante la dictadura.
Puga se levanta temprano. Escribe de puño y letra los mensajes que reparte en las misas. Y la última Navidad pidió a los pobladores que hicieran puerta a puerta y convocaran a todos al pesebre que construyeron juntos en la plaza.
“Tienen que sacarse la mugre. No me importa que no duerman, que no coman. Lo importante es que esos niños de los haitianos, esas abuelas solas, esos cabros que no tienen a nadie reciban esta invitación”, les dijo en una de sus últimas misas antes de viajar a Filipinas.
Puga, toma malta con huevo y todo lo regala, incluso la medalla que le entregó en su primer gobierno Michelle Bachelet cuando lo condecoró Héroe de la Paz.
No le gusta hablar de sí mismo y deja que los pobladores hablen. Ellos, los sencillos, dice Puga, son los que realmente lo parieron en el mundo cristiano y los que pueden dar testimonio de su vida.
Carolina González dice que llegó a la comunidad Cristo Liberador después de golpear muchas puertas para ayudar a su hermano moribundo, pero que solo Mariano Puga le brindó ayuda. La acompañó hasta el Ministerio de Salud, y allí ella fue testigo de cómo apenas apareció con él se movieron todos para atenderla.
“Desde entonces, para mí Mariano es todo. Es mi papá, pero también Jesús. Yo lo escucho y veo a Cristo “cuenta Carolina.
“Córtenla con el marianismo” dijo en una ocasión molesto cuando los presentes sacaban sus celulares para registrarlo en lugar de concentrarse en la eucaristía.
El viaje
El cura también aprovechó la oportunidad para demostrar su gratitud, "les quiero agradecer ante Jesús de Nazareth, este maestro mío que ha movido toda mi vida, le pido que también mueva la vida de ustedes. Lo único que vale en la vida chiquillos es tratar de vivir entre nosotros, con los demás y con los más pobres, como lo enseñó a vivir Jesús, especialmente en esta cuaresma".
Hubo mucha expectativa por el viaje que realizó a Filipinas, durante tres meses, para descansar, meditar, visitar a sus amigos y tal vez despedirse como lo hizo con sus feligreses a quienes les dejó varias tareas. Pero también prometió estar de regreso para celebrar Semana Santa, su cumpleaños número 88 y sus seis décadas de sacerdote. Cumplió, aunque las noticias sobre su salud no son buenas. De hecho, participó en todas las misas que quiso en esta semana santa.
Cantó para quienes lo vinieron a visitar y tocó su característico acordeón, (como lo puede ver al final de esa crónica) inició su recorrido con el ramo de olivo por la feria que atraviesa las calles más emblemáticas de Villa Francia, su segunda casa.
"Con el cariño que ustedes me muestran, con la forma que lo han hecho, me basta y me sobra. Para mí también la operación es un momento de reflexión, de oración, de compartir también con los otros viejos de la misma sala, así es que eso no más".
Familia aristocrática
Puga nació el 25 de abril de 1931 y creció en el seno de una familia aristocrática emparentada con el primer presidente de la Junta de Gobierno, Mateo Toro y Zambrano, y con los viñateros de Concha y Toro. Estudió en el exclusivo colegio Grange y luego Arquitectura en la Universidad Católica. Pero luego de leer el Evangelio y conocer la realidad del basural de San Manuel con un grupo de estudiantes, y ver a niños comiendo pollos podridos, ya no fue el mismo.
Comenzó a preguntarse qué significaba seguir a Cristo en medio de un vertedero. Junto con dejar a la novia de la época, abandonó su casa, “la alta cuiquería”, como él llama a sus raíces, y eligió servir a los postergados.
Durante 30 años fue obrero de la construcción en lugares como la Villa Francia, Pudahuel y San Cayetano, en La Legua.
“Este mundo y esta Iglesia han traicionado a Jesús. La sociedad de mercado nos robó a Cristo. ¿Han escuchado que él vino a hacer justicia para los pobres? Y ¿qué hemos hecho? Nada, esa es la realidad. Nada. Esa es la Iglesia que somos. Y nosotros somos cómplices de eso”, dijo en una de sus últimas misas, con tal efusividad que se ve obligado a toser.
Por ser un hombre que va con la verdad por delante le ha significado el rechazo de algunos católicos y del propio ex arzobispo Ricardo Ezzati, quien en 2014 mandó algunas de sus declaraciones a la Nunciatura por considerar que se apartaban de la doctrina de la fe. Si bien para la visita del Papa Francisco reunió a la comunidad para pintar un mural, cuando se dio cuenta de que el entonces obispo Juan Barros era uno de los que lo acompañaban en la homilía, no dudó en asistir a las protestas en contra de este porque fue denunciado por las víctimas de Karadima como un encubridor y cómplice de abusos. De la misma manera ha estado junto a los mapuche y siempre en las misa recuerda a Camilo Catrillanca.
Las noticias de la semana
En la parroquia donde se reúne la comunidad Cristo Liberador, las personas se sientan en círculos. Y quienes llegan por primera vez, son recibidos con la canción “Bienvenidos”, que el cura entona en el acordeón.
Luego los feligreses enumeran los temas que han marcado la semana. Puga pide que lo hagan a grito pelado: es así que en una de sus misas se escuchó la expulsión del sacerdote John O’ Reilly, el paro de los portuarios y la negativa de Chile a firmar el Pacto Migratorio.
Tras el golpe de Estado fue detenido y pasó por Villa Grimaldi, Cuatro Álamos y Londres 38. No fue torturado, pero sí interrogado por la conexión de la Iglesia con Moscú. Posteriormente, tuvo una audiencia con Pinochet.
“Me preguntó qué había aprendido yo en la Escuela Militar (estudió alli) . Y yo le contesté, una de las cosas que aprendí es que las órdenes del superior no se discuten. Y le dije al general, mire, yo soy discípulo de Jesús, él es mi maestro y él me enseñó que, si se torturaba a alguien, a él se le torturaba.
Jesús nos dice que si usted me confiesa delante de los hombres, yo los voy a confesar delante del Padre. Si ustedes me niegan ante los hombres, yo los voy a negar. Yo he visto, mi general, torturados, desaparecidos, allanamientos. Si yo callo eso, Jesús me va a decir “no te conozco”. Y si yo digo eso, me van a traer quizás otras veces más ante usted. Prefiero quedar bien parado ante Jesús”, puntualizó.
Siempre planteó su compromiso social con las víctimas de la dictadura, con familiares de Detenidos Desaparecidos y su opción de colaborar directamente con ellos y su lucha por la verdad. En los años ochenta, creó y trabajó en el Movimiento contra la Tortura Sebastián Acevedo.
Respecto al actual mandatario ha dicho: ¿Cómo le voy a creer a Piñera? Yo entiendo que la gente que lo apoya es por el sistema de mercado, para tener cada vez más, pero todo eso es a costa de quiénes. Ellos no miran para el lado porque piensan que después les va a chorrear (…) Por eso digo que este es un sistema diabólico, inhumano, que fomenta en la sociedad lo más perverso que tiene el hombre: el egoísmo. Y deja de lado lo más hermoso que es amar. Este sistema está montado en torno al ego y mientras el mundo siga así, no hay salida”.
Dejen de entrevistar a los ricos de la Iglesia
Mientras el Papa visitaba el santuario de San Alberto Hurtado el padre Mariano Puga enfrentó a la prensa con su habitual elocuencia y dignidad. “Los niveles que están separados son los altos mandos eclesiásticos. Lo importante es la iglesia pobre, hambrienta de justicia que vive en este sistema de mercado que mata, excluye, ningunea a las personas. Hay que aprender de Francisco que a pesar que tiene la posibilidad de vivir en el Vaticano lo hace en una pensión de tres piezas e invita a los mendigos de Roma para celebrar su cumpleaños”.
Frente a la pregunta sobre abusos sexuales al interior de la iglesia, Puga contestó “los curas no son la iglesia, los obispos no son la iglesia, son los pobres, esos son los hijos de Cristo”.
Al mismo tiempo, condenó a los abusadores y dijo abiertamente que el Papa también se equivoca y frente a eso tendrá que responder ante Dios.
La pregunta interesante para los curas es qué hicieron por los migrantes, qué hicieron por los pobres en las calles y por qué no tiene casa aun. “Dejen de entrevistar a los ricos de la iglesia y vayan a entrevistar a los que venden sopaipillas, para que les digan qué es Dios para ellos”.
El abogado de derechos humanos, Héctor Salazar conversó con Cambio21 acerca del padre Mariano Puga.
“Digámoslo de alguna manera folclórica, no es el cura Gatica. Es decir, él antes que la palabra está su manera de vivir su vocación como la entendió en los hechos, no en las palabras y allí es donde su testimonio es tremendamente fuerte y ejemplar. Y, más importante aun teniendo presente que el viene de una familia de la alta burguesía. Entonces, donde es capaz de hacer un cambio y un giro radical en su vida por amor a su vocación y su fe. Creo que ese va a hacer el testimonio de él, tratar de seguir a Cristo en la vida y en los hechos y es por eso que se alinea con los más pobres, con los perseguidos, etcétera. Y se transforma en uno de ellos. Por eso, diría que es creíble, no tanto por su discurso sino como por sus gestos, la forma como vivió su vocación”
Sobre el rol que cumplió durante la dictadura precisó que “él estuvo al lado de los que sufren, sufrió junto con ellos y no podía ser de otra manera por su opción, por su estilo de vida. Los perseguidos fueron, fundamentalmente los pobres, los más desvalidos, se transformó en uno de ellos, por lo tanto vivió lo mismo que vivían ellos y donde pudo levantó el dedo y denunció. Su testimonio, en ese sentido, sumado a otros testimonios próceres de la Iglesia y de Santiago, fue muy potente en su momento”
“Creo que él tiene plena conciencia de que va a pasar, motivado por su fe, a otra forma de vida y en donde va a encontrar todas aquellas recompensas que por esas cosas de la vida, a lo mejor no se le reconocieron aquí en la tierra”.
El abogado recordó un episodio de cuando él trabajaba en la Vicaría de la Solidaridad: “Recién había asumido el cardenal Fresno en Santiago el arzobispado, no llevaba una semana, y Mariano Puga cayó preso. Y estaba detenido en una comisaría de Providencia y me tocó acompañar al cardenal Fresno a verlo. Él quiso ir a hablar con él, ver como estaba y bueno fue su primera prueba de fuego, Mariano preso. Llegó a terreno caliente, uno de sus curas estaba preso porque había participado, seguramente en un acto de protesta. Bueno, en esos tiempos cuando se hacía eso se caía preso”
Salazar advirtió que “lo que quiero rescatar si es él fue un hombre tremendamente pacífico. Todas sus protestas fueron pacíficas, un testimonio de denuncia, él nunca llamó, ni se enfrentó, ni insultó a una autoridad civil o uniformada de la dictadura, sino con su presencia resistiendo estoicamente los embates de la represión